Acerca de la intervención especial el 7 de abril de 2005
Fecha:
08/04/2005
Fuente:
Periódico Granma
Queremos con fervor que el ejemplo del Papa perdure, ratificó el Presidente Fidel Castro durante su intervención especial en el Palacio de las Convenciones, ante dirigentes del Partido, del Estado, del Gobierno y la UJC, representantes de las organizaciones de masas y oficiales y combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio del Interior.
Nos honra, dijo, que él nos haya visitado; tuve razón, agregó, cuando entonces afirmé que al Papa no le animaba ninguna intención de hacer daño a nuestro pueblo. Sus sentimientos hacia los cubanos fueron nobles, y quedaron resumidos por él al marcharse de Cuba en las palabras claras y paradigmáticas que expresó contra el bloqueo, al cual calificó de injusto y éticamente inaceptable. Estos juicios del Santo Padre, opinó Fidel, no deberían ser olvidados ahora por el Presidente de Estados Unidos, cuando participe en las honras fúnebres en Roma.
Apreció que el fallecimiento del líder religioso constituye un acontecimiento de gran trascendencia que ha conmovido a la opinión pública internacional y dado lugar a una semana de luto en todo el planeta.
A Juan Pablo II le tocó vivir uno de los momentos más complejos y cruciales de la humanidad, cuando el mundo vive en una verdadera encrucijada como en ningún otro momento de la historia. Por primera vez es real el peligro de desaparición de nuestra especie y no solo debido a la guerra y a la proliferación de armas nucleares; el hombre también corre riesgos inéditos porque está destrozando la naturaleza, contaminándolo todo, expresó Fidel.
El líder de la Revolución caracterizó los rasgos fundamentales de los conflictos en la era contemporánea, como base para comprender la trascendencia del pontificado de Juan Pablo II, a quien catalogó como un hombre excepcional, luchador tesonero, incansable, cuyas virtudes no deben ser desconocidas. Estas son nuestras opiniones desde el enfoque humano y social, a la luz de cuestiones fundamentales para la humanidad, aunque respetamos las opiniones diferentes, consideró.
El Presidente cubano también leyó fragmentos de cartas oficiales enviadas a él por el Sumo Pontífice católico, las cuales fueron siempre respetuosas y contentivas de un profundo amor y admiración hacia nuestro pueblo. Con igual respeto Fidel respondió las misivas del Papa y en ellas siempre dejó claros los puntos de convergencia con el pensamiento social y humano de Juan Pablo II en defensa de los desposeídos del mundo.
EL PAPA NO DESTRUYÓ AL CAMPO SOCIALISTA
Es cierto, comentó, que el Sumo Pontífice tuvo una actitud crítica frente a cuestiones que desde su punto de vista religioso entendía estaban mal hechas en las sociedades socialistas. No debemos olvidar que en Polonia, su país natal, la nación y la religión católica habían nacido juntas, indisolublemente unidas, lo cual fue desestimado por aquel Estado socialista, donde se cometieron muchos errores, entre ellos los relacionados con el respeto a las distintas creencias.
Fidel ahondó en el ámbito histórico en que nació y creció el que llegó a ser durante 26 años el Jefe de la Iglesia Católica. Analizó igualmente la evolución política de Europa en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, y advirtió que el comunismo siempre asustó a todo el mundo, incluidos los cubanos en aquella época. Fue la cultura alcanzada con la Revolución la que permitió a nuestro pueblo superar esos prejuicios.
El Papa no había nacido ni se había formado para destruir al socialismo. Responsabilizarlo de la caída de este sistema en Europa es hacer un análisis simplista de la historia, opinó.
La cultura política en nuestro país nació con la Revolución, aseguró, porque el imperio, la oligarquía, los explotadores se habían encargado de repetir por todo el mundo que lo más horrible que había era el comunismo. En los primeros años después del triunfo revolucionario de 1959, indicó, se llegaron a decir barbaridades tales como que íbamos a privar a la familia cubana de la patria potestad, enviar los niños a Rusia, donde los procesarían para convertirlos en carne en conserva.
Sentenció que si un día el socialismo cubano se derrumbara, la culpa no sería de nadie más que de nosotros mismos. Enfatizó, además, que una vez terminada la guerra fría el Papa fue muy crítico en relación con el sistema capitalista.
RESPETO A TODAS LAS CREENCIAS
Fidel narró su experiencia personal desde niño en relación con la religión y expresó su convicción de que los sentimientos y las creencias religiosas de cada cual son estrictamente personales y merecen el mayor respeto.
Esa actitud es la que debe acompañar a un revolucionario, a un político, dijo, y afirmó que nosotros hemos luchado siempre por la dignidad, la libertad y todos los derechos de los seres humanos.
También agradeció la oportunidad que le dio la vida de estudiar y la utilidad de adquirir enseñanzas de Marx, Engels y Lenin para llevar adelante la conducción revolucionaria y entender los complejos acontecimientos del mundo en que vivimos.
Aseveró que la Revolución cubana nunca será sectaria; ella brinda igualdad de derechos, oportunidades y apoyo a todas las religiones, con el máximo respeto, pero debe estar siempre en guardia ante las manifestaciones extremistas. Como ejemplo destacó el gesto del Gobierno cubano, a propósito de la visita del Papa, de declarar feriado el 25 de diciembre, día de Navidad para los cristianos.
UN ENCUENTRO ESPERADO Y FRUCTÍFERO
El Papa fue recibido en Cuba en 1998, dijo Fidel, y nuestro pueblo reconocía en su prédica por todo el mundo la batalla que entonces libraba el Sumo Pontífice contra el subdesarrollo, la pobreza, la deuda externa y el saqueo de los países, y por la globalización de la solidaridad, pues se trataba de ideas con las cuales la Revolución tiene plena coincidencia.
Recordó que juicios como ese los expuso públicamente desde diciembre de 1997 dentro de un período de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular y más tarde en ocasión de una entrevista transmitida por la televisión el 16 de enero de 1998, días antes de que se produjera la visita del Papa; ello demuestra que la dirección de la Revolución no ha cambiado sus opiniones; han sido puntos de vista sostenidos durante años. No se trata por tanto de modificaciones de criterios de manera oportunista tras el reciente fallecimiento de Juan Pablo II.
En la mencionada conversación con periodistas de la televisión cubana en enero de 1998, al referirse a la impresión que le había causado el Papa durante el encuentro de ambos en Roma, Fidel dijo que había sido muy buena; Juan Pablo II fue muy amable y respetuoso, y hasta podríamos decir, afectuoso. Es un hombre de rostro noble, inspira realmente respeto; y esa impresión la recogimos todos los compañeros que estuvimos en ese diálogo.
En su intervención , el líder de la Revolución también rememoró que en aquella comparencia por televisión evaluó que la conversación con el Papa había sido muy fácil por su dominio del idioma español, por ser una persona precisa al manifestar sus ideas, quien sabía escuchar con mucha atención. Esas impresiones, indicó Fidel, las ha manifestado en otras muchas ocasiones durante estos años.
No obstante, ratificó que la visita del Papa a nuestro país tuvo lugar en una coyuntura difícil para la Revolución por la situación económica creada por el derrumbe de la Unión Soviética y del campo socialista en Europa del Este. El imperio mantenía una desaforada presión que consistía, por un lado, en bloquear y tratar de hacer rendir por hambre a una nación y, por otra, abrir las puertas a todos los que aun cometiendo crímenes se trasladan a Estados Unidos por cualquier vía. Y estas condiciones las hemos soportado hasta hoy en que las cosas han empezado a cambiar de una forma radical, subrayó.
Relató que después de la caída del campo socialista y sobre todo de la Unión Soviética, el imperio arreció su política agresiva contra la Revolución cubana. Cualquier cálculo indicaba que el país no podía resistir, dijo. Pero nuestro pueblo resistió, a pesar de perder de repente todos los suministros de combustibles, fertilizantes, alimentos... Nuestra producción petrolera era de apenas 700 000 toneladas anuales. Nos habíamos quedado sin los 14 millones de toneladas del crudo proveniente de la Unión Soviética.
En ese contexto, dentro del imperio y en otros lugares, vieron la visita del Papa como algo que daría lugar al desmoronamiento del socialismo en Cuba. Creían que la Revolución se derrumbaría como se derrumbó Jericó ante el sonido de las trompetas. Y el Papa no traía trompetas, ni traía la intención de destruir a la Revolución, apuntó.
Reiteró que entonces la propaganda anticomunista había creado el mito de que el Papa tenía gran parte del mérito en la caída del campo socialista y de la URSS. Pretendíamos brindarle el recibimiento que se merecía, por lo cual era preciso explicar a muchos de nuestros compatriotas —como hizo por la televisión— el significado de aquella visita y esclarecer a muchos sobre las posturas de Juan Pablo II, y las condiciones históricas y personales que habían conformado su visión contra el socialismo y el comunismo.
Ahora, comentó, nuestros enemigos vuelven a desconcertarse al ver las muestras de consideración y afecto expresadas en Cuba luego de la muerte de Juan Pablo II. Se han quedado otra vez despistados al observar cómo nuevamente el cardenal Jaime Ortega tuvo la oportunidad de hablar al pueblo por la televisión para referirse al deceso del Jefe de la Iglesia Católica en el mundo.
El único momento difícil durante la visita pastoral, añadió, fue causado por las palabras del Arzobispo de Santiago de Cuba durante la misa papal en esa ciudad. El contenido de esa intervención, dijo, creó una situación difícil con el pueblo y los militantes santiagueros invitados a la misa; no nos preocupaba lo que se había dicho, sino la reacción y el malestar del pueblo. Me consta, indicó Fidel, que ni el Papa ni el cardenal Jaime Ortega sabían qué discurso iba a pronunciar el Arzobispo.
Fidel denunció también las maquinaciones del imperio y sus cipayos, con Roger Noriega, entonces asesor del senador Jesse Helms, a la cabeza para deslucir la visita del Papa a Cuba en 1998 las cuales se demuestran con la entrevista de este con el Arzobispo, de la cual el religioso informó a las autoridades del Partido.
No fuimos nosotros los que politizamos la visita; la Revolución en ningún momento trató de buscar mezquinas ventajas y beneficios para Cuba y su proceso socialista, señaló Fidel, al continuar una rápida lectura de lo dicho por él en enero de 1998.
El Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros refirió los hechos que durante años no propiciaron la presencia del Papa en Cuba, entre los cuales incluyó las tensiones y diferencias que hubo con la dirección de la Iglesia Católica en nuestro país durante los primeros años de la Revolución, aunque se contó con la colaboración de quien era entonces el representante aquí de la Santa Sede: un hombre que trabajó intensamente por aliviar y eliminar dificultades.
Ponderó, además, la valentía histórica del recién fallecido Papa al criticar públicamente pasados errores de la Iglesia Católica tales como la Inquisición o la negativa a aceptar la teoría de la evolución de Charles Darwin.
Detalló las facilidades ofrecidas en todo momento por el Gobierno cubano a las diferentes órdenes católicas tales como la de Santa Brígida; pero puso en claro que no hay ni habrá diferencias en el trato respetuoso respecto a las religiones presentes en Cuba; en este punto puso como ejemplos la inauguración de una Iglesia ortodoxa griega y otra rusa en el futuro.
COINCIDENCIAS EN PRINCIPIOS HUMANISTAS
Fidel ratificó que el Estado y el Gobierno cubanos desde un principio reconocieron y elogiaron a Juan Pablo II por su postura de rechazo a la proliferación de armas nucleares; por ser un gran abanderado en la lucha contra las guerras de agresión, las conquistas territoriales, las purificaciones étnicas y la deuda externa. Fue asimismo un ferviente crítico de la globalización neoliberal y del carácter consumista de las sociedades capitalistas y de las políticas que aceleran la degradación del medio ambiente. En Naciones Unidas, recordó, el Papa hizo estas y otras importantes denuncias.
Para Fidel el tributo que debería rendírsele al fallecido líder religioso sería llevar a la práctica sus ideas humanistas. Fustigó a los hipócritas que desconocen este legado y están entre los principales responsables de los males que sufre la humanidad, entre esos figura el Presidente del país que produce el mayor número de armas nucleares y de medios portadores para lanzarlas cualquier día, en cualquier momento, contra cualquier rincón del planeta.
Resaltó la hipocresía del "señor jefe del imperio", quien asiste a esos funerales a llorar ante el cadáver de un hombre que tanto se opuso a la guerra, a la invasión a Iraq. La visita de Bush a Roma, opinó, es un ultraje a la memoria de Juan Pablo II.
Al referirse a las constantes presiones del Gobierno de Estados Unidos contra la Revolución, recalcó que el imperio en reiteradas ocasiones nos exigió como condición para levantar el bloqueo: retirar nuestra ayuda internacionalista a Angola, a Etiopía, romper nuestras relaciones con la Unión Soviética y cesar el apoyo a los movimientos revolucionarios de América Latina. Explicó que eso nunca lo aceptamos y tal apoyo solo dejó de existir cuando esas fuerzas fueron extinguiéndose por sí solas.
Afirmó que el curso de la historia, en tanto lucha de los pueblos contra los opresores, se reanuda de nuevo con tremenda e indetenible fuerza, sobre todo en esta América Nuestra soñada por Martí. Ejemplo de ese renacer es Venezuela, con su proceso bolivariano revolucionario y Hugo Chávez.
En otro momento de sus palabras, Fidel apreció a Hugo Chávez como un revolucionario de ideas bolivarianas y martianas, con correctas interpretaciones del cristianismo, pues su pensamiento tiene en cuenta al Cristo que supo ponerse al lado de los pobres. Chávez, opinó Fidel, ha sabido evaluar la historia y las tradiciones de su pueblo.
EL HUMANISMO DE LA REVOLUCIÓN
No habrá nada con qué comparar las páginas de humanismo que nuestro glorioso pueblo está escribiendo, dijo el líder de la Revolución , y ejemplificó con la atención que han recibido en Cuba miles de niños y adolescentes ucranianos afectados por el accidente de la central nuclear de Chernobil, y con la realidad incontestable de que en Cuba, a diferencia de lo ocurrido en países de nuestra propia región a partir de tiranías instauradas por el imperialismo, no ha habido un torturado, un asesinado, un desaparecido.
Ese mismo imperio nos quiere condenar en la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, denunció. Que hagan lo que les dé la gana; a mí me importa un bledo y al pueblo de Cuba le importa un bledo la Comisión de Ginebra, añadió antes de preguntarse qué dirán y qué harán los europeos en los próximos días cuando se lleve a votación el proyecto de resolución anticubana que presentará el Gobierno de Estados Unidos.
Todos sin excepción, advirtió, se toparán con un acero cada vez más duro, cada vez más invulnerable, es decir, con una Revolución más fuerte cuya obra humanista y de justicia social va en ascenso.
Comparó que mientras Estados Unidos trata de condenar a Cuba por supuestas violaciones de los derechos humanos y reclama la liberación de mercenarios sancionados en nuestro país por sus acciones contrarrevolucionarias, mantiene injustamente encarcelados a Cinco Jóvenes cubanos luchadores antiterroristas.
Nos honra, dijo, que él nos haya visitado; tuve razón, agregó, cuando entonces afirmé que al Papa no le animaba ninguna intención de hacer daño a nuestro pueblo. Sus sentimientos hacia los cubanos fueron nobles, y quedaron resumidos por él al marcharse de Cuba en las palabras claras y paradigmáticas que expresó contra el bloqueo, al cual calificó de injusto y éticamente inaceptable. Estos juicios del Santo Padre, opinó Fidel, no deberían ser olvidados ahora por el Presidente de Estados Unidos, cuando participe en las honras fúnebres en Roma.
Apreció que el fallecimiento del líder religioso constituye un acontecimiento de gran trascendencia que ha conmovido a la opinión pública internacional y dado lugar a una semana de luto en todo el planeta.
A Juan Pablo II le tocó vivir uno de los momentos más complejos y cruciales de la humanidad, cuando el mundo vive en una verdadera encrucijada como en ningún otro momento de la historia. Por primera vez es real el peligro de desaparición de nuestra especie y no solo debido a la guerra y a la proliferación de armas nucleares; el hombre también corre riesgos inéditos porque está destrozando la naturaleza, contaminándolo todo, expresó Fidel.
El líder de la Revolución caracterizó los rasgos fundamentales de los conflictos en la era contemporánea, como base para comprender la trascendencia del pontificado de Juan Pablo II, a quien catalogó como un hombre excepcional, luchador tesonero, incansable, cuyas virtudes no deben ser desconocidas. Estas son nuestras opiniones desde el enfoque humano y social, a la luz de cuestiones fundamentales para la humanidad, aunque respetamos las opiniones diferentes, consideró.
El Presidente cubano también leyó fragmentos de cartas oficiales enviadas a él por el Sumo Pontífice católico, las cuales fueron siempre respetuosas y contentivas de un profundo amor y admiración hacia nuestro pueblo. Con igual respeto Fidel respondió las misivas del Papa y en ellas siempre dejó claros los puntos de convergencia con el pensamiento social y humano de Juan Pablo II en defensa de los desposeídos del mundo.
EL PAPA NO DESTRUYÓ AL CAMPO SOCIALISTA
Es cierto, comentó, que el Sumo Pontífice tuvo una actitud crítica frente a cuestiones que desde su punto de vista religioso entendía estaban mal hechas en las sociedades socialistas. No debemos olvidar que en Polonia, su país natal, la nación y la religión católica habían nacido juntas, indisolublemente unidas, lo cual fue desestimado por aquel Estado socialista, donde se cometieron muchos errores, entre ellos los relacionados con el respeto a las distintas creencias.
Fidel ahondó en el ámbito histórico en que nació y creció el que llegó a ser durante 26 años el Jefe de la Iglesia Católica. Analizó igualmente la evolución política de Europa en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, y advirtió que el comunismo siempre asustó a todo el mundo, incluidos los cubanos en aquella época. Fue la cultura alcanzada con la Revolución la que permitió a nuestro pueblo superar esos prejuicios.
El Papa no había nacido ni se había formado para destruir al socialismo. Responsabilizarlo de la caída de este sistema en Europa es hacer un análisis simplista de la historia, opinó.
La cultura política en nuestro país nació con la Revolución, aseguró, porque el imperio, la oligarquía, los explotadores se habían encargado de repetir por todo el mundo que lo más horrible que había era el comunismo. En los primeros años después del triunfo revolucionario de 1959, indicó, se llegaron a decir barbaridades tales como que íbamos a privar a la familia cubana de la patria potestad, enviar los niños a Rusia, donde los procesarían para convertirlos en carne en conserva.
Sentenció que si un día el socialismo cubano se derrumbara, la culpa no sería de nadie más que de nosotros mismos. Enfatizó, además, que una vez terminada la guerra fría el Papa fue muy crítico en relación con el sistema capitalista.
RESPETO A TODAS LAS CREENCIAS
Fidel narró su experiencia personal desde niño en relación con la religión y expresó su convicción de que los sentimientos y las creencias religiosas de cada cual son estrictamente personales y merecen el mayor respeto.
Esa actitud es la que debe acompañar a un revolucionario, a un político, dijo, y afirmó que nosotros hemos luchado siempre por la dignidad, la libertad y todos los derechos de los seres humanos.
También agradeció la oportunidad que le dio la vida de estudiar y la utilidad de adquirir enseñanzas de Marx, Engels y Lenin para llevar adelante la conducción revolucionaria y entender los complejos acontecimientos del mundo en que vivimos.
Aseveró que la Revolución cubana nunca será sectaria; ella brinda igualdad de derechos, oportunidades y apoyo a todas las religiones, con el máximo respeto, pero debe estar siempre en guardia ante las manifestaciones extremistas. Como ejemplo destacó el gesto del Gobierno cubano, a propósito de la visita del Papa, de declarar feriado el 25 de diciembre, día de Navidad para los cristianos.
UN ENCUENTRO ESPERADO Y FRUCTÍFERO
El Papa fue recibido en Cuba en 1998, dijo Fidel, y nuestro pueblo reconocía en su prédica por todo el mundo la batalla que entonces libraba el Sumo Pontífice contra el subdesarrollo, la pobreza, la deuda externa y el saqueo de los países, y por la globalización de la solidaridad, pues se trataba de ideas con las cuales la Revolución tiene plena coincidencia.
Recordó que juicios como ese los expuso públicamente desde diciembre de 1997 dentro de un período de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular y más tarde en ocasión de una entrevista transmitida por la televisión el 16 de enero de 1998, días antes de que se produjera la visita del Papa; ello demuestra que la dirección de la Revolución no ha cambiado sus opiniones; han sido puntos de vista sostenidos durante años. No se trata por tanto de modificaciones de criterios de manera oportunista tras el reciente fallecimiento de Juan Pablo II.
En la mencionada conversación con periodistas de la televisión cubana en enero de 1998, al referirse a la impresión que le había causado el Papa durante el encuentro de ambos en Roma, Fidel dijo que había sido muy buena; Juan Pablo II fue muy amable y respetuoso, y hasta podríamos decir, afectuoso. Es un hombre de rostro noble, inspira realmente respeto; y esa impresión la recogimos todos los compañeros que estuvimos en ese diálogo.
En su intervención , el líder de la Revolución también rememoró que en aquella comparencia por televisión evaluó que la conversación con el Papa había sido muy fácil por su dominio del idioma español, por ser una persona precisa al manifestar sus ideas, quien sabía escuchar con mucha atención. Esas impresiones, indicó Fidel, las ha manifestado en otras muchas ocasiones durante estos años.
No obstante, ratificó que la visita del Papa a nuestro país tuvo lugar en una coyuntura difícil para la Revolución por la situación económica creada por el derrumbe de la Unión Soviética y del campo socialista en Europa del Este. El imperio mantenía una desaforada presión que consistía, por un lado, en bloquear y tratar de hacer rendir por hambre a una nación y, por otra, abrir las puertas a todos los que aun cometiendo crímenes se trasladan a Estados Unidos por cualquier vía. Y estas condiciones las hemos soportado hasta hoy en que las cosas han empezado a cambiar de una forma radical, subrayó.
Relató que después de la caída del campo socialista y sobre todo de la Unión Soviética, el imperio arreció su política agresiva contra la Revolución cubana. Cualquier cálculo indicaba que el país no podía resistir, dijo. Pero nuestro pueblo resistió, a pesar de perder de repente todos los suministros de combustibles, fertilizantes, alimentos... Nuestra producción petrolera era de apenas 700 000 toneladas anuales. Nos habíamos quedado sin los 14 millones de toneladas del crudo proveniente de la Unión Soviética.
En ese contexto, dentro del imperio y en otros lugares, vieron la visita del Papa como algo que daría lugar al desmoronamiento del socialismo en Cuba. Creían que la Revolución se derrumbaría como se derrumbó Jericó ante el sonido de las trompetas. Y el Papa no traía trompetas, ni traía la intención de destruir a la Revolución, apuntó.
Reiteró que entonces la propaganda anticomunista había creado el mito de que el Papa tenía gran parte del mérito en la caída del campo socialista y de la URSS. Pretendíamos brindarle el recibimiento que se merecía, por lo cual era preciso explicar a muchos de nuestros compatriotas —como hizo por la televisión— el significado de aquella visita y esclarecer a muchos sobre las posturas de Juan Pablo II, y las condiciones históricas y personales que habían conformado su visión contra el socialismo y el comunismo.
Ahora, comentó, nuestros enemigos vuelven a desconcertarse al ver las muestras de consideración y afecto expresadas en Cuba luego de la muerte de Juan Pablo II. Se han quedado otra vez despistados al observar cómo nuevamente el cardenal Jaime Ortega tuvo la oportunidad de hablar al pueblo por la televisión para referirse al deceso del Jefe de la Iglesia Católica en el mundo.
El único momento difícil durante la visita pastoral, añadió, fue causado por las palabras del Arzobispo de Santiago de Cuba durante la misa papal en esa ciudad. El contenido de esa intervención, dijo, creó una situación difícil con el pueblo y los militantes santiagueros invitados a la misa; no nos preocupaba lo que se había dicho, sino la reacción y el malestar del pueblo. Me consta, indicó Fidel, que ni el Papa ni el cardenal Jaime Ortega sabían qué discurso iba a pronunciar el Arzobispo.
Fidel denunció también las maquinaciones del imperio y sus cipayos, con Roger Noriega, entonces asesor del senador Jesse Helms, a la cabeza para deslucir la visita del Papa a Cuba en 1998 las cuales se demuestran con la entrevista de este con el Arzobispo, de la cual el religioso informó a las autoridades del Partido.
No fuimos nosotros los que politizamos la visita; la Revolución en ningún momento trató de buscar mezquinas ventajas y beneficios para Cuba y su proceso socialista, señaló Fidel, al continuar una rápida lectura de lo dicho por él en enero de 1998.
El Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros refirió los hechos que durante años no propiciaron la presencia del Papa en Cuba, entre los cuales incluyó las tensiones y diferencias que hubo con la dirección de la Iglesia Católica en nuestro país durante los primeros años de la Revolución, aunque se contó con la colaboración de quien era entonces el representante aquí de la Santa Sede: un hombre que trabajó intensamente por aliviar y eliminar dificultades.
Ponderó, además, la valentía histórica del recién fallecido Papa al criticar públicamente pasados errores de la Iglesia Católica tales como la Inquisición o la negativa a aceptar la teoría de la evolución de Charles Darwin.
Detalló las facilidades ofrecidas en todo momento por el Gobierno cubano a las diferentes órdenes católicas tales como la de Santa Brígida; pero puso en claro que no hay ni habrá diferencias en el trato respetuoso respecto a las religiones presentes en Cuba; en este punto puso como ejemplos la inauguración de una Iglesia ortodoxa griega y otra rusa en el futuro.
COINCIDENCIAS EN PRINCIPIOS HUMANISTAS
Fidel ratificó que el Estado y el Gobierno cubanos desde un principio reconocieron y elogiaron a Juan Pablo II por su postura de rechazo a la proliferación de armas nucleares; por ser un gran abanderado en la lucha contra las guerras de agresión, las conquistas territoriales, las purificaciones étnicas y la deuda externa. Fue asimismo un ferviente crítico de la globalización neoliberal y del carácter consumista de las sociedades capitalistas y de las políticas que aceleran la degradación del medio ambiente. En Naciones Unidas, recordó, el Papa hizo estas y otras importantes denuncias.
Para Fidel el tributo que debería rendírsele al fallecido líder religioso sería llevar a la práctica sus ideas humanistas. Fustigó a los hipócritas que desconocen este legado y están entre los principales responsables de los males que sufre la humanidad, entre esos figura el Presidente del país que produce el mayor número de armas nucleares y de medios portadores para lanzarlas cualquier día, en cualquier momento, contra cualquier rincón del planeta.
Resaltó la hipocresía del "señor jefe del imperio", quien asiste a esos funerales a llorar ante el cadáver de un hombre que tanto se opuso a la guerra, a la invasión a Iraq. La visita de Bush a Roma, opinó, es un ultraje a la memoria de Juan Pablo II.
Al referirse a las constantes presiones del Gobierno de Estados Unidos contra la Revolución, recalcó que el imperio en reiteradas ocasiones nos exigió como condición para levantar el bloqueo: retirar nuestra ayuda internacionalista a Angola, a Etiopía, romper nuestras relaciones con la Unión Soviética y cesar el apoyo a los movimientos revolucionarios de América Latina. Explicó que eso nunca lo aceptamos y tal apoyo solo dejó de existir cuando esas fuerzas fueron extinguiéndose por sí solas.
Afirmó que el curso de la historia, en tanto lucha de los pueblos contra los opresores, se reanuda de nuevo con tremenda e indetenible fuerza, sobre todo en esta América Nuestra soñada por Martí. Ejemplo de ese renacer es Venezuela, con su proceso bolivariano revolucionario y Hugo Chávez.
En otro momento de sus palabras, Fidel apreció a Hugo Chávez como un revolucionario de ideas bolivarianas y martianas, con correctas interpretaciones del cristianismo, pues su pensamiento tiene en cuenta al Cristo que supo ponerse al lado de los pobres. Chávez, opinó Fidel, ha sabido evaluar la historia y las tradiciones de su pueblo.
EL HUMANISMO DE LA REVOLUCIÓN
No habrá nada con qué comparar las páginas de humanismo que nuestro glorioso pueblo está escribiendo, dijo el líder de la Revolución , y ejemplificó con la atención que han recibido en Cuba miles de niños y adolescentes ucranianos afectados por el accidente de la central nuclear de Chernobil, y con la realidad incontestable de que en Cuba, a diferencia de lo ocurrido en países de nuestra propia región a partir de tiranías instauradas por el imperialismo, no ha habido un torturado, un asesinado, un desaparecido.
Ese mismo imperio nos quiere condenar en la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, denunció. Que hagan lo que les dé la gana; a mí me importa un bledo y al pueblo de Cuba le importa un bledo la Comisión de Ginebra, añadió antes de preguntarse qué dirán y qué harán los europeos en los próximos días cuando se lleve a votación el proyecto de resolución anticubana que presentará el Gobierno de Estados Unidos.
Todos sin excepción, advirtió, se toparán con un acero cada vez más duro, cada vez más invulnerable, es decir, con una Revolución más fuerte cuya obra humanista y de justicia social va en ascenso.
Comparó que mientras Estados Unidos trata de condenar a Cuba por supuestas violaciones de los derechos humanos y reclama la liberación de mercenarios sancionados en nuestro país por sus acciones contrarrevolucionarias, mantiene injustamente encarcelados a Cinco Jóvenes cubanos luchadores antiterroristas.