El criminal y artero ataque del 15 de abril
Date:
15/04/2013
Source:
Periódico Granma
Como paso previo a la invasión mercenaria, el 15 de abril de 1961, aviones B-26 enmascarados con las siglas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias bombardean los aeropuertos de Ciudad Libertad, San Antonio de los Baños y Santiago de Cuba, con el propósito de destruir los escasos aparatos de combate con que se contaba y, además, hacer creer a la opinión pública internacional que en la Isla tenía lugar una rebelión interna, para lo cual uno de los aviones camuflados con las insignias de las FAR, aterrizaría en Miami, validando la hipótesis de la deserción y rebeldía de los pilotos cubanos.
El camuflaje de los aviones como miembros de nuestra Fuerza Aérea permitió que la sorpresa de los primeros momentos causara víctimas inocentes entre civiles y combatientes, pero la respuesta no se hizo esperar y uno de los aviones enemigos fue derribado por la artillería antiaérea revolucionaria; otro recibió varios impactos que lo obligaron a huir para aterrizar en Cayo Hueso y un tercero realizó un aterrizaje de emergencia en las islas Gran Caimán.
Nuestros bisoños combatientes probaron una vez más su valentía y arrojo y entre ellos resalta el ejemplo del joven Eduardo García Delgado, quien cayó defendiendo su puesto en Ciudad Libertad y guardó la fuerza suficiente para, antes de morir, escribir con su propia sangre el nombre de Fidel.
El camuflaje de los aviones como miembros de nuestra Fuerza Aérea permitió que la sorpresa de los primeros momentos causara víctimas inocentes entre civiles y combatientes, pero la respuesta no se hizo esperar y uno de los aviones enemigos fue derribado por la artillería antiaérea revolucionaria; otro recibió varios impactos que lo obligaron a huir para aterrizar en Cayo Hueso y un tercero realizó un aterrizaje de emergencia en las islas Gran Caimán.
Nuestros bisoños combatientes probaron una vez más su valentía y arrojo y entre ellos resalta el ejemplo del joven Eduardo García Delgado, quien cayó defendiendo su puesto en Ciudad Libertad y guardó la fuerza suficiente para, antes de morir, escribir con su propia sangre el nombre de Fidel.