A 60 años del fracaso de EE.UU. contra Cuba en cita OEA en Costa Rica
A 60 años del fracaso de los planes de Estados Unidos contra la joven Revolución cubana en una reunión de la OEA en esta capital, el organismo hemisférico continúa al servicio de los intereses norteamericanos.
Del 22 al 29 de agosto de 1960 se realizó en San José, Costa Rica, la VII Reunión de Consulta de los Ministros de Relaciones Exteriores de la Organización de Estados Americanos (OEA) y como ya era habitual desde el triunfo de la Revolución cubana, Washington, con el apoyo de gobiernos serviles de América Latina, perseguía excluir a Cuba de ese organismo.
En un documentado artículo por el aniversario 50 de este hecho, el investigador, periodista, profesor, coronel (r) de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y Doctor en Ciencias Históricas Eugenio Suárez recordó que por esos días, en Cuba solo se escuchaba una voz: ¡Con OEA o sin OEA ganaremos la pelea!
Asimismo, refiere que días antes de iniciarse el cónclave, el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, había desnudado que esa reunión no era más que una maniobra yanqui para hacerle una encerrona a la isla y destacó que la OEA no había hecho nada mientras el país era objeto de numerosas agresiones.
Sin embargo, bastó que la Unión Soviética declarara apoyo a Cuba si se cometiera contra ella el crimen de una agresión, para que la OEA convocara a esa reunión, a solicitud de Perú para discutir interferencias extracontinentales, llamado que 'casualmente' coincidió con un anuncio de Estados Unidos de un préstamo a Lima de 53 millones de dólares.
En su intervención el 25 de agosto, Raúl Roa -conocido como el Canciller de la Dignidad- denunció que el mayor peligro para América Latina en ese momento no venía de una eventual amenaza extracontinental, sino de las permanentes agresiones contra Cuba por parte de Washington.
Resaltó que el Gobierno Revolucionario de Cuba vino a San José no como reo, sino como fiscal. Está aquí para lanzar de viva voz, sin remilgos ni miedos, su yo acuso implacable contra la más rica, poderosa y agresiva potencia capitalista del mundo, Estados Unidos.
No sin antes destapar y rechazar la injerencia de Estados Unidos, la delegación cubana decide retirarse de la cita el 28 de agosto de 1960, luego que los gobiernos latinoamericanos votarán contra una propuesta de la isla en que denunciaba la agresión a un Estado americano (Cuba) por otro Estado del continente (Estados Unidos).
Para la historiografía cubana en San José quedaron establecidas las condiciones necesarias, conforme a los términos 'yanquis', para imponer la exclusión del gobierno cubano, lo cual se concretó mediante la Resolución VI, adoptada -con el voto en contra de Cuba- en la octava cumbre de la OEA en Punta del Este (Uruguay), el 31 de enero de 1962.
De nuevo en la cita , al anunciar la decisión de retirarse, Roa pronunció una histórica frase que marcaría la ruptura definitiva con la OEA: los gobiernos latinoamericanos han dejado a Cuba sola. Me voy con mi pueblo, y con mi pueblo se van también de aquí los pueblos de América.
La posición de los gobiernos latinoamericanos contrastó con el amplio respaldo popular que recibió la delegación cubana por el pueblo costarricense y cubanos residentes aquí.
Pero la respuesta de Cuba fue el 2 de septiembre de 1960, pocos días después de la servil Declaración de San José, cuando más de un millón de cubanos reunidos en la Plaza de la Revolución en Asamblea General del Pueblo de Cuba, adoptaron la Primera Declaración de La Habana.
En ese documento, leído por Fidel Castro, Cuba rechaza las pretensiones hegemónicas de Estados Unidos, su política de aislamiento y el servilismo de la OEA ante esas patrañas.
A 60 años de aquellos acontecimientos, la OEA continúa siendo un organismo al servicio de los intereses de Estados Unidos contra las naciones de América Latina que no se someten a sus dictados.
La actuación de la OEA en el golpe de Estado contra Evo Morales en Bolivia, en los planes injerencistas en Venezuela y en su silencio sobre las violaciones a los derechos humanos en Estados Unidos muestran que el ente continental no ha superado su historia de servilismo imperial.