Fidel llevó el deporte en la sangre
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Fidel Castro brilló desde los primeros años de la Revolución –entre otras muchas tareas– por su determinación de concederle su verdadero significado al deporte convirtiéndolo en un movimiento intensivo de masas.
El año de 1961 estuvo signado por la victoria de abril sobre la invasión mercenaria de Playa Girón y por el éxito de la Campaña de Alfabetización, hitos reconocidos en América Latina en medio de un panorama donde la administración estadounidense de John F. Kennedy amenazaba con emprender una nueva agresión a la Isla y presionaba a gobiernos títeres del continente para obligarlos a romper relaciones con nuestro país, como lo hizo en noviembre de ese mismo año el presidente venezolano Rómulo Betancourt, traición repudiada por ese pueblo hermano volcado en las calles.
Así, desde los mismos inicios de la Revolución Cubana, comenzó a tomar cuerpo esa convicción que nos acompaña hasta hoy de resistir y avanzar, pues las condiciones impuestas por los vecinos norteños no detendrían la determinación de hacer del nuestro un pueblo saludable y fuerte, preparado para enfrentar cualquier eventualidad. Sin embargo, junto al impulso de ideas renovadoras en diferentes campos de la vida cotidiana, también era preciso concebir una nueva planificación del deporte, modificarlo absolutamente en su organización para lograr su práctica intensiva y sumar de manera masiva a la población.
Creado el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder) el 23 de febrero del propio 1961, un momento crucial en su devenir lo marcó la Primera Plenaria Nacional, que sesionó durante los días 18 y 19 de noviembre en el Coliseo capitalino, como cierre de un proceso de seis semanas en las entonces seis provincias del país, en el que surgieron las bases para establecer planes de trabajo y crear los Consejos Voluntarios Deportivos (CVD), que llegaron a fomentarse con más de 100 000 activistas en la nación.
Fidel resumió esa reunión ante un auditorio de mujeres y hombres dispuestos a emprender la creación de 6 000 CVD en los municipios, barrios, fábricas, granjas cooperativas y donde fuera posible estimular la práctica de la Educación Física y el deporte. En la cita participaron representantes de la Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR), los CDR, la FMC, las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), la ANAP y la CTC, cuyo fundador y dirigente obrero Lázaro Peña también se dirigió a los asistentes.
PENSAMIENTO PERDURABLE
Las ideas medulares del pensamiento del Comandante en Jefe sobre el deporte expresadas en ese noviembre mantienen su vigencia. Hoy siguen siendo la unión de la escuela y el hogar el caldo de cultivo de un hombre sano, capaz de aprovechar sus potencialidades en bien de la sociedad. De ahí la prioridad de realizar los eventos interescuelas, los Juegos Escolares y Juveniles, entre otras competencias, en el ánimo de contribuir a la salud e incrementar la cantera de prospectos para el alto rendimiento. Ese propósito solo se alcanza a partir de revitalizar el trabajo en la base, incentivando la iniciativa local en la posible solución a carencias materiales, y contribuyendo a la superación de los entrenadores, aun en medio de las actuales limitaciones económicas.
«Es necesario llevar hasta el máximo el esfuerzo en favor de la Educación Física y el deporte en la escuela primaria, en los centros secundarios, en las fábricas, en las granjas, cooperativas y en todos los núcleos de masas», decía Fidel con visión de futuro en la clausura de la Plenaria Nacional, interesado en desatar un movimiento que borrara la imagen heredada del capitalismo cuando solo el 0,25 % de la población participaba en actividades deportivas. Era importante «despertar en el pueblo el interés por los deportes que se frustró en años anteriores, porque no era una actividad del pueblo humilde», señalaba el entonces Primer Ministro.
Abrirle campo a la mujer en las diferentes disciplinas resultó otra de las encomiendas confiadas a los nacientes CVD, en un despertar en pos de la ejercitación de la población en el que también cobraron fuerza las pruebas de eficiencia física LPV (Listos Para Vencer) y los muy propagados Fisminutos, práctica en la que un grupo de personas de determinado centro laboral o de otra índole se reunían diariamente para hacer ejercicios durante unos minutos.
PRESERVAR LOS VALORES
Fidel estaba convencido –como aconteció en los años posteriores a 1961– de que «es imposible que un movimiento deportivo de masas como el que está teniendo lugar en Cuba, no arroje un número extraordinario de atletas verdaderos», aseveración refrendada por los éxitos de Cuba en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, Panamericanos y Olímpicos, por solo citar a eventos multidisciplinarios.
Hoy, cuando se globalizan los adelantos científico-técnicos y se ha encarecido la participación en los certámenes internacionales, el Inder incorpora paulatinamente a sus deportistas a clubes extranjeros, bajo el análisis de dónde hallarán condiciones idóneas para alcanzar la maestría, al mismo tiempo que mejoran su entorno económico, respetando los principios regidores de la política deportiva del país. No obstante, aún persisten deudas en la organización de campeonatos nacionales de diversas disciplinas, llamados a enriquecer el caudal de jóvenes con condiciones para, además de trabajar en pos de la salud, integrar las filas del alto rendimiento.
Durante toda su vida, Fidel ponderó la preservación de los valores humanos, de ahí su confianza en la labor colectiva, porque el deporte «enseña a esforzarse, disciplinarse, trabajar colectivamente porque precisamente los deportes se practican, por lo general, en equipo y así se aprende a trabajar colectivamente».
Fidel fue un amante del deporte. Lo vivió y lo sintió; acompañó y disfrutó las hazañas de los cubanos en un sinfín de competencias. Su ejemplo perdurable bien podría recogerse en este criterio que expresara en la clausura de la Plenaria Nacional del Inder, en 1961: «Es por eso el deporte una tan maravillosa actividad que no solo ayuda a la salud física, no solo ayuda a formar el carácter, no solo ayuda a forjar hombres de espíritu y de cuerpo fuertes, sino también alienta al pueblo, entretiene al pueblo, entusiasma al pueblo y hace feliz al pueblo».
Aquel 19 de noviembre dio pie para que se instituyera esa fecha como el Día de la Cultura Física y el Deporte.