Dos pueblos hermanos, dos revoluciones
Aunque hubo honores militares, protocolo, tal como corresponde a la jerarquía de la visita y de la ocasión, la presencia en Nicaragua del Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, para asistir a la toma de posesión del reelegido presidente Comandante Daniel Ortega, rebasó toda formalidad con la histórica hermandad de los pueblos que ambos representan.
Si al llegar ayer, Díaz-Canel dedicó «un abrazo a Nicaragua», y la llamó tierra hermana, país amigo, pueblo que conocemos, y se declaró feliz por volver allí, en la Plaza de la Revolución sandinista aquel abrazo tomó cuerpo en el encuentro de ambos mandatarios, un gesto-símbolo que ovacionaron los presentes a la ceremonia de juramentación.
En la jornada, la cercanía de Cuba y Nicaragua había tenido otros momentos de confirmación, cuando el Jefe de Estado antillano dialogó con cubanos residentes en el país centroamericano –a quienes aseguró que «son parte de la Patria»–, y cuando recibió a una representación de amigos de la solidaridad en aquella nación.
Comunes en el concepto de Patria y en su defensa intransigente, en la fidelidad a sus revoluciones y en la resistencia heroica a los mismos enemigos, ambos países tienen, en sus principios, las razones primeras de su hermandad.