Fidel: Una visita histórica
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Recientemente se cumplieron 50 años de la fundación del Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, lo cual aconteció el 1 de noviembre de 1966, cuando se hallaba en el séptimo piso del Hospital Comandante Manuel Fajardo.
Ese importante hecho de la medicina cubana lo recuerda perfectamente el Profesor doctor Alberto Hernández Cañero, uno de los médicos fundadores del mencionado Instituto.
Entre otros casos, a él le correspondió la atención médica del Presidente de la Academia de Ciencias de Cuba, doctor Antonio Núñez Jiménez; primero, en 1966, por padecer una angina de pecho y después, en 1968, por un ateroma, lo cual impedía que la sangre circulara con fluidez al corazón.
En esta última estancia hospitalaria de Núñez Jiménez, y precisamente, el 7 de octubre de 1968, se produjo un hecho tan inusitado como de suma importancia, la primera visita del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz al Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular.
Aquel acontecimiento sería narrado por Núñez Jiménez a su querido amigo Luis Amado Blanco, entonces Embajador de Cuba en el Vaticano, en extensa carta de fecha 21 de octubre de 1968, diciendo en su introducción:
"Estaba acostado conversando con el compañero Rolando Álvarez, Secretario General de la Academia, fue como hace dos semanas, eran las siete de la tarde, se abrió la puerta como cuando entra Fidel, de golpe, caminando sobre mí a zancajadas, con unos quesos en la mano de los cuales te hablaré después. Su habitual saludo: “Buenas”. Se dejó caer como una mole sobre la butaca a mi derecha y colocó sus botas ¡qué botas! debajo de la cama y como me vió moverme con mucha agilidad, siempre sobre el lecho, se admiró un poco y sobresaltó, pero yo no le hice caso y hablé con él como si estuviera en un campamento y no en un hospital".
Aquella no fue una visita ocasional y sí reflejo, como en tantos actos de Fidel, de su humanismo solidario. Y es que como escribiera Núñez Jiménez: "Dentro de aquel uniforme verde olivo hay una personalidad muy sensible".
Fue un privilegio estar presente en un diálogo que duró más allá de dos horas y donde se hablaron varios temas. Allí, me encontraba como Secretario General Científico de la Academia de Ciencias, pero sobre todo, como el enlace de las orientaciones de Núñez Jiménez con el resto de los integrantes de la Presidencia del organismo, en el tiempo que duraría su ingreso médico.
A diario despachaba con Núñez, en horas de la tarde noche. Ese día y con la autorización de Fidel pude tomar notas taquigráficas de lo que acontecería.
Fidel, quien demostró tener información exacta sobre el padecimiento de Núñez Jiménez antes de su llegada al hospital, empezó por entregarle un paquete con varios quesos que se estaban produciendo como ensayo, bajo su tutela, conteniendo solo 0.2 % de grasa.
A este tema, vinculado con la salud del pueblo y su alimentación adecuada, fue al que más tiempo dedicó Fidel en la visita.
Si bien habló de la medicina preventiva, reflexionó acerca de la producción de medicamentos, precisando que esta dependía "de la conciencia de los hombres que fabrican las medicinas pues a veces esa producción en los países capitalistas es para satisfacer necesidades económicas y que en Cuba era para satisfacer necesidades de salud".
Después, Fidel intercambió con Núñez Jiménez sus criterios sobre proyectos e investigaciones que hasta entonces había realizado la Academia de Ciencias, a través de sus Institutos, Departamentos y Grupos de Trabajo especializados.
Con conocimiento pleno de lo que hacia la Academia de Ciencias, Fidel se detuvo en el estudio socio- económico efectuado en la Sierra del Rosario, el cual "le había gustado mucho".
De los problemas sociales existentes en ese territorio, expuso: "Todo esto se termina con la carretera que estamos haciendo por aquella montaña", y luego añadió: "Me he enterado de que la Academia de Ciencias ha descubierto excavaciones de las grandes residencias de los cafetales de la Sierra del Rosario. Es una tarea muy bonita".
La silvicultura tridimensional fue aspecto importante abordado por Núñez Jiménez; es decir la siembra del bosque como medida antierosiva y además aprovechar las especies que se plantan para obtener de ellas alimentos agrícolas para la ganadería.
Del análisis del tema mencionado entre Fidel y Núñez surgió un proyecto de investigación de la Academia de Ciencias en la zona meridional de Oriente, entre Guantánamo y Maisí, donde el clima se identifica como semidesértico.
Ya próximo a marcharse, Núñez Jiménez le solicitó a Fidel esperar un momento, señalándome unas laticas en cuyas etiquetas se identificaba su contenido: caracoles, nuestras corrientes babosas y cultivadas experimentalmente en el Valle de Viñales.
Al preguntar el líder de la Revolución Cubana sobre esta experiencia, Núñez le contestó: "Mira, el encargado de la misma es Rolando, él te puede explicar en detalle". Por supuesto, no bastó con cuanto le informé, ya que me hizo no pocas preguntas, desde la ubicación exacta del criadero de los caracoles, del hábitat para su alimentación, el tiempo de reproducción, hasta dónde se hacía el envase.
Fue un momento oportuno para mencionarle a Fidel el nombre de Juan Gallardo, persona de gran nobleza y humildad, experto conocedor de quien conocía como la palma de su mano las montañas y mogotes que bordeaban el Valle de Viñales, vinculado estrechamente a Núñez Jiménez en sus experiencias espeleológicas y en especial, con el destacado geógrafo Leovigildo González, Subdirector entonces del Instituto de Geografía de la Academia y a quien se deben las pinturas del desarrollo de la humanidad ubicadas en uno de los mogotes del valle de "Las Dos Hermanas".
"Qué bien, dijo, traten de desarrollar esa línea de trabajo, ya que pudiera ayudar como producto exótico al turismo en sus proyectos. Por mi parte, y debido a su escasa producción, como experimento, mis quesos los dirigiré a los hospitales. No está mal cambiar mis quesos por los caracoles".
Al parecer, entendiendo que ya era suficiente lo hablado, Fidel se levantó de la butaca donde estuvo sentado, despidiéndose con palabras de estímulo. Salió de la habitación y en el trayecto hacia el ascensor recibió el saludo cariñoso y de respeto por parte de los médicos, enfermeros, técnicos y personal auxiliar.
A todos mostró con gran naturalidad las laticas que llevaba en una de sus manos, diciendo: "…esta es la producción de caracoles de Núñez Jiménez".
Así terminó una visita sorpresiva e histórica, en especial para los que laboraban en una institución médica de tanto prestigio, y que pasó a radicar, desde 1991, en su definitiva sede en calle 17 y Paseo, en el Vedado habanero; primero, bajo el liderazgo del profesor doctor Alberto Hernández Cañero, Héroe Nacional del Trabajo de la República de Cuba, y posteriormente de su actual director, el doctor Lorenzo Llerena.
Nota: El autor, Maestro de periodistas de la UPEC, fue Secretario General Científico de la Academia de Ciencias de Cuba, y posteriormente, uno de sus Vicepresidentes.