Cuando el péndulo se movió
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Si alguien fuera a organizar un concurso para determinar cuál ha sido el país que ha tenido el impacto más positivo en el continente africano en la era post colonial, pienso que mi voto iría para Cuba.
Esta Isla es una nación caribeña que luchó decididamente contra la Sudáfrica del Apartheid, no solo utilizando diatribas verbales en foros internacionales, sino de manera más significativa librando cruentas batallas contra las fuerzas del Apartheid. Incluso en esta era del dejar hacer, cuando se dice que nada es mejor para aliviar la pobreza que el crecimiento económico mediante programas de liberalización, la benevolencia cubana se hace presente en numerosas esferas y de manera más importante en el decadente sector de salud del continente. Y no existe tipo alguno de condiciones a esta magnanimidad de Cuba.
La primera vez que vi a Fidel Castro fue en el funeral de mi padre en Conakry, Guinea, en 1972. Tenía apenas 12 años y Fidel causaba una gran impresión con su grito de batalla: ¡Abajo el imperialismo! Aquellos eran días importantes, próximos a la caída de Saigon, luego ciudad Ho Chi Minh en 1975.
Castro era una figura impresionante con su uniforme militar y el más venerado por las masas entre todos los líderes, mucho más popular que el entonces hombre fuerte del país Ahmed Sekou Toure. Fidel era un orador intensamente emocional y así es como lo recuerdo. También recuerdo aquella conexión instantánea, milagrosa con las masas, con la gente. El habló en su idioma español y la audiencia respondía motivada aunque solamente conocían un poco el francés lo escuchaban con gran atención y rompían constantemente en aplausos atronadores. Fidel era como un imán gigante.
Sin embargo, había en Fidel algo más que su oratoria electrizante. En sus palabras ricas en reflexiones se veía otra idea grande que luchaba por prevalecer. Sus argumentos reflejaban las ideas de Kwame Nkrumah en relación a cómo en la neocolonia las potencias coloniales mantenían a Africa bajo su dominio, incluso después de la emancipación política.
Bajo el sol brillante de Africa, los esfuerzos hercúleos de la pequeña Isla nación pusieron a Estados Unidos a la sombra.
Africa es un continente de jóvenes, en el cual la mitad de la población tiene menos de 16 años. Es una generación condenada. El desempleo, la imposibilidad de que los jóvenes de África logren sus aspiraciones y su desvinculación de la política, conduce a que el único propósito de la gran mayoría de esa juventud africana sea procurar encontrar oportunidades de empleo en naciones de Occidente, incluso si ello implica riesgo para la vida.
Occidente nunca ha trabajado seriamente para desarrollar el continente, salvo como fuente de materias primas y esclavos, lo ha tratado como un lugar que hay colonizar y utilizar para estancias de placer de los ricos. Aunque ese modus operandi ha cambiado durante los años, esas relaciones no son nada agradables hoy en día. Ante la miseria que enfrentan los jóvenes africanos actualmente, Occidente intenta hacer más difícil la huída de los jóvenes de la miseria, mientras que por otro lado atrae a los profesionales africanos mejor preparados con la promesa de la “libertad”.
Esta traición a los jóvenes se compara con la traición a los enfermos y desvalidos, a los indefensos y los oprimidos. Alrededor de 30 millones de africanos padecen de sida.
Cuba no sólo ha preparado permanentemente 30 mil africanos en la Isla o en nuestro continente, sino que también ha aplicado su notable Programa de Integral de Salud (PIS) en la cooperación con Africa en este sector. Este programa se centra en la medicina preventiva y sus resultados han sido grandiosos en Ghana y otros países. En muchos de ellos le han salvado la vida a millones de niños y a muchas madres. En el caso de Ghana, gracias a esta ayuda médica cubana el número de niños muertos al nacer se redujo de 59 a 7,8 por cada mil en las zonas donde trabajan los galenos cubanos. Algo parecido ha ocurrido en Eritrea, donde ese mismo tipo de mortalidad descendió de 48 a 10,6% por mil. Esto sucede al mismo tiempo que se ha producido un éxodo de médicos ghaneses y enfermeras hacia los Estados Unidos, Canadá y Gran Bretaña. Debemos también tomar en cuenta que Cuba educa a los jóvenes africanos y de otros países en el entendido de que ellos luego no traicionen a sus países y se marchen a países de Occidente en busca de más dinero.
Resulta algo repugnante el hecho de ofrecer mercancías o productos que las naciones ricas donan con gran fanfarria, pero luego no entregan. La Cuba de Fidel Castro sí la ha entregado y la entrega a tiempo. La Habana siempre estuvo a disposición de las causas revolucionarias africanas. La Cuba de Fidel ha aportado un cambio que significa una gran diferencia para las vidas de millones de africanos, especialmente en las zonas rurales del continente.
El terrible robo de cerebros que ha plagado a Africa desde el comienzo de su trágica historia colonial, ha conllevado a que nuestros profesionales preparados por naciones de Occidente, médicos e ingenieros, luego hayan procurado inevitablemente trasladarse hacia esos países que los formaron. Mientras que en el caso de los cubanos, sus médicos y paramédicos se han desplegado por todo el continente, salvando vidas en lugares inhóspitos, sin ningún propósito malsano escondido. Miles de africanos fueron educados y preparados en la legendaria Isla de la Juventud al sur de Cuba. Generaciones de africanos han conocido y aprendido habilidades profesionales en ese lejano bastión del comunismo.
Actualmente Cuba mantiene relaciones diplomáticas con 53 países africanos y le da asistencia técnica a 51 de ellos. Pero no todos los gobiernos africanos son agradecidos ante esa ayuda desinteresada. Muchos de esos gobiernos africanos reconocen esta necesaria y vital ayuda cubana, pero al mismo tiempo procuran tener lazos más estrechos con Washington. Sin embargo, nada de esto parece haber mellado la habilidad de Fidel para unirse con los africanos. Fidel continuará siendo el símbolo venerable de los ideales y de estos tiempos. Una era en la que aquellos guiados por ideales ideológicos han dado todo sin pensar jamás en una recompensa. Y ningún hecho por sí solo pudo haber dejado una huella tan duradera en la mente de los africanos como la batalla de Cuito Cuanavale.
Los norteamericanos y sus lacayos sudafricanos terminaron apareciendo más unos charlatanes idiotas que serias amenazas. Africa Austral se liberó, Angola se salvó y Cuito Cuanavale se inscribió con sangre en los anales legendarios de la memoria colectiva de los africanos en esa parte del continente. Ese remoto y pequeño pueblo angolano en el sudeste del país, pero estratégicamente ubicado, se convirtió en el objetivo de las tropas sudafricanas del Apartheid a finales de la década del 80. El Presidente angolano José Eduardo Dos Santos pidió la ayuda directa de los cubanos.
Dos Santos le dijo a la Cuba de Fidel que la situación se hacía muy difícil porque la agresión sudafricana se hacía más fuerte cada día. Fidel respondió al llamado. Alrededor de 300,000 cubanos pelearon en Angola entre 1975 y 1989. Unos 2,016 murieron allí, pero eso no detuvo a los cubanos. Fidel declaró que en aquella batalla se colocaban ante las mandíbulas del león y añadió que los cubanos aceptaron el reto.
El empleo exitoso de su capacidad antiaérea y sus aviones de guerra MIG-23 fueron claves para asegurar la victoria de las fuerzas combinadas de cubanos y angolanos. Los sudafricanos, que actuaban en el terreno como avanzada de los norteamericanos, fueron duramente golpeados y claramente derrotados.
Refiriéndose al hecho, Nelson Mandela dijo lo siguiente: “Cuito Cuanavale fue el punto de viraje para la liberación de nuestro continente, de mi pueblo y para liberarnos de la escoria del Apartheid”. El representante del gobierno de Ronald Reagan en lo que se dio en llamar compromiso constructivo, el Sr. Chester Crocker, un día se refirió a aquella situación de la manera siguiente: “Poder entender lo que están pensando los cubanos implica una suerte de arte. Ellos están preparados al mismo tiempo para la guerra y para la paz”.
También en el cuerno de Africa la Cuba de Fidel tuvo una participación colosal. En un momento dado hubo 12,000 soldados cubanos luchando al lado de los agobiados etíopes en aquella parte del continente. También allí algunos gobiernos distorsionaron la posición cubana.
La era dorada de la cooperación cubana con Africa pudiera estar llegando a su fin. Sin embargo, el legado de esa cooperación continuará. Namibia es hoy día el mayor receptor de inversiones cubanas en Africa, incluidas las inversiones en la producción de medicamentos genéricos para combatir el sida. Los lazos de Cuba con la SWAPO se mantienen tan fuertes como siempre. La batalla de Cuito Cuanavale no sirvió solamente para salvar la soberanía de Angola, sino también para liberar a Namibia.
Aquel hecho fue solamente una de las muestras del compromiso de Cuba con el continente. Tal devoción y altruismo no serán olvidados.