IMPOSIBLE DESANIMARLO
Las visitas a decenas de viviendas de madera, igualmente perforadas por las balas; los lamentos de las mujeres y los niños y también de los hombres sorprendidos y golpeados sin que hubiesen podido ejercitar la mínima reacción en defensa de sus hogares, había acelerado en el Comandante el estallido de toda su capacidad de reacción. Comprobé en ese momento por qué Fidel Castro, destrozado en el desembarco del Granma, meses enteros sin alimentos ante la indiferencia de campesinos, obligado a la guerra de guerrillas por la falta de armas con qué pelear, seguía creciendo en Cuba, en el continente y en gran parte del mundo. Era imposible desanimarlo.
Source:
Los que luchan y los que lloran, Editorial Madiedo
30/11/1958