Existe un lugar en Cuba donde se tortura
Un testimonio escalofriante de las torturas y abusos cometidos contra Majid Khan, retenido en la cárcel de la ilegal Base Naval en Guantánamo, tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y el Pentágono, fue presentado recientemente por el prisionero ante un jurado de ocho oficiales militares estadounidenses que formaban parte del Tribunal que le juzgaba.
Khan, nacido en Arabia Saudita y criado en Pakistán, fue sentenciado, el pasado viernes 29 de octubre, a 26 años de prisión tras declararse culpable de ayudar al grupo fundamentalista islámico Al Qaeda.
Como parte del acuerdo de culpabilidad alcanzado con el Tribunal, se le permitió dar testimonio de sus vivencias, en lo que constituyó el primer alegato público de abusos cometidos contra un detenido tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en EE. UU., según refiere el diario estadounidense The New York Times.
Ataque sensorial mediante luces y sonidos intensos, privación de sueño, aislamiento, posturas estresantes, sumergimiento en una tina de agua con hielo, fueron algunas de las «técnicas» utilizadas por los torturadores para obtener información del detenido.
«Después de dos días de ser colgado, privado de sueño y sujeto a temperaturas heladas, perdí mi noción de la realidad. Recuerdo alucinar, ver una vaca, una lagartija gigantesca», narró Majid Khan. En esa situación «confesaba» a sus verdugos todo lo que estos querían escuchar con tal de poner fin al suplicio.
Recientemente, Abu Zubaydah, prisionero detenido por la sospecha de que era uno de los «cerebros» del 11-S, presentó al Tribunal Supremo de EE. UU. un documento que describe las torturas que sufrió en una prisión clandestina de la CIA, en Polonia, hace dos décadas.
El prisionero narra que sufrió 83 ahogamientos simulados, los bárbaros «especialistas» aparentaron que le enterraban vivo y pasó 11 días encerrado en un estrecho ataúd.
Tanto Abu Zubaydah, como Majid Khan y otros muchos prisioneros retenidos ilegalmente en las cárceles secretas de la CIA, fueron sometidos a las llamadas «técnicas de interrogatorio mejoradas», como se conoce el programa de la CIA.
Nada nuevo bajo el sol
Desde su nacimiento en 1947, la CIA dedicó cuantiosos recursos a desarrollar técnicas de interrogatorio para la obtención de información.
En 1963, la Agencia plasmó los resultados de sus estudios en un manual secreto de contrainsurgencia, titulado Kubark Interrogatorio de contrainteligencia, que se distribuyó para su uso en el mundo entero, sobre todo, en Asia y América Latina.
«El dolor preciso, en el momento preciso, en la cantidad precisa, para el efecto deseado». La frase pertenece a Dan Mitrione, agente del fbi, que actuó como asesor de seguridad de Estados Unidos en América Latina, bajo el manto de funcionario de la Usaid.
Considerado uno de los maestros de la tortura, su experiencia en la «disuasión» de los «adversarios» en el Uruguay de 1969, fue incorporada al manual de la CIA.
Para 1983 redactaron un nuevo libro, Manual de entrenamiento para la explotación de recursos humanos, que fue perfeccionado en 1996.
Se realizaron varias correcciones a este manual a partir de investigaciones realizadas por el Congreso, arreglos de un cinismo extraordinario, como el recomendado por Donald Rumsfeld en un memorando en el que, refiriéndose a las llamadas «posturas estresantes», reducidas a cuatro horas, recomendaba: «Yo estoy de pie de ocho a diez horas al día. ¿Por qué limitarlo a cuatro horas?».
Como explica Alfred McCoy en su libro, A Question of Torture: CIA Interrogation, From the Cold War to the War on Terror, las técnicas utilizadas en Abu Ghraib, Iraq y Guantánamo, denunciadas por Majid Khan y otras víctimas, son el fruto de masivas y secretas investigaciones de la CIA sobre la coerción y maleabilidad de la conciencia humana.
Un informe de PHR, Médicos por los Derechos Humanos, Break Them Down: Systematic Use of Psychological Torture by US Forces, de mayo de 2005, contiene abundante información sobre las técnicas de tortura utilizadas por las fuerzas estadounidenses en Guantánamo y demás centros de detención del imperio.
Sobre los métodos de detención, interrogatorio, encarcelamiento sin juicio, las cárceles secretas donde una persona puede desaparecer por años, ¿qué tiene que ver todo esto con el respeto de los Derechos Humanos de que tanto se ufanan los señores de Washington? ¿Cómo se cumplen en estos casos el debido proceso y las normas más elementales de implementación de la justicia de la que se autoproclaman veladores?
El país que amenaza a Cuba, que demanda desde el poder de sus armas y su arrogancia que la Isla asediada permita, en nombre de la impunidad, a sus mercenarios actuar contra la ley y el derecho de la mayoría, no tiene moral para exigir nada a nadie. Haz lo que yo digo y no lo que yo hago. Parece cumplirse este refrán a la perfección en el actuar del imperio.