Una llama perenne por toda la gloria de su historia
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Calificado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz como un modelo en el desarrollo de la lucha revolucionaria, el Segundo Frente Oriental Frank País puso de manifiesto la genialidad del líder de la Revolución en la conducción de la guerra, y las cualidades de jefe político y militar de su fundador, el Comandante Raúl Castro Ruz.
Una visita al territorio, que impresiona por las transformaciones experimentadas, la belleza natural imperante y la estirpe revolucionaria de sus hijos, basta para constatar esa historia de la cual se enorgullecen tanto los combatientes que tan valiosa contribución dieron a la victoria, como sus actuales pobladores.
«Esta es tierra de aborigen, de luchas campesinas» suele destacar el historiador del municipio santiaguero de Segundo Frente, Orlando Batista Sánchez. En ese territorio durante aquella oscura época de dictaduras proimperialistas tres grandes terratenientes impusieron el desalojo y otros desmanes con el campesinado.
«Aquí en el poblado cabecera de Mayarí Arriba –prosigue–, apenas se localizaban 36 bohíos de guano, yagua y piso de tierra, unas pocas casas con techo de zinc, y eran nulas la electricidad, las comunicaciones telefónicas y por carretera.
«Todo era monte firme con el camino vecinal de Alto Songo; cualquier camión de doble tracción podía pasarse hasta cuatro días atascado en un tramo de cinco kilómetros, había un solo médico y no era difícil ver morir hasta cinco niños en un día a causa de enfermedades curables con un adecuado nivel de salud».
Tales penurias ensombrecían el panorama encontrado por Raúl y su tropa al fundar el baluarte guerrillero el 11 de marzo de 1958, en Piloto del Medio. Habían salido el día 1ro. de la Pata de la Mesa, en plena Sierra Maestra, con 67 hombres, a los cuales se incorporaron en el trayecto otros 11, para sumar los 78 del núcleo inicial.
«Para nosotros –relata el combatiente fundador del Frente y actual director del Complejo Histórico Segundo Frente Oriental Frank País, coronel Alberto Vázquez García–, constituyó un significativo reconocimiento haber sido seleccionados para la importante misión asignada por el Comandante en Jefe al recién nombrado Comandante Raúl Castro Ruz.
«No obstante la difícil situación de los campesinos –argumenta–, a diferencia de la Sierra Maestra el nuevo territorio era más favorable desde el punto de vista económico y la tradición de lucha. Raúl lo sabía y de inmediato reconoció toda la zona, creó los comités de campesinos y organizó todas nuestras fuerzas».
Surgieron las columnas No. 6 Juan Manuel Ameijeiras, la No. 19 José Tey, la No. 17 Abel Santamaría, la No. 18 Antonio Ñico López, la No. 20 Gustavo Fraga, y más tarde la No. 16 Enrique Hart, bajo la dirección de fogueados comandantes y capitanes.
«No hubo tranquilidad para el ejército batistiano —señala Vázquez García—, y llevamos a cabo acciones de mucha repercusión como la Operación Omega en apoyo a la Huelga de Abril, el combate de Imías, la toma de Sagua de Tánamo, la liberación de La Maya, Alto Songo, Caimanera y Baracoa, así como la conocida Operación Antiaérea y la creación de la Fuerza Aérea Rebelde».
De igual forma impactó la entrega de tierra a campesinos, la creación de más de 400 escuelas y de 22 hospitales, la organización de la Policía Rebelde para asegurar zonas liberadas, y la celebración de los congresos campesino y obrero en armas, que reafirmaron el prestigio y respeto hacia las fuerzas rebeldes.
En su larga vida dedicada a la patria, el también combatiente del levantamiento armado del 30 de Noviembre en Santiago de Cuba, considera los 12 años al frente del complejo histórico como la misión más importante asumida, «por el profundo sentido que entraña preservar la memoria y los restos de los héroes y mártires con quienes combatimos en este Segundo Frente».
Un sentimiento igualmente de pertenencia por el terruño expone Ángel Leonides López González, quien se desempeñara en los cargos de primer secretario del Partido en el municipio y presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular, en momentos de verdadero auge de la obra sembrada por la Revolución.
«La electricidad más cerca –precisa–, pasaba a 36 kilómetros por Alto Songo, y hoy se ha extendido a todo el poblado, se hicieron edificios de 40 apartamentos y otras confortables viviendas, en ocho meses se selló el lomerío con 50 consultorios del médico de la familia, y llegamos a tener 27 rutas de ómnibus.
«A ello –precisa–, se suman la enseñanza desde círculos infantiles hasta la filial universitaria, las casas materna y de abuelos, el hogar de ancianos, el moderno palacio de pioneros, y ese complejo histórico cuyo mausoleo con 556 nichos y de ellos 354 ocupados, constituye un orgullo para todos».
Mucho más joven, el actual primer secretario del Partido, Róger Pérez Matos, patentiza que en reciprocidad los 39 455 habitantes trabajan fuerte en sus 535 kilómetros cuadrados, para ampliar la recuperación cafetalera que en la reciente cosecha aportó 570 toneladas a la exportación y 278 000 latas en total.
Además, se cumplen los 22 renglones físicos de la economía que garantizan un mayor bienestar a la población, se materializa el compromiso de madera aserrada, y avanza la recuperación ganadera en el Valle de Mayarí, sin afectar el amplio programa de recreación sana y la vida cultural que llega hasta el lomerío.
Es sin dudas el legado del Segundo Frente Oriental Frank País, que llegó a controlar en la guerra 12 000 kilómetros cuadrados de nueve municipios orientales y donde, como señalara Raúl, «en el centro del territorio, en la base de la montaña de Mícara que les sirve de monumento yacen los restos de los héroes caídos y allí está ardiendo, en la llama eterna que los acompaña, toda la gloria de esta historia».