Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la VII Cumbre Iberoamericana, celebrada en Isla de Margarita, Venezuela, el 8 de noviembre de 1997
Date:
Señor Presidente de Venezuela, doctor Rafael Caldera;
Majestad;
Excelencias:
En la primera cumbre, México invitó a Cuba. Al parecer era hora ya de que cesaran las exclusiones arbitrarias y bochornosas contra un pequeño país que ha defendido con gran dignidad, en lucha solitaria y heroica, su derecho a existir. Pero los que han agredido, dividido y humillado mil veces a nuestros pueblos nunca quisieron resignarse a la presencia de Cuba en estas cumbres. Esta vez enviaron emisarios a todas partes pretendiendo sabotear o que incluso se nos arrebatara la sede de 1999. Muy pocos gobiernos se prestaron al juego. El argumento de que Cuba no cumplía los acuerdos de las cumbres fue la cínica teoría elaborada por los procónsules de Estados Unidos.
Me veo por ello obligado a recordar que en Cuba hubo, hay y habrá una Revolución cuyos principios no se venden ni traicionan; que jamás hemos renunciado a nuestro sistema político, económico y social.
Por una democracia verdadera, un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, y no de los ricos, por los ricos y para los ricos, y en defensa de los más sagrados derechos de cada ser humano, hemos luchado más que nadie en esta época de tantas desigualdades e injusticias. Que lo digan nuestros niños, con los más bajos índices de mortalidad en todo el Tercer Mundo; nuestra total población alfabetizada; los millones de madres que fueron al parto con menos muertes que en cualquier otro país de América Latina, o nuestros ancianos, que viven más de 75 años, para citar solo unos pocos ejemplos. Que lo diga el pueblo extraordinario que ha resistido casi cuarenta años el más prolongado y criminal bloqueo económico que ha existido.
Hemos trabajado en todas las cumbres por la unidad y el consenso. Hemos expresado siempre con toda lealtad nuestro modo de pensar en reuniones abiertas o cerradas. Hemos suscrito cada concepto tal como lo interpretamos, y nos hemos comprometido únicamente con aquellos valores en los cuales creemos y por los cuales estamos dispuestos a dar nuestras vidas.
Que otros se plieguen a las mentiras y los engaños, a las ilusiones y los intereses de los poderosos de este mundo. Nosotros continuaremos defendiendo las ideas por las que hemos luchado toda la vida, junto a los pobres, los enfermos sin médicos ni medicinas, los padres sin empleo, los cientos de millones de niños y niñas abandonados a su suerte u obligados a trabajar o a prostituirse para poder vivir, los hambrientos, los oprimidos y los explotados de toda la Tierra que constituyen la inmensa mayoría de la humanidad.
Un cambio total de rumbo, aunque pocos estadistas lo comprenden todavía, es lo más ético, democrático y revolucionario que debiera ocurrir en el mundo de hoy.
Si se quiere discutir sobre el tema, discútase, y que cada cual se enfrente, según su conciencia, a las cifras irrebatibles y las realidades palpables que demuestran el desarrollo acelerado de una especulación financiera universal e insostenible, la vulnerabilidad creciente de las economías, la destrucción de la naturaleza, el porvenir incierto y el abismo sin fondo a que nos conducen el neoliberalismo ciego e incontrolable y un globalismo aplastante y brutal, bajo la égida de la potencia más poderosa y egoísta de la historia. No hay que esperar a que las monedas pierdan su valor y las bolsas se desplomen.
Muchas gracias (APLAUSOS).