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Los cubanos de hoy ante la manipulación histórica y la guerra mediática (parte II y final)

Fidel, junto a integrantes del recién constituido Comité Central del Partido Comunista de Cuba, visita la redacción del periódico Hoy, donde se editaba en esos momentos el primer número del periódico Granma, el 3 de octubre de 1965. En la mesa, de izquierda a derecha, Ramiro Valdés, Isidoro Malmierca, Fidel Castro, Blas Roca, Osvaldo Dorticós y Faure Chomón. Justo detrás de ellos se aprecia a Juan Almeida, Carlos Rafael Rodríguez, Armando Hart y Guillermo García. Foto: Luis González
Fidel, junto a integrantes del recién constituido Comité Central del Partido Comunista de Cuba, visita la redacción del periódico Hoy, donde se editaba en esos momentos el primer número del periódico Granma, el 3 de octubre de 1965. En la mesa, de izquierda a derecha, Ramiro Valdés, Isidoro Malmierca, Fidel Castro, Blas Roca, Osvaldo Dorticós y Faure Chomón. Justo detrás de ellos se aprecia a Juan Almeida, Carlos Rafael Rodríguez, Armando Hart y Guillermo García. Foto: Luis González

Date: 

15/07/2020

Source: 

Periódico Granma

Author: 

La tergiversación histórica es uno de los objetivos de los contenidos que posicionan en internet y las redes sociales, medios digitales de comunicación articulados en la guerra comunicacional financiada por Estados Unidos contra Cuba. Sobre estos temas nos amplía el doctor Fabio Fernández Batista, profesor de Historia de Cuba en la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana.
 
–Con cierta frecuencia encontramos intentos de idealización del modelo democrático de la república prerrevolucionaria y de la Constitución del 40. ¿Cuál podría ser el interés por posicionar esa visión idílica?
 
–El interés por vindicar el modelo político republicano nace del afán por deslegitimar el poder constituido tras el triunfo revolucionario de 1959; ancla en la construcción discursiva de una «Cuba mejor» supuestamente destruida. Estamos aquí ante una posición insostenible, pues son claros los defectos de la República en el terreno señalado. La subordinación de la clase política a los intereses estadounidenses y de la oligarquía nativa, la corrupción, la demagogia, el fraude electoral, la escasa participación de los sectores populares en la toma de decisiones y los episodios de autoritarismo constituyen ejemplos que nos permiten tomar distancia del cuento de hadas que quieren vendernos. Merece subrayarse que el discurso cuestionador de las manquedades políticas de la República antecede a la Revolución y que se generó desde todos los ámbitos del espectro ideológico nacional. La historiografía que seriamente se acerca al siglo XX cubano no cae en el elogio vano a la política republicana.
 
«La Constitución del 40 ha recibido aplausos desmedidos que tratan de presentarla como ejemplo a seguir. Antes de cuestionar tal enfoque, han de subrayarse las innegables virtudes de esa carta magna. Sin dudas, fue un documento de importantes contenidos progresistas, que resultaron manifestación del afán de cambio que recorrió a Cuba durante las décadas del 20 y el 30, y que desembocó en la Constituyente. Ese texto constitucional hay que entenderlo como hijo del nacional-reformismo de sello burgués y de la presión ejercida por sectores sociales diversos convertidos en sujetos políticos de peso. No se pueden desentrañar las claves de esa Constitución si se echa a un lado la fortaleza del movimiento obrero, las luchas campesinas, los reclamos del estudiantado universitario y secundarista. Asimismo, la representación comunista en la lucha por los artículos de mayor conexión con los intereses populares. La Constitución del 40 intentó ser una respuesta a la crisis estructural de la República y, al mismo tiempo, devino plasmación de la singularidad del contexto internacional de alianzas contra el fascismo en el que se insertó.
 
«Ahora bien, los méritos de esa Constitución no logran esconder sus limitaciones. Era un texto conectado con la dinámica del capitalismo dependiente cubano. Una vez en el ruedo de la implementación práctica, los intereses contrapuestos que consiguieron encontrar la fórmula letrada para limar –relativamente– sus antagonismos volvieron a mostrarse como irreconciliables. A modo de ejemplo puede señalarse el hecho de que la proscripción del latifundio vino a consumarse en una Ley de Reforma Agraria solo después del triunfo revolucionario».
 
–Persiste cierto regodeo en las diferencias entre las tres organizaciones revolucionarias principales en la lucha contra Batista: el Movimiento 26 de Julio (M-26-7), el Directorio Revolucionario (DR) y el Partido Socialista Popular (PSP). ¿A quién resulta funcional políticamente resaltar esas divisiones?
 
–Divide y vencerás es una vieja máxima de suma utilidad en la política. Los enemigos de la Revolución siempre la han puesto en práctica y no creo que eso cambie. Ahora bien, la definición de la estrategia enemiga no implica desconocer nuestras fallas a la hora de analizar el complejo proceso de estructuración de un frente unitario entre las fuerzas revolucionarias. La concreción de la unidad entre el M-26-7, el DR, el PSP y combatientes de otras organizaciones que solemos olvidar fue difícil. Decir lo contrario equivale a mentir. Queda mucho por indagar en esta línea investigativa, amén de pasos sólidos que se han dado desde hace algunos años.
 
«Todo tema que airemos entre nosotros le resta armas a los que utilizan, en contra nuestra, los vacíos que dejamos. Estoy seguro que de ese recuento integral que le debemos a la Revolución saldrá siempre más luz que sombra. Una idea para mí es clara: el esfuerzo en pos de alcanzar una Cuba mejor moderó los disensos nacidos entre los integrantes de esa hornada heroica que se lanzó a consumar la obra grande de la que somos herederos».
 
–¿Qué lugar ocupa en esa intención de dividir una estigmatización absoluta sin mayor análisis hacia el Partido Socialista Popular?
 
–Hay cierta tendencia historiográfica que enfila los cañones hacia el viejo Partido Comunista. Los afiliados a esta línea insisten en resaltar los errores de la formación marxista, a veces desde posturas esquemáticas ajenas a los matices. Sin negar la connotación ideológica y por ende la intencionalidad de tal posicionamiento, no puede olvidarse que esa «leyenda negra» resulta la contraparte de la «leyenda rosa» que edulcora.
 
«El PSP no fue perfecto. Cometió errores políticos que le ganaron antipatías dentro del espectro progresista cubano. Junto al anticomunismo de la época, ciertas acciones del Partido abonaron el terreno para la hostilidad de la que fue objeto. Empero, existieron elementos positivos dentro de su trayectoria que han de ser colocados en el lugar que les corresponde. Al mismo tiempo, constituye un deber de elemental profesionalidad explicar los contextos que dieron pie a todas las políticas adoptadas por esa organización, las acertadas y las desafortunadas.
 
«Es necesario que la historiografía revolucionaria cuestione las manipulaciones que buscan desacreditar al PSP. Tal tarea solo resultará exitosa si logra tomar distancia de discursos simplistas que también inducen al desconocimiento del pasado, aunque desde posiciones ideológicas distintas».
 
–¿Cómo se articulan la tergiversación histórica, la estrategia mediática de Estados Unidos hacia los cubanos y el financiamiento de proyectos editoriales para internet y las redes sociales?
 
–El universo online se ha convertido en uno de los terrenos por excelencia de la batalla ideológica que libra el proyecto socialista cubano. La ampliación del acceso de la ciudadanía a internet incide en el protagonismo que gana el mundo web dentro de los debates gestados al interior de la sociedad civil. Superados, o al menos matizados, ciertos prejuicios que contribuyeron a la modelación de un discurso de sello crítico respecto al escenario de la red de redes, se viene afianzando la comprensión de que en la hora actual las reglas en el proceso de intercambio de ideas son otras.
 
«Las fuerzas hostiles a la Revolución se han volcado al uso de internet, en especial de las redes sociales, como plataformas de ataque contra la Isla. El discurso contrarrevolucionario, especialmente aquel que nace de un claro diseño enfocado en conseguir objetivos precisos, se encuentra posicionado en innumerables sitios web que bombardean, día tras día, las conciencias de muchos cubanos. En esta ofensiva permanente hay de todo, lo mismo refinados argumentos que burdos panfletos. El factor común en ambos tipos de proyección es toda una trama de financiamiento que proviene de centros gestores de la política exterior estadounidense. Hay bastante dinero destinado a horadar la resistencia de Cuba, a través de las vías que ofrece el intercambio permanente que supone vivir online.
 
«Al mismo tiempo, no se puede negar que se amplifican también debates animados por el descontento, la apatía, el afán de crítica y la necesidad de ser escuchados.
 
«La contraparte es la producción discursiva de los sitios digitales del entramado político-institucional del socialismo cubano y la libre expresión de esa parte de la ciudadanía que lleva a las redes su afiliación al proyecto socialista.
 
«Hay que aprovechar las potencialidades de las redes para colocar nuestros contenidos, nuestra verdad, nuestras razones. Urge superar el estilo de peleador de riposta que muchas veces nos marca. Debemos procurar ser los primeros en entregar la información sobre los acontecimientos del país. Toca asumir un discurso coherente con la especificidad de los medios digitales, propiciar la convergencia de las iniciativas institucionales con aquellas que nacen de la proyección individual y colocar en la red ingentes cantidades de contenido de calidad, es decir, información que eluda el esquema, la simplificación, la banalidad y el discurso manido y hueco casi siempre atado a la consigna.
 
«Sin embargo, la inserción en la batalla online no puede hacer que olvidemos la realidad terrenal. En la medida que sigamos haciendo de Cuba un país mejor y demostremos en la práctica de la cotidianeidad que el socialismo es una alternativa viable frente al capitalismo en la satisfacción de las necesidades del ser humano, tendremos más argumentos y fortalezas para combatir en las redes».