El mejor regalo: una sonrisa
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Desde las primeras horas del pasado 3 de junio, en que se inicia la erupción del Volcán de Fuego en Guatemala, la brigada médica cubana que labora en ese país, –específicamente en el departamento de Escuintla– se puso a disposición de las autoridades sanitarias y, de forma voluntaria, nuestro personal de salud comenzó a atender a la población en los propios lugares donde se encontraban antes de ser evacuados o trasladados a albergues.
Aunque la mayor parte de ellos están ubicados en el Hospital Nacional de Escuintla –sobre todo especialistas del Programa Integral de Salud y otros de Operación Milagro–, fue necesario cubrir sus horarios de trabajo habituales y, a la vez, acudir a los centros de evacuación ya diseñados, para atender a los damnificados.
En diálogo con Granma a través de las redes sociales, el embajador cubano en Guatemala, Carlos de Céspedes Piedra, relata que se comenzaron a hacer guardias de madrugada para que no faltara nunca la asistencia médica, porque no se podía dejar sufrir a nadie, había que brindarles auxilio, para lo cual ha tenido que trabajarse sin descanso.
Fue necesario entonces reorganizar el trabajo y junto al coordinador de la Brigada Médica a nivel nacional, el doctor Yuri Batista, los colaboradores trabajaban hasta en las madrugadas, a la vez que se comprobaba in situ el plan de evacuación ante desastres naturales que está previsto y que sería necesario implementar si la situación de la erupción volcánica se seguía complicando.
«Debo decir que desde el primer momento recibimos varias llamadas del ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla, quien daba seguimiento personal a este tema para informar a la dirección del país. Conversó también con nuestros colaboradores y también lo hicieron, por supuesto, nuestras autoridades del Ministerio de Salud Pública. Estábamos en el centro de la batalla y había que seguir manteniendo en alto el nombre de Cuba.
«Se tomó entonces la decisión de poner a disposición de las autoridades locales los 431 colaboradores de la salud distribuidos en 16 de los 22 departamentos del país. Y nuestra gente pedía que los enviáramos a donde hiciera falta, a los lugares más complicados y peligrosos».
SIEMPRE CON UNA SONRISA
La labor médica cubana en Guatemala no es nueva, pronto cumplirá 20 años; nuestros colaboradores llevan tiempo viviendo junto al pueblo, no en las ciudades, sino en las aldeas, en los pueblos más apartados e inhóspitos de la geografía guatemalteca.
La brigada que llegó a Escuintla como refuerzo está conformada por compañeros que en su mayoría han tenido participación en la «Henry Reeve» en Cuba y en el exterior, están muy bien preparados y tienen experiencia en el manejo de situaciones como las que han enfrentado después del 3 de junio, señala el diplomático cubano.
«La población refleja que les agrada mucho el trato de los brigadistas cubanos, siempre con una sonrisa en sus rostros. Apenas un ejemplo: cerca de donde ellos viven transitoriamente en Escuintla hay una barbería/peluquería y uno de ellos fue a allí para utilizar sus servicios y a la hora de pagar y sentir su acento le preguntaron de dónde era, explicó quién era y qué hacía y la dueña de inmediato le dijo que no podía cobrarle, a pesar de la insistencia del galeno de pagar su “corte de cabello”; pero fue imposible. La señora dijo que ellos eran los que estaban en deuda con los cubanos y que nunca podrían pagar todo lo que estaban haciendo allí en su pueblo. Diariamente reflejan con hechos diversos el amor hacia nuestro personal de la salud».
GRADUADOS EN CUBA SE SUMAN A LA LABOR
Según cuenta Carlos de Céspedes Piedra, los jóvenes guatemaltecos graduados en la Escuela Latinoamericana de Medicina en Cuba tienen su organización y participan en actividades, forman parte de la dirección de la Coordinadora de Solidaridad con la Isla y se sienten como un solo equipo de trabajo donde se mezclan sentimientos similares, sobre todo la fidelidad al legado del Comandante en Jefe Fidel Castro y al pueblo que los acogió como sus propios hijos durante sus estudios.
A las labores en Escuintla se sumaron algunos de ellos colaborando de manera voluntaria en la atención de los evacuados. «La semana pasada recibimos y compartimos con otro grupo de graduados de la ELAM, en esta ocasión salvadoreños que se habían trasladado a allí para poder ofrecer sus servicios.
«Cuesta hacer distinción dentro de estos grupos, incluso, muchos hablan muy parecidos a nosotros por los años vividos en nuestro país y llena de vida y regocijo compartir e intercambiar con ellos. Sientes que contrario a lo que algunos intentan demostrar, hay un relevo seguro en muchos jóvenes de América Latina y el Caribe y eso está en plena efervescencia».
UNA VALORACIÓN FINAL
«Si pudiera resumir la labor de nuestros colaboradores en Guatemala –cosa que es bien difícil– pensaría en aquella máxima martiana que nos reafirma que toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz. Y es que nuestros brigadistas son entrega, altruismo, sacrificio y amor; pero con total modestia y racionalidad en sus prácticas profesionales», afirma el Embajador cubano.
«En cada uno de ellos y ellas está en Fidel, sus ideas no mueren, están aquí, allí, en ti y en cada uno de nosotros. Camina junto a nosotros, se desvela como todos y asume como siempre su responsabilidad como el mejor. Pero la obra más grande está todavía por hacer en estos países hermanos, no podemos contentarnos con solo curar al enfermo, al necesitado. Tenemos que seguir ocupándonos de que se prevean las enfermedades, de que no mueran niños por enfermedades curables, de que no exista desnutrición; de que tengan escuelas y que muchos entiendan que los “niños son la esperanza del mundo”.
«Estas vivencias nos hacen potenciar el amor por nuestra Revolución, que no la queremos perfecta, pues sería imposible; pero sí puedo asegurar que es la más humanista de la historia».