Mi casa fue mi Plaza
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A la Plaza, la de la Revolución, como a cada una de las calles y avenidas de este país, les faltó casi todo lo que las distingue un 1ro. de Mayo. Les faltó color; les sobró silencio.
A las casas, sin embargo, a la mayoría probablemente, las desbordó un bullicio inusual; inusual para un día como este, en el que los barrios, hasta muy adentrada la mañana, parecen desiertos.
El año pasado, mi hija, con seis años entonces, desfiló por primera vez. Le asombró casi todo, especialmente la gente, mucha gente feliz, cantando en la madrugada, agitando banderas cuando rompió el día, alzando carteles, fotos y, sobre todo, razones. Razones para celebrar, no la obra perfecta, sin errores o contratiempos, sino la voluntad de seguir construyéndola, entre todos, de la mejor manera. Y nos prometimos volver cada vez.
Este 1ro. de Mayo volvimos, de algún modo, aunque no de la forma que más nos gusta. Hubo Himno en medio de la sala; hubo aplausos, como sucede siempre a las nueve de la noche, desde hace tanto; hubo, a la manera de cada cual, un poco de desfile y mucho de agradecimiento.
Es cierto que los hogares, en estos tiempos de imprescindible distanciamiento social, se han vuelto un poco de todo, de escuela, de centro de trabajo, de plaza...
Si alguien nos hubiera dicho, hace un año atrás, que la celebración por el Día Internacional de los Trabajadores acontecería entre las paredes que hoy nos mantienen a buen recaudo, no lo hubiéramos creído. Eso es una locura, hubiéramos dicho. A las fiestas de pueblo no les pueden faltar las calles, habríamos pensado, seguramente.
Pero sucedió. Hubo jolgorio puertas adentro, porque, al final, lo único que no puede faltar son los motivos. Y a los cubanos, en todos los tiempos, con o sin pandemia, nos sobran los porqué: Porque estamos de pie, en medio de carencias, echando pa´lante; porque cada día intentamos repartir lo poco entre muchos, y nadie queda fuera; porque tenemos un Gobierno desvelado por los enfermos y por los sanos; porque cada día le arrancamos vidas a la muerte; porque nos impulsa lo justo, aunque nos cueste; porque tenemos solidaridad de más y un pueblo de altura...
«Hoy mi deber era, parafraseando al poeta, cantarle a la Patria, alzar la bandera, sumarme a la plaza». Y creo que, acaso, al fin lo logramos.
De balcón en balcón, de ventana en ventana, de bandera en bandera, le cantamos un poco a Cuba, que es como decir a nosotros mismos. Le cantamos a quienes sostienen y defienden esta tierra, a los médicos, a los obreros, al chofer, al policía...
De portal en portal, Cuba tuvo su 1ro. de Mayo. Mi casa fue mi Plaza.