En el alma del pueblo cubano
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Cuando en la multitudinaria concentración en su homenaje póstumo en 2016, en la Plaza de la Revolución, millares de voces respondían a coro ¡Yo soy Fidel! a la pregunta de dónde estaba, evidenciaban una realidad incuestionable: Fidel Castro Ruz quedó sembrado para siempre en el alma del pueblo cubano.
Fidel logró la difícil proeza de ser líder de todos los sectores poblacionales y profesionales, civiles y militares. Presidió siempre los congresos de las organizaciones de masas y políticas que creó: los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), y la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), y luego la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media.
Reactivó su liderazgo histórico de la etapa prerrevolucionaria en la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), con sus frecuentes encuentros informales en la Plaza Cadenas de la Universidad de La Habana. Creó la Organización de Pioneros José Martí (OPJM) y la Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR), que luego se convertiría bajo su inspiración en la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), y fue capaz de llevar a la práctica el principio martiano de un solo partido para conducir la Revolución en el tránsito desde las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ori) al Partido Unido de la Revolución Socialista (PURS) y, finalmente, al Partido Comunista de Cuba.
Aunque su presencia infundía respeto, también irradiaba cariño y todos querían darle la mano o tomarse una foto con él. Quienes lo conocieron atesoraban esos momentos como los que se pasan con un padre querido, y respondían a su llamado a enfrentar cualquier peligro, seguros de que él estaría allí al frente.
Pocas personas son conocidas en el mundo solo por su nombre como lo es Fidel. Razón tenía el General de Ejército Raúl Castro Ruz cuando afirmó que Fidel es Fidel e insustituible, pues su presencia se siente cada día cuando nuestro pueblo y Gobierno vencen las dificultades como él nos enseñó. Fue capaz de prever en vida la continuidad, con la formación de cuadros capaces de llevar las riendas del país: con Raúl primero y con Miguel Díaz-Canel Bermúdez después.
La Generación del centenario enfrentó, con su liderazgo, la dictadura de Fulgencio Batista en las calles mediante protestas universitarias y populares; luego asaltó los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, el 26 de julio de 1953; sufrió prisión, exilio y desembarcó en el yate Granma el 2 de diciembre de 1956 para librar una dura guerra de liberación en montañas y llanos hasta lograr el triunfo revolucionario el primer día de 1959.
Al frente de esa generación siempre estuvo Fidel, indiscutible Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, capaz de unir a todas las fuerzas opositoras para combatir la sangrienta dictadura durante la guerra; de enfrentar la traición de algunos oficiales luego de la victoria, y de unificar la estrategia y acción del pueblo de un pequeño archipiélago del Caribe frente a un poderoso imperio, a solo 90 millas de sus costas.
Desde el mismo 1ro. de enero de 1959, el Comandante en Jefe, al frente de su pueblo, enfrentó ataques de todo tipo: invasión mercenaria, sabotajes, amenazas de un ataque nuclear y una peligrosa epidemia de dengue hemorrágico inducida, que en pocos meses afectó a unas 344 203 personas, en su mayoría niños, y que ocasionó 158 fallecidos, incluidos 101 infantes, a pesar de los esfuerzos que se hicieron para salvarlos, un abominable terrorismo bacteriológico de EE. UU. contra Cuba.
No puede olvidarse tampoco su liderazgo, además, en el enfrentamiento a la peste porcina africana, otro ataque biológico del imperio, que obligó a sacrificar toda la masa
animal de esa especie en la Isla y sortear y resistir.
Desde el 3 de febrero de 1962 dirigió la resistencia y victoria de la Revolución frente al cruel bloqueo económico, comercial, financiero y diplomático de EE. UU., sin precedentes en el mundo, que ha provocado hasta ahora pérdidas a Cuba por más de un billón 98 mil ocho millones de dólares, tomando en cuenta la depreciación del dólar frente al valor del oro en el mercado internacional, política que califica como una acción de genocidio de acuerdo con la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio de 1948.
Fidel se mantuvo invicto en todas esas batallas y a los intentos de 11 presidentes de Estados Unidos por eliminar la Revolución, en una colosal hazaña capaz de concitar el respaldo, casi unánime, de la Organización de Naciones Unidas en votaciones de su Asamblea General en el tema del bloqueo, consecutivas desde 1992.
Fidel creó las Milicias Nacionales Revolucionarias, proclamó el carácter socialista de la Revolución en el entierro de las víctimas del bombardeo yanqui a los aeropuertos en 1961; dirigió la batalla de Playa Girón contra la invasión mercenaria con la consigna empleada por primera vez de ¡Patria o Muerte! Aplicó la Reforma Agraria y nacionalizó las transnacionales y los centrales azucareros; concibió y dirigió la Campaña de Alfabetización, y estuvo en los heroicos salvamentos de campesinos cuando el ciclón Flora azotó todo el centro de Oriente, concibiendo allí lo que denominó el rescate de la voluntad hidráulica para la seguridad del pueblo y la transformación del agro cubano. Orientó las recogidas de café por los estudiantes secundarios, fue el estratega de la lucha contra los bandidos apoyados por la CIA, y guió a Cuba en la Crisis de Octubre, de 1962, donde el pueblo estuvo dispuesto a inmolarse en defensa de su dignidad e independencia.
Fidel ideó el masivo plan de becas, garantizó salud y educación gratuitas para todos, desde la primaria hasta el nivel universitario y cuyos títulos ostentan hoy un millón y medio de cubanos.
Desde muy temprano supo ver que Cuba tenía que ser un país de hombres y mujeres de ciencia y creó las instituciones científicas; formó el ejército de batas blancas, con el que enfrentamos hoy la pandemia de la COVID-19, y el Contingente Internacional Henry Reeve, que prestó y presta ayuda solidaria en numerosos países del mundo.
Con su conocida visión de largo alcance supo desarrollar el deporte como un derecho del pueblo y llevar a nuestros atletas a conquistar títulos mundiales y olímpicos como nunca antes se soñó en Cuba. También supo unificar el talento creador de los intelectuales y artistas cubanos a partir de su memorable discurso Palabras a los intelectuales; creó la Casa de las Américas y el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic), la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y la Unión de Periodistas de Cuba, en cuyos congresos se consideraba uno más de sus filas.
Sin ser economista libró la cruzada continental contra el injusto pago de la deuda externa, llamada por él como la deuda eterna, en los encuentros internacionales sobre Globalización y Desarrollo, con las más destacadas personalidades de la izquierda latinoamericana y mundial.
Fidel institucionalizó las grandes concentraciones en la Plaza de la Revolución como el Parlamento del pueblo, donde se consultaban las grandes decisiones, se aprobaron las dos Declaraciones de La Habana y el nombre del Partido Comunista de Cuba. Él desencadenó la Batalla de Ideas para traer de regreso al niño secuestrado por la mafia cubanoamericana en Miami y liberar de prisión a los cinco patriotas que defendieron la integridad de nuestro país frente a los complot de la mafia de Miami.
Fue la figura misionera de la Revolución Cubana, precursora del internacionalismo proletario, capaz de vencer con los combatientes voluntarios cubanos al ejército sudafricano y a los fantoches apoyados por Estados Unidos, asegurando la integridad territorial de Angola, la independencia de Namibia y la desaparición del oprobioso régimen del apartheid en la propia Sudáfrica, sin traer para Cuba nada más que el agradecimiento de los pueblos africanos y los restos de sus caídos.
El Movimiento de Países No Alineados tuvo en Fidel a un extraordinario impulsor de la cooperación Sur-Sur, en tanto defendió en Naciones Unidas que no puede haber paz en el mundo mientras millones de personas mueren de hambre o enfermedades prevenibles. Así como tempranamente alertó que la especie humana está en peligro de extinción
El odio que concitó su figura en el imperialismo norteamericano lo hizo objetivo del récord de 638 intentos de asesinato por la CIA, frustrados todos por los órganos de la Seguridad del Estado cubano.
Junto al líder de la Venezuela Bolivariana, Hugo Chávez, en abril de 2004, Fidel abrió el camino de la integración latinoamericana al crear, en La Habana, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), él inspiró la fundación, en 2011, en Venezuela, de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), como un mecanismo de verdadera representatividad regional.
La obra de Fidel no sería posible enumerarla sin caer en imperdonables omisiones. Bastaría referirse a la respuesta popular, luego de su desaparición física, como garantía de una continuidad que existirá mientras quede un cubano agradecido para empuñar sus banderas a cualquier costo.