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Fidel y el ajedrez (III)

Ante el tablero.

Date: 

30/07/2016

Source: 

Cubadebate

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Cubadebate ofrece otro capítulo del libro inédito “Fidel y el ajedrez”, de Jesús G. Bayolo, uno de los grandes periodistas deportivos cubanos e historiador del juego-ciencia, como regalo por el cumpleaños 90 del líder histórico de la Revolución. “Cuba tuvo la gloria de aportar al mundo una figura como José Raúl Capablanca, que ostentaba el título de campeón mundial cuando nació Fidel, y para orgullo de los ajedrecistas su máximo líder también es un cultor del intelectual deporte.”
 
Fidel, Che y Ajedrez
 
En 1987 el periodista italiano Gianni Miná publicó el libro Un encuentro con Fidel, en el que le dice “Su país es también patria de grandes jugadores de ajedrez”, y le pregunta: – ¿Usted jugó alguna vez ajedrez con Camilo o con Che? ¿Quién ganó?
 
Fidel le respondió que con Camilo no, pero con Che sí, y le cuenta: “A un grupo de nosotros nos arrestaron en México, y a mí por ser el responsable principal y al Che por ser argentino y porque había tenido una disputa muy fuerte sobre cuestiones teóricas con la policía, nos dejaron presos más tiempo. Estuvimos varias semanas solos allí, mezclados con otros presos de inmigración, y nuestro entretenimiento eran los libros y el ajedrez. Allí Che y yo jugábamos ajedrez…”
 
Gianni Miná le interrumpe: ¿Y quién ganaba? La respuesta es sincera: “Bueno, Che sabía más que yo, porque realmente Che había estudiado algo el ajedrez y yo jugaba más bien por intuición. Era un poco guerrillero y algunos partidos se los gané, pero él ganaba la mayor parte de las veces porque sabía más ajedrez que yo. Y realmente le gustaba el ajedrez. Aun después de la Revolución él siguió estudiando el ajedrez”.

Ante el tablero

 
Efectivamente, Ernesto Guevara de la Serna, conocido universalmente como Che, tuvo entre sus grandes pasiones al ajedrez y fue mediante este intelectual juego que supo de la existencia de Cuba, al conocer que Capablanca era cubano.
 
Ocurrió así: corría 1939 y se disputaba en Buenos Aires la VIII Olimpíada Mundial de Ajedrez, en la que José Raúl Capablanca era la gran figura y el eco de su fama llegó hasta Alta Gracia, donde vivía el Che, entonces con 11 años.
 
Esto lo reveló en Cuba el Comandante Guevara, en un acto en Río Cristal el sábado 24 de agosto de 1963, ocasión en que se clausuraba el campeonato de ajedrez del Ministerio de Industrias, en el cual él finalizó como subcampeón. El Che había invitado a ese acto al excampeón mundial Mijail Tal, y precisamente ante una pregunta del conocido mundialmente como Genio de Riga hizo la singular declaración. Además dijo que surgirán en Cuba talentos como los de Capablanca y Tal, y agregó: “vamos a tener Grandes Maestros y eso será también obra de la Revolución”.
 

Che ante la partida Bielicki-Jiménez.


El Che fue impulsor de una obra sin precedente de masificación ajedrecística. Por tal motivo la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) le confirió en el año 2000 su más alta distinción: la Orden CABALLERO DE LA FIDE, único cubano que la ha recibido.
 
Rica es su vida ligada al ajedrez. Como le gustaba medir fuerza con los maestros, siempre estaba a la caza de ellos en sesiones de partidas simultáneas, en las cuales enfrentó en nuestro país a cuatro Grandes Maestros, un Maestro Internacional y un Maestro Nacional, con el magnífico score de una victoria, tres tablas y dos derrotas.
 
La primera fue en abril de 1962, en la célebre sesión a ciegas que ofreció su amigo, el GM argentino Miguel Najdorf, al ganar el I Memorial Capablanca. Che le rechazó tablas en la primera propuesta, pero después aceptó. Quería desquitarse porque el “Viejo” Najdorf, aunque en ese momento no lo sabía, le había ganado en Argentina cuando Ernesto Guevara era estudiante de Medicina.
 
En junio del propio 1962 derrotó a uno de los ajedrecistas cubanos más destacados del momento, el Maestro Nacional Rogelio Ortega. Esta es la partida:
 
Blancas: MN Rogelio Ortega
 
Negras: Ernesto Guevara
 
1.Cf3 d5 2.e3 e6 3.d4 Cf6 4.Ad3 g6 5.0-0 Ag7 6.b3 0-0 7.Ab2 b6 8.Cbd2 Ca6 9.Aa3 c5 10.Ce5 Dc7 11.Tc1 Cd7 12.f4 Cb4 13.Axb4 cxb4 14.e4 Dc3 15.Cdf3 dxe4 16.Axe4 De3+ 17.Rh1 Dxe4 18.Cg5 Dd4 19.c4 bxc3(a.p.)20.Txc3 Ab2 21.Cgf3 Tac8 22.Td3 Aa6 y las blancas abandonan.
 

Che ante la partida Bielicki-Jiménez.

Su año de gran actividad y de sorprendentes resultados en partidas simultáneas fue 1962. En agosto entabló con el GM checoslovaco Miroslav Flip y en septiembre con Mijail Tal. Sus dos reveses ocurrieron en 1963, el 20 de julio frente al MI Eleazar Jiménez y el 27 de septiembre ante el GM Víctor Korchnoi.
 
Además de subcampeón del Ministerio de Industrias, en el certamen disputado en 1963, jugó otras competencias de carácter laboral e intervino en la eliminatoria por el Campeonato de Cuba de 1964, comenzando por Tercera Categoría y llegando a la fase Regional, pero no pudo continuar, por obligaciones propias de su alto rango.
 
Y, claro, sin ceremonias ni lides oficiales, el Che siempre estaba dispuesto a un enfrentamiento del intelecto, tablero por medio. Entre sus contendientes más habituales estaban Alberto Bayo, José Luis Barreras, Giraldo Mazola y el entonces jovencito Silvino García, quien en 1975 fuera el primer Gran Maestro cubano y dedicara su título a la memoria del Che.
 
El Che animaba con su presencia cuanta competencia se efectuaba en Cuba y concibió (junto con Barreras) el torneo en homenaje Capablanca en 1962. Hoy el Memorial Capablanca constituye el torneo de mayor arraigo en América y segundo del planeta luego del Hastings, Inglaterra, que data de finales del Siglo XIX.
 

Ante el tablero

De su pensamiento relacionado con el ajedrez destacan estas palabras: “Desde luego que el ajedrez es un pasatiempo, pero es también un educador del raciocinio y los países que marchan a la cabeza del mundo en esferas más importantes son los que tienen también los mejores equipos de ajedrecistas”.
 
“Trofeo Dr. Fidel Castro Ruz”
 

Cobo, aquí vs Najdorf, encabezó al equipo campeón.


El primer evento ajedrecístico luego del triunfo de la Revolución estuvo organizado por el Club Capablanca. Fue revivir un evento de tradición en Cuba, el inter-social, nacido en 1913, pero que no se celebraba desde 1947. José Luis Barreras fue su director. Llevó por nombre José Raúl Capablanca y se anunció que el equipo ganador recibiría el trofeo Dr. Fidel Castro Ruz.

 
Quedó inaugurado el ocho de marzo de 1959, al cumplirse 17 años del fallecimiento de nuestro campeón mundial. Participaron 14 equipos de siete jugadores cada uno (cinco regulares y dos suplentes). En mayo se efectuó la premiación. Ganó la Peña ajedrecística de Galiano, integrado por Eldis Cobo, Jesús Rodríguez, Rogelio Ferrer, Ramón F. Moreno, Orlando Mestre, Miguel Iturralde y Guillermo Miranda. Como subcampeón finalizó el Club Capablanca, con un quipo compuesto por Rogelio Ortega, Miguel Alemán, José A. Bróderman, Carlos A. Palacio, José Raúl Capablanca (hijo, ganador de dos partidas con una tablas, sin derrota) y Rolando Vidal.
 
El Gobierno Revolucionario eliminó la costumbre de usar para las premiaciones los nombres del presidente y líderes políticos, y por ese motivo no se entregó el anunciado trofeo Dr. Fidel Castro Ruz, que aparece en la convocatoria y en la propaganda que se hizo del torneo inter-social de 1959.

El tiempo de los enroques

El etadista en la Olimpíada de La Habana 66.

 
Como muchos otros deportes, hobbys y amores, el ajedrez desata la pasión y la dedicación. Fidel sintió atracción por el ajedrez, pero comprendió que su tiempo resultaba muy valioso e imprescindible para cuestiones de vida o muerte de una nación que lo necesitaba a toda hora. Sin dejar de quererle, y practicarle en ocasiones, resolvió que no podía asumirlo como algo cotidiano. Él mismo lo explica, de esta manera:
 
    “Después de la Revolución, en algunas ocasiones yo dedicaba algún tiempo a jugar el ajedrez. Ahora, no lo quise estudiar y deliberadamente me abstuve de jugar ajedrez, porque es tan absorbente que uno podía estar seis, ocho, diez horas jugando, y realmente yo no me podía dar ese lujo. No quise estudiarlo, porque si uno quiere dominarlo, debe estudiarlo. Entonces decidí ni estudiarlo ni practicarlo como deporte, esa es la realidad”.
 
Son varias las fotos de Fidel en los primeros años de la Revolución, en las que aparece jugando ajedrez, en recorridos de trabajo que hacía por todo el país. Hay una muy bien lograda que lo muestra en grado de concentración, y se aprecian con nitidez las piezas de un juego sorprendente: las figuras son de cartón y se sostienen sobre una pequeña base de madera.

Fidel traza una estrategia.

 
Siempre estuvo al tanto del acontecer ajedrecístico. En 1962 el jugador que representó a España en el I Capablanca In Memóriam fue el Maestro Internacional Francisco J. Pérez. Poco tiempo después Pérez se quedó a vivir entre nosotros. Representó a Cuba en la Olimpíada de Tel Aviv 1964, y contribuyó inestimablemente a la formación de jóvenes ajedrecistas, entre ellos Silvino García . Además de su simpatía por la Revolución, me contó el propio Pérez -fallecido en 1999 en La Habana- que resultó determinante en su toma de decisión para vivir en Cuba los encuentros sostenidos con Fidel Castro.
 

Fidel a punto de jugar.


En fecha temprana como el 30 agosto de 1964, Fidel comentó: “A veces en viajes largos, en el avión nos ponemos a jugar ajedrez. Hay que dedicarle mucho tiempo. Cometo errores, pero no los repito. Es un juego interesante y en Cuba ha tomado un auge tremendo”.
 
El trabajo del estadista se parece al ajedrez

Fidel premia a Petrosian.

 
En su libro Un encuentro con Fidel, Gianni Miná esboza la siguiente pregunta: “Mao Zedong decía que el verdadero revolucionario se parece más a un jugador de ping-pong que a un jugador de ajedrez. ¿Qué opina usted?”
 
Fidel le responde: “ A lo mejor sacó esa conclusión a partir de su experiencia política en la práctica diplomática, porque dicen que en un juego de ping-pong se iniciaron las relaciones con Estados Unidos. Yo realmente no he pasado por esa experiencia, pero creo que el trabajo, por lo menos si no del revolucionario, el trabajo del político, del estadista, se parece más al ajedrez”.
 
Consecuentemente con esto, son muchas las alusiones de Fidel al ajedrez en el contexto político. Recuerdo que en el Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), celebrado en 1999, en el que trazó numerosos planes de la Revolución –los cuales se han ido haciendo realidad— dijo “Las jugadas son complicadas. Imagínense un ajedrez de 500 fichas. Tenemos que jugar un ajedrez de 500 fichas con un solo Rey, que son nuestras ideas”. En más recientes intervenciones públicas se ha referido a “un ajedrez de 50 fichas”, en todos los casos como una imagen de las complejidades existentes y la inteligencia que precisan las acciones políticas.
 
Reafirmando sus palabras en ocasión del récord mundial de simultáneas en la Plaza, en las que ponderaba los valores del intelectual deporte, y ya con los proyectos en ejecución, el 11 de septiembre de 2004 manifestó: “El ajedrez lo estamos impulsando para que la gente aprenda a buscar opciones”.
 
Esa cita se ajusta también al trabajo del estadista.
 
Cuba recupera el récord

Llegó la noche en la sesión de simultáneas que resultó Récord Guinness.

 
Durante 34 años la mayor de las simultáneas de ajedrez fue la de La Habana’66, hasta que en el año 2000 Ciudad de México organizó una de 10 048 participantes. Cuba recuperó el récord mundial con la celebrada en la Plaza de la Revolución como parte de la I Olimpíada del Deporte Cubano, dicho sea de paso, concebida por Fidel.
 
Nunca estuvieron tantos reyes en acción tan de cerca: 22 640 monarcas. Y mire qué cosa: la mitad de ellos, negros. Cada uno estaba acompañado de su Dama y demás miembros de la corte. Ocurrió el sábado siete de diciembre de 2002. Se montaron 11 320 tableros. Todos se colmaron y contra los aficionados jugaron 570 simultaneístas, desde Grandes Maestros hasta niños talentos. En realidad cobraron vida unas 13 000 partidas, cuando ocuparon asientos vacantes otros que esperaban, pero esas no se computan. Asimismo, en cien computadoras otros tantos niños enfrentaron al programa Fritz. El récord se detuvo en 11 320.
 
Pero además fue un récord Guiñes. Pese a que todo el mundo sabía que la de La Habana’66 fue la más grandiosa (6 840), en el célebre Libro de Récords se registró en 1995 la de 3 800 estudiantes efectuada en Sevilla, en 1996 la de 3 890 participantes en Las Palmas de Gran Canaria, y en 1998 la de 3 926 tableros en Valencia.
 

Plaza de la Revolución, 7 de diciembre de 2002.


Sin embargo, además de la del 66, en la Plaza de la Revolución se celebraron otras dos de 5 000 tableros, el tres de abril de 1983 por el XXI Aniversario de la UJC y el cuatro de junio de 1988, por el centenario de Capablanca, en ocasión del tradicional torneo en su memoria. Un detalle curioso: nuestras tres simultáneas gigantes han sido atacadas por la lluvia, estas dos últimas desde su mismo inicio, pero así y todo se han efectuado.
 
En la gran explanada del Zócalo de Ciudad de México se efectuó una de 5 000 tableros en 1999 para romper el récord Guinness, y en el año 2000, como parte del II Festival de Ajedrez de México, la de 10 048, que fue la más grande del mundo… hasta la del 7-12-02 en La Habana.
 
Sucede que cuando la del 19 de noviembre de 1966 no se llenó el formulario ni se cumplieron las formalidades para la obtención del récord Guinness, lo cual sí se hizo en esta oportunidad. El propio Fidel encabezó las 40 firmas de testigos, entre las que se encuentran también las del canciller Felipe Pérez Roque, el presidente del Comité Olímpico Cubano, José Ramón Fernández; GM Silvino García, GM Vivian Ramón, AI Serafín Chuit —árbitro principal del evento— y los embajadores de China y Gran Bretaña en Cuba, excelentísimos señores Wang Zhiquan y Paul Hare, respectivamente. La solicitud fue aprobada tiempo después y el certificado Guinness se encuentra en el Instituto Superior Latinoamericano de Ajedrez (ISLA).