Con el Himno y Fidel en mi Plaza
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La mañana de este Primero de Mayo en La Habana daba continuidad a una madrugada de trajines, situando la bandera en el balcón y a su lado un bello afiche de Fidel. Junto a ambos símbolos, esperamos a las 8 y con solemnidad y voz entrecortada, cantamos el Himno de la Patria.
Confieso que durante los segundos, cuando entonaba los acordes de la marcha, me trasladé a recuerdos de varias décadas atrás.
A mi mente llegaba Fidel hablando en la Plaza, allí donde lo vimos y aplaudimos aquel Día de los Trabajadores del 2000, cuando nos dejó para toda la vida un mensaje, su Concepto de Revolución, que es y será una lección para el andar cotidiano.
Fueron segundos que alcanzaron para trasladarme a la inauguración del Hospital Lenin, en Holguín, en fecha tan temprana como el 7 de noviembre de 1965; o a las decenas de veces que, como periodista, vi al Comandante inaugurando un consultorio del médico de la familia, o un policlínico, un gran hospital, o lo que quizás pueda catalogarse como una de sus mayores obras: los centros del polo científico, que había soñado y que el 15 de enero de 1960, aseguró en un discurso «el futuro de nuestra patria tiene que ser necesariamente un futuro de hombres de ciencia…»
En esta mañana de mayo, percibí al Fidel que siempre escribió con mayúsculas la palabra SOLIDARIDAD, y que hizo de ella no solo una expresión digna, sino una bandera que nos identifica en el mundo entero.
La abstracción era tal que el Himno había concluido y yo continuaba inmerso en aquellos recuerdos que por estos días repaso a cada instante, mientras cumplo, como paciente de alto riesgo, lo ordenado por los cardiólogos Llerena y Sheila y orientado por la dirección del país, de permanecer en casa.
Por cierto, en este distanciamiento social, he descubierto que aún me quedan muchas cosas porque hacer, entre otras y principalmente, la de leer y releer a Fidel, algo que hago por estos días, metido de lleno en aquellos caminos de la Sierra, que el Comandante describe en su volumen La Victoria Estratégica.
Y reafirmo, en cada página que leo, cuán necesario nos resulta el pensamiento y la acción de Fidel en tiempos de lucha contra otra guerra, la pandemia de la COVID-19.
Este Primero de Mayo cada uno de los más de 11 millones de cubanos hicimos nuestras propias plazas para desfilar. Y, mi mejor opción fue la de convertir el balcón en mi lugar de celebración, y mis recuerdos en la convicción de que seguiremos celebrando la fecha, porque continuaremos alcanzando victorias.