Appraisals

NOS GANÓ

Siempre recuerdo que en 1952 un amigo mío, también de Castro, Javier Lezcano me dijo “Pardo, qué equivocado estás. No te das cuenta de que Fidel es un personaje histórico”. Me eché a reír. Han pasado 36 años –1988- y tengo que reconocer que Lezcano tenía razón.

No puedo evitar que constantemente me estén recordando a Castro. Hace pocos días regresó de La Habana Amparo Grisales, la artista más popular de Colombia, y me habló maravillas de su encuentro con él.

Algo parecido me ocurrió recientemente con el presidente ecuato­riano Rodrigo Borja, quien me comentó que Castro había brillado durante su estancia en Quito.

A la gente le sorprende que un hombre con tanto poder y tanta intervención en la vida política sea tan espontáneo. Castro se encuentra con alguna persona e inmediatamente le crea una atmósfera grata. Esa es otra de sus armas poderosas.

Decía mi amigo, el general Juan Domingo Perón, que nadie escapa a su destino. Yo no puedo escapar a ese pasado. No puedo escapar a un pasado que está ahí: bueno o malo, pero está ahí. Eso pesa. Esas fotos mías con Castro que has visto en la sala de mi casa son recuerdos de una etapa de mi vida de la cual no estoy ni estaré nunca arrepentido. Eso forma parte de mi vida.

Para mí Castro y el Che son dos figuras que están en la historia.

A pesar de las diferencias políticas siento admiración por Castro. No lo puedo negar. Los cubanos que tuvimos su amistad en el fondo sentimos aquella etapa como un grato recuerdo, pero con nostalgia. No la podemos olvidar aunque queramos.

Castro nos ganó, de eso no hay dudas. Nos ganó y por muchos pasos la carrera; pero nunca he tenido ni odio ni resentimiento contra él.

Cómo voy a negar a alguien que aplaudí y respaldé en un momento determinado de mi vida. Otra gente no lo reconoce. Allá ellos. Allá cada cual con su carga de odio o de felicidad.

Acaso crees que puedo olvidar una ocasión en que él se encontraba de visita en casa esperan­do que regresara del programa de radio y a mi esposa, embaraza­da, se le presenta una hemorragia, y es él quien la carga, la lleva al hospital y le salva la vida. Eso no se puede olvidar. Eso está ahí. Eso es parte de mi vida.

Te voy a confesar algo: para mí, al igual que para ustedes, también sigue siendo Fidel.

Source: 

"Los que se fueron", Editorial José Martí
30/11/1990