Caravana de la Libertad de Cuba, historia con nuevos significados
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En enero de 1959 el pueblo de Cuba abarrotó las calles de toda la isla para recibir la Caravana de la Libertad, que tiene hoy para los cubanos una nueva connotación tras el recorrido inverso realizado por el cortejo con las cenizas de Fidel Castro.
Si entonces celebraron por cada rincón del país el triunfo de la Revolución, hace unas semanas, tristes pero firmes, le profesaron el cariño y respeto que se ganó.
Hace 57 años tras la fuga del dictador Fulgencio Batista (1952-1959) el jefe guerrillero inició el 2 de enero su viaje hacia la capital.
Encima de tanques y equipos blindados del antiguo régimen, el joven revolucionario y sus hombres recorrieron por la carretera Central pueblos y ciudades desde el Oriente al Occidente de la isla, haciendo altos en poblados como Palma Soriano, Jiguaní, Bayamo o Las Tunas y Camagüey.
En esta última Fidel se dirigió a los lugareños para asegurarles que desde el mismo inicio de la lucha independentista el objetivo es uno solo, garantizar el desarrollo social de la nación pero esencialmente, del pueblo.
'Cuando hoy atravesaba las calles de esta ciudad parecía que todo era una alegría inmensa en los rostros, y yo pensaba... detrás de cada rostro que se alegra, ¿cuántas preocupaciones habrá? ¿Cuántos de aquellos hombres y mujeres que rebosan de júbilo tendrán trabajo o un centavo en el bolsillo? ¿Cuántos tendrán la seguridad de que si se enferma su hijo o un hermano podrán comprarle una medicina?, preguntó.
Y seguidamente, precisó: 'La libertad no es todo. La libertad es la primera parte, es la libertad para empezar a tener el derecho a luchar.'
Fidel y sus compañeros de lucha se trasladaron a Cienfuegos, en el centro del país pasaron por Manacas, Matanzas y de ahí a La Habana, donde lo esperaba el legendario Comandante Camilo Cienfuegos.
Con vítores de Fidel! Fidel! Fidel!, Viva la Revolución! y Viva Cuba libre! los capitalinos dieron la bienvenida al líder del Ejército Rebelde por la localidad del Cotorro y en cientos se contaban quienes le acompañaron con júbilo indescriptible hasta el entonces campamento militar Columbia, donde desde una improvisada tribuna se dirigió al pueblo enardecido.
'Creo que es este un momento decisivo de nuestra historia: la tiranía ha sido derrocada. La alegría es inmensa. Y sin embargo, queda mucho por hacer todavía. No nos engañemos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizás en lo adelante todo sea más difícil', advirtió entonces.
Orador por naturaleza, Fidel se comprometió con el pueblo, ante todo, a decirles la verdad, a cambiar la historia, a transformar la sociedad.
'Si a mí me preguntaran qué tropa prefiero mandar, yo diría, prefiero mandar al pueblo, porque más que el pueblo no puede ningún general, ningún ejército, porque el pueblo es invencible', remarcó.
Los cambios llegaron a medida que las circunstancias lo merecían a pesar de que cómo advirtió, el proceso atravesaría momentos difíciles, desde maniobras internas desarrolladas por opositores burgueses hasta presiones externas de quien pronto se erigió como su mayor enemigo, Estados Unidos.
Entre otras acciones, se oficializó la Ley de Reforma Agraria, a través de la cual se eliminó el latifundio y se le dio la tierra al campesino humilde para que la trabajara, se nacionalizaron las empresas y transnacionales pasando al poder exclusivo del pueblo, único dueño de los recursos naturales del país.
Quiso el destino que el mítico líder revolucionario dejara de existir a los 90 años y el mismo día que 60 años atrás zarpara a bordo del Yate Granma desde Tuxpan, México, hacia Cuba, en aras de retomar la lucha por la independencia de la patria que cumplió poco más de dos años después.
El luto se apoderó del archipiélago, el pueblo conmovido rindió tributo durante nueve días, lapso en el cual se rememoró pero en sentido inverso la trayectoria de la 'Caravana de la Libertad', desde La Habana hasta Santiago de Cuba, donde las cenizas del invicto Comandante en Jefe descansan junto a los restos de su guía, José Martí, en el cementerio de Santa Ifigenia.
Así, entre el 29 de noviembre y el 4 de diciembre de 2016, se cumplió aquella premonición que hizo ese 8 de enero de 1959 ante el pueblo de la capital en la actual Universidad de las Ciencias Pedagógicas, Enrique José Varona, cuando dijo:
'Sé, además, que nunca más en nuestras vidas volveremos a presenciar una muchedumbre semejante, excepto en otra ocasión â€'en que estoy seguro de que se van a volver a reunir las muchedumbresâ€', y es el día en que muramos, porque nosotros, cuando nos tengan que llevar a la tumba, ese día, se volverá a reunir tanta gente como hoy, porque nosotros, Jamás defraudaremos a nuestro pueblo!