El crimen de Barbados
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El 6 de octubre se cumplieron cuarenta años de la destrucción en pleno vuelo de un avión civil cubano que estalló cerca de Barbados y aniquiló a 73 personas. Fue el atentado terrorista más grave ocurrido hasta entonces en el Hemisferio Occidental pero aun no se ha hecho justicia. Se cumplen también cuarenta años de impunidad y complicidad.
Los autores intelectuales del horrendo crimen han disfrutado de la protección y la hospitalidad ininterrumpida de los gobernantes norteamericanos, desde Bush padre hasta Barak Obama.
Uno de los asesinos, Orlando Bosch, vivió tranquilamente en Miami sus últimos veinte años y murió allí en 2011 de muerte natural sin que nadie lo molestase. Cuando esto ocurrió hubo homenajes y discursos prometiendo continuar el terrorismo contra Cuba. Para esa fecha Barak Obama era Presidente y buscaba reelegirse. Pero guardó silencio.
El otro, Luis Posada Carriles, permanece en la misma ciudad, libre y confiado. Allá está desde 2005. Hace once años que Washington se niega a extraditarlo a Venezuela para que sea juzgado por la atrocidad de la que fue el principal responsable.
Cuando visitó La Habana el actual Presidente de Estados Unidos no se cansó de hablar pero sobre este asunto no dijo una palabra.
Tampoco intentó pedir disculpas. Prefirió sermonear repitiendo su llamado a olvidar la historia.
Sin embargo, el ex profesor de Derecho Constitucional sabe que con tal conducta Estados Unidos está al margen de la Ley violando incluso la Resolución 1373 del Consejo de Seguridad de la ONU, aprobada por unanimidad en septiembre de 2001 que obliga a todos los estados, sin excepción, a actuar para que cualquier individuo vinculado al terrorismo sea sometido a la justicia.
Hombre culto seguramente ha leído a William Faulkner y debemos suponer que conoce la advertencia del gran escritor norteamericano: “El pasado nunca muere. Ni siquiera queda atrás”.