Expedición del Yate Granma (I)
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El 25 de noviembre del año 1956, partió la expedición del yate Granma de Tuxpan, México, hacia Cuba. Ese día y mes se convertirían en una fecha histórica inolvidable. Exactamente sesenta años después, en el año 2016, acontecía la dolorosa desaparición física del Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz. ¡Qué coincidencia¡
“A la 1 y media de la madrugada partimos a toda máquina”… así Raúl Castro comenzaba la madrugada del 25 de noviembre de 1956 en su diario de campaña. Fueron casi 18 meses en México de intensa labor de preparación de los futuros expedicionarios y de resolver las condiciones materiales para el viaje: adquisición de armamento, avituallamiento, alimentos para los expedicionarios y el transporte. Todo en medio del asedio de sicarios del Dictador y actuar cuidadoso para no violar las normas mexicanas.
Fidel, al referirse a la organización de la expedición del Yate Granma expresó: “Desde la prisión sabía que trabajar dentro de Cuba sería muy difícil, el régimen iba a mantener un completo y perenne chequeo sobre mí…..Nuestra idea era salir del país, viajar a México, porque en Cuba era una tradición desde las guerras de independencia. México era el país donde siempre se habían refugiado los revolucionarios cubanos” (1) “…organizar allí una fuerza capaz de enfrentar a la tiranía mediante la lucha armada. Ya para entonces pensaba nuclear alrededor de 300 hombres, adquirir igual número de armas automáticas, realizar una expedición y reanudar la lucha en la Sierra Maestra” (2)
Los 82 expedicionarios del Yate Granma, encabezados por Fidel, se dirigían a iniciar esa lucha. Más adelante, el Comandante en Jefe sobre esa fecha expresó: “¡Navegamos 1500 millas! Pasamos hambre, sed. Como a última hora tuvimos que partir de manera apresurada, llevamos poco alimento y escasa agua –el viaje se prolongó dos días (7 en lugar de cinco)- llegamos con una pulgada de combustible en los tanques… El desembarco fue muy difícil (…) Llegamos a un lugar pantanoso, los hombres se enterraban en el fango. Pasamos un trabajo tremendo” (4).
Expedicionarios del Granma en México
Días después del desembarco y ante la sangrienta acción de las fuerzas de la dictadura, el año 1956 concluía con el siguiente resultado:
“El contingente expedicionario que desembarcó por Las Coloradas el 2 de diciembre, ha sufrido un total de 56 bajas que representaron el 68 % de la fuerza expedicionaria, 21 resultaron muertos, la gran mayoría asesinados por esbirros de la dictadura; otros 21 fueron capturados por el enemigo, 14 lograron escapar del cerco, algunos heridos y enfermos” (5).
No obstante tan dolorosos hechos, la expedición fue una hazaña que daría continuidad a la acción del Cuartel Moncada y abriría el camino para la derrota de la tiranía y posteriormente la construcción de una nueva sociedad.
Fidel al partir de la Habana a México el 7 de julio de 1955 para organizar esa expedición, expresó: “Ya estoy haciendo la maleta para marcharme de Cuba, aunque hasta el dinero del pasaporte he tenido que pedirlo prestado, porque no se va ningún millonario, sino un cubano que todo lo ha dado y lo dará por Cuba. Las puertas adecuadas a la lucha civil me las han cerrado todas. Como martiano, pienso que ha llegado la hora de tomar los derechos y no pedirlos, de arrancarlos en vez de mendigarlos. La paciencia cubana tiene límites (…) De viajes como este no se regresa, o se regresa con la tiranía descabezada a los pies.
Cuando entró en La Habana, el 8 de enero de 1959, apenas tres años y medio después de su partida, Fidel, el Guerrillero del tiempo, regresaba con la hazaña cumplida y el juramento realizado. La tiranía había sido destruida.
* MSc. Martha Eugenia López Villeda, mexicana, incorporada al proceso revolucionario cubano desde 1955, ha escrito varios libros.
(1) Fidel Castro Ruz, Guerrillero del tiempo. Tomo II, reimpresión 2016, pag 331.
(2) Ídem, pag. 332
(3) Idem, pag. 438
(4) Ídem, pag. 439
(5) El Retorno Anunciado, de Heberto Norman Acosta. Pag 290.
(6) Fidel Castro Ruz, Guerrillero del tiempo. Tomo II, reimpresión 2016, pag 334.
(7) Ídem, pag. 335.