Conversación de Fidel con un agricultor chino y una foto “no lograda” de Korda
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El chino Eulogio tenía una experiencia acumulada sobre la producción de vegetales durante todo el año. El agricultor chino fue a ver a Fidel a la Gran Piedra donde el entonces Primer Ministro ha hecho una escala durante un largo recorrido por la provincia de Oriente. Allí se produjo, en la primeras horas de una mañana de julio de 1965 un dialogo singular y extenso entre los dos.
Fidel había descubierto dos microclimas excepcionales para la horticultura, sobre todo en la línea de tomates, que promete un magnifico resultado. En uno de esos lugares tendría que hacerse el suelo mediante el riego de cachaza, estiércol y abonos químicos: esto es por el valle de la Mensura en la Meseta de Mayarí.
Pero el agricultor chino tenía cosas que revelarle, las cuales aportarían mejores frutos. El hecho de que este haya mantenido en producción una hortaliza muy productiva durante muchos años, por un lugar semejante, es un ejemplo que avala la tesis de Fidel de que sí es posible lograr hortalizas en esas tierras orientales el año entero. Su conversación minuciosa y a veces apasionada con Eulogio, el chino de quien se trata, disipó las dudas que otros tienen. De la exposición calmada del chino Fidel sacó conclusiones definitivas: Hasta en la Meseta de Mayarí podrían cultivarse verduras durante todo el año. Se dirigió a sus compañeros de trabajo y proyectó:
–Así se podrán autoabastecer de hortalizas las familias de los guardabosques y también los alumnos de las escuelas de por allí y el personal de esos internados escolares de montaña que se construirán a los hijos de los pobladores de los pinares –dice y abunda, subrayando las experiencias del chino Eulogio:
–Por la zona de La Tagua, en Guantánamo, no es necesario un esfuerzo tan grande, aunque requiere especial atención, y la perspectiva es fabulosa. Significa, entre otras cosas, el cultivo de mil caballerías de verduras en verano, la incorporación de unas treinta mil mujeres de la región a la agricultura, y la posibilidad de construir más de 400 kilómetros de caminos, más escuelas internas de montaña, círculos infantiles, viviendas: además de la prestación de servicios médicos y otros. Todo con los propios recursos que podrían provenir del valor de los productos agrícolas para el consumo nacional. Había que tener en cuenta la experiencia del chino Eulogio y hacerlo todo como él lo hacía.
“¡Pero si es el mismo Fidel… el Fidel de siempre!”
Se repite que una foto a veces dice más que cien o mil palabras. Estas dos lo confirman y al verlas se puede concluir que es “el Fidel de siempre”. Desde Gabriel García Márquez a otras muchas personas que han conocido a Fidel por años, han contado que le gusta cocinar, pero quizás pocas se hayan fijado en sus gestos a la hora de buscarle el punto al guiso.
Estas dos fotos son de etapas muy distintas: la primera fue tomada por un fotógrafo aficionado en la casa de Gildo Fleitas, pocas semanas antes del asalto al Moncada. Un familiar del luego mártir de la gesta me la regaló. La segunda, en su uniforme de Comandante en Jefe, la tomó Korda durante un recorrido por los campos, mientras examinaba planes de desarrollo en plena Revolución.
Cuando Korda la imprimió, descartó la posibilidad de publicarla. “No sirve esa fotos, me quedó una mano fuera de foco, rómpela”, pero yo se la pedí, pues recordé la que le habían tomado en la cocina de la familia de Gildo Fleitas. Cuando se la enseñé a Korda al día siguiente le pareció algo increíble y su exclamación cuando le mostré en el cuarto oscuro donde estaba trabajando, aquella de la casa de Gildo Fleitas y exclamó asombrado: “¡Pero si es el mismo Fidel, el Fidel de siempre. ¡Guárdala!”. Eso hice.