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Tan cerca de Fidel

Date: 

15/08/2020

Source: 

Periódico Granma

Author: 

¡Mima, mima, ahí va Fidel!, gritó mi pequeño hijo de apenas ocho años, al ver pasar, por la esquina de la casa, los carros en los que el Comandante en Jefe acostumbraba visitar a los constructores del Contingente Blas Roca Calderío, responsables por entonces de levantar el Centro Nacional de Biopreparados (BioCen), sito en carretera de Beltrán, Km 1½, Bejucal, para la producción de biofármacos, medios de cultivo, antianémicos naturales y productos para la alergia, que hoy ha desempeñado un importante papel en el enfrentamiento al sars-cov-2.
 
De tantas veces repetirse la visita de nuestro Comandante al pueblo, hasta los más pequeños llegaron a familiarizarse con él. Por supuesto, no se veía al pasar, pero con certeza se sabía que quien viajaba en aquellos autos era él. Sin embargo, sucedía también que a veces los vehículos tomaban otros rumbos.
 
Llegó a comentarse que cuando eso pasaba era porque el primero de los carros confundía el rumbo. Aunque no podemos asegurarlo, entre los bejucaleños se hizo leyenda que Fidel mandó a construir una carretera que enlazaba la de la bajada de El Cacahual hasta la que lleva a Quivicán, para que nunca más hubiese confusiones en los itinerarios.
 
Estos encuentros a «distancia con el Comandante» siempre me traen agradables recuerdos. Antes, había estado más cerca de él durante sus visitas sorpresivas a la Escuela Secundaria Básica Camilo Cienfuegos, Ceiba 3, de la cual fui fundador, en la década de los años 70. Haberlo acompañado en su recorrido, en jeep, del campo hasta la escuela en varias oportunidades, y haber estado en el grupo de estudiantes con los que se ponía a conversar, aconsejarnos y  contarnos anécdotas de la Sierra, ha sido un privilegio en mi vida.
 
Muchos años después, trabajando ya en el diario El Habanero, volví a encontrarme con Fidel, con su figura agigantada de hombre del pueblo, de político que primero escuchaba a la gente y solo después daba su opinión, del revolucionario cabal, del humanista a toda prueba.
 
Lo tuve cerca en eventos culturales que me tocó reportar como periodista. En encuentros con los miembros de la Uneac, en congresos que se llevaron a cabo en el Palacio de Convenciones de La Habana. Lo acompañé junto a otros colegas en el acto nacional por el aniversario 25 de la fundación del Campismo Popular, celebrado en la instalación Los Cocos, en Santa Cruz del Norte. En todos estos encuentros, sentí siempre la misma alegría al poder tenerlo enfrente, escuchar sus sabias palabras, saberlo fuerte y grande como una montaña.
 
Pero hoy, a la vuelta de tantos años, me sacude con creces aquella expresión infantil, la de mi niño, avisándole eufórico a su abuela que en ese instante pasaba Fidel.