Editorial de Cubadebate: Ante la agresión imperial, la misma convicción de Victoria que nos inculcó Fidel
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El Gobierno de Estados Unidos ha anunciado este 17 de abril nuevas medidas que arrecian la agresión contra Cuba y recrudecen la guerra económica, financiera y comercial que sucesivas administraciones imperiales han sostenido, en mayor o menor grado, desde el Triunfo mismo de la Revolución Cubana.
Se mantienen en esencia los aviesos propósitos recogidos en el descarnado memorando del Subsecretario de Estado Lester D. Mallory, el 6 de abril de 1960:
“El único medio previsible para enajenar el apoyo interno es a través del desencanto y el desaliento basadas en la insatisfacción y las dificultades económicas… Debe utilizarse prontamente cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba. Una línea de acción que tuviera el mayor impacto es negarle dinero y suministros a Cuba, para disminuir los salarios reales y monetarios a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.
Es la continuidad de la política de odio e irracionalidad que los sectores más agresivos y beligerantes del stablishment estadounidense han blandido permanentemente en su relación con Cuba. Es la prolongación del deseo ancestral, esbozado por John Quincy Adams, de apoderarse de la fruta madura que se avistaba a pocas millas al sur del naciente imperio.
El Gobierno de Donald Trump ha escogido el enfrentamiento, en vez del diálogo, la medidas punitivas, en vez del comercio mutuamente ventajoso; las prohibiciones, en lugar de la cooperación. Se regresa a los tiempos del Gran Garrote y de la Doctrina Monroe.
Han regresado a la política norteamericana dinosaurios como John Bolton, ideólogo del aislacionismo y el hegemonismo estadounidense y conjurado usador de la mentira para lograr sus imperiales propósitos (no pocas veces a través de la guerra), que junto a la nueva camada de oportunistas y obsesos con apellidos Pompeo, Rubio, Claver-Carone, reflejan claramente el acento belicista, de poder fuerte y chantaje imperial que tiene hoy la política exterior estadounidense.
Las nuevas medidas fueron anunciadas en simbólica fecha y escenario: el mismo día en que hace 58 años se lanzara la invasión mercenaria contra Cuba financiada, armada y entrenada por Estados Unidos; y ante el remanente de aquella fuerza invasora que fue derrota en apenas 66 horas, convertida después en una atemorizada tropa de cocineros que terminó siendo cambiada por compotas.
Las sanciones pretenden golpear a la economía cubana, socavar nuestra independencia, escorar la moral de nuestro pueblo; y no hay dudas de que complejizan nuestra realidad; pero no es nada nuevo en nuestra Historia. Así hemos vivido generaciones de cubanos empeñados en no dejarnos mangonear por el vecino poderoso.
Plan contra Plan. Ante la agresión y la perfidia se impone la inteligencia, la creatividad, el esfuerzo cotidiano, la eficiencia, la búsqueda de soluciones nacionales, la racionalidad, la unidad, los principios.
Los cubanos no nos rendimos ni aceptamos leyes o imposiciones que vengan desde el imperio y estén fuera de nuestra Constitución.
Nada puede simbolizar mejor nuestra respuesta que este mismo día: Hace 58 años luchamos, defendimos el más inhóspito lugar de nuestro suelo, valiosos compañeros cayeron en defensa del recién proclamado Socialismo, y Vencimos. Como entonces, no nos amedrentamos ante la fuerza del imperio. Como entonces, nos anima la convicción de victoria que nos inculcó Fidel:
“¡Patria o Muerte!, porque esa es la consigna de cada cubano. Para cada uno de nosotros, individualmente, la consigna es: ¡Patria o Muerte!, pero para el pueblo, que a la larga saldrá victorioso, la consigna es: ¡Venceremos!”