Aquí se puso en marcha un Pueblo
Fecha:
01/01/1965
Fuente:
Revista Bohemia La Habana Año 57 No 1
Autor:
Está ahí, junto a la carretera, en el camino hacia el mar.
Es pequeña. Tal vez pasara inadvertida a no ser por su minúscula y graciosa estampa.
Roja y blanca... o blanca y roja.
Breve cerca frontal limita su contorno verde.
Policromático simbolismo: Valor, pureza y esperanza.
Hace poco más de dos lustros era, también, así. Frente a ella pasaban los “jeeps” con uniformes amarillos. Pasaban, indiferentes, ante ella.
Hacia 'la izquierda, breve cilindro, de basta piedra, coronado de flores. La atención gravitaba, momentáneamente, hacia el círculo de color para esfumarse la impresión de los ojos conforme el “jeep” seguía rumbo a la playa.
Ayer, bajo las flores, la tierra. Bajo la tierra, las armas. Las armas dentro del pozo seco. Dentro de la casita, ellos, y en ellos la dignidad de la Patria...
Emocionante recuerdo. Inicio de una jornada cuyos frutos estamos recogiendo hoy, en este VI Aniversario de la Revolución.
Y los pinos... Eran, entonces, los pinos niños. Entonces era casi incipiente la rebeldía de nuestro pueblo. Ahora, los pinos, son gigantescos; como es, ahora, la obra del pueblo.
De allí partieron, con el alba, rumbo a la inmortalidad. Avanzaban, serenos, a inmolarse ante el Santo altar de la Patria. E hicieron amanecer un nuevo día de esperanza para Cuba y América.
Era el 26 de Julio de 1953.
Derroche de valor, pureza y sacrificio; ansia de libertad y anhelo de justicia frente a la despótica insania y al odio liberticida.
Y, otra vez, la casita.
Ahora, frente a la cerca, hacia la izquierda, una cruz blanca. Allí seis nombres inolvidables. El blanco, piadoso, símbolo se alza en el punto donde la Tiranía arroja los cuerpos acribillados de seis gigantes que asesinara en su estúpida y rabiosa impotencia. Los destrozados cadáveres de seis patriotas que con su sangre ayudaron a escribir brillantes páginas en nuestra Historia.
En el camino, desde Santiago a la casita, letreros dicen al caminante los nombres de los otros cubanos que el mismo día se incorporaron a nuestras glorias patrias.
En su fachada, la breve casa todavía muestra, como mutilación, las perforaciones de bala disparadas por las armas de la Anti-Cuba.
Meditemos en el portal —flanqueado por la enseña nacional y la bandera del 26 de Julio— frente a la metálica tarja, Leamos con unción, su proclama:
“Esta granja sirvió de campamento a los combatientes del Moncada. De aquí partieron los 135 heroicos soldados de la Patria, el alba del 26 de Julio de 1953 comandados por Fidel Castro y Abel Santamaría con las pupilas puestas en el futuro de la Cuba nueva...”
Entremos ya. Dejamos afuera, en el umbral, embargados de emoción, las sandalias... Como creyentes fervorosos, entrando al sacrosanto templo de la Patria.
Otra vitrina.
Tras el cristal, enhiestas, armas que disparó la dignidad y cuyo estampido aún resuena en la América nuestra.
En su interior las ropas, saturadas de sangre noble. Ropas tras la cual la Tiranía intentara ocultar su sadismo y esconder, tras ella, los pechos bravos que acribillara a balazos en vil asesinato de patriotas presos.
Traspongamos el umbral de un cuarto, a la derecha.
Relación fotográfica de los héroes en práctica de tiro. Una foto, de busto, del Comandante en Jefe.
Pasemos a otro cuarto contiguo.
Fotos de cuerpos exánimes, tendidos sobre la fría, ruda, piedra del polígono del Moncada. Junto a los cuerpos, las armas; bajo los cuerpos, la sangre. Armas y sangre que abrieron el sendero a la gloria. Más allá, “Asaltado Moncada" anuncia el titular de un periódico… “48 muertos y 29 heridos”, añade en su versión del suceso.
Cruzamos el pasillo y ganamos el salón de la izquierda.
Montados en cristal, amorosamente preservados para la posteridad, el Manifiesto del 26 de Julio al pueblo cubano; la carta de denuncia de Fidel, al tribunal que entendía en el caso del Moncada, revelando complot contra su vida; documento, firmado por los combatientes presos, designando abogado defensor en la Causa No. 37; facsímil de la acusación del Estado, contra los patriotas; denuncia de Fidel a la Prensa sobre los crímenes del Moncada; foto de Haydeé Santamaría y Melba Hernández tras las rejas de la cárcel de la Tiranía y cartas de Fidel, desde su celda, instruyendo a Haydeé y a Melba sobre la actividad revolucionaria.
Está ahí, junto a la carretera, en el camino hacia el mar. Ayer fue granja anodina. La bravura y la audacia de los mejores hijos del pueblo la hicieron hito en nuestra Historia. De allí se disparó, en santa indignación, la vergüenza martiana, rescatando el legado mambí. Hoy es sagrado museo que guarda, para generaciones futuras, emocionantes recuerdos de una jomada de gloria y patriotismo.
Roja y blanca... o blanca y roja.
Breve cerca frontal limita su contorno verde.
Policromático simbolismo: Valor, pureza y esperanza.
Es pequeña. Tal vez pasara inadvertida a no ser por su minúscula y graciosa estampa.
Roja y blanca... o blanca y roja.
Breve cerca frontal limita su contorno verde.
Policromático simbolismo: Valor, pureza y esperanza.
Hace poco más de dos lustros era, también, así. Frente a ella pasaban los “jeeps” con uniformes amarillos. Pasaban, indiferentes, ante ella.
Hacia 'la izquierda, breve cilindro, de basta piedra, coronado de flores. La atención gravitaba, momentáneamente, hacia el círculo de color para esfumarse la impresión de los ojos conforme el “jeep” seguía rumbo a la playa.
Ayer, bajo las flores, la tierra. Bajo la tierra, las armas. Las armas dentro del pozo seco. Dentro de la casita, ellos, y en ellos la dignidad de la Patria...
Emocionante recuerdo. Inicio de una jornada cuyos frutos estamos recogiendo hoy, en este VI Aniversario de la Revolución.
Y los pinos... Eran, entonces, los pinos niños. Entonces era casi incipiente la rebeldía de nuestro pueblo. Ahora, los pinos, son gigantescos; como es, ahora, la obra del pueblo.
De allí partieron, con el alba, rumbo a la inmortalidad. Avanzaban, serenos, a inmolarse ante el Santo altar de la Patria. E hicieron amanecer un nuevo día de esperanza para Cuba y América.
Era el 26 de Julio de 1953.
Derroche de valor, pureza y sacrificio; ansia de libertad y anhelo de justicia frente a la despótica insania y al odio liberticida.
Y, otra vez, la casita.
Ahora, frente a la cerca, hacia la izquierda, una cruz blanca. Allí seis nombres inolvidables. El blanco, piadoso, símbolo se alza en el punto donde la Tiranía arroja los cuerpos acribillados de seis gigantes que asesinara en su estúpida y rabiosa impotencia. Los destrozados cadáveres de seis patriotas que con su sangre ayudaron a escribir brillantes páginas en nuestra Historia.
En el camino, desde Santiago a la casita, letreros dicen al caminante los nombres de los otros cubanos que el mismo día se incorporaron a nuestras glorias patrias.
En su fachada, la breve casa todavía muestra, como mutilación, las perforaciones de bala disparadas por las armas de la Anti-Cuba.
Meditemos en el portal —flanqueado por la enseña nacional y la bandera del 26 de Julio— frente a la metálica tarja, Leamos con unción, su proclama:
“Esta granja sirvió de campamento a los combatientes del Moncada. De aquí partieron los 135 heroicos soldados de la Patria, el alba del 26 de Julio de 1953 comandados por Fidel Castro y Abel Santamaría con las pupilas puestas en el futuro de la Cuba nueva...”
Entremos ya. Dejamos afuera, en el umbral, embargados de emoción, las sandalias... Como creyentes fervorosos, entrando al sacrosanto templo de la Patria.
Otra vitrina.
Tras el cristal, enhiestas, armas que disparó la dignidad y cuyo estampido aún resuena en la América nuestra.
En su interior las ropas, saturadas de sangre noble. Ropas tras la cual la Tiranía intentara ocultar su sadismo y esconder, tras ella, los pechos bravos que acribillara a balazos en vil asesinato de patriotas presos.
Traspongamos el umbral de un cuarto, a la derecha.
Relación fotográfica de los héroes en práctica de tiro. Una foto, de busto, del Comandante en Jefe.
Pasemos a otro cuarto contiguo.
Fotos de cuerpos exánimes, tendidos sobre la fría, ruda, piedra del polígono del Moncada. Junto a los cuerpos, las armas; bajo los cuerpos, la sangre. Armas y sangre que abrieron el sendero a la gloria. Más allá, “Asaltado Moncada" anuncia el titular de un periódico… “48 muertos y 29 heridos”, añade en su versión del suceso.
Cruzamos el pasillo y ganamos el salón de la izquierda.
Montados en cristal, amorosamente preservados para la posteridad, el Manifiesto del 26 de Julio al pueblo cubano; la carta de denuncia de Fidel, al tribunal que entendía en el caso del Moncada, revelando complot contra su vida; documento, firmado por los combatientes presos, designando abogado defensor en la Causa No. 37; facsímil de la acusación del Estado, contra los patriotas; denuncia de Fidel a la Prensa sobre los crímenes del Moncada; foto de Haydeé Santamaría y Melba Hernández tras las rejas de la cárcel de la Tiranía y cartas de Fidel, desde su celda, instruyendo a Haydeé y a Melba sobre la actividad revolucionaria.
Está ahí, junto a la carretera, en el camino hacia el mar. Ayer fue granja anodina. La bravura y la audacia de los mejores hijos del pueblo la hicieron hito en nuestra Historia. De allí se disparó, en santa indignación, la vergüenza martiana, rescatando el legado mambí. Hoy es sagrado museo que guarda, para generaciones futuras, emocionantes recuerdos de una jomada de gloria y patriotismo.
Roja y blanca... o blanca y roja.
Breve cerca frontal limita su contorno verde.
Policromático simbolismo: Valor, pureza y esperanza.