Discurso íntegro de Salvador Sánchez Cerén, presidente de El Salvador
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Palabras de Salvador Sánchez Cerén, presidente de El Salvador.
Excelentísimo señor presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, compañero Raúl Castro;
Excelentísimos señores Jefes de Estado y de Gobierno;
Honorables delegaciones oficiales que nos acompañan;
Querido pueblo cubano:
Quiero expresar nuestras condolencias al pueblo de Cuba, al Gobierno y al Partido Comunista en estos momentos de tristeza y dolor. Nuestro pesar y cariño a los familiares de nuestro hermano de lucha por la vida y la dignidad de los pueblos, el Comandante Fidel Castro Ruz (Aplausos).
En el Salvador recibimos con mucho dolor la noticia de su partida, en especial, la militancia y la dirección de nuestro Partido FMLN, que ha mantenido a lo largo de la historia estrechos lazos de hermandad con Fidel y la Revolución Cubana.
Uno de los valores más preciados que nos enseñó Fidel es la unidad, y su llamado fue decisivo para que las fuerzas revolucionarias salvadoreñas un 10 de octubre de 1980 nos uniéramos bajo una sola bandera: la del FMLN.
Ha sido un largo y victorioso camino que hemos marchado juntos Cuba y El Salvador. En estas batallas se han forjado miles de hombres y mujeres dispuestos a luchar por el pueblo y hacer realidad sus sueños y esperanzas de una vida mejor. También se consolidó una entrañable amistad entre Fidel, Schafik Handal y el FMLN para mejorar la vida de nuestros pueblos (Aplausos).
Fidel tuvo un especial aprecio y respeto por el pueblo salvadoreño. Como miles de jóvenes salvadoreños, conocí a Fidel a través de Radio Rebelde. Escucharlo significó para nosotros el despertar de la conciencia política y la decisión de cambiar la triste realidad de nuestro pueblo, víctima de una cruel dictadura militar. Recuerdo aquel sentimiento solidario y apoyo a la lucha en la Sierra Maestra, y luego con la Revolución triunfante, una obra humana admirada por su resistencia y dignidad ante la permanente agresión estadounidense. No era solo un cambio social sino también una revolución moral, que llenaba de entusiasmo nuestros espíritus. Fue Fidel quien nos inspiró a vincularnos en cuerpo y alma a la lucha revolucionaria y al servicio de nuestro pueblo.
Tuvimos la oportunidad de compartir con Fidel en diferentes momentos de la historia. Escuchamos sus experiencias, sus consejos, pero además sus críticas, porque era un hombre honesto, justo, que decía las cosas por duras que fueran, y eso también nos ayudó mucho a madurar en nuestro pensamiento y en nuestra visión estratégica (Aplausos).
Las nuevas generaciones continuarán impulsando las ideas de Fidel y la Revolución Cubana para seguir transformando nuestras sociedades, volverlas más justas y solidarias. La dimensión humana de Fidel tiene que ver mucho con la grandeza de su pueblo, su generosidad y heroísmo. Cuba es un ejemplo de todo lo que es posible alcanzar por el bienestar y la felicidad de la gente, y lograrlo, incluso, en medio de un injusto bloqueo de más de 50 años impuesto por Estados Unidos (Aplausos).
El homenaje del pueblo cubano, del mundo entero, este cariño inmenso nos demuestra que Fidel y sus ideas viven en los corazones de millones de seres humanos que seguimos su ejemplo de luchador incansable por el bien de la humanidad (Aplausos).
Las ideas de Fidel se multiplicarán en la lucha de los pueblos por la justicia, el progreso, la libertad y la paz. Fidel desde su inmortalidad nos acompaña y guía en la construcción de un mundo mejor, que él nos demostró que sí es posible con su ejemplo, tenacidad y decisión de luchar para que las ideas se hagan realidad.
¡Muchas gracias, Fidel!
¡Muchas gracias, pueblo de Cuba! (Aplausos.)