El deportista nato
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Antes de dialogar con Granma, nos pide unos segundos para ordenar sus recuerdos sobre el hombre que admira. Afirma que fueron innumerables sus encuentros, y algunos los tiene perennes en su memoria como si hubiesen ocurrido ayer.
Para Alcides Sagarra, quien por muchos años estuvo al frente de los equipos cubanos de boxeo, hablar sobre Fidel es adentrarse en un mar de anécdotas, consejos, conocimientos, intercambios de criterios deportivos y bondad. Sobre todo mucha bondad.
«El Comandante en Jefe recibía con la misma devoción a todos los boxeadores que venían de las competencias en el exterior. A quienes perdían en buena lid, los alentaba para prepararse mejor, les dedicaba palabras de sabiduría. Vi llegar a varios peleadores cabizbajos y luego de escuchar a nuestro jefe, el ánimo les volvía al cuerpo».
«Le rendí homenaje al padre, al amigo y al hermano de la familia cubana del boxeo. Su muerte ha sido un golpe de nocao para mí, cuesta trabajo asimilar semejante dolor».
Sin embargo, esta gloria del deporte cubano sostiene que tenemos que ver a Fidel como el hombre eterno, ya que ahora es cuando más necesitamos impulsarnos para continuar toda la obra de ideas que nos deja.
«Gran amante del boxeo», así califica Sagarra a Fidel, a la vez que rememora las numerosas visitas del estadista revolucionario, tanto a los entrenamientos en la Escuela Cubana de este deporte, como su presencia en eventos nacionales e internacionales.
«Lo mismo nos visitaba en la finca (centro de entrenamiento) por una hora, que permanecía en ella tres o cuatro. Le encantaba dialogar con boxeadores, entrenadores, personal de servicio. Se interesaba por todas las condiciones de vida de los muchachos, su alimentación, descanso y metodología de entrenamiento. Lo abordaba todo, no dejaba nada afuera».
Cuando se le inquiere a Sagarra sobre qué boxeador Fidel disfrutaba observar con mayor atención en el cuadrilátero, el experimentado entrenador se recuesta sobre el sofá en la sala de su hogar y asevera que esa es una pregunta difícil, pues el máximo líder cubano se regocijaba con todos los duelos en cualquier categoría de peso.
«El caso de Teófilo Stevenson, era otra cosa. Entre Fidel y él surgió una relación personal muy fuerte, como la de un padre y un hijo. Conversaban largamente, y a Teófilo le encantaba responder las inquietudes del Comandante», relató.
Si bien era un seguidor del boxeo, no lo era de su versión profesional, según Sagarra. Para Fidel, dijo, se trataba de una práctica donde imperaba la explotación del hombre por el hombre, y una vez que ese púgil pasaba al retiro se abandonaba a su propia suerte por la sociedad mercantilista.
El Comandante tenía mejores planes para el boxeo con su visión futurista. Eliminó de golpe el profesionalismo y devolvió la justa dignidad a los pugilistas y a Cuba entera.
«Él fue el artífice y el creador de un boxeo que protegiera la salud de los atletas, sin perder la calidad técnica de la disciplina. También su mano estuvo presente cuando nos trasladamos hacia la actual Escuela Cubana Holbeín Quesada. En ese centro existen las condiciones necesarias para formar a nuestros futuros campeones olímpicos y mundiales».
Otra vez Alcides repasa en sus recuerdos y trae al Fidel impetuoso, activo y atlético, para comentar cómo le gustaba ponerse los guantes y hacer sparring con él, mientras ambos reían.
«Fue un deportista nato, le apasionaban casi todos los deportes, y conocía de ellos. Lo que no tenía muy claro del universo deportivo lo preguntaba, se informaba, pedía opiniones, pronósticos».
«Él respetaba a los oponentes de los deportistas cubanos, no importaba si eran estadounidenses. Ahí está su encuentro con el campeón olímpico y mundial, Mohamed Alí, de quien dijo sentir admiración y respeto, por su vida deportiva y social».
«Fidel fue un caballero, un hombre de honor y defensor del deporte; acérrimo crítico de las apuestas y arreglos de peleas que organizan las mafias que quieren controlar el boxeo. Cuando eso ocurría era enérgico y colérico ante tamañas injusticias».
Lo más difícil para Alcides es definir a Fidel —es que fue un líder, un ejemplo, subrayó—. Estos días el profesor Sagarra siente que le falta su jefe, el hombre de quien constantemente les habló a varias generaciones de alumnos.
«A los boxeadores cubanos les impregnamos la voluntad y valentía que caracterizó a Fidel Castro. Cada vez que suban al ring tienen que pensar en él y recordar lo mucho que hizo por el desarrollo del pugilismo en Cuba».