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Batalla de Jigüe

Date: 

13/06/2013

Source: 

Revista Bohemia
Alrededor de las cinco y media de la mañana del viernes 11 de julio, 20 fusiles rebeldes abren fuego contra la formación de soldados batistianos acampados en la zona del Jigüe, Sierra Maestra. Uno de ellos es herido. El mando del batallón enemigo ordena su evacuación y dos pelotones, que también van en misión de abastecimiento, emprenden el camino de la playa, para caer en una emboscada.
 
La tropa de Guillermo García hace retroceder a los guardias, que regresan al campamento. Ya Fidel, quien dirige las acciones, ha cerrado el cerco al ejército de la dictadura. Abajo, en el río, sobre las faldas que dominan el camino a la playa, ha apostado los pelotones de Andrés Cuevas y Lalo Sardiñas. En el firme de Manacas permanecen Ramón Paz y sus hombres con la misión de bajar al río una vez iniciado el combate, para cortarle la retirada a cualquier refuerzo que mande la tiranía.
 
El enemigo no realiza movimiento alguno entre el 12 y 13 de julio. Ya día 14, el mando del batallón gubernamental envía un contingente a la playa. Otra vez la tropa de Guillermo lo detuvo y la mayor parte de los guardias caen prisioneros. Al amanecer del jueves 17 de julio, la compañía G-4 del Ejército batistiano trata de ir en rescate de los cercados. Topa con una emboscada rebelde y en menos de 15 minutos sus dos primeros pelotones quedan totalmente desarticulados.
 
Doce guardias muertos y 24 prisioneros es el saldo. La tiranía apela a una fuerza de choque elite compuesta por tres compañías procedentes del cuartel de Columbia (hoy Ciudad Escolar Libertad). Cerca de las dos de la tarde del 19 de julio chocan con los revolucionarios que le hacen grandes bajas. En la acción cae el capitán rebelde Andrés Cuevas. El 21 de julio se rinde la totalidad del batallón cercado.
 
Quedan en poder de los rebeldes, aparte de los 240 prisioneros, más de 200 armas largas, incluyendo morteros, ametralladoras, una bazuca y parque abundante. En opinión de Fidel, “terminaba así una de las acciones decisivas de toda la guerra. A partir de Jigüe, ya no me quedaba duda alguna del desenlace de la ofensiva enemiga e incluso, de la derrota relativamente cercana de la tiranía”.