A los mártires se les recuerda con una conducta verticalmente revolucionaria
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Al siguiente día de haberse reunido con la Asociación de Colonos, Fidel, el 5 de abril, visitó la Facultad de Medicina de la Universidad de La Habana e inauguró la primera exposición de productos cubanos, cuya organización estuvo a cargo de la Asociación de Estudiantes de dicha Facultad.
En las palabras del líder de la Revolución se destacó que estábamos predicando el amor a lo nuestro, a nuestra patria, a nuestras cosas y dijo: «Hemos estado cubanizando a Cuba, porque aunque parezca paradójico Cuba no estaba cubanizada. […] Vivíamos en la sensación de que aquí todo era malo». (Revolución, 6 de abril de 1959, p.9.).
Por último, concluyó expresando que la Revolución es una obra grande que tiene que dejar su huella en todos los aspectos de la vida del país y de la Revolución. Y que no es una obra de un hombre, sino de todo el pueblo.
Alrededor de las nueve y media de la noche del 6 de abril, Fidel asistió a la Segunda Asamblea Nacional de Fabricantes de Calzado y expuso algunos de sus criterios sobre el desarrollo de esta industria en el país.
Al siguiente día, en horas de la noche, la sesión del Consejo de Ministros aprobó retirar de la circulación los billetes de 500 y mil pesos, la Ley mediante la cual se aumenta en 800 el número de camas del Hospital de Dementes de Cuba y la Ley Reguladora del Departamento de Asistencia a las Víctimas de la Guerra y sus familiares, incluyendo también a los familiares de las personas condenadas por los Tribunales Revolucionarios, por considerar deber del Gobierno proteger a las personas que a consecuencia de dicha guerra han perdido su sostén económico.
Con la asistencia de representantes de todos los sectores que integran la industria tabacalera y bajo la presidencia del Primer Ministro se efectuó, el 8 de abril, un Fórum Tabacalero para estudiar el tabaco desde la siembra hasta el mercado. En su intervención precisó que la campaña del Gobierno iba dirigida a la producción de aquellos artículos que consumen los cubanos y que se importan, y que ahora se pueden producir en el país, salvando las divisas.
En la Alameda de Paula, Fidel presidió el acto por el primer aniversario de la huelga del 9 de abril. Allí exhortó al pueblo a prepararse para nuevas y grandes batallas, en defensa de su destino, de la Revolución, de la libertad y de la soberanía de la Patria. Además, caracterizó como el más importante, al enemigo exterior y fustigó duramente a la prensa nacional venenosa y envenenada que actúa contra la Revolución.
Destacó, además, que teníamos suficientes fusiles para quitarles todos los que traigan los enemigos de la Revolución, que estos no actuarán impunemente. Y con voz emocionada manifestó que en defensa de nuestra causa noble, estamos dispuestos a derramar nuestra última gota de sangre.
También señaló que a los mártires no se les recuerda con letreros sino con leyes revolucionarias, con una conducta verticalmente revolucionaria. Y aclaró que los muertos no pertenecen a nadie, a ningún grupo, a ningún movimiento, los muertos pertenecen a la patria. Y concluyó: «saquemos a los muertos de los grupos y elevémoslos al sitial que merecen en el altar de la patria, donde todos los veneren y todos los respeten».
El 10 de abril, en la Ciudad Deportiva, el Primer Ministro analizó ante una entusiasmada asamblea de trabajadores eléctricos de toda la Isla los problemas de interés inmediato para los trabajadores de este sector.
Al siguiente día, Fidel contempla el inicio de los carnavales habaneros desde la tribuna presidencial, erigida en la escalinata del Capitolio. Narra el compañero Antonio Núñez Jiménez que al pasar la carroza con la reina del carnaval y sus damas acompañantes, estas dirigen su mirada al Jefe de la Revolución, quien las invita a subir al estrado.
Se estableció entre ellos una animada conversación, que interrumpe Fidel cuando ve desfilar a la reina del carnaval mexicano, invitada a los festejos. La bellísima mexicana saludó a Fidel desde su carroza y este le invita a reunirse con él y sus colegas cubanas. A partir de ese momento, el líder de la Revolución dedicó toda su atención a conversar con la mexicana, mientras las cubanas, sintiéndose un tanto preteridas, coordinan entre sí para preguntarle:
–Fidel, ¿y no dice usted que es necesario consumir productos de Cuba?
Fidel, sorprendido, responde: –¿Y qué, no creen ustedes que esta reina mexicana está consumiendo un producto cubano?
Todas, cubanas y mexicanas, no pueden contener sus carcajadas.