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Celia y el aseguramiento logístico durante la contraofensiva estratégica

Fecha: 

11/2024

Fuente: 

Boletín Revolución

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Con el triunfo sobre la ofensiva de la tiranía en agosto de 1958, Fidel estaba convencido de que debían prepararse para una contraofensiva que diera el golpe final a la dictadura. Desde agosto hasta noviembre de ese año fue la preparación, y se desarrolló en el Ejército Rebelde la organización de los territorios liberados. Las columnas de los comandantes Ernesto Guevara de la Serna y Camilo Cienfuegos Gorriarán habían partido a la invasión hacia el occidente; el Segundo y Tercer Frentes proseguían su labor con Raúl Castro Ruz y Juan Almeida Bosque y, el éxito creciente de las acciones propició el surgimiento de otros frentes guerrilleros: Pinar del Río, Camagüey y el Cuarto Frente Simón Bolívar.

Para Celia Sánchez Manduley, a sus ya conocidas responsabilidades, se unían: atender los preparativos para la contraofensiva; a los visitantes; y el crecimiento y funcionamiento de la Comandancia de La Plata. En el mes de septiembre de 1958 había surgido una estructura dedicada a la vida económica y social del Primer Frente José Martí: la Administración Civil del Territorio Libre (ACTL). En la Comandancia de La Plata estaba su sede y el Co- mandante en Jefe designó a Faustino Pérez Hernández para encabezar la tarea.

La labor de Celia en el aseguramiento logístico para la lucha armada en el Ejército Rebelde era aparte de la ACTL, que se encargaba del cobro de los impuestos a los terratenientes de la zona liberada; y de decisiones jurídicas en esos territorios, cuyos auditores se subordinaban al comandante de cada columna. No era Celia quien se ocupaba directamente de cobrar los impuestos, como posible fuente de obtención de recursos, sino los auditores de las columnas; aunque luego sí organizaba y definía con Fidel el destino de los recursos requisados o recaudados.

De septiembre data también la creación, por Fi- del, del pelotón femenino Mariana Grajales. Con esta nueva estructura las mujeres incorporadas a la tropa pudieron, además, desempeñarse como combatientes. En Celia, el Comandante encontró total apoyo: se encargó de dotar a Las Marianas de un vestuario, cuyo diseño fuera diferente al de los hombres; de hacerles llegar los abastecimientos que necesitaran y apoyaba a las más jóvenes como si fuera su madrina. Por iniciativa suya les fue construido un local de alojamiento en la Comandancia de La Plata.

En este periodo proseguía ocupándose de los detalles y la distribución de los suministros, como se aprecia en las notas a colaboradores suyos. Durante toda su labor, no dejó de llevar rigurosamente en su libreta de cuentas, los gastos y la entrega de cada uno de los recursos. Por ejemplo, el 29 de septiembre de 1958: Fidel, 1800$, encabeza la lista, y luego prosigue una relación de personas y artículos en los que empleó dinero. Entre los elementos que más destacan están 20$ para medicinas de una familia; 30$ para herraduras para los

mulos; 60$ a la escuadra de Pedro Miret Prieto y 50$ para Braulio Curuneaux. Invirtió 15$ en pollos; 5$ en azúcar; el pago de 50$ en cacao que se debía en Las Vegas; y 30$ para la operación de la señora de un soldado.

Cuando se repasa el heterogéneo listado, se evidencia el rigor con el cual estaba al tanto del movimiento de los recursos y de las necesidades de la tropa. Por esa razón, podía dar solución a los planteamientos que le llegaban: lo mismo la ayuda a una familia campesina, que a la de un soldado de Batista; un pago por hacer, que la entrega de un fondo a los comba- tientes para su tropa. En esos cuadernos radicaba parte del éxito de su trabajo.

De igual forma, en sus intercambios con los colaboradores se denota el con- trol de su labor y se mantenía al tanto de lo que debían hacer. Así le escribe a Juan Machado Linares:

Yo tengo la nota que usted le mandó a las [ilegible] y de allí no me dicen que haya llegado nada. También vea a los arrieros que ha habido muchos los que se han can- sado y ha quedado mercancía regada por ahí.1

Sobre su ocupación por el funcionamiento de la armería en La Plata, le escribió también a Juan Machado Linares el 11 de octubre pidiéndole urgente para el taller del capitán Luis Crespo Cabrera en El Naranjo: 2 botellones de acetileno y 3 botellones de oxígeno, para un trabajo que tiene que hacer con urgencia para Fidel. Le indicó que en lo adelante atendiera esos pedidos y que utilizase arrias pagando si era necesario, que Fidel le había mandado a dar unos mulos.

Machado Linares fue uno de los colaboradores más activos de Celia en esta etapa, según se aprecia en las notas que le enviaba y los encargos que le pedía. En un intercambio de solicitud y chequeo de la misión, se constatan 19 documentos entre cartas  y notas a ese destinatario en el mes de octubre, 6 en el mes de noviembre y una en el mes de diciembre. La disminución de documentos a Machado Linares tuvo que ver con el avance del Primer Frente hacia otras zonas del llano; pues fueron otras las necesidades de abastecimiento. Por su activo desempeño, el día 20 de octubre de 1958 Juan Machado Linares fue designado, por Fidel Castro Ruz, jefe de todos los responsables de abastecimientos. La in- formación de ese nombramiento la escribió y firmó Celia por orden del Comandante, en una nota que circuló a los responsables de abastecimiento de las fuerzas rebeldes.

Con relación a las facultades que Fidel le confería a Celia Sánchez para emitir órdenes y tomar decisiones, existe entre otros, el siguiente documento como prueba: A los responsables de la mercancía que vienen para la Comandancia General, favor de entre- garle a la tropa de Néstor: 14 pares de zapatos, 20 uniformes. Y lo firma ella Por orden del Comandante en Jefe.

En octubre, específicamente el día 18, las anotaciones de gastos en la libreta de Celia ascienden a 2250$, entre alimentos como harina y sal, ayuda a campesinos y suministros a combatientes que lo necesitaban.

Esta realidad cambió a partir del 11 de noviembre, cuando partieron de la Comandancia de La Plata para iniciar la contraofensiva planificada por Fidel. Una vez que llegaron al llano, los abastecimientos, el transporte, las comunicaciones y los servicios tomaron una dimensión diferente a la de la Sierra. Los días 14 y 29 de noviembre le escribió a Faustino Pérez Hernández, quien se había quedado al frente de la ACTL, solicitándole dinero para moverse y comprar lo necesario en el llano: Lo que hace falta es ¡DINERO! Que le avises a Pedrito que cobre y mande aquí rápido la plata.

Tras el triunfo en Guisa el 30 de noviembre, inició la campaña de Santiago de Cuba. La estrategia de Fidel consistía en ir tomando pueblo a pueblo hasta llegar a esa ciudad: del 10 al 30, la toma de Maffo; el 19 de diciembre, el combate de Jiguaní; y la toma de Palma Soriano del 23 al 28 de diciembre.

Durante ese tiempo, la nueva forma de transportación terrestre, para el traslado de parte de la tropa y específicamente del Comandante en Jefe en el teatro de operaciones, era en vehículos motorizados.

Esa es la razón por la que en ese mes de diciembre, dirigió cincuenta y tres notas al combatiente Arturo Aguilera Barreiro, encargado del combustible y el transporte, solicitando despachos para el Comandante u otros combatientes.

Los servicios seguían funcionando para atender a la población civil y a los rebeldes heridos en combate en los diferentes puestos de campaña o en los hospitales establecidos; pero no constituían para Celia su centro de atención; inminente era la acción armada, por lo tanto, lo que debía garantizar era el armamento —parque, fusiles, tanques—, el traslado de las tropas y la alimentación.

En el llano, cerca de poblados que los rebeldes venían liberando, podían adquirir ahí mismo el abastecimiento y Celia, en su labor de asegura- miento logístico del Ejército Rebelde, manejaba directamente el dinero que solicitaba a Faustino Pérez Hernández para la compra de lo necesario. De ahí que las notas que se conservan de entonces estén relacionadas, en lo fundamental, con la solicitud y entrega de estos menesteres.

El enlace directo con los combatientes del llano siguió siendo —y con más fuerza— una fuente importante para garantizar el combate y la vida de los rebeldes, cuyo alojamiento tenía lugar en los pueblos liberados con la ayuda de sus habitantes.

Así llegó la fuga del tirano Fulgencio Batista Zaldívar cuando todos esperaban el nuevo año de 1959. Santiago de Cuba, previa reunión en El Escandel de Fidel con el coronel al mando del cuartel Moncada, José María Rego Rubido, fue tomada sin disparar un solo tiro. Con esa acción y la escapada del dictador, la revolución declaró su triunfo el 1.o de enero. A pesar de los intentos golpistas desde La Habana, con la traición del general Eulogio Cantillo Porras a lo pactado con Fidel el día de la reunión en las ruinas del central Oriente, el jefe de la Revolución mantuvo las tropas en movimiento estratégico y no hubo alto al fuego hasta que las posiciones

esenciales de la capital no estuvieran en manos rebeldes. Triunfó la Revolución y la caravana de la libertad consolidó la victoria con la entrada de Fi- del a La Habana el 8 de enero.

La labor de aseguramiento logístico de Celia Sánchez Manduley para la lucha armada también hizo el triunfo posible. Fue una labor creativa, ya que puso en práctica los conocimientos organizativos aprendidos en el trabajo con su padre Manuel Sánchez Silveira, para ayudar a los combatientes revolucionarios; creó una cadena de colaboradores que permitieron llevar los abastecimientos desde el llano hasta las montañas; y supo aprovechar las condiciones de la Sierra Maestra para la concepción de las instalaciones de la Comandancia de La Plata. Se destacó su dinamismo mientras desarrollaba una amplia y constante actividad de aseguramiento logístico en el llano y en la Sierra Maestra; cumplía con rapidez y eficiencia las tareas que se le asignaban. A lo anterior se le debe sumar la concepción y ejecución de esa labor a partir de las condiciones

objetivas del teatro de operaciones: en el llano, en la más absoluta clandestinidad y en la Sierra aprovechando las condiciones naturales y la solidaridad de los campesinos para lograr el autoabastecimiento de las tropas rebeldes y una estructura de aloja- miento que se conserva hasta hoy como ejemplo para nuestras fuerzas armadas.

No fue la misma Celia de 1956, la hija del doctor Sánchez Silveira captando colaboradores para recibir una expedición; que la combatiente clandestina de 1957 que, desde su escondite en Manzanillo dirigió una red de abastecimientos; ni la guerrillera de 1958, que se convirtió en la ayudante principal del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.

El aumento y demostración de su capacidad organizativa, la radicalización de su pensamiento y su desarrollo como sujeto transformador, ratificaron la multilateralidad de su personalidad, cuyo pueblo la reconoce como la heroína de todos los tiempos.

Notas

1 Todos los documentos citados en este artículo se encuentran en el fondo Celia Sánchez Manduley de los archivos de la Oficina de Asuntos Históricos.