Con Fidel bajo la tormenta
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Era el 31 de mayo de 1977, y en medio de la inauguración de las primeras 70 viviendas de la nueva comunidad, comenzó a llover. Plácido Rodríguez, el presidente de la CPA, estaba leyendo su discurso, pero cada vez que caía una gota, le borraba una palabra.
Entonces Fidel fue hasta él, le quitó el papel y le dijo, «verás que te queda mejor hablando».
Jesús Erasmo Yumar, uno de los campesinos que nunca olvidará aquel día, cuenta que entre la multitud había una viejita en silla de ruedas, que aunque no podía caminar, quiso ir a ver al líder de la Revolución.
«El Comandante advirtió que ella no se podía mojar. Entre un grupo de hombres la cargamos y la llevamos hasta el balcón de uno de los edificios, desde donde podía ver la tribuna, y continuó el acto. Cayó tremendo aguacero, pero nadie se movió de allí».
Unos años atrás, por iniciativa de Fidel, en aquel mismo lugar del municipio de Viñales, se había constituido la primera cooperativa de producción agropecuaria (CPA) de Cuba, y se habían colocado las primeras piedras de la comunidad.
«Hacía pocos días del asesinato del presidente Salvador Allende, así que se decidió llamarla República de Chile», recuerda Jesús.
«La construcción del poblado significó para todos aquí algo muy grande. Hasta ese momento, los campesinos de esta zona vivíamos dispersos, en casas de guano y tablas, la mayoría con piso de tierra y sin electricidad, y de pronto la Revolución nos entregaba viviendas nuevas con todo adentro, refrigerador, televisor, muebles…».
Después de aquel día, Fidel regresaría en varias oportunidades. Una de ellas, durante un Bastión, y otra para conocer sobre el cultivo del tabaco.
«Estábamos cerca del arroyo, recolectando uno de los lotes, cuando veo los carros. Yo no hallaba cómo darle la mano, porque éramos una bola de churre. Entonces quiso saber cómo se cosechaban las hojas y le hicimos una demostración, y le explicamos que había que guardarlas para una casa de curación, y también nos hizo llevarlo hasta allí.
«Cuando triunfó la Revolución yo tenía 20 años, por eso puedo afirmar que aquel acontecimiento nos cambió la vida.
«Anécdotas tengo un montón. Aquí, por ejemplo, ningún campesino tenía tierra propia, y si se enfermaba, la casa para los primeros auxilios estaba en Viñales, a más de diez kilómetros. Había que sacar a la gente en una camilla hecha de sacos, con el fango a la rodilla».
Como en el resto de Cuba, Jesús afirma que la muerte del Comandante en Jefe se recibió con profunda tristeza en República de Chile, una de las muchas comunidades creadas por él para los campesinos, y en la que estuvo varias veces.
«El dolor es muy grande. Fidel para nosotros es como un padre. Pero nos queda la satisfacción de que continuará viviendo en el pueblo«, dice. Un pueblo que —asegura Jesús—, al igual que aquel 31 de mayo de 1977, cuando se inauguró la comunidad, no se separará de él, ni bajo el más torrencial de los aguaceros.
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Foto:Jesús Erasmo Yumar nunca olvidará aquel día en que conoció a Fidel. Foto: del autor