Instantes beisboleros con Fidel (+ Fotos)
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Varias llamadas telefónicas, algunas de larga distancia; conversaciones en vivo y gestiones de la Comisión Nacional de Béisbol permitieron en cinco días recoger más de 30 anécdotas sobre el Comandante en Jefe. Para quienes las vivieron, resulta tan gratificantes contarlas como cuando Fidel iba a verlos jugar o les entregaba una medalla.
Que si el juego contra los Orioles de Baltimore o el de Veteranos frente a los venezolanos... Cada instante junto al Comandante ha dejado huella en el triunfo de la pelota libre sobre la esclava, como bien expresara el 14 de enero de 1962 al fundar las Series Nacionales en el estadio Latinoamericano.
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¿Oye, esta máquina nada más tira rectas?
“Una vez nos dijeron que iban a probar una máquina de tirar pelotas en el Latinoamericano, y que el Comandante iba a verla. Entonces salimos Manuel Montejo y yo para ver la prueba. Queríamos explicarle cómo era la cosa.
“Cuando llegó el Comandante, empezamos a decirle cómo funcionaba la máquina, junto a Chito García, el que la había traído. Luego, empezaron tirar, y Fidel preguntó: ¿Oye, esta máquina nada más tira rectas?
“Entonces, caminó de un lado para el otro y dijo: ¿Pero cómo no va a tirar curva? No sabíamos responderle, tampoco se nos había ocurrido preguntarle al dueño.
“Y el Comandante seguía y le decía a Chito: 'Esto tiene que tirar curva'. Nosotros pensábamos: 'Ay mi madre. Qué problema se ha armado aquí con la maquinita esta'.
“Al momento dijo Fidel: 'Tráiganme dos cajas de refresco vacías'. Y cuando llegaron dijo: 'Mete una por aquí y levanta aquí. Mete la otra por acá y sube'. Así puso la máquina a tirar curvas. Increíble, pero es una realidad que vivimos junto al Comandante.
“Ya en mis tiempos como entrenador del equipo Cuba, recuerdo cuando íbamos al juego de los Orioles de Baltimore, en Estados Unidos. Uno de los días previos, después de hablar sobre el encuentro que efectuaríamos, Fidel nos informó: 'Hay un problemita bastante grave, porque no quieren que vaya el doctor Ordaz a ver el partido. Le negaron la visa'.
“A ese desafío fueron más de 100 espectadores. Entonces dijo Fidel: 'Ya ellos tienen las entradas vendidas, pero si Ordaz no va, nosotros tampoco. Si ese es un santo varón, cómo no va a ir'. Al final le dieron la visa y fuimos todos.
“Eso nos recuerda que en medio de la travesía del yate Granma, uno de los expedicionarios cayó al agua y el Comandante no entendía de dejarlo ahí. Eran 82, y él sentenció: 'Seguiremos siendo 82. No continuaremos viaje hasta que rescatemos a nuestro compañero'. Y lo salvaron'”. (Máximo García, fundador de la primera Serie Nacional de Béisbol)
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Tienen que ser campeones mundiales
“En 1984, cuando el Campeonato Mundial de La Habana, Fidel estuvo muy atento a la preparación de la selección, porque decía que al no ser invitados a la Olimpiada de Los Ángeles, debíamos demostrar que hubiésemos podido ser campeones olímpicos.
“Por la mañana hacíamos la parte física en el Cerro Pelado, y en la tarde entrenábamos en la Ciudad Deportiva. Pedro Chávez era el director de la selección y Eduardo Martín Saura, el preparador físico.
“Una vez estábamos haciendo la preparación en la pista de atletismo dentro del Cerro Pelado y Martín Saura implementó una estrategia para hacernos correr un poco. Entonces puso delante a Juan Castro, Pedro Medina, Pedro José Rodríguez, Luis Giraldo Casanova y a mí. Unos 10 metros más atrás estaban Víctor Mesa, Antonio Pacheco, Lourdes Gourriel, Fernando Hernández y Fernando Sánchez, todos corrían más que nosotros.
“Cuando se estaba realizando la carrera de resistencia a la velocidad, entró Fidel y vio que el grupo de los peloteros lentos llegó primero que el de los más rápidos. Entonces me llamó a mí, que era el capitán: 'Ven acá muchacho, ¿cómo han llegado primero?'. Fue cuando le expliqué la estrategia de Martín para hacernos correr un poco más.
“Ese campeonato terminaba el 28 de octubre, día de la desaparición física de Camilo Cienfuegos. La mañana del 27, estando en el hotel Riviera, Urquiola tocaba las tumbadoras, claves e improvisaba. Nosotros lo escuchábamos. En ese momento, llegó Fidel. Alfonso paró de tocar, pero ya el Comandante había escuchado y le gustó.
“Nos saludó y enseguida preguntó: 'Buenas tardes, ¿quién es el que está tocando?'. Yo, como era el capitán, le respondí: 'Es Alfonso'. Entonces le dijo: 'Muchacho, puedes tocar con los Irakere'. Luego hizo que Urquiola tocara de nuevo y hasta lo acompañó en el ritmo con sus manos.
“Durante el intercambio, afirmó: 'Tienen que ser campeones mundiales para demostrarle al mundo que podíamos haber ganado en Los Ángeles.
“Posteriormente, el día antes del encuentro, Fidel preguntó quién iba a decir las palabras al equipo. Todos respondieron: 'El guajiro Muñoz'. Yo les dije que la mejor forma de homenajear a Camilo era ganarle por la mañana a Puerto Rico, y por la noche a los americanos. Y él comentó: 'Eso está muy bien'. Fue así. Vencimos a Puerto Rico, aunque pasamos trabajo, y logramos la medalla de oro frente a Estados Unidos.
“Sobre ese partido, recuerdo que había ido con un bate americano, negro, de letras amarillas. Se lo había pedido al comisionado nacional, pero para ganármelo tenía que dar un jonrón. Lo quería para jugar en la próxima serie.
“Conecté jonrón por el center field y hasta corrí con el bate. En la premiación, Fidel estaba hablando con nosotros y me preguntó: ¿Por qué, si diste el jonrón, corriste con el bate? Le hice la anécdota del comisionado y me dijo: 'Pero si tú te has ganado muchos bates'. Eso para mí fue grandioso.
“Luego me puso la medalla y me dijo: 'No te retires, que el béisbol cubano necesita hombres como tú’. Ya yo tenía unos treinta y tantos. Para mí fueron muy importantes esas palabras.
“Anteriormente, en el 72, cuando Mineros y Azucareros discutían el partido definitivo de la Serie en el estadio Latinoamericano, allí estaban sentados todos los dirigentes. Juan Almeida, secretario del PCC en las provincias orientales, a la derecha; a la izquierda, Arnaldo Milián Castro, secretario del PCC en Las Villas, y Fidel en el medio.
Los Azucareros ganamos dos por una. Al acabarse el juego, Fidel buscó a Raúl, a Dorticós, Ramiro, todos los ministros, y tuvimos que jugar otro partido con ellos. Fidel bateaba, yo en primera base, Raúl en segunda.
“Cuando se acabó el choque entre las autoridades, el Comandante aún no quería terminar y tuvo que pichearle Sergio Ferrer. Era de noche oscura, el escolta no quería que le lanzaran, pero Fidel quería seguir bateando. Y lo hizo.
“Más tarde, comentó que el juego lo había ganado el dirigente revolucionario y que el cabaret Tropicana estaba reservado para los dos equipos. Para allá fuimos.
“En los años 73 y 74 yo vivía en el Escambray, en la zona donde habían sido asesinados Manuel Azcunce y Pedro Lantigua. Iba en un caballo hacia el Condado, y vi un jeep que pasa. Después otro, y como a 150 metros se detuvo uno. Vi que se bajaban varios dirigentes y luego Fidel. El Comandante esperó a que yo llegara hasta ellos y me preguntó: '¿Qué tú haces aquí?'.
“Le respondí: 'Yo soy de aquí. Vivo en un pueblecito en el Condado, pero para encontrarlo hay que subir una loma'. Y le señalé: 'Allá, Comandante'.
“Y me dijo: 'Bueno, yo voy para Trinidad, pero dile a los campesinos del Condado que en cualquier momento les hago la visita'.
“Fue tan emocionante. El hecho de detenerse a saludarme y conversar sobre béisbol en medio de un terraplén en el Escambray. Era muy sencillo y humilde”.(Antonio Muñoz, uno de los más temibles bateadores cubanos de todos los tiempos)
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Germán, la verdad es para decirla
“El Comandante ha sido lo más grande que ha tenido el mundo. El mejor hombre que se ha visto.
“Tengo varias anécdotas con él. En un momento determinado, tuve ciertos problemas y solicité verlo para aclarar una situación. Fue entonces cuando me dio muestras del hombre gigante y cabal que era.
“Vamos por partes. Le comenté que me habían suspendido de la pelota por decir la verdad, y en ese instante se viró para mí y me dijo: 'Germán, la verdad es para decirla'.
“Eso me dio tremenda fuerza. Regresé a la selección nacional, y a partir de ahí conté con su apoyo incondicional. Siempre que se reunía con el equipo Cuba me decía: 'Germán, ven para el lado mío'.
“Una vez, para conmemorar el 26 de julio, fuimos a Matanzas. Mientras estábamos hablando, me quedé al frente y me dijo: 'Párate aquí a mi lado, para que todo el mundo sepa que estás aquí conmigo'. Eso fue muy grande para mí, siempre me tenía presente.
“Cada vez que él se reunía con los jugadores, preguntaba por sus familias, cómo se sentían.
“Recuerdo que antes de irnos para el Clásico Mundial de 2006, fui el entrenador que tuvo que decirle cómo estaban los muchachos. Fue gracioso, porque primero le preguntó a Higinio Vélez, este le dijo que el que estaba al frente era Benito Camacho, y luego Benito lo remitió a mí.
“Entonces me dijo: 'A ver, Germán, dame la explicación esa que es tan difícil y aún no me han dado. Entonces le hablé del estado de cada uno de los jugadores. Lo que más me gustaba era su deferencia conmigo. Me siento privilegiado por ello.
“Un día salí con la familia y me llamaron del Consejo de Estado diciendo que el Comandante quería verme. Arranqué para allá y él tuvo una atención conmigo.
“En el Juego de Veteranos, él estaba feliz como nunca. Rápidamente nos llamó para contarnos la maldad que quería hacerle a Chávez: 'Hoy saldrán al terreno como artistas, no como peloteros'. Acto seguido nos reunimos, nos disfrazaron y salimos.
“Fue entonces que me dijo: 'Germán, tú vas a ser el primero en salir. Anoche estaba pensando en cómo te verías viejo y cojo'. Eso lo dijo muerto de la risa, casi no podía hablar.
“Y nos recalcó: 'Van a jugar contra el presidente de Venezuela. No pueden batear para el medio, no vaya a ser que le den un golpe. Hoy son artistas, no peloteros'”. (Germán Mesa, uno de los mejores torpederos del béisbol cubano)
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Viren para atrás que el Comandante llegó al Latino
“A partir de 1966 tuvimos mucho roce con Fidel. La mayor experiencia que tuve fue durante la preparación para la Serie Mundial de República Dominicana, en 1969.
“Desde principios del mes de mayo hasta agosto, cuando se integró el equipo Cuba, el Comandante permaneció con nosotros. Visitaba de lunes a viernes el estadio Latinoamericano.
“Entrenábamos desde las ocho hasta las once de la mañana. Era una preparación seriada. No entrenábamos por la tarde. Hacíamos ejercicios por la mañana, y en la noche pasábamos a la preparación general. Fidel venía todos los días. Nos ayudaba hasta en la psicología.
“Él llegaba siempre sobre las 10:00 p.m. Una noche eran las once y no llegaba. Entonces, Servio Borges nos orientó irnos a descansar. Pero cuando llegaba el carro al Cerro Pelado, que era donde vivíamos, el custodio nos dijo: 'Viren para atrás, que el Comandante llegó al Latino'.
“Después de todo eso fue satisfactorio el entrenamiento. Posteriormente, nos hizo una despedida antes de integrar el equipo. Ya estando en República Dominicana, sus llamadas fueron diarias.
“Luego llegó el día en que fuimos campeones y prácticamente no se podía salir del hotel Jaragua esperando su llamada. El Comandante quería hablar con el equipo completo.
“En el Mundial del 71, celebrado aquí en Cuba, Fidel no se encontraba en el país. Estaba en Chile visitando a Salvador Allende. El día de su regreso ya éramos campeones, pero se celebraba el Juego de las Estrellas. Por orden del Consejo de Estado, y a su petición, lo esperamos frente a la Ciudad Deportiva. Cuando nos vio, se bajó del jeep descapotado a saludarnos, y dijo: 'Nosotros somos los compañeros del desembarco del Granma en la Revolución del béisbol cubano'.
“Fidel era una persona excepcional. Siempre estuvo pendiente del béisbol como del resto de los deportes. Por eso, para nosotros fue y será el medallista más grande de Cuba.
“Con frecuencia andaba acompañado del Comandante Valle, quien se pasaba la vida contando chistes, y Fidel le decía: 'Deja de hacerle chistes a los muchachos, que lo que tienen es que ponerse para la pelota'.
“Mi última participación fue cuando vino Hugo Chávez a Cuba para el Juego de Veteranos. Estábamos tranquilos en el dogout cuando vimos de pronto pelucas y mujeres nuevas preparando a la gente. Estábamos sorprendidos.
“Ya en el partido, cuando Kindelán llegó a primera base, Chávez le preguntó, '¿Quién eres tú?', y le respondió: 'Yo soy Kindelán'. Entonces, Chávez lo abrazó”. (Rolando Macías, campeón mundial y panamericano)
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Le gustaba lanzar, y lo hacía muy bien
“Desde las primeras Series Nacionales, tuve contacto con Fidel Castro. En el estadio Latinoamericano, cada vez que terminábamos un partido él llegaba junto con otros dirigentes y nos poníamos a jugar. Eso lo hacía a menudo. Su vínculo con los peloteros era de gran confraternidad y sencillez. Le gustaba lanzar, y lo hacía muy bien.
“En 1966, en medio de todos los inconvenientes que nuestro pueblo conoce, la delegación cubana que participó en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Puerto Rico contó con el apoyo de Fidel. Su confianza fue de gran significación. En altamar nos recibió y nos felicitó. Luego preparó una sorpresa en el Cerro Pelado.
“En 1984, se efectuó en Cuba el Campeonato Mundial. Fidel asistió todos los días al Latinoamericano. Al quedar campeones, nos entregó personalmente la medalla de oro. Eso fue emocionante para todos los que estábamos allí, y principalmente para mí, que dirigí ese equipo.
“En 1990, al ganar el torneo mundial juvenil, Fidel nos reunió en el Consejo de Estado. Eso significó un estímulo para los participantes, con quienes conversó alentándolos para futuras competencias.
“Un juego muy emotivo fue el de Veteranos. Disfrazó a jugadores del equipo Cuba, haciéndolos pasar por peloteros de mayor edad. Les pusieron barba. Pero bateaban durísimo. Los venezolanos protestaron, el asunto trajo sus disgustos, pero al final la camaradería se impuso.
“En ese tope, el juego efectuado en Cuba lo ganamos y el realizado en Venezuela también. El Comandante fue el director de la selección, y yo tuve el honor de ser su ayudante.
“Al final del partido en Venezuela, Chávez le picheó a Fidel. En uno de los lanzamientos que el arbitro cantó strike, Fidel no estuvo de acuerdo, pero al final, como siempre, la amistad y la solidaridad se impusieron”. (Pedro Chávez, destacado jardinero y director de los equipos Cuba )
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Siempre fue muy convincente
“Para hablar de Fidel, lo primero es expresar lo que significaba para nosotros. En pocas palabras, el deportista mayor. Tuve la oportunidad de compartir con él cuando me destaqué en el Mundial de Italia y los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Maracaibo, ambos en 1998.
“Me invitó a una recepción cerrada. Había un grupo de atletas. Yo era el último. Al saludarnos, me puso la mano en el hombro y dijo: 'Así que tú eres el famoso Tabares'. Yo pensé: 'Ay muchacho, qué habré hecho'. Me temblaba todo el cuerpo. Ese gigante delante de mí. Su imagen y haber sido reconocido por el máximo líder de nuestra Revolución, me dieron mucha fuerza para seguir destacándome en mi profesión.
“Otro recuerdo importante lo tengo del Clásico Mundial del 2006. Nos aconsejó mucho. Decía que siempre fuéramos con el fin de representar al béisbol cubano. Que disfrutáramos fuese cual fuese el resultado. Que íbamos a marcar un hito por ser amateurs y enfrentarnos a los profesionales.
“Al llegar a La Habana, nos entregó un bate a todos, y fue muy grata la conversación con él.
“Mientras estuve en el conjunto nacional, lo que más admiré fue la oportunidad de recibir su experiencia, y sentir su seguridad en lo que decía. Siempre fue convincente”. (Carlos Tabares, campeón olímpico y mundial)
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No lo hizo como una crítica, fue más bien un señalamiento justo
“Tuve la suerte de conocerlo en una preparación del equipo Cuba para los Juegos Olímpicos de Sídney 2000. Me encontraba atendiendo a los árbitros que participarían en esa olimpiada. Con sus características peculiares, me dijo con tremenda perspicacia: 'Del Risco, hace falta revisar a los ampayas que estás utilizando en los encuentros. Este entrenamiento es muy importante. Los muchachos se están buscando un puesto en el equipo Cuba'.
“No lo hizo como una crítica, fue más bien un señalamiento justo. Después cambié el árbitro y preguntó: ‘¿Cómo lo hiciste?'. Lo vi como una enseñanza, para que me diera cuenta.
“Un año antes, cuando el primer juego contra los Orioles de Baltimore, Fidel estuvo muy preocupado por la preparación de la selección. Una figura como él, pendiente de todos los detalles: lanzamientos, velocidad, jugadores. A partir de ese tope fue que surgieron los hoteles, las guaguas para la transportación... La Serie Nacional mejoró. Anteriormente, los muchachos dormían en el estadio.
“Hoy todavía se mantienen esas condiciones. Son cosas de la vida de uno, difíciles de olvidar.
“Realmente te atendía en cuanto podía hacerlo. Fue para nosotros muy importante. Siempre al tanto de los resultados de cada competencia, con actitudes dignas de imitar.
“Le tenía una atención especial a la pelota. Se dice fácil, pero cuando en el 75 se logró que cada provincia fuera representada en las Series Nacionales, eso fue muy grande. Todos estos recuerdos nos comprometen a seguir haciendo por el deporte nacional”. (Ernesto del Risco, jefe de Reglas y Arbitraje del béisbol cubano)
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Cuando logres una hazaña como esa, también te voy a premiar
“Comencé en las Serie Nacionales en 1972. Más tarde, en el 73, se celebró la Serie Mundial en el estadio Latinoamericano. Era mi primer año en el equipo Cuba. Era novato y fui seleccionado esa temporada como el mejor lanzador del campeonato mundial. Fui también escogido como el pícher derecho más destacado e integré Todos Estrellas de ese certamen.
“Estuve a un strike de convertirme en el primer pícher cubano en dar un no hit no run. Hazaña que finalmente logró el camagüeyano Juan Pérez.
“Fue justo el Comandante quien premió a Juan y al receptor Lázaro Pérez por haber recibido ese juego. En mi caso, me entregó la medalla de oro.
“Cuando los reconoció, me llamó y me dijo: 'Cuando logres una hazaña como esa, también te voy premiar'. Recuerdo que les dio un reloj Seiko muy bonito y grande, y además le puso su firma.
“Luego me lesioné el brazo. En 1978, cuando Pinar del Río e Industriales discutían la Selectiva, fue un juego en que Cheíto (Pedro José Rodríguez) dio el jonrón que decidió el campeonato contra Pinar.
“Él se acercó a la malla y le preguntó a Rogelio García si se había equivocado, o si ese lanzamiento lo había tirado así.
“Y de pronto, preguntó: '¿Y Julio Romero, dónde está?'. Y yo: 'Estoy aquí Comandante'. Se preocupó: '¿Qué problema tienes, que hace rato no te veo lanzar?'. Le expliqué las razones y me dijo: 'Recuerda que tengo un compromiso contigo. Que cuando logres la hazaña de la que hablamos, te voy a premiar’.
“Aquello me sirvió como un aliciente y me recuperé totalmente. Regresé al equipo nacional.
“En 1984 se celebró otro campeonato mundial en La Habana. En ese evento volví a ser el pícher más destacado de la selección cubana.
“Precisamente fue el Comandante el que me puso la medalla. Es una muestra de que siempre estuvo al tanto de nuestras actuaciones.
“En 1991 iba comenzar el Periodo especial, y mientras me colocó la distinción Mártires de Barbados, me dijo: 'Se avecina una etapa muy difícil para todos los cubanos. Debes cuidar esa guayabera porque no vamos a tener nada. Habrá mucha escasez'.
“Y hasta eso fue capaz de vaticinar. En estos momentos estoy mirando la foto en la que él me está poniendo la medalla”. (Julio Romero, destacado lanzador de los equipos Cuba y Pinar del Río)