Aquellos primeros días de abril (primera parte)
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Las primeras dos semanas de abril de 1961 estuvieron marcadas por el incremento de acciones agresivas contra Cuba y la amenaza de una invasión armada. La convulsa situación no impidió que avanzara la Campaña de Alfabetización con la movilización de miles de alfabetizadores comprometidos a llegar hasta los rincones más apartados del país.
Ante el inminente peligro, Fidel había llamado a la unidad del pueblo en la batalla por la educación cuando afirmó: “Es y debe ser el más firme propósito que nada puede interrumpir la campaña de alfabetización. Esto será, para todos nosotros una prueba de la fuerza de la Revolución. Será una prueba de la energía de la Revolución”.[1]
Y así sucedió. Mientras en Guatemala los aviones estadounidenses aterrizaban cargados de pertrechos para las fuerzas mercenarias que se entrenaban, aumentaban los actos terroristas, las violaciones y disímiles provocaciones enemigas; en Cuba la Campaña de Alfabetización avanzaba, porque el pueblo estaba convencido de que —aunque vinieran expediciones, ataques contrarrevolucionarios e invasiones—, la campaña no se iba a detener.
La solidaridad con la Revolución Cubana crecía en América y en el mundo.
REPUDIO CONTINENTAL ANTE LA CONJURA
Una enorme ola de censura sacudía toda América ante la manipulación del imperialismo yanqui con la proclamada Alianza para el Progreso, con la cual el presidente Kennedy pretendía comprar a los gobiernos latinoamericanos, con una supuesta dádiva, que sería el mezquino pago por traicionar a sus pueblos y frenar el avance de la Revolución Cubana.
De “vieja mercancía en nuevo envase” calificó el diario El Popular de Montevideo a esa promesa demagógica del presidente estadounidense con la cual intentaba detener los sentimientos de liberación nacional de los pueblos latinoamericanos.
El día primero de abril de 1961, el periódico Revolución brindó una amplia información acerca del repudio continental ante la conjura de quienes “se prestan a atacar a Cuba siguiendo el plan Kennedy”. Con grandes titulares, su primera plana destacaba las declaraciones del general Lázaro Cárdenas, hechas el día anterior en la ciudad mexicana de Uruapán, cuando —luego de ripostar los ataques de los lacayos contra Fidel—, sentenció que: “Latinoamérica defenderá a Cuba”.
La noche del 2 de abril, manos contrarrevolucionarias colocaron un petardo frente al edificio de la revista Verde Olivo, sito en Infanta y Peñalver, hiriendo gravemente al obrero Rigoberto Sierra Ramos, quien falleciera dos días después.
El 3 de abril, el Departamento de Información del Minfar dio a conocer que estaban a disposición de los tribunales revolucionarios dos casos relacionados con acciones de elementos contrarrevolucionarios que recibían ayuda de la CIA y de los criminales de guerra que preparaban la agresión contra Cuba. En el primero de esos casos, el exvigilante de la dictadura Ernesto Pérez Morales fue sorprendido en su domicilio de Calzada 101, en el Vedado, donde ocultaba una planta transmisora, con la que enviaba mensajes a bandas que recibían instrucciones del extranjero para realizar atentados terroristas y sabotajes en las industrias.
En el segundo, fueron apresados los integrantes de una organización terroristas que dirigía el doctor Mario Escoto Delgado —estrechamente vinculada a Aureliano Sánchez Arango—, la cual había realizado varios sabotajes. Entre ellos, la voladura de las torres del tendido eléctrico de Altahabana y el incendio de la fábrica de colchones O.K.
“LIBRO BLANCO”: UNA DECLARACIÓN DE GUERRA NO DECLARADA
El 3 de abril de 1961, Lincoln White —vocero del Departamento de Estado norteamericano—, anunció la publicación del Libro blanco contra Cuba que se venía preparando desde mediados del mes anterior.
Según lo refrendado en el Memorándum de Discusión sobre Cuba del 11 de marzo de 1961: “El gobierno de Estados Unidos debe tener listo un libro blanco sobre Cuba y también debe estar listo para dar una ayuda apropiada a los patriotas cubanos”.
En ese documento “Muy secreto”, desclasificado 15 años después, consta que el asesor Arthur Schlesinger, en cooperación con el Departamento de Estado, fue el encargado de su ejecución.
Aquel folleto de 36 páginas llamado Libro blanco, decía en una de sus partes que: “Estados Unidos, al igual que las otras naciones del hemisferio, expresa profunda determinación para asegurar a los futuros gobiernos democráticos de Cuba un apoyo completo y positivo en sus esfuerzos por ayudar al pueblo cubano a lograr la libertad, democracia y justicia social”.
Por ello, el 5 de abril —en la ONU—, Raúl Roa, ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, calificó al Libro blanco como “una declaración de guerra no declarada”. Roa dijo que la única conclusión que podía extraer del referido “libro blanco”, era la de que si Cuba se negaba a inclinarse ante los dictados del gobierno de Estados Unidos, estos utilizarían directamente la fuerza militar para desplazar al gobierno.
El Canciller de la Dignidad, expresó que ese libro era similar al que circulara el Departamento de Estado, entre los países de la América Latina antes de su intervención en Guatemala. Roa agregó que Kennedy pretendía hablar en nombre de toda la América, cuando solo podía hablar en nombre de Trujillo, de Somoza y de las pequeñas oligarquías que fungían como agentes del imperialismo en el continente.
Por otra parte, también ese miércoles 5 de abril —en la edición del Herald Tribune—, el columnista Joseph Newman, al referirse al Libro blanco escribió: “Los Estados Unidos prepararon el terreno para un movimiento concertado destinado a provocar la caída del régimen procomunista de Cuba encabezado por Fidel Castro”. Y agregó que contra el régimen de Castro se producirán levantamientos y sabotajes que será la señal para el arribo a Cuba de unidades bien armadas y preparadas de cubanos que están situadas en estos momentos en varios lugares del Caribe.
The New York Times, en su edición del 6 de abril, informó: “El ejército de los Estados Unidos establecerá un campo de entrenamiento en la zona del canal de Panamá para instruir a fuerzas latinoamericanas en las tácticas guerrilleras y antiguerrilleras”. El rotativo agregaba que ese campo de entrenamiento “facilitará a las naciones latinoamericanas el conocimiento especial, técnicas y doctrina necesarios para combatir el tipo de actividad de guerrilla que condujo a Fidel Castro al poder en Cuba”. Esa publicación comentó que Kennedy había quedado impresionado por la lectura de un libro de Ernesto Guevara —La guerra de guerrillas—, donde el Che describe las tácticas guerrilleras que favorecieron el triunfo de Fidel Castro en la lucha contra la dictadura batistiana.
NUEVOS SABOTAJES A TODO LO LARGO Y ANCHO DEL PAÍS
El día 5 de abril, cuando los primeros contingentes de estudiantes alfabetizadores marchaban hacia las zonas más intricadas de Cuba portando libros y lápices en sus manos; en Santa Cruz del Norte, un incendio provocado en el almacén número 1 del central Camilo Cienfuegos, dañó más de cien mil sacos de azúcar refino de cien libras cada uno. Trabajadores y pobladores del lugar se congregaron frente al central para pedir la máxima sanción para los responsables del incendio de ese centro de trabajo.
Se iniciaron los juicios de las causas números 75 y 111 de 1961 a ciudadanos implicados en delitos contra los poderes del Estado, tenencia de armas, explosivos, terrorismo y asesinato. En la causa 75, figuran entre los acusados un grupo de individuos que recibían instrucciones del traidor Manuel Ray, para la realización de actos de terrorismo. A los complotados se les ocupó un troquel para la fabricación de granadas explosivas, armas y otros artefactos bélicos. La otra causa se radicó contra un grupo de detenidos el 28 de febrero, entre los cuales se encontraba el asesino del capitán del Ejército Rebelde Héctor Salinas Madrigal.
En La Habana, la tarde del 6 de abril, Fidel asistió al Ministerio de Obras Públicas, sito en Vía Blanca, para el acto de constitución de un Comité de Defensa de la Revolución. En sus palabras a más de 20 000 obreros, explicó el papel que les correspondía a ellos en la Revolución y la necesidad de organizar la fuerza de trabajo para dar cumplimiento a todos los planes constructivos.
Pocas horas después, manos criminales pagadas por el imperialismo yanqui, colocaron esa noche un artefacto dinamitero en la puerta central de la tienda El Encanto, sita en Galiano, entre San Miguel y San Rafael. La explosión destrozó las vidrieras de exhibición del popular establecimiento y las de varias tiendas cercanas. Miguel Arias Rosainz, quien transitaba por el lugar, fue herido de gravedad.
[1] Fidel Castro Ruz: Obra Revolucionaria. Imprenta Nacional, 28 de marzo de 1961, pp. 21-22.