Fragmento final de la comparecencia de Fidel ante la radio y la televisión cubanas el 1º de noviembre de 1962
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Hay una cuestión que quiero recalcar hoy, una apreciación que quiero manifestar, y es en lo que se refiere al pueblo, a la conducta que ha tenido el pueblo en estos días. Debo decir que la actitud del pueblo, en cuanto a decisión, valor y disciplina, ha superado todo lo que los más optimistas pudieran haberse imaginado nunca.
Hay que decir que miles de hombres que no eran milicianos, que en estos cuatro años de Revolución no lo han sido, se han hecho milicianos durante esta crisis. Hay que decir que miles de personas que no pertenecían a organizaciones de masas, ni a los Comités de Defensa de la Revolución, han ido a inscribirse en las organizaciones de masas en estos días. Hay que decir que el enemigo no ha podido contar en el interior de nuestra patria con aliados de ninguna clase. Hay que decir que en estos días de extrema crisis no ha sido necesario arrestar a nadie. Que, inclusive, hombres y mujeres que hacían críticas a la Revolución, en esta hora decisiva salió a relucir en ellos el fondo patriótico y revolucionario y han ido a enrolarse. Y han ido a enrolarse para una lucha que, según todas las perspectivas, puede ser una lucha seria, tremenda, una lucha que puede realizarse con armas convencionales o con armas atómicas.
El señor presidente de los Estados Unidos trató de intimidar a nuestro pueblo. A este pueblo que llamó pueblo "cautivo" cuando le habló de que podíamos ser blanco de ataques atómicos, y el resultado fue que hubo más milicianos que nunca, más militantes revolucionarios que nunca.
Hay que decir que las mujeres fueron al trabajo, los jubilados fueron al trabajo a sustituir a los hombres que están en las trincheras. Y hay que decir que a pesar de haber sido esta la mayor movilización de todas fue la que menos afectó la producción. ¡Nunca bajo una movilización, había marchado la producción como ahora!
Era verdaderamente impresionante la disciplina del pueblo, el ardor del pueblo, el valor del pueblo. Impresionante la organización adquirida por nuestro pueblo y, sobre todo, por nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias, la eficacia con que funcionaron los mandos. Y que demostró cómo la Revolución ha ido creando una disciplina, ha ido haciendo un pueblo.
El enemigo a fuerza de hostigarnos nos ha hecho disciplinados, nos ha hecho organizados, nos ha hecho aguerridos. El resultado de estos cuatro años de hostigamiento es un pueblo heroico, un pueblo más que espartano porque se dice que en Esparta las madres despedían a los hijos y les decían: "con el escudo o sobre el escudo". Aquí todo el pueblo —mujeres, niños, jóvenes y viejos— se dijo a sí mismo: ¡con el escudo o sobre el escudo!
¡Un pueblo así es un pueblo invencible! Un pueblo así, que de tal manera y tan serenamente, tan admirablemente afronta situaciones tan difíciles, es un pueblo que tiene derecho a conquistar lo que anhela, que es la paz, el respeto, la dignidad y el prestigio. ¡Poseemos proyectiles morales de largo alcance que no se pueden desmantelar y no serán desmantelados jamás! Esa es nuestra más poderosa arma estratégica, de defensa estratégica, de ofensiva estratégica. Por eso quiero hacer aquí, dejar constancia, hoy más que nunca, de nuestra admiración hacia nuestro pueblo. Todos los revolucionarios debemos sentirnos doblemente obligados, a partir de esta experiencia, a luchar por nuestro pueblo, a trabajar incansablemente por nuestro pueblo. Y desde lo más hondo de mi corazón, para terminar, quiero decir: ¡que hoy, más que nunca, me siento orgulloso de ser hijo de este pueblo!
¡PATRIA O MUERTE!
¡VENCEREMOS!