¿Qué paradigma deja Fidel para los dirigentes cubanos?
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Bienvenidos a un nuevo podcast de Cubadebate a través de Spreaker, el cual también trasmitimos en vivo por nuestra página de Facebook. Gracias por acompañarnos. Hoy queremos dialogar sobre Fidel, su imaginario y pensamiento vivo, sus métodos e intuición, para ello hemos invitado a dos mujeres imprescindibles de la intelectualidad cubana.
Una es Premio Nacional de Periodismo José Martí; la otra, Premio Nacional de Historia, Ciencias Sociales y Humanísticas, ambas autoras muy conocidas, acuciosas investigadoras que nos han revelado en sus textos a un Fidel humanista, versátil y cautivador. Me acompañan: Marta Rojas, la periodista del Moncada, y la Doctora y profesora Ana Cairo Ballester. Bienvenidas y muchísimas gracias por aceptar compartir con nosotros sus conocimientos, su memoria histórica.
Marta, usted ha sido testigo de la evolución del pensamiento de Fidel, desde el juicio del Moncada hasta nuestros días, lo vio decir lo que pensaba y hacer lo que decía. ¿Qué elementos destacaría de la coherencia entre el discurso y la acción de Fidel Castro?
Martha Rojas: Precisamente ese es uno de los puntos más importantes de Fidel completo desde mi punto de vista, y comienza por convertir el revés en victoria. En 1953, antes de que comenzara el juicio, había un sentimiento general de que había fracasado el Asalto al Moncada, incluso en las personas que más simpatizaban con Fidel o con la ortodoxia, con la Revolución, de que ese líder que evidentemente había realizado un hecho extraordinario con aquella acción, con sus compañeros, estaba como decimos vulgarmente “en baja”.
Voy a tratar de recordar y hablarte lo que estoy recordando, sin ninguna teoría, yo no tengo esa capacidad. Llega el juicio. ¿Cómo él va a explicar ese fracaso? No tomó el cuartel por sorpresa, como era su plan. Entonces, yo estaba sentada a dos o tres metros por donde entraban los acusados, iba a iniciarse el juicio, en la sala de la audiencia de Santiago que es una sala del pleno inmensa, donde cabían más de 300 o 400 personas y la gran expectación era ver entrar a Fidel,y yo esperaba verlo así, abatido.
Entonces,cuando se abre la puerta,se siente un sonido metálico fuerte y veo a un joven alto, todo el mundo conoce como era Fidel, impecablemente vestido de negro azul, con unos zapatos que brillaban extraordinariamente, con una corbata de unos punticos, muy bien peinado y afeitado, chocaba las esposas y dijo: “No se puede juzgar a un hombre así, esposado, exijo ―o pido, no recuerdo si fue la palabra exacta― que me quiten las esposas a mí y a mis compañeros, y además, en mi condición de abogado pido asumir mi propia defensa”. Ante aquella sala donde habían más de 140 soldados con bayonetas caladas y estaba repleta de abogados, de familiares de quienes fueron involucrados en el Asalto sin tener que ver con el hecho, el tribunal quedó espantado, no sabían que hacer ni tampoco los oficiales que lo custodiaban. Se suspendió el juicio, Fidel ganó la primera victoria. Lo retiraron y pidieron unos minutos, no sé cuánto, alrededor de 15 o 20 minutos. Cuando regresaron Fidel ya no tenía las esposas.Entonces volvió a decir: “Exijo como abogado asumir mi propia defensa”. Le responden:“Doctor Fidel Castro ―ya no le dicen acusado―,después que usted responda como principal encartado ―‘como principal encartado’, no se me olvidan aquellas palabras―, entonces puede usted asumir su defensa”.Y ahí, él parado, vio pasar a todos sus compañeros sin esposas y colocarse en los bancos que estaban asignados. Ese revés del Moncada, constituyó la primera victoria. Desde entonces, siempre, siempre lo vi y creo que lo seguiré viendo ―por el ejemplo y por lo que ha sembrado― con ese mismo espíritu.
Otra anécdota, cuando el devastador ciclón Flora, en 1963, él estaba dando un recorrido con muchos periodistas ―yo iba por el periódico Revolución―,y dijo que “el Cauto parecía un Amazonas embravecido”, porque era una cantidad de agua enorme que iba al Golfo de Guacanayabo, al mar. Y en medio de aquella situación dice él: “¿Botar esa agua al mar? Esto no nos puede pasar más”, y ahí surgió la conciencia hidráulica. Inmediatamente llamó a Faustino y se creó el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, se hicieron las presas, que en Cuba solo existían dos o tres presitas, y todo el movimiento de presas que ha seguido hasta hoy.
Así fue todo el tiempo que lo conocí y vi cosas difíciles, momentos realmente impactantes y él decía: “vamos a hacer otra cosa”, y lo convertía en una victoria, en una cosa positiva, en algo nuevo, así es como te puedo responder esa pregunta uno de los signos de él es convertir el revés en victoria.
Intuición y carisma
Doctora Ana, en la antesala de este diálogo usted nos comentaba sobre la psicología política de Fidel y realmente, cuando él obtiene esa primera victoria ante el tribunal en el juicio del Moncada ―de la que nos habla Marta― usa métodos sicológicos.
Ana Cairo: Claro. Yo diría que hay un momento anterior, en su adolescencia, cuando llega al Colegio de Belén, él es como se decía, ‘un guajirito en La Habana’, empezando por la ropa que llevó, un joven cubano diría hoy: ‘llegó cheo’, con ropa desactualizada, no lidiaba con los compañeros de ahí. Pero él no se amilanó, y para demostrarlo está el famoso ejemplo del básquetbol. Él no sabía jugar, pero se dio cuenta que tenía que triunfar en el deporte si quería ser aceptado por su comunidad de estudiantes y le dice a Amando Llorente ―el jesuita que era su profesor guía en términos de aquella escuela― que le dejara practicar por la noche, con un bombillo, hasta que aprendió a jugar básquetbol. O sea, él llegó totalmente desajustado al medio y antes del año se convierte en un líder deportivo de la escuela. Ese es un modo de ser muy suyo, una acción reacción, y por supuesto, a medida que pasan los años también intervienen la experiencia política, la intuición.
Recuerdo haber hablado mucho con las hermanas de Pablo de la Torriente Brau, y ellas que le decían Nene, hablaban de la intuición. La intuición Pablo la valora muchísimo, pero es que la intuición es un instrumento de la experiencia, de la inteligencia. Fidel es un hombre muy intuitivo, la misma Marta tiene una anécdota de cuando terminó el juicio y él le pasó por al lado, y él no se dirigió a otra se dirigió a ella, eso quiere decir que él tiene intuición, capaz de saber quién es la persona adecuada.Por supuesto, lo que empezó siendo habilidades, después se va a convertir en un método político, en un método de trato a las personas.
En días pasados, en el periódico Granma salió la historia de un campesino que se hizo amigo de Fidel por teléfono, a ese hombre que nunca conoció personalmente, Fidel le pedía permiso para llamarlo dentro de 30 minutos. Ahí hay lo que se llama una atención personalizada, y que supone que esa persona hace un perfil tuyo, de tus características, de cómo puede interactuar contigo. Y eso lo hace con un académico pero lo hace con un campesino, lo hace con un niño o con un adulto. Quizás una de las cosas que más se van a recordar de Fidel es que te trataba a ti como si tú fueras tan importante como él, y eso eleva la dignidad humana, eleva la autoestima. Esos son los recuerdos que acompañarán a las familias y a las personas, porque no es sólo ese hombre, es que su familia dirá, ‘mi abuelo, mi papá, siclanito’, o sea, esas son las cosas importantes que quedan en la memoria.
Es que Fidel aprovecha la experiencia histórica, conversa con ocho generaciones, como bien ha dicho usted en otras ocasiones…
Ana Cairo: Pero con ocho generaciones que incluyen en cada generación desde los niños, hasta los abuelos. Hay anécdotas de Fidel que tendrán que ser contadas, como el gesto que tuvo de recibir a un niño que coleccionaba imágenes de él. Eso que contó Elián en algún lado, de cómo Fidel cuando se pudo acercar a él, después de todo el tratamiento sicológico que se hizo con él después del regreso―que fue un diseño científico―, cuando autorizaron a Fidel a poder hablar con el niño, Fidel se puso a la altura del niño.
Entonces, eso habla de una gran capacidad de carisma, pero también de una capacidad científica y política de tratar a casa persona como cada persona se merece, que es muy importante. Eso está en el concepto de Revolución, cuando dice: “es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos”. No trataba a las personas desde arriba, como un superior, te trataba como un igual humano, esos son cosas que todos tenemos que aprender de él.
Martha Rojas:Hay una cosa de la cual me estoy dando cuenta en este instante.
Ana Cairo: Eso es buenísimo.
Martha: El asunto se sabe, Ana lo ha dicho, pero nunca lo había visto así. El juicio se dividió en dos etapas, la primera, en la que él aplastó aquella gente en la medida que respondía las preguntas, que eran el Programa del Moncada, era Martí, era esto y lo otro…, hasta que tuvieron que buscar la fórmula de decir que estaba enfermo y que no lo llevaban más y luego hicieron otro juicio. Pero en esa etapa, eso que mencionó ahora Ana, cuando él se dirige a mí, es en un lugar chiquito, una salita de estudio, cuando termina lo que hoy se conoce como la Historia me Absolverá. Habían periodistas de los mejores órganos, aunque hubiera censura, era gente reconocida, yo no era nadie, ni siquiera estaba en la primera fila. Y él se acercó a mí como si conspirara, ahora me doy cuenta porque no fue conversación y me dice: “Tomaste nota, te vi, y de lo otro también, pero tú sabes que no te la van a publicar y que la censura de prensa va a seguir, y va a seguir”, como para desalentar. Y digo yo ahora: ‘¿Sería para probarme?’.
Ana Cairo: Es para todo eso.
Marta Rojas: Y le digo: ‘No importa, yo la guardo’.
Ana Cairo: Claro, ganó una cómplice, así consigue personas que se pasan para su bando hasta por un problema emocional, por un problema de simpatía, que es el primer nivel del enrolamiento.
A los primeros que el logró convencer fue a sus padres.
Ana Cairo: Creo que el caso específico de los padres no se trataba de convencerlos, algún día habrá que hacer un libro sobre eso. Sería muy interesante hacer un perfil sicológico de la madre de Fidel, que es un personaje, esa campesina que atravesó de Pinar del Río hasta Holguín, que no estudió y que hizo que sus hijos estudiaran. Creo que Fidel se parece a en muchas cosas de su madre, eso de convertir el revés en victoria está en la psicología de la estructura familiar, él que en muchas cosas se parece a su madre como también se parece a su padre.
Precisamente por el tipo de familia que ellos eran, tenían un concepto de unidad que está basada en la diversidad. Voy a poner un ejemplo que conozco más, los padres de Martí no tenían por qué entender a Martí, sin embargo estuvieron acompañándolo todo el tiempo, la madre de Martí decía “el que se mete a redentor sale crucificado”, esa era la idea que tenía la madre de Martí, ella nunca entendió que su hijo tirara su vida. No es el caso de Mariana Grajales, una mujer que invitó a sus hijos a la guerra, pero no es la generalidad, porque precisamente como una madre quiere tanto a su hijo no quiere verlo en peligro.
Pero yo creo que la madre de Fidel, de Raúl, y de todos ellos es un ejemplo interesantísimo psicológico de madre, porque es posible que ella no entendiera ni comprendiera todo lo que hacían, porque además estaban poniendo en riesgo sus vidas, hizo promesas como hacen todas las madres que tienen a los hijos en peligro por salvarle la vida, pero que al mismo tiempo, ella no estaba para juzgarlos, estaba para ayudarlos, en la función que le cabía como madre. Como ella lo veía, que a sus hijos cuando estaban presos no les faltara nada, en garantizar toda la estructuración, aunque necesariamente no sea desde el punto de vista del acuerdo, sino sencillamente es su función como madre, ayudar a sus hijos, apoyarlos, salvar la vida de sus hijos, proteger la vida de sus hijos, querer a sus hijos.
Y eso me parece también en el caso del padre, que es un español, Fidel en algún lugar habla de que él no tuvo todas las conversaciones que hubiera querido tener con Ángel, pero evidentemente en los silencios del padre también hay respuestas, porque el silencio habla tanto como la palabra. Ese cuento que hace Leal de cuando Fidel fue a buscar a Raúl, para traerlo, para que estudiara y entonces que el padre miró al grande y le dijo “pero tú te responsabilizas”. Ahí dijo más que en 18 discursos.
Ahí hay una comunidad familiar que yo creo que hay que trabajar más, porque no todo el mundo capta ese sentido de la familia, esa familia que estuvo acompañando a esos dos hermanos presos todo el tiempo, porque siempre iba alguien de la familia a visitarlos. Además que ellos lo exigieron, como pidieron que hubiera que llevar comida y cosas para repartirlas en el grupo, y eso supone también una estructura familiar, porque había que viajar a Isla de Pinos, no es un viaje aquí al Castillo del Príncipe. Ese apoyo salía de un amor a sus hijos, de un entender que también tenían el derecho, que tenemos todos, de que nuestros hijos cojan y decidan su camino estemos de acuerdo o no. Esa es una página de la familia cubana que yo creo que hay que trabajar más.
Marta Rojas: En relación con eso, voy a decir algo de Lina, yo la conocí. Tenía un carácter muy fuerte, ella no quería que sus hijos fueran como ella, una pobre campesina de Pinar del Río. Me atrevo a asegurar que ella pudo distinguir entre todos y vio esa fuerza de Fidel y lo apoyó bajo viento y marea, porque el padre lo quería para que fuera el gran director de esa finca, para que fuera a estudiar, estudiar y estudiar, eso también podía haber sido así.
Fidel tiene luz de carretera
¿Qué métodos tenía Fidel para cautivarnos?
Marta Rojas: Me hablabas del poder de persuasión, si vuelves a leer La Historia me absolverá verás que hay un momento en el que Fidel dice solemne y mirando hacia todo el mundo: “Gracias por la atención que me están prestando, ojalá tenga aquí a un ejército entero”. ¿Por qué? Porque él vio que aquellos guardias con bayoneta calada, que imagino que habrían escogido para ese juicio a los peores del Moncada, llegaron como fieras y cuando Fidel empezó hablar, a decir cosas, se fueron relajando y algunos terminaron con el fusil sobre las piernas.
Bajaron la guardia…
Marta Rojas: Sí, y él se da cuenta, estaba pronunciando un discurso de una profundidad tremenda, por eso dice: “Gracias por la atención que me están prestando, ojalá tenga aquí a un ejército entero”.
Ana Cairo: Ese es el mecanismo de seducción.
Fernando Martínez Heredia calificó al Comandante en Jefe como “un grande de verdad”, que hablaba para su tiempo y luchaba para su tiempo, y capaz de hablar y de luchar para un tiempo que no vería. ¿Qué paradigma le deja Fidel a los dirigentes cubanos de hoy?
Ana Cairo: Fidel le deja a los dirigentes cubanos de hoy, y a los dentro de mil años, un estilo de hacer política, del mismo modo que Fidel recibió una herencia de estilos de hacer política. Siempre le digo a mis alumnos que hay que leerse La Política, de Aristóteles; La República, de Platón; El Príncipe, de Maquiavelo. Fidel es un hombre que ha interiorizado la historia de una praxis política no sólo de Cuba, sino mundial. Fidel tiene a Martí como un paradigma, pero en muchas cosas Martí y Fidel no se parecen.
Fidel hereda una tradición universal de hacer política y él va adecuando las cosas a su estilo, a sus posibilidades. Fidel es uno de los grandes políticos del siglo XX del mundo, no de Cuba ni de América Latina. Fidel es un genio de la política, esos casos que se dan una vez cada mil años. Entonces, eso va a influir, por supuesto, más sistematizado, porque ahora estamos moviéndonos con las emociones de las personas que lo conocieron, pero cuando esto se convierta en análisis se verán más todavía esos métodos y esos modos de hacer.
Su capacidad de aprendizaje, es un hábito, que me parece extraordinariamente importante. Ese artículo que leí hace unos días en el periódico Granma, de cómo él se relacionó con ese campesino, que le pedía permiso para llamarlo por teléfono, que se interesó por su cumpleaños y le mandó un regalo que tenía que ver con el tema que los unía que era la experimentación. Son pequeños matices. José Martí trabajaba así mismo. Hay un cuento que se salvó de lo que recordaba María Mantilla: ella un día le preguntó a Martí por qué sacaba a bailar a las feas, claro era una niña, y él le responde: “porque a esas nadie las saca a bailar”. Era un modo de hacer psicología.
Fidel es un hombre de detalles, de pequeños detalles, de atender a las personas de acuerdo a lo que le gusta. Hay infinidad de ejemplos, el año 1961, cuando la Campaña de Alfabetización una centenaria se alfabetizó, Inés María se llamaba, y Fidel se la encuentra en un acto en la Ciudad Deportiva (La Habana), lo cuenta Núñez Jiménez. Y la señora quiso hablar con Fidel, intercambian, y al final cuando ella se va le regala una moneda a Fidel. Y le dice: “Comandante, esa moneda, que es muy rara, es porque usted tiene mucho de un ángel de la guarda”. El 8 de enero de 1959, cuando esas palomas se posaron en el hombro de Fidel, ese hecho tuvo muchas lecturas, y entre ellas una lectura religiosa, era un enviado de Olofi. Para la señora centenaria que le regaló la moneda a Fidel, en el ’61, él era también un enviado, Fidel lo único que hizo fue darle las gracias y agradecerle el modo.
¿Eso está en “Fidel imaginarios”?
Ana Cairo: Eso está en Fidel imaginarios, está contada la historia, el libro está por ahí dando vueltas, no se ha publicado pero está, por eso hay que recoger los imaginarios.
Fidel imaginarios es un libro de la profesora que aún no se ha publicado.
Ana Cairo: El libro se llama Audacia cultural, Fidel imaginarios. Pero dentro del libro hay una parte que llamé “Fabulario”, que recoge esas pequeñas historias, como la de ese campesino que dice que ‘Fidel tiene luz de carretera’, que todos tenemos luces de ciudad pero que él tiene luz de carretera, así él expresa su conciencia de la singularidad.
Multiplicidad de las inteligencias
Martha Rojas: Coincidimos, eso viene muy bien con muchísimas cosas que lo vi hacer a lo largo del tiempo en los recorridos, en Cuba y en otros lugares. En una ocasión, rodeado de hombres de ciencia, de agrónomos importantes, de dirigentes del Partido en una provincia, de personas que le podían dar orientaciones sobre determinadas cuestiones de la agricultura que él quería desarrollar, como las verduras en determinadas montañas de Oriente, pero que por el terreno requería una serie de cosas, cada uno le da ideas de que eso no va hacer posible, por esto y por lo otro, y le dan explicaciones lógicas.
¿Qué dice Fidel? “Mándame a buscar al Chino que anda por ahí, dile al chino que yo quiero verlo”, dice. Y un chino que tenía una huerta por allí cerca fue a verlo al otro día a las 6:00 a.m., en la Gran Piedra, Fidel le explica sus teorías científicas y el chino lo mira como diciendo “esto no está claro, o falta algo”. El chino toma la palabra y le repetía “a mí se me da”, pero “cómo que se le da”, preguntaba Fidel, “porque hago esto y esto” y le expone todas las teorías y las técnicas tradicionales, y resulta que Fidel concluye diciendo: “Háganlo como el chino”. Él dominaba la comunicación con las personas.
Otra cosa importantísima, hoy se habla de la solidaridad, los médicos en todas partes, la Brigada Henry Reeve, la solidaridad antes en Angola, en todos los lugares. Eso él lo enunció claramente en el juicio del Moncada, rodeado de bayonetas caladas, dijo que en Cuba siempre los revolucionarios de cualquier parte tendrían una casa y que Cuba ayudaría a todo el mundo.
Ana Cairo: Eso tiene que ver con una cosa que se llama la democratización de los saberes, eso lo hizo Fernando Ortiz. Para poner un ejemplo, Fernando Ortiz trabajaba con personas que tocaban un instrumento, pero que no sabían leer una partitura. Y Fernando Ortiz para hacer La africanía de la música folklórica cubana, Los bailes y el teatro de los negros en el folclor de Cuba, Los instrumentos de la música afrocubana tuvo necesidad de ellos porque eran los que tenían el saber empírico, entonces qué hizo, hacer equipos. Puso el saber empírico al lado un profesional, y así se hacen las cosas, los dos son importantes.
Estamos hablando de algo que no solo es privativo de Fidel, lo hizo Martí con los tabaqueros, lo hizo Martí en Nueva York, cuando formó parte de un equipo de personas que daban clases a los obreros cubanos y puertorriqueños en Nueva York, ahí es donde le dicen Maestro. ¿Por qué? Porque cada uno de nosotros es un saber, eso se llama la multiplicidad de las inteligencias.
Cuando Martí dice: “Los hijos de los campesinos no pueden apartarse leguas enteras día tras día de la estancia paterna para ir a aprender declinaciones latinas y divisiones abreviadas” estamos hablando de eso. Fidel lo vivió, porque no nos olvidemos que Fidel es rico en primera generación, sus padres son campesinos, sus padres son también de una cultura empírica.
Marta Rojas: Sí.
Ana Cairo: Entonces, él sabe muy bien que hay que oír al que sabe. Voy a poner un ejemplo que me pasó a mí en la Zafra del ’70. Estuve seis meses en el sur de Batabanó y allí querían hacer el plan Cordón de La Habana, de café, y teníamos que ir hablar con los campesinos y te decían: “Aquí lo que se da es papa y caña, mira muchachita deja la teoría, aquí lo que se da es papa y caña”. Cuando llevábamos seis meses nos dijeron: “Nosotros diremos que ustedes pasaron por aquí y nos dijeron, pero aquí lo que se da es papa y caña”. Tenías que aprender a convivir con la experiencia empírica, que es real. Tú estás en un cafetal y el guajiro te dice “dentro de 10 minutos está lloviendo” y mándate a correr, porque a los 10 minutos es el diluvio universal.
Por eso me parece excelente que Granma haya publicado el artículo sobre ese campesino en Oriente con el cual Fidel hablaba todos los días por teléfono, porque ese campesino tenía una experiencia en la Moringa que a lo mejor otro no tenía.
Marta Rojas: Ese equivalía al chino.
Ana Cairo: Exacto. Son métodos de trabajo que él continuamente reitera.
Fidel nos enseñó a pensar
Doctora, hemos hablado de métodos y saberes, y no quisiera concluir este diálogo sin hablar del pensamiento vivo, porque en una Mesa Redonda usted dijo que “Fidel Castro nos enseñó a pensar” y que ese era su mayor legado para el pueblo y la Revolución. Explíquenos un poco esa certeza suya.
Ana Cairo: Vuelvo a los griegos, a los romanos, a los persas, a todos. Creo que uno de los fines de la educación y de la cultura es el desarrollo de la enseñanza y del aprendizaje. Pero es enseñar a qué, enseñar a pensar. Y aprender a qué, a pensar.
Ahora, cuando oigo hablar de tanta tecnología y tantos medios, digo: ‘ahí falta una palabra’, si la tecnología y los medios no sirven para enseñar a pensar estamos en crisis. Esa es una de mis grandes preocupaciones en el mundo de hoy. Todo tiene que ir a enseñar a las personas a pensar, a razonar con su cabeza, a construir criterios, a construir utopías. Cada uno de nosotros construye utopías personales y eso es importantísimo.
Fidel, como el Che, como José Martí, Antonio Maceo, Carlos Manuel de Céspedes, como Sócrates… nos enseñó a pensar. Y eso es algo que hay que recalcarlo todos los días, la familia, los amigos, todo el mundo tiene que enseñar a pensar. Y enseñar a pensar quiere decir aceptar la diversidad, aceptar que yo voy a pensar de una manera diferente a ti y eso también forma parte de un aprendizaje.
Y retroalimentarnos de lo que piensa el otro.
Ana Cairo: Exactamente. En la Mesa Redonda, ustedes tienen grabadas una escena que a mí me parece fabulosa, como imagen de una personalidad, que es cuando Fidel hace un análisis de lo acontecido en el Moncada, él discute con Pedro Álvarez Tabío, se para frente a lo que estaba pasando y empieza hacer una especie de volver sobre sus pasos, él está construyendo un pensamiento, sacando conclusiones de lo que está hecho. Y en eso Martha tenía razón, eso es el revés en victoria, cuando tú aprendes a pensar a valorar, a incluir todos los elementos, para entonces avanzar hacia el futuro, hoy, mañana, dentro de tres mil años…
Dentro de tres mil años, cuando pongan el ejemplo de un pensador del siglo XX, uno de esos ejemplos será perfectamente Fidel Castro, como un hombre del mundo, del sistema mundial. Estoy en contra de los localismos, siempre le digo a mis alumnos, ‘cómo empieza nuestra América’: “Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea”.
No podemos ser localistas, tenemos que ser personas pensantes del sistema mundo, el sistema mundo se piensa en Europa, pero se piensa en Asia —Martha tuvo una experiencia interesantísima en su viaje a Vietnam, allí también se pensó todo el mundo—. En todas partes se piensa el mundo, Fidel es uno de esos hombres que pensó el mundo del siglo XX y también dejó claves para el siglo XXI. Por eso es importante para mí siempre verlo como un hombre que estuvo pensando hasta el último día de su vida, posiblemente antes de dejar de respirar estaba pensando.
Marta Rojas: Quisiera que la Doctora me hablara sobre algo que comprendo para mí, pero no sabría expresarlo como ella sí, sobre la ética y la estrategia del estadista, con un ejemplo que voy a poner. A lo largo de todos estos años, eso lo he visto montones de veces, hasta en la Crisis de Octubre. Mira lo que ocurre: cuando ya es insoportable la presencia de Fidel para los magistrados en el Palacio de Justicia, con censura y todo, le mandan a decir que él no puede seguir yendo allí, ni como abogado, de ninguna manera. Y lo retiran de esa parte del juicio y tiene que esperar unos días hasta el 16 de octubre para celebrarle el juicio.
Pero aun así hay presión por parte de la dictadura, que irá a decir este hombre, se preguntaban, no puede volver de ninguna manera al Palacio de Justicia, decían. Y ordena a la sala que hagan un certificado médico y que digan que él está enfermo. Le da la orden al jefe de la cárcel militar que tiene que decirle al médico que le haga un certificado diciendo que Fidel está enfermo, porque no quieren sacarlo, porque en Santiago todo el mundo empezó a decir ‘Fidel dijo esto, lo otro, etc.’.
Entonces, ese médico que se llamaba Juan Martorell García, nunca se me olvidará el nombre de él, de unos treinta y pico de años, magnífico médico, pero tenía ese cargo. Ético, muy ético, va a ver a Fidel, porque el director de la cárcel le dice que si lo sacan le van a aplicar ley de fuga. Martorell va a ver a Fidel a su celda, lo ausculta y le dice: “Mire Fidel Castro, tengo esta orden, si yo no cumplo a usted lo matan, todas las condiciones están creadas pero yo soy un médico, tengo una ética médica y para mí esto es muy difícil. Dígame ¿qué hago?” Respuesta de Fidel Castro: “Actúe según su conciencia”.
Ana Cairo: Claro.
Marta Rojas: Aquel médico no tiene qué hacer y se retira. Entonces Fidel se queda allí solito. Hace una carta diciendo que no está enfermo, que pueden mandar a todos los médicos que hagan falta. Busca un preso común que pasa cerca de la celda, lo llama, porque allí hay un individuo que tiene un cargo en la cárcel que trata de cuidarlo. Hay un misterio ahí, vaya, no es un asesino, no quiere hacerle daño, por eso le mandaba la comida con el preso común para que los soldados no le fueran a echar algo. Fidel llama al preso común y le da la carta. Le dice: “Dásela a aquella, que es abogada”, Melba, la única que podía pararse y que la escucharan.
Cuando llega el pase de lista al día siguiente: “Fidel Castro, Fidel Castro”, dice el tribunal. “No, hay un certificado médico que alega que él está enfermo, se está reponiendo y no puede venir de ahora en adelante al juicio”, responden. Melba pide la palabra y dice: “Aquí está la carta, una carta escrita por Fidel Castro diciendo que no está enfermo”.
Sobre esa táctica, esa ética y esa estrategia de la política de Fidel que se evidencia en este caso, es la que quiero que nos expliques de una forma más profesional.
Ana Cairo: Ese es un buen ejemplo de una estrategia de pensamiento, o sea, cuando una persona sabe pensar, sabe estructurar distintos caminos. Es evidente que Fidel agradeció al médico su sinceridad, entendió. Ese hombre estaba cumpliendo con su deber, pero él tenía que tener también alternativas frente a las dos opciones que ahí habían: que el médico no hiciera el certificado o lo hiciera.
Ahí es donde está la capacidad de pensamiento. Por eso estamos hablando de un gran pensador, pero no un pensador a escala de pequeñas minucias, aunque las minucias son importantes. El que sabe pensar piensa en grande, pero también piensa en chiquito. Hay un ejemplo que es estremecedor, la velada solemne del Che. Usted la mira y parece que no fue tan espontánea, eso fue bordado al detalle por Fidel Castro y Celia Sánchez, a tal punto que el mismo Nicolás Guillén confesó que él quería que se grabara la lectura del poema Che, Comandante para evitar cualquier error si se ponía nervioso. Fidel le mandó a decir que lo tenía que leer, porque no es lo mismo una grabación que la voz. Cuando uno estudia la dramaturgia de la velada solemne, se da cuenta que hay algo.
Hay infinidades de anécdotas de que todo tenía que estar preparado, Fidel no es hombre de espontaneidad, aunque puede tener situaciones de espontaneidad. Cuando hay que hacer las cosas bien, las sabe hacer. Esa intervención de Fidel en Rio de Janeiro donde le dijeron que tenía siete minutos y habló cinco, es un extraordinario ejemplo, desconcertó a todo el mundo. Pensaban que le iban a tener que quitar la palabra y el hombre se aparece con cinco minutos.
La capacidad para introducir la sorpresa, que tú seas imprevisible también, es un factor. Todo eso es inteligencia, es método, por eso hablaba de intuición, pero también de un estudio de la psicología humana, de las coordenadas. No es solo la psicología de las personas, es también la psicología de un elemento, como en esa escena fabulosa que está grabada de él en la ONU, que le pusieron también un reloj y cogió un pañuelo y lo tapó. Pero cumplió el tiempo. Todos esos son extraordinarios ejemplos para ver esa gran inteligencia en un ser humano, esa capacidad de adaptarse a todas las coordenadas, las previstas y las imprevistas.
Lamentablemente, el tiempo se nos acaba, necesitamos muchas vidas para hablar sobre Fidel.
Marta Rojas: ¿Puedo decir una cosa?
Por supuesto.
Marta Rojas: Yo hablé con ese médico al día siguiente —la hermana había estudiado conmigo en la escuela primaria— y me dijo que se pasó toda la noche llorando. Después ese médico se incorporó al Movimiento 26 de Julio, fue un brillante trabajador, revolucionario, él y toda su familia.
Otro detalle, sobre Fidel y La Historia me absolverá: Fidel, desde la cárcel, le pide a Haydée y a Melba que impriman 100 mil ejemplares del libro. Ana, no me negarás que ni de Fernando Ortiz se imprimían aquí 100 mil ejemplares, vaya, ni de la hoja parroquial. Con un esfuerzo enorme se imprimen 10 mil ejemplares, unos cuantos en New York, etc. Pasa el tiempo y un buen día estoy, de casualidad, junto a él y Haydée, y ella le dice: “Fidel mira que buscamos, pero aquí nadie imprime 100 mil ejemplares, ‘por qué nos dijiste que imprimiéramos 100 mil ejemplares, nosotros no sabíamos qué hacer. Y Fidel responde: “Para que hicieran 10 mil y se esforzaran”.
Ana Cairo: Claro, ahí lo tienes (Risas).