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Resumen de la entrevista con Chilevisión sobre los sucesos en España

Autor: 

Puntos esenciales de la entrevista del Comandante en Jefe Fidel Castro con el canal de la televisión chilena Chilevisión, Palacio de la Revolución, 12 de marzo de 2004.

Periodista.
-  Si quiere, Comandante, comenzamos por el análisis que usted hacía, primero por España.  ¿A qué cree usted concretamente que se debe este atentado?

Fidel Castro.
-  Para mí las cosas están muy claras y en el mundo se ha creado una situación verdaderamente compleja.  
Para no remontarse a un período de 40 ó 50 años, partiendo, si se quiere, de lo ocurrido el 11 de septiembre de 2001, cuando el pueblo norteamericano fue víctima de un acto realmente atroz, como fue el ataque a las Torres Gemelas, ese día, algo inusitado, y, gracias, precisamente, a estos medios técnicos, nadie sabe cuántos cientos de millones de personas en el mundo pudieron ver el espectáculo aquel cuando los aviones se lanzaron sobre las torres y, de modo especial, cuando aquellas torres se derrumbaron.
En realidad todo el mundo se solidarizó con el pueblo de Estados Unidos.  Para nosotros eso no era quién gobernaba o quiénes dirigían el país, de qué partido, de qué ideología, eso no importaba para nada.

Periodista.
-  ¿Secundario en ese momento?

Fidel Castro.
-  No tenía importancia.  
Recuerdo que una vez hubo un terremoto en San Francisco y hubo muchas bajas, no tantas como aquel terremoto de principios del otro siglo, y nosotros le ofrecimos apoyo, en lo que pudiera ser, ellos tienen más recursos que nadie, pero siempre algo puede hacerse.  Casi, como tradición, en todos los países donde se ha producido alguna tragedia, hemos ofrecido apoyo, es ya parte, digamos, de una cultura en nuestro país.  Puedo citar ejemplos:  cuando el terremoto en Nicaragua, allí estaba un gobierno que era el de Somoza y, sin embargo, nuestros médicos fueron, llevaron hospitales de campaña para ayudar —hubo miles de víctimas— en lo posible.
Ya se va creando una cierta tradición internacional de ayudar a los países cuando tienen alguna tragedia, pero nosotros la hemos practicado toda la vida.

Periodista.
-  ¿Pero, incluso, eso es válido con un país que mantiene un embargo contra su nación?

Fidel Castro.
-  ¿Y qué culpa tiene el pueblo?  ¿Qué culpa tienen los que estaban allí en esas torres?  ¿Qué culpa tienen aquellos niños, aquellos ciudadanos o ancianos, personas jóvenes o personas enfermas? ¿Cómo le vamos a echar la culpa al pueblo, a cualquier pueblo, de los errores de quienes tengan la mayor responsabilidad de ese país? Eso no cabe dentro de nuestra concepción.
Yo te cité el caso, por ejemplo, de Nicaragua.  Te puedo citar el caso de Perú, cuando aquel terremoto en los años setenta y tantos que se produjo, se derrumbaron algunas montañas de nieve y de lodo y aquella ola gigante, como si fuera agua, arrasó todo un valle, a lo largo de un río donde vivía mucha gente, pueblos enteros quedaron sepultados, algunos a 20 kilómetros; las cifras que se mencionaron fueron las de 70 000.  Nosotros no teníamos relaciones con Perú, no teníamos relaciones diplomáticas, estaba el gobierno de Alvarado en aquellos días, y le ofrecimos apoyo; pero lo más importante en aquel momento fue que parecía que hacía falta sangre, mucha sangre, y nosotros hicimos un llamamiento para recoger sangre con el propósito de ayudar a las víctimas, y ocurrió lo insólito, 100 000 ciudadanos se ofrecieron para donar sangre.  
Ya en nuestro país se había ido creando ese sentimiento de solidaridad, que nace, en parte, de nuestra doctrina.

Periodista.-  Usted mencionaba cuando cayeron las Torres Gemelas, ¿qué significado, qué simbolismo vio usted en esa imagen?

Fidel Castro.-  Bueno, me pareció un acto de barbarie y me pareció quizás un símbolo de las cosas que están ocurriendo en este mundo. Porque también un día visité Hiroshima y hay que verlo para darse cuenta de lo que significaban 20 000 toneladas de TNT, que equivale, si mal no recuerdo, a 20 kilotones hechos estallar allí sobre aquella ciudad.  Yo me pregunté muchas veces, ¿por qué se lanzó esa bomba?  Barrió aquello, una gran ciudad.
Yo creo que todo el mundo debiera tener, por lo menos, un casete  —ya que hay tantos videos en el mundo— sobre el efecto de aquella bomba sobre aquella ciudad.  Y no será igual que ir a verla, cómo era y qué quedó.  Y siempre me dije:  ¿Por qué?  Aquello no era un campo de batalla, aquello era, sencillamente, una ciudad que tiene industrias como cualquier otra ciudad, como cualquier ciudad norteamericana.  

Fíjate, ahí se murieron no sé si 100 000 ó 150 000; todavía hay gente muriendo por los efectos de las radiaciones.  Y hay que meditar sobre eso, porque aquella bombita era de juguete al lado del poder destructivo y la precisión con que hoy se pueden lanzar bombas cincuenta veces más poderosas, y es mucho más preocupante cuando se sabe que hay decenas de miles de bombas mucho más poderosas que aquella.  Yo creo que en esa ocasión, por primera vez, el hombre pudo tener conciencia de que sus avances tecnológicos habían sido tales que la supervivencia humana podía perderse, sencillamente.  Por primera vez se vio la posibilidad de que la especie desapareciera como especie, se habían creado los medios técnicos, y de eso hace, te voy a decir, creo que 59 años en el mes de agosto.  

Después lanzaron otra más, pero no la lanzaron sobre una base militar. Algunos han dicho que, bueno, eran muy duros los japoneses para rendirse, pero si eso cae sobre una base militar, aquel efecto destructor es tal que pasa lo mismo.  Los japoneses estaban derrotados, en aquel momento hacía como días había entrado en guerra la Unión Soviética, en virtud de los acuerdos de Potsdam.

Sostengo, simplemente, que era innecesario lanzar aquellas bombas.  Y, a mi juicio, fue un acto de terror inmenso.  Además, el monopolio del arma:  no se le avisó ni siquiera a los aliados; no le avisaron a la URSS que fue el país que más víctimas tuvo y más hijos perdió.

Se dijo siempre que 20 millones y, en época más reciente, se ha hablado que murieron más de 20 millones de ciudadanos soviéticos en aquella guerra, y ni siquiera le avisaron al aliado.

Los hombres no fueron sabios, porque después de inventar aquel arma, lo que debieron inventar era un mecanismo de paz, un mecanismo de confianza, y empezar a proteger a la humanidad del riesgo de que un día desapareciera en una guerra termonuclear.

Yo puedo hablar de eso, porque nuestro país estuvo muy cerquita de ser el epicentro; nuestro país conoció la experiencia de ver cómo cientos de armas nucleares apuntaban sobre él en el mes de octubre de 1962, consecuencia de medidas que tomamos de forma inevitable después de la invasión de Girón y después de conocer que había un plan de invadir la isla.  Ese factor, unido a otros factores —que sería largo de explicar—, dio lugar al establecimiento de aquellos proyectiles en una acción que fue defensiva, no había ningún otro propósito.  Nosotros sabíamos los riesgos que significaba, hasta casi los preferíamos.  
Por eso digo que había otros factores también:  nosotros fuimos agredidos en Girón, fuimos bloqueados de manera atroz, y tuvimos la suerte de que había determinadas circunstancias en ese momento en el mundo que nos permitieron recibir cooperación, recibir combustible, recibir alimentos. Quizás hicieron posible que Cuba no fuera el Viet Nam antes que Viet Nam.  Se sabe que la guerra de Viet Nam costó 4 millones de muertos y que costó un montón de millones de inválidos; costó, además, ataques de tipo químico que todavía están teniendo efecto. Cuba pudo ser el Viet Nam, y si nosotros esperábamos que otros nos ayudaran, no podíamos ser tan egoístas o tan cobardes que por no correr determinados riesgos, nos negáramos a cooperar con el fortalecimiento defensivo de aquel país que le prestó grandes servicios a Cuba, y con el cual no teníamos grandes relaciones, sino después del triunfo de la Revolución.  Así que hay también deberes morales que nosotros tomamos muy en cuenta.

Todos esos factores dieron lugar a aquella situación.  Pero si se hubiera cumplido el principio de respeto a la independencia y a la soberanía de los países, nadie tenía que amenazarnos por tratar de cambiar nuestro país.  
Hay algo que no puede dudar si fue el objetivo de esta nación que fue la última en independizarse, que luchó casi un siglo después de iniciadas las guerras de independencia en América Latina para la falsa independencia.  Fuimos convertidos en neocolonia de Estados Unidos y se apoderaron de nuestro país.  Pero, en fin, estamos hablando de los otros problemas, de los peligros y, en realidad, estuvimos muy cerca de ver lo que podía ser una guerra nuclear de consecuencias devastadoras.  
Hemos vivido como 40 años o más, por lo menos 30 años, cuando dos poderosas superpotencias se enfrentaban, y cada vez existían más peligros de confrontación.  La misma Crisis de Octubre demostró que no era tan improbable que se creara un gran peligro de guerra nuclear.  Llevamos como 30 años presenciando la competencia de la fabricación de armas, cada vez más mortíferas; 30 años amenazados.  Todavía estamos, y bastante, porque políticas cada vez más agresivas se han ido estableciendo en Estados Unidos.  Así que tenemos un poquito de autoridad moral, digamos, para hablar de algunos de estos peligros y posibilidades que hemos conocido.

Periodista.-  Vamos al presente con Iraq, entonces.

Fidel Castro.-  ¿Qué tú quieres de Iraq?

Periodista.-  ¿Tiene una relación con lo que usted está mencionando?

Fidel Castro.-  La relación qué tiene, realmente, con lo que tú querías saber..., porque no es el problema que a ti se te ocurre y es lógico, cada tres minutos, y a veces más interesante, e interrumpir y todo.  Yo me alegro, puedes interrumpirme todas las veces que quieras; pero recuerdo que estábamos hablando de las Torres Gemelas.

Periodista.
-  Partimos por ahí.

Fidel Castro.
-  Aquel mismo día nosotros inauguramos una escuela de 4 500 alumnos.  Cayó un gran aguacero, por eso no pudimos dar el acto en la escuela; lo dimos en el peor lugar para dar un acto, en lo que llaman coliseo, es decir, un estadio redondo, donde ahí tú tienes público frente, al lado;  esos son los peores lugares, y me tocó inaugurar la escuela, no en la escuela, sino en esa instalación.

Ese mismo día por la mañana es que se habían producido los ataques.  Ese mismo día por la mañana nosotros hicimos lo que hemos hecho en todas partes, con amigos o con adversarios —en nuestro favor tenemos eso, que nadie lo puede discutir, que nadie lo puede desmentir—, sencillamente, nos conmovió como a todo el mundo.

En aquel momento, la noticia —hubo caos en las primeras horas— de que prohibido aterrizar en cualquier parte.  Yo dije:  “Bueno, ¿cuántos aviones estarán volando en este momento en Estados Unidos?”  Lo primero que hicimos fue ofrecer todos los aeropuertos nuestros para que pudiera aterrizar cualquier avión, y ofrecimos, como muchas veces hemos hecho, cualquier colaboración médica.

Claro que Estados Unidos es una enorme potencia médica, tiene muchos médicos y muy buenos, muchos centros de investigación; pero, por ejemplo, no tiene muchas enfermeras.  Yo estoy seguro de que Estados Unidos pide enfermeras y aparecen cientos de miles de enfermeras —tal vez se tarde 20 ó 25 horas—, vendrán de California, hasta de Hawai; pero si son muchos muchos los heridos, y nadie podía adivinarlo, nosotros en unas pocas horas podíamos poner allí 100, podíamos poner 1 000 ó 10 000; las tenemos suficientemente preparadas, las hemos formado, no se las hemos quitado a nadie.

Tú puedes ofrecer sangre, porque cuando hay esas catástrofes se necesita mucho plasma y mucha sangre.  Bueno, también en Estados Unidos, si piden plasma, millones de norteamericanos se ofrecen; no tienen el hábito, porque allí existe el comercio del plasma y de la sangre; pero la sangre es de distintos tipos, hay algunos casos que son muy raros y puede ser que de repente en un hospital haga falta sangre de tal tipo para salvar una vida y no aparezca el hombre por allí para darla.  Nosotros sabemos todo lo que tienen los distintos tipos de sangre y en cuestión de horas podemos enviar sangre, y salva una vida, dos.  Lo que importa en eso no es lo que tú puedas hacer; lo que importa es la voluntad, la buena intención, la defensa de un principio.  Eso fue lo que hicimos.

Aquel día —por ahí está escrito, no lo tengo aquí a mano—, con una enorme claridad planteé el problema del terrorismo, la condena al terrorismo y el porqué.

Tú tienes que analizar el problema desde el punto de vista ético, tienes que analizar el problema desde el punto de vista religioso, tienes que analizar el problema desde el punto de vista de derechos que son mundialmente reconocidos, de valores éticos que pueden partir de, bueno..., hay muchas iglesias nacidas, por ejemplo, del Nuevo Testamento, han guerreado entre ellos durante siglos; pero, bueno, ya no.

De ese Antiguo Testamento nació el tronco principal de la Iglesia Católica y después muchas iglesias que son protestantes.  En un tiempo se pedían la cabeza, no había ecumenismo.

Cuando yo estudiaba en quinto grado o sexto o séptimo, la palabra ecumenismo no..., estaban condenados al infierno todos.  Desgraciadamente, había mucho enfrentamiento religioso.  En estos decenios han surgido sentimientos ecuménicos, que parecían imposibles en las religiones que yo conocí; pero, bueno, se ha creado un sentimiento de respeto, es un avance de la humanidad.

El criterio que yo defendí ese día:  que no era con las guerras, que no era por la fuerza que podía resolverse el problema del terrorismo.  Defendí el criterio de que en aquel momento todo el mundo se solidarizaba con Estados Unidos, era el momento —diría— de reunir todos los líderes religiosos, apelar a sentimientos religiosos, sentimientos éticos; porque, sencillamente, yo pensaba que había que crear una cultura universal con la suma de todos los puntos de vista, desde criterios morales, criterios religiosos, criterios de civilización, criterios humanos.

El hombre es capaz de muchas cosas terribles, pero también es capaz de muchas cosas buenas y nobles, mucho más de lo que la gente se cree, y nosotros lo sabemos, porque hemos vivido muchas experiencias a lo largo de estos tiempos, experiencias difíciles, peligros grandes, hemos visto qué capacidad de desinterés tiene el hombre, qué capacidad de desprendimiento.
Hasta ahora, y era lo que yo decía, en el mundo han prevalecido los instintos, el egoísmo, los abusos, las injusticias.

Todo lo que se conoce de la historia humana, de esos 40 000 ó 50 000 años, es apenas 4 000 ó 5 000 años y algunas de esas huellas estaban allá en Bagdad y miles de millones de personas deben haber visto los bombardeos aquellos que cayeron sobre Bagdad.  Pueden decir:  “No, las armas son muy precisas, no caen en una escuela, caen en un cuartel.”  A veces se equivocan y caen a cientos de kilómetros; pero mira, ... no se equivoca.  Pero yo creo que, por alguna razón, tanta gente se oponía.  

En España, por ejemplo, más del 90% de los españoles se oponía a aquella guerra. ¿Y los niños, y los enfermos, y las madres, y las embarazadas?  Aquello que vimos por televisión, ¿te imaginas el terror de aquella gente?  ¿Te imaginas la potencia de aquellas explosiones durante horas y horas?  ¿Acaso no queda nadie traumatizado?  ¿Acaso hay daños solo cuando hay un muerto o cuando hay un herido?  ¿Y los millones de personas que quedan desequilibradas para toda la vida?, como los hay en Japón todavía de aquellas bombas que se dispararon hace 60 años; todavía hay gente que muere de las radiaciones aquellas y que pudieron vivir 20 años más y no sufrir lo que sufrieron aquellos millones de personas.

Parece que el ruido no hace daño, ni la guerra, ni los aviones, ni todo lo que deben haber pasado allí.  Habrá millones de personas durante toda la vida que estarán sufriendo las consecuencias de eso.  ¿Y por qué aquel bombardeo?  ¿Vamos así a resolver el problema del terrorismo?  ¿Vamos a crear una cultura contra la violencia?  ¿Vamos a lograr liquidar las diferencias entre religiones?  ¿Vamos, por esa vía, a lograr un reglamento mínimo de respeto a la vida humana?  No, no lo vamos a lograr por esa vía de la violencia.

Aquel día planteé eso, que solo mediante una gran cruzada en favor de crear una ética y una cultura del respeto a la vida humana, de respeto, al menos, a las personas inocentes, que nunca un inocente sea sacrificado, ese es el punto número uno.

Guerras, puede parecer iluso decir, bueno, se van a acabar.  Todavía no se sabe cuántos problemas tiene el mundo por resolver; pero hay que crear una cultura de la paz, porque ya no se puede estar jugando a la guerra, se extiende, se universaliza, se globaliza.  

Pienso que el terrorismo solo puede ser derrotado con la cooperación de todos y todos estamos dispuestos a cooperar.  Estoy seguro de que no habría ningún partido de derecha o de izquierda o de centro que no apoyara eso, capitalista o no capitalista, socialista, comunista, monjes, jefes de tribus, no habría nadie, una minoría.  Eso es como una epidemia, solo se puede lograr derrotarla cuando tú la aíslas.   El terrorismo se ha vuelto una epidemia.  No vamos a remontarnos ahora a sus causas, porque sería abrumador el número de argumentos que pueden usarse para explicar las causas del terrorismo, si la humanidad no ha conocido otra cosa que la opresión, si de Roma escriben que los gladiadores se mataban allí en el templo para divertir a la gente, si antes de Roma había guerras de todo tipo, si las sociedades eran como la Atenas de Pericles, si millones de indios murieron, si millones de africanos fueron capturados y convertidos en esclavos y todavía están sufriendo las consecuencias.  

Primero, la libertad de aquellos hombres que según la Declaración de Independencia de Estados Unidos en 1776, nacían iguales y a todos les concedía el Creador determinados derechos, etcétera, etcétera, etcétera.  La esclavitud se mantuvo allí para millones de personas durante casi un siglo, desde 1776, que se hizo la declaración, hasta el año 1864 que vino la Guerra de Secesión, después de una guerra sangrienta, y, entonces, al cabo de 100 años tuvo que morir Luther King y otra gente, porque existía el Ku Klux Klan ese famoso y otras formas.  Todavía viven en guetos millones de norteamericanos de origen africano, y allí la mortalidad infantil es de 40, 50, 60.

En Washington solo en un momento, hace algunos años, era 20.  No, ni el derecho a sobrevivir es igualitario, hay partes completas que tienen veinte veces menos derecho a llegar al primer año de edad.

Hay países en Africa que no llegan a la mitad de las perspectivas de vida como consecuencia del subdesarrollo, de las enfermedades.

¿Acaso el mundo ha dedicado la técnica, la inteligencia a servir a la humanidad?  ¿Acaso se ha visto a sí misma alguna vez como hermana, o nos vemos como fieras, a pesar de todo lo que proclamamos, y todo lo que se escribe, y todo lo que se habla?  
Botswana tiene 39 años de perspectivas de vida, y dentro de unos años tendrá 30.

Hay países donde el  40% de la población entre 15 y 50 años está infectado por el VIH; sus perspectivas de vida están reducidas, una sola enfermedad.  Son más las que aparecen nuevas que las viejas que logramos controlar.  El paludismo tiene miles de años; el dengue anda por ahí haciendo un daño cada vez mayor, por no hablar de otras que aparecen o pueden aparecer, el cólera o la fiebre amarilla que anda endémica por algunos lugares de América Latina.  Ahora apareció el virus de Hong Kong, el SARS famoso; y la fiebre esta del Nilo es reciente; el SIDA tiene 21 años.  Entonces, por dondequiera tú ves amenazas.

La naturaleza se agota, el medio ambiente se destruye.  El combustible, que el planeta tardó 300 millones de años en formar, esta humanidad, que se autocalifica de civilizada, lo va a gastar en unos 160 años; lo que tardó 300 millones de años en formarse, se está gastando.  Hace 98 años se gastaban 6 millones de toneladas anuales; hoy se gastan miles de millones, y las reservas probadas y probables no alcanzan 60 ó 70 años más, las probadas y probables.  
¿Y qué está haciendo el mundo?  No es capaz ni de establecer paz; no es capaz ni de evitar que mueran en una semana 200 enfermos en un hospital de un país pobre; no es capaz de garantizar el desarrollo; no es capaz de evitar la catástrofe que vemos.

Esa es una realidad.  ¿Quiénes van a sufrir?  Será feliz este mundo que hemos conocido nosotros al lado del mundo que van a conocer esas nuevas generaciones si estos problemas no se resuelven.

Ya lo mismo que vimos es terrible.  El mundo está conmovido, porque existe la televisión, que además expresa cómo fue la explosión, cómo es todo; en fracción de segundos se riega por todas partes del mundo.  Igual que las torres.  

Yo me pregunto si haciendo bombardeos como las guerras, declarando —yo escuché bien lo que dijo nuestro compañero Balaguer, y en un momento dijo:  “Bombardear a más de 60 países, proclamar el derecho de atacar preventiva y sorpresivamente a más de 60 países”, y no es así, sino “a 60 o más”.  Y uno se preguntaba cuáles serán, qué querrá decir “o más”.

Un día surgió una disputa sobre el TPI, si juzgaba o no a un ciudadano norteamericano, se han movido por todo el mundo para que no los juzguen.  Eso es promover la impunidad, y no es promoviendo la impunidad que vamos a acabar con estos problemas.  
Se ha proclamado el derecho de matar a cualquier ciudadano.  Yo he hecho algunas preguntas, no están respondidas, si aquella orden de Ford se suprimió o no.  Pero es una simple pregunta, hay derecho a hacer pregunta, una simple e inocente pregunta:  ¿Qué se hizo la ONU?  ¿Tiene o no facultades legales hoy, de acuerdo con sus leyes, el Presidente de Estados Unidos, para ordenar matar a otro, a cualquiera?  ¿Está usando ese derecho?  ¿Es posible un mundo de paz cuando poderosísimos jefes de naciones se toman el derecho de eliminar a cualquiera, según sus criterios?, y como facultad omnímoda, no decidida por un tribunal, sino por una persona, el derecho de atacar con todas esas armas terribles a 60 o más; o, como se dijo en el discurso de West Point, atacar preventiva y sorpresivamente, estar preparados para atacar en cualquier oscuro rincón del mundo.

¿Qué civilización es esta que nos convierte a todos nosotros, a 60 o más, a 120, en oscuros rincones del mundo?  ¿Cuáles serán aquellos donde se producen perennes eclipses de Sol?, porque los eclipses duran unos minutos, media hora algunos de ellos.  Pero proclamar, jamás en la historia de la humanidad se proclamó el derecho de atacar cualquier oscuro rincón del mundo, y todo el mundo tiene rincones oscuros a una hora o a otra.

Son doctrinas que en la historia de las ideas políticas jamás se proclamaron hasta hoy, ni siquiera en la guerra que precedió a la Segunda Guerra Mundial, ni siquiera el fascismo y el nazismo proclamaron tales teorías.

Y digo simplemente lo que puedo sacar de una cosa tan triste como lo ocurrido allí en España, que ha conmovido al mundo, como lo conmovió lo de las torres y como lo conmoverá cualquier hecho semejante que ocurra en cualquier lugar; pero el mundo se conmovió también con los bombardeos de Bagdad, a aquellas horas de madrugada viéndolos de madrugada aquí, al amanecer allá.
Ahora, ¿qué es lo que conmueve al mundo?  La muerte de personas inocentes de forma brutal, injustificada e injustificable.  Eso es lo que a mi juicio define; porque lo otro, es decir, que no haya guerra..., seguirá habiendo guerra.

Me quedo asombrado de lo que pasó en España.  Ellos saben muy bien el origen del atentado en España, ellos lo saben muy bien; lo sabe perfectamente el gobierno de Estados Unidos y lo sabe perfectamente el gobierno español más que nadie; pero están mintiéndole al pueblo español, lo están engañando.

Ningún acto de terrorismo tiene justificación, hágalo quien lo que haga; pero por razones de carácter estrictamente político les convienen unos y no otros, porque todo el mundo sabe que más del 90% del pueblo español se oponía a aquella guerra de Iraq.  Eso hace doblemente duro el hecho, porque cuando un pueblo en un 90% se pronuncia contra una guerra es inconcebible que tenga que pagar culpas de otros.  Ahí han pasado cosas duras, lo que nunca ocurrió en América Latina, que viniera alguien de España a reclutar jóvenes para ir a morir allá en Iraq:  jóvenes hondureños reclutados; jóvenes salvadoreños reclutados; jóvenes dominicanos, donde hay una supercrisis, reclutados.

Noticia reciente, que iban a reclutar un número en Paraguay, y también presiones sobre Guatemala.  Eso nunca pasó en la historia de este hemisferio, que viniera alguien a reclutar aquí jóvenes para morir en aquella guerra, a tantos miles de kilómetros.  Esas son cosas que duelen.  Cuando hicieron una encuesta, más del 80% de los latinoamericanos se oponían.

Es durísimo que los españoles hayan sido víctimas de ese ataque, porque el pueblo de España fue el que más protestó, precisamente, el que más protestó, porque, en definitiva, en España hay cierto parentesco con los árabes y tienen muchas palabras comunes, fueron amigos y fueron enemigos, y mezclaron culturas y todo.

¿Polonia?  Polonia es un país que lo repartieron no se sabe cuántas veces en la historia, y es la que dirige a las tropas estas allá, y la Legión española.

Bueno, mire, nosotros tuvimos que luchar duro con los españoles más que nadie, duro, fuimos el último, ¿en alcanzar qué?, el carácter de una neocolonia, y nos vendieron, incluso.  En el Acuerdo de París le dieron 150 millones de dólares a la España de aquel tiempo.  Ahora esta pretende presidirnos, dirigirnos espiritualmente; no hablo del Rey, que es un caballero, hablo del señorito este que está de Primer Ministro.

Pero, ¿qué es lo que en este momento produce asombro?  Dentro de 30 horas son las elecciones, ahí se produce este hecho tres días antes    —no voy a insinuar, ni mucho menos, que haya responsabilidad de alguien; no, no, aunque tenga responsabilidad—; lo grave de todo eso es la mentira, lo grave es el engaño a ese pueblo noble que está padeciendo los sufrimientos, el trauma de una enorme indignación por lo que acaba de ocurrir; lo están engañando.


Periodista.-  ¿Qué es lo que debiera saber el pueblo español?

Fidel Castro.-  Debiera saber quiénes son los que originaron el acto terrorista.

Periodista.-  ¿A su juicio quiénes son?

Fidel Castro.-  No, a mi juicio no, a partir de las realidades.  Se conoce, si ya lo han declarado, todo el mundo lo ha leído, lo han declarado los autores; lo han declarado los fundamentalistas islámicos, no soy yo el que los estoy acusando, ellos lo han declarado.  Tiene, además, todas las características, no tiene la más mínima..., desde todo punto de vista, tecnológico, potencialidad, cantidad de fuerzas, de recursos.  La lectura de las características de cada cual...  Y yo no quiero defender a nadie, pero no tengo miedo decir la verdad, y digo que están engañando al pueblo español, y eso es irreversible ya, porque ese es un elemento de suma importancia para las elecciones del domingo, porque ellos saben que el 95% se oponía.  ¿Cuándo van a decir la verdad, el martes, el miércoles?  ¿A 72 horas de las elecciones van entonces a decir la verdad, lo que ellos conocen?  Desgraciadamente, son extremistas islámicos, desgraciadamente.  

Digo que todo es desgraciadamente, en este caso, para el pueblo español.  Ellos lo han declarado.  Pero es triste, porque aparece el pueblo español pagando la culpa de los monstruosos bombardeos que se han cometido, de los miles de islámicos y de árabes que están muriendo allí, de genocidios como el que viene cometiéndose hace bastante tiempo en Palestina, ustedes lo saben muy bien; ustedes saben bien cómo son las cosas en Palestina, ustedes saben bien los crímenes que se han cometido contra esos países.  Ahí hay reacciones culturales, reacciones religiosas, distintos tipos de motivaciones.

Si en el mundo se siguen cometiendo genocidios, ¿cómo podemos crear una cultura para barrer el terrorismo?  ¿Con armas nucleares?  Sí, pueden barrer el mundo, y ya, se acabó, no hay un problema, es uno menos.  Quizás dentro de 10 millones de años, qué sé yo, otra vez las leyes físicas determinen que nazca otra especie humana quizás un poquito mejor que la nuestra.  Vaya, es una colosal tragedia, pero es una posibilidad.

El mundo será destruido, pero andar con la bobería o la creencia de que el problema se va a resolver a base de guerra, eso es a lo que me opongo.  No creo que haya en el mundo muchos que no estén dispuestos a cooperar para liquidar el terrorismo, ese que yo digo; no la guerra, porque esos surgen de la noche a la mañana, pero sí eso que se expresa en el alma de los pueblos, eso que se expresa en la condolencia de todos los que le enviaron al pueblo español y al Rey de España.

Periodista.-  ¿Piensa que podrían volver a repetirse este tipo de ataques?

Fidel Castro.-  Lo que ha demostrado la realidad es que, desgraciadamente, sí, que puede.
Hay otra cosa asociada, que se ha politizado el problema, el terrorismo, esos actos brutales que están en consonancia con el desarrollo tecnológico, esos que han conmovido al mundo.

Solo dentro de Estados Unidos hay cientos de grupos extremistas, ellos lo saben.  En Estados Unidos una vez hicieron volar un edificio en Oklahoma, otra vez quisieron hacer volar el túnel, porque todos estos fenómenos producen contagios.

Entonces, no es la fuerza —es la tesis que sostenemos—, pienso que hay un solo camino, que es el de buscar una cooperación sincera, buscar la única vía que pudiera ponerle fin.  Esta no le va a poner fin, lo va a agravar cada vez más, va a sembrar cada vez más odio, más inconformidad, más tragedia.  Por eso ahora lo que ha pasado en España.  Si no hay honradez, si no se aborda con un mínimo de sinceridad y de respeto a la verdad... Es lo que más me asombra en este momento, el empeño.


Mira, hasta las Naciones Unidas; las Naciones Unidas les pusieron nombre y apellido a los autores del terrorismo; las Naciones Unidas han sido engañadas, porque tomaron un acuerdo y les han echado la culpa a los que el español, los ingleses y el gobierno de Estados Unidos saben que no fueron los que pusieron las bombas.

¡Ah!, hay dos partidos:  los que desean que hayan sido los etarras y los que desean que no hayan sido los etarras.  Y aquí lo único que se puede defender es la verdad.  Dígase la verdad.  A uno le repugna tanto ver cómo se usa la mentira... Porque, además, la teoría de que fueron los etarras, bueno, es como decirle al pueblo español:  Miren, ustedes se opusieron a una guerra y, sin embargo, miren, hay que liquidar el terrorismo, pero no liquidarlo de la única forma que hay que liquidarlo, sino liquidarlo con más guerras, más bombardeos, más genocidio, más terror.  Eso es lo que estamos viendo. Ya eso no lo altera nadie.  Lo que yo me voy a poner curioso a ver qué día.  Hoy mismo estuve escuchando un montón de opiniones, hay montón de intelectuales; los intelectuales han reaccionado antes que los políticos.  Los políticos, conmovidos, no se atreven ni a hablar, porque aquí ya los autores lo han declarado, y a los que están acusando han declarado lo contrario, que no fueron ellos, y los interesados en que siga el método de la guerra y no el de la cooperación, un esfuerzo de todo el mundo...
Las condiciones existen, no es solo el día 11, porque Estados Unidos hubiera podido contar con la cooperación de todo el mundo, de todas las iglesias prácticamente y de todos los países, incluso la Iglesia Islámica.

Lo que indigna...  Yo he visto hoy una mesa redonda, donde se analizaron las declaraciones que han hecho muchos órganos...  Tú verás los propios órganos norteamericanos, es que se ha engañado a la opinión mundial, porque conviene políticamente regar la versión de quiénes fueron los autores, un engaño al mundo unas horas antes de unas elecciones.  Si yo hubiese sido político español hubiera planteado:  Oigan, suspendan no solo la campaña, suspendan las elecciones, vamos a esclarecer esto primero; esto ha conmovido al mundo, esto le interesa al mundo.  

¿Se acaba el mundo si suspenden 15 días unas elecciones hasta que se investigue todo esto?; pero no, no se suspende aquello, y los mismos políticos españoles casi casi se callan la boca.  Así no se ayuda, realmente, porque, bueno, se utiliza el hecho doloroso, triste, que ha conmovido al mundo, que le ha dado a España el apoyo de todas las personas que tienen un mínimo de conciencia y se utiliza para un engaño, con fines electorales, es tremendo.

Yo comprendo que es un dolor de cabeza muy serio conocer la verdad y tener que declarar mañana por la mañana, decir:  “Miren, hay que suspender.”  Yo estoy hablando por gusto en esto, porque, bueno, para decir la verdad, con toda honestidad y decir lo que pienso, lo puedo decir en cualquier momento, no ando buscando constantes oportunidades para decirlo; tampoco estoy obligado a callarme la boca.  Cuando los asuntos son delicados, procuro meterme lo menos posible, pero la verdad no la oculto y, como me encontré con ustedes, algo no calculado, entonces, respondí y te quise explicar un poquito, y de ahí por eso te dije:  Mira, aquello fue a la carrera, todo.  Déjame decirte, lo que tú quieras, y, además, pregúntame lo que quieras.

Periodista.-
  Sí.  De lo que usted decía, una cosa.  ¿Vislumbra que otros países que hayan tenido la misma actitud que el pueblo español, estén en riesgo de una situación similar a la de España?  ¿Se está sancionando eso?

Fidel Castro
.-  No hay duda de que mientras más odio haya por una razón o por otra, los riesgos son mayores, honradamente.  Ha ocurrido esto que, bueno, a mí me duele mucho, particularmente, cuando pienso que el pueblo español fue el que en un porcentaje más alto se opuso a esa guerra.

Periodista.-  ¿Se está sancionando esa postura contra esa guerra?

Fidel Castro.-
  ¿Eh?

Periodista.
-  ¿Eso es lo que se está sancionando, la postura contra la guerra?  ¿Se estaría sancionando, entonces, la postura clara del pueblo español?

Fidel Castro.-  No, no, no, porque si fueron los fundamentalistas islámicos, quienes han asumido la responsabilidad, habrían tenido muy en cuenta que el pueblo español se opuso a esa guerra.

Periodista.
-  ¿Y entonces?

Fidel Castro.-  ¿Entonces?, que hay menos justificación, o menos explicación; nada tiene justificación.  O, si quiere, demuestra el nivel de odio y demuestra el nivel de irracionalidad, el nivel de fanatismo que se ha apoderado de las mentes de muchas personas.  Eso es lo que está demostrando.

Yo dije que no quería hablarte de cuáles son las causas.  Las causas son históricas, hemos sabido muchas matanzas, cada día hay más genocidio, más pobreza, más sufrimiento, más abuso, más saqueo, todo eso; menos educación.  No se pueden crear valores si no se educa; hay casi 1 000 millones de analfabetos totales y miles de millones de analfabetos funcionales.

¿Cómo tú vas a lograr crear una cultura contra la violencia si mueren decenas de millones de personas?  ¿Cómo vas a crear el amor al prójimo, o la cultura del respeto a los derechos de los demás, si no tienen ni siquiera los elementos de juicio para juzgar y analizar?  Saben, y alguien se lo tiene que haber dicho, sí, porque hay mucha radio y mucha televisión, que hubo esclavitud antigua y contemporánea casi, que hubo exterminio, que hubo genocidio, que la historia de la humanidad ha sido una historia de genocidio tras genocidio.

¿Por qué Gran Bretaña era dueña de la India?  Si cuando en Gran Bretaña vivían unos bárbaros, en la India había una civilización altamente desarrollada, sabían de filosofía, de religión y de muchas cosas que no se imaginaban los habitantes de Gran Bretaña, ¿en virtud de qué gobernaban la India?  ¿En virtud de qué dominaban a China y la convirtieron en un país dependiente?  ¿En virtud de qué hubo guerra del opio, defendiendo el comercio del opio?  ¿En virtud de qué trajeron tantos millones —ya te pregunté— de Africa?  ¿En virtud de qué sufre tanto la humanidad?  ¿Y podemos seguir divirtiéndonos, además, mintiendo?  Defendamos un mundo de verdad, que las verdades se digan.

Yo rechazo la mentira porque sé que la ignorancia ha sido la gran aliada de la opresión a lo largo de la historia. 

Lugar: 

Palacio de la Revolución

Fecha: 

12/03/2004