Biotecnología cubana, orgullo de nación
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En Cuba, la obtención del interferón a partir de glóbulos blancos en tiempo récord suscitó el asombro de la comunidad científica internacional. Era el año 1981.
En Cuba, desde 1992 la vacuna cubana contra la hepatitis B se aplica masivamente a recién nacidos.
En Cuba, productos como el Factor de Crecimiento Epidérmico permiten acortar el tiempo de cicatrización de quemaduras por úlceras por irradiación en pacientes cancerosos.
En Cuba, la vacuna tetravalente contra difteria, tosferina, tétanos y hepatitis B (TRIVAC HB); así como la vacuna Pentavalente (Heberpenta) encabezan el Programa de Vacunación Nacional desde el 2005.
En Cuba, desde1993 se encuentra a disposición de la red de hospitales nacionales la estreptoquinasa recombinante cubana, producto que restablece el flujo sanguíneo en pacientes que sufren infarto del miocardio, y previene la necrosis isquémica del tejido.
En Cuba y para el mundo, el Programa de Atención Integral al Paciente con Úlcera de Pie Diabético con el uso del Heberprot-P ha favorecido a 65 000 cubanos y a 250 000 pacientes de otras naciones.
Lo cierto es que toda la familia cubana se ha beneficiado con algún producto del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) y esa es hoy —a decir de su director general, Eulogio Pimentel— la mayor recompensa que exhibe este colectivo.
La nación caribeña cuenta con una importante tradición científica y es reconocida internacionalmente por su posición avanzada en la Ciencia moderna en múltiples renglones. Ha sido el desarrollo científico prioridad real desde el triunfo revolucionario, de ahí que para reforzar el impacto social de los productos biotecnológicos cubanos podríamos enumerar otra larga lista de logros alcanzados por la ciencia nacional, un reto en líneas para cualquier género periodístico.
Sin embargo, es preferencia en esta ocasión destacar la labor desarrollada, desde su fundación por el líder de la Revolución Cubana, en julio de 1986, del CIGB, cuyo prestigio lo ubica entre las instituciones capaces de alcanzar altos niveles en la investigación, desarrollo, producción y comercialización de productos biológicos.
FIDEL Y UNA HISTORIA DE CIENCIA
La dirección de la Revolución cubana percibió tempranamente la importancia de las ciencias como factor de independencia nacional. El 15 de enero de 1960, en el discurso pronunciado por el XX Aniversario de la Sociedad Espeleológica de Cuba, Fidel dijo: “El futuro de nuestra patria tiene que ser necesariamente un futuro de hombres de ciencia, un futuro de hombres de pensamiento, porque precisamente es lo que más estamos sembrando; lo que más estamos sembrando son oportunidades a la inteligencia, ya que una parte considerable de nuestro pueblo no tenía acceso a la cultura, ni a la ciencia”.
La clarividencia de nuestro líder perseguía como principal objetivo “que no se perdiera ninguna inteligencia y que resultara imprescindible que todo el pueblo se preparara intelectual y culturalmente”.
Con Fidel al frente como su máximo promotor, desde 1981 se decidió promover a la biotecnología como una de las principales industrias del futuro desarrollo nacional. Ese mismo año, un grupo de científicos cubanos inicia en Cuba la producción de interferón alfa leucocitario humano, estabilizándose la producción en corto plazo y logrando comenzar en junio su aplicación en la práctica médica.
El pensamiento científico de Fidel se evidencia desde su alegato La Historia me absolverá y se puso en práctica desde los días en la lucha guerrillera. Desde el Moncada ya pensaba y hablaba de los servicios médicos en Cuba y cómo sería el país cuando toda la población recibiera ese servicio elemental.
30 AÑOS SÍ ES MUCHO
Según ha manifestado el doctor Eulogio Pimentel, director general del CIGB, la institución creada por Fidel y ejecutada por eminentes científicos cubanos actualmente tiene 48 proyectos destinados a convertirse en productos que, en unos cinco a diez años, pueden duplicar o triplicar las ventas por exportaciones.
El reto está en convertir lo que es una potencialidad en resultados tangibles en la principal empresa exportadora del país en esa rama, agregó.
Perteneciente al grupo empresarial BioCubaFarma, en 2015 el CIGB aportó el 30 por ciento de lo que exportó en valores la organización, significó.
El mercado de la biotecnología cubana es atrapado por las trasnacionales, pero la mayor recompensa de esta industria está enfocada, tanto al impacto en la salud, como en la economía, expresó Pimentel.
Explicó que el ciclo de un proyecto de investigación como promedio de la industria hasta que llega al mercado es de 800 millones de dólares y a veces hasta mil millones de dólares, y puede tardar de 10, 15 a 20 años, en dependencia de la complejidad del proyecto.
El directivo señaló, además, que sólo la voluntad política, la integración entre instituciones, y el sistema de salud cubano, propician que el producto cierre su ciclo.
Así, el 2017 llega con nuevos planes y proyectos para llevar los logros de la ciencia hasta cada cubano.
Un ensayo clínico con el Heberferon se iniciará este año en Cuba a unos 300 pacientes con carcinoma renal y en pacientes con tumores cerebrales malignos; mientras que una vacuna terapéutica, TERAVAC-VIH, encaminada a reducir la carga viral de pacientes con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), y que repercute en la calidad de vida de los enfermos, se encuentra actualmente en la fase uno de ensayo clínico, en la que se estudia su seguridad.
Siendo así, solo se puede deducir que crecer es lo que le resta hoy a este centro joven cuando arriba a su trigésimo aniversario.