Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el acto de inauguración de la presa “Viet Nam Heróico”, en Isla de Pinos, el 12 de agosto de 1967
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Señores invitados;
Jóvenes y trabajadores de Isla de Pinos: (DICEN A CORO: “Isla de la Juventud”)
Yo les voy a confesar que fue un “lapsus linguae”, pero eso de Isla de la Juventud tenemos que discutirlo. Así que el lapsus no fue enteramente linguae. Pero sí es la mejor prueba que, sin quererlo, dije Isla de Pinos. Pero ¿por qué lo dije? Porque todavía no es verdaderamente la Isla de la Juventud.
Es una buena prueba que a algunos de nosotros todavía no se nos ha metido eso en la cabeza; evidentemente no ha habido suficientes pruebas de ello. Y casualmente yo tenía planeado decirles algo de eso a ustedes, pero ocurrió esta casualidad y yo quería empezar por otro orden.
Continuando las aclaraciones, quiero aclarar eso que dijo el compañero Faustino en su magnífico discurso hidráulico internacionalista de esta tarde (APLAUSOS), que dijo “la inesperada visita”. Hay algo de cierto y hay algo de no cierto. Toda cosa lleva el germen de su propia contradicción.
¿Por qué dice que resultó inesperada? No es que no estuviera supuesto a estar presente hoy aquí: él me había invitado y yo le prometí venir. Pero ¿qué ocurrió? Estuvimos discutiendo sobre fechas; yo le dije: Yo prefiero que sea el día 12. Entonces, estuvimos de acuerdo. A los dos días sale en el periódico que se inaugura esta obra el día 13; y entonces yo dije: bueno, está bien, el día 13, y entonces me puse a hacer otros planes para el día 11 y para el día 12 y para el día 13 por la mañana.
Cuando hoy leo el periódico estando por Pinar del Río, me entero en el periódico de otra noticia: de que el acto se inauguraba hoy. Primero yo pensé que no nos habíamos entendido bien, que alguien se había equivocado, digo: bueno, ya que pusieron el 13 para qué andar rectificando. Pero por la mañana, cuando todavía estaba yo un poco afónico, me entero de que el acto es hoy; y entonces no sabia qué hacer, ciertamente, tenía una serie de personas citadas por allá por Guane, y tuve que hacer una serie de cambios. Esa fue la razón por la que llegué un poco tarde, me perdí una buena parte del programa de la canción-protesta. Por eso decía que siempre me dejan lo más malo (RISAS), que son los discursos. Y él pensó que con todo ese enredo no iba a poder estar hoy en el acto. Ese es el sentido que tiene lo de “inesperado”.
Sinceramente, yo me alegro muchísimo de ver esta obra terminada, y me habría dolido no haber participado hoy en este acto; no es que me falte algún trabajo. Pero para todos nosotros, para un buen número de cubanos que de una manera o de otra están participando en estos planes de Isla de Pinos, la terminación, y no solo la terminación, el hecho de que ya esté lleno ese embalse de una cosa que nos llena de satisfacción y optimismo.
Mientras el compañero Faustino leía su informe, nosotros meditábamos acerca de todos esos problemas, de todas esas contradicciones. Me parece que él ha analizado muy bien las contradicciones entre la magnitud de los planes, la escasez de los recursos, la dinámica que nos impone la necesidad de un desarrollo acelerado y el tiempo que imperiosamente requiere el realizar estudios bien hechos, con toda la información, para cualquier proyecto; ese choque permanente entre la impaciencia por las cosas y el tiempo que cada cosa requiere necesariamente; esas y otras muchas contradicciones, porque es que la vida, y sobre todo una revolución, un proceso como una revolución se va desarrollando en medio de todos esos conflictos a los que hay que ir orientando, a los que hay que ir encontrándoles soluciones.
Si me pregunto a cuál de los grupos pertenezco yo, diría que milito en el bando de los impacientes, y milito en el bando —no voy a decir de los dinámicos, porque puede parecer una inmodestia— de los apurados, y de los que siempre presionan para que las cosas se hagan y de los que muchas veces tratan de hacer —en ocasiones— más de lo que se puede. Pero nosotros tenemos un lema, que dice: “¡Siempre se puede más!” (APLAUSOS) Entonces, hay que suprimir ese grupo o ese calificativo de los que quieren hacer más de lo que se puede, porque, si “Siempre se puede más”, nunca se podrá querer más de lo que se puede. ¿Está claro?
De todas formas es interesante escuchar el punto de vista de los compañeros hidráulicos. El compañero se hizo su autocrítica también, le hizo la autocrítica al Instituto. El lo expresaba muy bien con el cierto tecnicismo, cierto preciosismo, y a la vez señalaba el camino correcto, que es el camino de superar esa contradicción buscando agilizar los planes, hacerlos bien, utilizar al máximo los recursos de que se disponen; y, en fin, encontrarle solución dialéctica a la contradicción.
Quizás no resaltó suficientemente el hecho de que realmente los recursos disponibles han sido muy escasos. Y me he encontrado constantemente, en los recorridos por el país, la exigencia, la demanda de los cuadros que trabajan en los planes agrícolas con relación a las necesidades de obras hidráulicas. Muchas veces tienden a echarle la culpa al Instituto de que no se haya hecho tal drenaje, o tal sistema de regadío o tal embalse. Pero los compañeros ignoran realmente la tremenda escasez de recursos que ha padecido el Instituto Hidráulico: es decir, estamos viviendo la época de las “vacas flacas”.
Yo le preguntaba cuántos años cumplía el Instituto —realmente me parecía que hacía menos tiempo—, y dice: cinco años. Yo le dije: ¿Pero en cinco años —y lo dije en broma— han hecho ustedes tan poca cosa? Y es verdad que han estado pasando los años desde que se fundó el Instituto... porque un atisbo de conciencia hidráulica existió desde los primeros momentos de la Revolución, o —mejor dicho— desde las primeras sequías de la Revolución. La agricultura en Cuba era una agricultura sin realce, todo el mundo estaba acostumbrado siempre a una agricultura en dependencia exclusiva de las lluvias. Las primeras sequías empezaron a enseñarnos que una agricultura no puede ser segura ni puede ser altamente productiva, expuesta a las contingencias del clima.
Pero no solo las sequías empezaron a formar una conciencia hidráulica, sino los excesos de lluvia también; porque fue el ciclón “Flora”, con sus tremendos daños en vidas humanas y en riquezas destruidas, el que nos enseñó la otra vertiente del problema hidráulico, que es el de la destrucción por inundaciones. Y eso ocurrió cuando el ciclón “Flora”.
Y, además, aquí hay dos conciencias dentro de la hidráulica que son cíclicas: los años de sequía desarrollan tremendamente la conciencia de embalse y regadío; en los años de lluvia excesiva se desarrolla la conciencia del drenaje.
Este año ha cobrado un gran auge el problema del regadío. El año pasado todo el mundo hablaba de los embalses; pero, en fin, la propia naturaleza nos ha ido enseñando a tomar conciencia de la necesidad de todo: de los embalses, de los regadíos, de la necesidad de controlar los ríos. Y, en fin, esa conciencia muy poco desarrollada al principio ya tiene en nuestro país una gran fuerza. La presión de que hablaban los compañeros es una prueba de ello, porque todo el mundo en todas partes está pidiendo embalses y está pidiendo drenajes.
Se habló de formar no solo una conciencia hidráulica sino una voluntad hidráulica. Los problemas que ha padecido el Instituto los explicó el compañero Faustino: primero, ninguna tradición en cuestiones hidráulicas, muy pocos cuadros con conocimientos sobre problemas de hidráulica, muy pocos cuadros capaces de dirigir estas obras, muy pocos cuadros con conocimientos sobre sistemas de regadío. Ese ha sido uno de los problemas que ellos han tenido que ir venciendo. Resaltó la gran importancia que ha tenido para nuestros planes hidráulicos el concurso de los técnicos búlgaros y soviéticos.
Y en realidad habríamos podido hacer mucho menos si hubiésemos tenido que depender exclusivamente de nuestros conocimientos en cuestiones hidráulicas.
Ahora, de lo que se ha hecho ya se habló aquí. Pero lo importante —y de lo cual se habló poco— es acerca de lo que tenemos que hacer. El compañero Faustino mencionaba las cifras de 600 millones de metros cúbicos en obras de embalse terminadas o en construcción, de las cuales 200 millones para consumo de las ciudades y las industrias, y 400 millones para la agricultura. Cuatrocientos millones pueden ser unas cuatro mil y pico de caballerías, unas cincuenta y tantas miles de hectáreas de regadío. Eso depende de los cultivos de que se trate, de las cantidades de agua que se empleen, en fin, puede ser una cifra variable.
Ahora bien: aspiramos a irrigar unas 200 000 caballerías de tierra. Esto quiere decir unos 2 700 000 hectáreas de tierra. Este es un cálculo “grosso modo” acerca de las posibilidades y de la intención de llevar a cabo al máximo las posibilidades; es decir, de cumplir la consigna de “Ni una sola gota de agua al mar.”
Esta cifra —en mi opinión— posiblemente quede por debajo de la cifra real posible. Todos los días se descubren nuevas posibilidades. Esta Isla es un ejemplo. Y nosotros recordamos, antes de que se comenzara el plan en Isla de Pinos, algunos criterios no de técnicos, aunque se llaman técnicos, criterios burocrático-técnicos, para ver si nos explicamos. Y, por ejemplo, aquí cuando se comenzaron estos planes surgieron algunos escépticos, o aun antes de comenzar estos planes, hubo quien afirmó cuando se le preguntó al respecto, de que en Isla de Pinos debía sembrarse solo unas 40 caballerías de cítricos. ¿Razones? Dos. Primero: no hay agua para más; segundo, el terreno es suelto y si vienen ciclones arrasan las plantaciones. Y después de eso pasó un ciclón y no tumbó un solo árbol.
Más o menos por la misma época se reunió un grupo de “expertos” ganaderos y decretaron que en Isla de Pinos no había condiciones favorables para el desarrollo de la ganadería y que, por tanto, se limitaba la ganadería en Isla de Pinos a producir la leche para el consumo de una población de veinte y tantas mil personas.
¡Criterios burocrático-técnicos! Si realmente nos hubiésemos dejado llevar por esos criterios no se habría hecho nada aquí. Observábamos que en esta isla existían condiciones especiales para la producción de algunos cítricos, sobre todo toronjas. Y nos empeñamos en explorar la realidad de todas las posibilidades de esta isla. ¿Resultado? Han aparecido posibilidades de agua para 3 000 caballerías, y en Isla de Pinos se está desarrollando espléndidamente la ganadería a través del cruzamiento, a través de la inseminación, y llegará a producir un millón de litros de leche (APLAUSOS) cuando se haya logrado ya el desarrollo ganadero perspectivo de la Isla tanto en cantidad como en calidad.
Es decir, habría posibilidades de producir leche aquí para el consumo no ya de la Isla sino, incluso, de la Ciudad de La Habana. Naturalmente, la leche no irá de Isla de Pinos a La Habana. Isla de Pinos será una gran productora de leche; La Habana no necesitará la leche de Isla de Pinos porque se está trabajando en la provincia de La Habana intensamente también. Pero los criterios burocrático-técnicos habían conducido a la inacción en esta Isla.
Hay que decir algo más: no es que había pocos técnicos en este país; no había ninguno —¡ninguno! No me gustan las generalizaciones. Había algunos hombres que tenían conocimientos técnicos, sabían, pero en materia de revolución la síntesis esa de técnica y revolución es una cosa que no es fácil. Porque los técnicos con la mejor fe del mundo están acostumbrados a ver las cosas de una manera, están resignados a la pobreza, están resignados a la mediocridad y la incapacidad que vemos en todas partes, y es muy difícil que conciban el cambio verdaderamente profundo, es muy difícil que conciban la Revolución, ni la revolución de la naturaleza ni la revolución de la sociedad. Y, realmente, había algunos hombres e incluso teníamos algunos sabios. Es cierto, en nuestro medio había algunos especialistas en botánica, en cuestiones naturales hombres verdaderamente sabios, que estudiaban nacionalmente los aspectos más científicos de la flora del país, algunas de esas cuestiones. Pero técnicos con un sentido práctico, con un sentido dinámico, con una confianza en la posibilidad de revolucionario todo, en honor de la verdad —en algunas cuestiones, como es en el aspecto de la agricultura y, sobre todo, de la revolución agraria— no teníamos absolutamente ninguno.
En estos días que tanto se habla de revolución, y por los caminos de la revolución, nosotros siempre nos acordamos de las cosas que tendrán que hablar después que hayan acertado con esos caminos y hayan llevado a cabo la primera etapa de la revolución, que es la otra etapa después que se toma el poder. Entonces verán que todavía se encontrarán problemas más serios.
Esa era la situación de nuestro país. Afortunadamente no es esa la situación en este momento, y puede decirse que estamos avanzando con una increíble dinámica. Y, sobre todo, vamos en ritmo, ritmo y velocidad ascendentes: vamos acelerando cada vez más la marcha. Hay ya muchos más compañeros capaces, muchos más compañeros responsables, serios en el trabajo. La calidad del trabajo, así como la magnitud, se elevan incesantemente.
Pero esta Isla es una prueba de la Revolución, y se empieza aquí, empieza. Esta Isla, que por ahora no la vamos a llamar ni de la Juventud ni de Pinos, porque hay poco de las dos cosas todavía...
(DEL PUBLICO LE DICEN ALGO)
No, si la mandáramos para acá no tendría mérito. Lo que importa es que los que vengan aquí vengan por sus propios pies y su propia iniciativa (APLAUSOS).
Por estas razones que les explicaba anteriormente, ya es de ver una infinísima parte de la obra realizada, como es este primer embalse, repleto de agua, con relación al cual ya el compañero Lito, que fue el héroe principal de este embalse, ha estado ideando elevarle 70 centímetros más al vertedero para recoger 6 millones de metros cúbicos más de agua. Porque han visto cómo, a pesar de ser un año seco, las lluvias torrenciales, que duraron dos o tres días a principios de junio, llenaron esta represa en un tiempo infinitamente más corto del que se había calculado. Por eso nosotros pensamos que el criterio de agua para 40 000 hectáreas se quede corto. A mí me parece que han hecho los cálculos —de una manera correcta— en forma conservadora, prefiriendo equivocarse porque creyeran que había menos de la posible, a equivocarse suponiendo más de la posible.
Y cuando visitamos nosotros por primera vez la represa en construcción, ellos nos hablaron de 18 millones de metros cúbicos, y después empezaron a hablar de que posiblemente se podía un poquito más. Y, como siempre, se podía un poquito más. Además, ya están hablando de 40 millones de metros cúbicos. Esto quiere decir que si sobra agua aquí, se puede embalsar más abajo, y se puede ir embalsando toda el agua.
Nosotros calculamos que se puede llegar a disponer de agua para irrigar unas 40 000 hectáreas de cítricos en esta Isla, aparte de determinadas cantidades de agua para regar una porción del pasto y otros cultivos. Aquí la ganadería y el cítrico se complementan, porque una hectárea de cítricos no solo puede producir frutas frescas para consumo o para exportación, sino además aceites esenciales puede producirse también: produce la materia prima para la industria del cítrico, en forma de jugos enlatados: jugos —o ya no serian jugos—, es decir, cítricos, polvo de cítricos, el jugo deshidratado: confituras, infinidad de cosas se puede hacer. Pero, además, deja un subproducto. La tendencia actual en el mundo es al aumento del porcentaje de cítricos industrializable. Y, naturalmente, nosotros que estamos llamados a exportar estos cítricos a grandes distancias, una gran parte de estos cítricos tendrán que industrializarse. Y ya en estos momentos, en la Junta Nacional de Planificación están estudiando todos los proyectos relacionados con la industria que deberá instalarse.
Y las siembras de los cítricos prácticamente se finalizarán en el próximo año. Deberemos tener aproximadamente no menos de 2 500 caballerías el próximo año. Parejamente se van haciendo las obras. Naturalmente que lo que importa es que cuando estén en producción ya esas plantaciones, se pueda disponer de agua para todas ellas. El cítrico es un cultivo altamente productivo, es decir, que puede producir muchos valores en relativamente poca superficie, puesto que es un cultivo que requiere mucho trabajo.
Habrá en Isla de Pinos unas 4 000 caballerías de pasto, de 2 500 a 3 000 de cítricos —que esto está en dependencia de todos los estudios que se están haciendo y de las posibilidades definitivas de agua— y además algunos cientos de caballerías de otras frutas tropicales.
Esa es la perspectiva de este plan, que ya prácticamente en la parte agrícola estará finalizado para el próximo año.
Quedan todavía muchas cosas que hacer en esta región. La parte agrícola a considerar en Isla de Pinos es la parte norte, es decir, unas 8 500 caballerías de tierra. Pero hacia el sur hay una zona rocosa de 5 000 caballerías no aptas para la agricultura. Nosotros consideramos que ya ha sido vencida esta etapa de la solución a los problemas agrícolas y de agua de toda la región no rocosa de la Isla, los consideramos prácticamente resueltos. Naturalmente que se necesitan más equipos aquí para acelerar aún más todo el programa de obras hidráulicas de Isla de Pinos: los compañeros del instituto tienen el esquema prácticamente completo, y necesitan —naturalmente— más recursos para acelerar el ritmo de las construcciones.
Pero ya estamos pensando en otras soluciones para un futuro más o menos lejano. Y a ese efecto, con los compañeros que dirigen el plan de la Isla, hemos hecho un pequeño experimento que es cómo convertir una hectárea de roca en hectárea de suelo agrícola. Y el experimento parece que está dando bastantes buenos resultados. Se hizo, naturalmente, un poco violentando el proceso. La naturaleza necesita cientos de miles de años en ocasiones para convertir la roca en zona agrícola, y no podemos esperar tanto tiempo; se nos va a acabar el trabajo aquí en esta parte de la Isla y no vamos a tener nada que hacer en el resto. Y entonces con la ayuda de los zapadores del ejército, barrenando la roca e introduciendo dinamita, triturando la roca e incorporándole 1 500 toneladas de turba a la hectárea, se ha creado una magnífica hectárea de suelo agrícola, y a un costo relativamente reducido (APLAUSOS).
Es decir que técnicamente es posible convertir en suelo agrícola la roca. En esta región tenemos grandes cantidades de turba, en zonas de lago. Al sacar la turba de las lagunas aumentamos la capacidad de embalse de agua de esas lagunas, y llevamos la turba a la roca triturada y del resto de ello se encargan los cultivos que allí se plantan, porque entonces las raíces y todos los fenómenos microbiológicos contribuyen ya a terminar de hacer el resto del trabajo sin tener que esperar 100 000 años.
El compañero Faustino mencionó aquí otra obra, que pasó casi disimuladamente, como es el problema de los embalses de las primeras bahías; y ya el año que viene vamos a trabajar en el primer embalse que es el de la Bahía de Manatí. Pero si hace dos años alguien hubiese hablado de embalsar la Bahía de Nipe aquí, algunos habrían pensado: “Están locos estos señores.” Y hace apenas un año le pedimos la cooperación a la escuela de geografía de la Universidad de La Habana para estudiar las posibilidades de embalse de la bahía. Y la escuela de geografía, conjuntamente con el Instituto de Recursos Hidráulicos, han estudiado estas posibilidades, y han llegado a la conclusión de la posibilidad a un costo relativamente bajo de embalsar no toda la bahía, sino una parte de la bahía, con capacidad para unos 300 millones de metros cúbicos de agua.
Muchas veces el problema de un embalse es buscar lo que ellos llaman “el vaso” del embalse. Pero una bahía ya es un “vaso” natural, ya no quita tierra, aunque nosotros no lamentamos la tierra que hay que ocupar por los embalses, porque si hay que sacrificar una extensión de 10 caballerías, 20 caballerías, para darle agua a 400, es lo más razonable que puede hacerse. Esto aparte de que en estos embalses se pueden criar peces; es decir que se pueden producir alimentos en esa misma extensión.
Así es que ya hemos llegado a la conclusión de la posibilidad de hacer un embalse en la Bahía de Nipe, y es propósito de la Revolución realizar esa obra. Es decir que ya en Cuba se empiezan a llevar a cabo algunas obras de transformación de la naturaleza.
Y en esta isla —y hablo para ustedes principalmente— quedan muchas cosas por hacer. Entre otras cosas, ya hace dos años se ordenó la compra de dos ferries, es decir, la construcción de dos ferries; ya están los ferries y ya no alcanzan, y son ferries grandes. Así es que tenemos tres transportes y no alcanzan. Y ya los compañeros del MICONS llevan algún tiempo estudiando los proyectos para en un futuro construir una carretera (APLAUSOS). E incluso les voy a decir algo más, esto simplemente es un poco hipotético, pero hay un grupo de compañeros de la escuela de geografía, de la Academia de Ciencias, de la escuela de ingeniería —un grupito de compañeros muy entusiastas de estos organismos: la universidad, la Academia de Ciencias, MICONS, en cooperación con el Instituto de Oceanografía, que también pertenece a la Academia de Ciencias, es decir, distintos departamentos de la Academia de Ciencias— estudiando geológicamente toda esta región que está entre Isla de Pinos y La Habana; es decir, están estudiando si es posible que algún día en este espacio que está entre La Habana e Isla de Pinos de mares muy poco profundos se puedan construir los diques pertinentes y desecar toda esta región (APLAUSOS).
Ellos están estudiándolo. Yo soy un indiscreto, puesto que he hablado de esto. No es que sea una cuestión mala, sino que como es una cosa atrevida y audaz, mientras menos gente se agite por eso, mejor; porque basta una idea y siempre surgen los enemigos de las ideas. Y por eso es mejor desarrollar las ideas primeramente, y luego ya sobre una base sólida sacar las conclusiones de si se puede o no se puede. Pero dicen que siempre se puede más y quizás se pueda.
Todos estos estudios se están haciendo de todas las posibilidades naturales de nuestro país, y ya ven un argumento más. Si esto llega a ser posible un día, ya ustedes no le podrán llamar a este lugar isla, ya tendrán que quitarle lo de isla. Y si ustedes se ponen viejos, no podremos decirle tampoco Isla de la Juventud (EXCLAMACIONES). Pero no es ese el argumento principal. Antes de abordar este argumento con el que voy a terminar hoy, quería decirles que el Instituto de Recursos Hidráulicos va a entrar ahora en la fase de “vacas gordas”. Es decir que va a disponer de una buena cantidad de recursos; esos recursos no son recursos hipotéticos, están en camino.
Ha recibido primordial atención el problema de la construcción de caminos, la puesta en producción de nuevas tierras y el problema hidráulico. Ya a partir del próximo año una gran parte de las máquinas para los planes agrícolas que ingresen en el país irán para los trabajos hidráulicos. Y no solo eso: en el año 1969 una gran parte de todas las máquinas que están trabajando en desbrozamiento de tierra pasarán también a los trabajos hidráulicos. Pero ya en el próximo año, segundo semestre, habrá unos 400 nuevos buldóceres trabajando en obras hidráulicas y unos 700 camiones (APLAUSOS). Para el año 1969 esta cifra se elevará en el segundo semestre de 1969 a 700 buldóceres, 1 500 camiones, los equipos suplementarios, y a esto habrá que añadirle los equipos de perforación de pozos profundos y los equipos de relay, más unos 300 buldóceres destinados hoy a la agricultura también. En total habrá unos 1 000 buldóceres de los cuales 700 estarán concentrados en grandes brigadas, con lo cual pensamos lograr una productividad extraordinariamente alta de esas máquinas. Pensamos obtener la cooperación máxima del ejército en la organización de estas brigadas. Van a ser brigadas con todos los equipos, con todos los medios de comunicación, y con todo un sistema de organización que en mi opinión elevará la productividad por lo menos cuatro veces sobre la productividad que se puede obtener actualmente.
Esas son las perspectivas. Necesitamos hacer veinte veces lo que se está haciendo, y debemos tratar de hacerlo en un tiempo no mayor de la edad que cumple hoy el Instituto Hidráulico. En los próximos cinco años nosotros debemos tratar de hacer ese trabajo hidráulico veinte veces superior al que se está haciendo ahora.
Esto implica, como me explicaban los técnicos búlgaros, el problema del establecimiento de las industrias sobre todo para construir los materiales para los sistemas de regadío, el problema de las tuberías. Porque hay que decir que por ejemplo con este embalse para irrigar unas 5 000 hectáreas de cítricos ya será un sistema de los más modernos del mundo, con tuberías, como si fuese un jardín de los que se riegan por aspersión. Será riego por aspersión, con tubos conductores desde los embalses hasta todos los rincones de las plantaciones de cítricos. Es decir que será una cosa muy moderna. Y nosotros aspiramos a realizar todos los trabajos hidráulicos con este mismo criterio no solo de cantidad, sino de calidad.
Y hay que establecer una base industrial. Afortunadamente, parece que disponemos de una materia prima importante, que es el asbesto cemento; porque, según el estudio del Instituto de Mineralogía, han aparecido algunos yacimientos de asbesto, y este es el tipo de tubería que se está empleando aquí. Esto requiere un inmenso trabajo, y tenemos el propósito de hacer el esfuerzo pertinente para lograr cumplir esos objetivos.
La tarea más importante del Instituto, y en la cual deberán concentrar una gran parte de los recursos de que hoy disponen, es la cuestión de los proyectos. En este momento el Instituto lleva una ventaja en proyectos sobre medios de construcción de los proyectos. Esta ventaja durará este año y el año que viene. Es posible que en 1969 la cantidad de recursos disponibles para la construcción hayan emparejado con los proyectos. Nuestra esperanza es que no, nuestra esperanza es que la ventaja que ellos llevan en proyectos se mantenga por encima de las máquinas, no sea que en un momento dado no se puedan emplear al máximo todas esas máquinas porque los proyectos no estén suficientemente adelantados.
El compañero Faustino hablaba de algunos reveses, de algunos fallos en algunas obras; y eso es una cosa muy lógica. No nos preocupa seriamente eso, porque cuando se trabaja frente a la imperiosa necesidad de resolver los problemas de un país subdesarrollado, cuando se imprime una gran dinámica, es lógico que tenga que haber algún proyecto que no sea perfecto, que haya algún problema, alguna cosa.
En realidad, si se tiene en cuenta todas las obras que se han hecho, es una insignificancia aquellos casos en que, producto de la falta de cuadros y de la inexperiencia inicial, tuvieron lugar algunos fallos.
El propósito de represar hasta la última gota y aprovechar hasta la última gota también de agua disponible en el manto subterráneo se llevará a cabo.
Un país que aspire a resolver de una manera adecuada los problemas de la agricultura, resolver las necesidades del desarrollo, no puede estar dependiendo —como decíamos— de los imponderables y del tiempo, del clima. Y realmente ya nos duele el cuello de mirar para el cielo, todos los días mirando si hay nubes, si llueve, si no llueve.
Este año ha sido un año angustioso, un año en que se ha realizado un inmenso esfuerzo en la fertilización: sin embargo, ha sido un año en que en algunas provincias la sequía se ha prolongado en plena primavera más de dos meses, y ha sido una cosa angustiosa. Y todos los compañeros que trabajan en el campo siempre mirando el tiempo.
Y realmente no se puede trabajar en esas condiciones, no se pueden aplicar las técnicas de manera adecuada, se corren grandes riesgos dependiendo exclusivamente de las lluvias: los propios planes de siembras, la programación del trabajo se hace muy difícil. A veces se acumula una inmensa cantidad de trabajo porque se tarda en llover un mes y, de repente llueve a lo largo y ancho del país en todas partes. Y entonces se acumula una gran cantidad de trabajo que es imposible de enfrentar.
Por eso, nosotros nos liberaremos absolutamente del imponderable del tiempo, y podremos tener una agricultura absolutamente segura y altísimamente tecnificada. Esas son nuestras perspectivas, marchamos en ese camino. Dominaremos y controlaremos los ríos, impediremos las inundaciones, nos liberaremos de las sequías y descansaremos el cuello de estar mirando para el cielo. Eso en el aspecto general.
Y los compañeros del instituto saben que estas son las metas que nos proponemos, y sabemos que ellos tienen en tensión sus fuerzas con vistas a lo que se avecina.
Pero aquí han estado presentes no solo los trabajadores hidráulicos, los obreros de vanguardia del Instituto Hidráulico, los obreros que han participado en estas obras, sino que estamos aquí con la nutrida presencia de las columnas juveniles agropecuarias (APLAUSOS) y los estudiantes de los institutos tecnológicos (APLAUSOS) que, como ustedes pudieron apreciar, se sorprendían de que no llamáramos inicialmente la “Isla de la Juventud” a esta isla.
Ellos naturalmente querrán saber algunas cosas de esta isla y, entre otras cosas, por qué decíamos eso.
No quiere decir que nosotros en ningún sentido vayamos a minimizar los méritos de los compañeros que están aquí, muchos de los cuales estaban en el acto de Santiago de Cuba, y nosotros reconocimos allí con toda justicia el magnífico espíritu de trabajo y el entusiasmo revolucionario que caracteriza a nuestros jóvenes (APLAUSOS).
Pero, ciertamente, si se le llama a esta isla “Isla de la Juventud” tendría que ser con un carácter todavía provisional, en primer lugar; en segundo lugar, como expresión de una intención, como un objetivo, como una meta, como un ideal. Pero todavía no se le puede llamar a esta isla “Isla de la Juventud” en el sentido real de la palabra.
Nosotros a veces hemos leído las cosas que se escriben sobre Isla de... ¡Isla sin nombre! (RISAS) Algunos de nuestros compañeros que trabajan en la prensa a veces hacen trabajos muy buenos y a veces hacen trabajos muy malos. Nosotros hemos conversado con algunos compañeros periodistas, porque muchas veces se va a lo superficial, muchas veces se va a las anécdotas sin trascendencia, rozan los problemas. Y durante un tiempo vimos que en la prensa se ensalzaba mucho las cosas festivas de esta Isla: que si hubo tal fiesta, si hubo tal cosa, si se hizo esto.
Y me preguntaba: ¿Acaso vamos a conquistar a nuestros jóvenes ofreciéndoles fiestecitas? ¿Vamos a conquistar a nuestros jóvenes ofreciéndoles cosas alegres? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿O recién debemos despertar en nuestros jóvenes el sentido del heroísmo, del trabajo y el sentido de la gran obra que hay que hacer aquí, de la gran tarea que hay que desarrollar aquí? (APLAUSOS) Puesto que aquí se está haciendo, pero habrá que hacer en un grado mayor, una verdadera revolución de la naturaleza.
Y me parece que es subestimar el temple de nuestros jóvenes, subestimar su entusiasmo y su magnífica potencialidad revolucionaria —a más de ser una prueba de ignorancia— el pretender atraer o entusiasmar a nuestros jóvenes sin presentarles el verdadero móvil, lo que a nuestro juicio es mil veces más atractivo para un joven.
No quiere decir esto, ni mucho menos, que nuestro concepto de la tarea de la juventud vaya a estar reñido con la alegría, con el espíritu de los jóvenes. ¡No! Lo que realmente nos parecía extraño, nos parecía inapropiado, que se desconociese el otro aspecto del joven. Porque el joven no solo es lógico que sea alegre y es justísimo que busque la alegría en todo lo que haga; pero sobre todo los jóvenes deben tener presente y deben ser atraídos, y a la larga serán atraídos, por las grandes empresas, por las grandes tareas, por las grandes obras.
Y ciertamente en esta parte de nuestra patria hay una gran obra que hacer y una magnífica oportunidad y posibilidad de realizarla; una obra en lo geográfico revolucionaria, en lo técnico revolucionaria y en lo social revolucionaria. Una zona prácticamente virgen, en grado alto subhabitada, donde se presenta un campo de acción magnífico para nuestros jóvenes.
Y nosotros creemos que esa frase de “La Isla de la Juventud” no puede ser una frase sin sentido. Nosotros creemos que no ha de ser ofensivo lo que se presencie y se exhiba. ¿Que hay una fiesta? Es natural que haya una fiesta. ¿Que se organizó un lugar donde ir a pasear? Es natural que se organice. Pero no creo que se necesite hacer publicidad fundamentalmente a base de eso. Muchas obras se han hecho en los últimos tres meses, unas 100 obras de carácter social, para resolver las necesidades de una población creciente y de una masa de jóvenes que hay aquí. Mas, sin embargo, no es una peluquería que se inaugure o una barbería, o un lugar donde puedan ir a bailar por las tardes un domingo. No. ¡Es la obra que esta juventud está realizando aquí, y sobre todo la obra que esta juventud tiene que realizar aquí; la magnífica, la atractiva, la apasionante, la formidable obra que aquí hay que hacer!
Y realmente, si estuviera en el lugar de ustedes, lo que me atraería, y lo que estoy seguro atrae a todo joven verdaderamente revolucionario, es esa obra que aquí tenemos que hacer.
Esa obra apenas ha comenzado. Decía que en el orden agrícola, en las plantaciones de las pequeñas maticas de cítrico y en los pastos, estamos avanzados; en ese orden se ha hecho algo. Pero está por delante la tarea de transformar toda la ganadería, de lograr aquí animales de óptima calidad en la producción de leche y de carne; está la tarea de aplicar la técnica al máximo en todas estas plantaciones, de ponerlas a producir, de lograr los máximos rendimientos por hectárea, los máximos rendimientos por metro cúbico de agua; está la tarea de seguir revolucionando la naturaleza de esta Isla, de poner en producción las tierras rocosas del sur, de poner en comunicación esta parte del país con el resto; está —como les decía—, incluso, la fabulosa posibilidad de que un día muchas de esas zonas cubiertas de agua sean también tierras agrícolas y productivas.
La humanidad tiene necesidad de estas soluciones. La humanidad crece, la humanidad se multiplica; y no crece, sin embargo, la superficie. El hombre tendrá que hacer todo lo necesario para incrementar la productividad por superficie, poner el máximo de las tierras o de la superficie en producción, aprovechar todos los recursos naturales, aprovechar todos los recursos de la ciencia; puesto que solo quienes no sean revolucionarios, quienes no tengan la menor idea de las posibilidades de la inteligencia y de la voluntad del hombre, podrán concebir un mundo en que la humanidad se muera de hambre.
Y desde luego —como nosotros decíamos en Gran Tierra— dos cosas son imprescindibles: revolución y técnica. Y lo que nosotros hagamos aquí no solo será útil para nosotros, sino que serán experiencias que algún día podrán ser útiles también a otros muchos pueblos que tengan que resolver problemas similares.
Aquí la juventud debe darse a la tarea de revolucionar la naturaleza. Pero, además, en el orden social, ¿cuál es el objetivo, cuál es el ideal de esos contingentes de jóvenes que se mueven hacia acá? ¿Cuál debe ser? (ALGUIEN DEL PUBLICO LE DICE: “¡Trabajar!”) ¿Y solo trabajar? ¿Cuál debe ser en el orden social? ¿Qué tipo de vida creen ustedes que debe ser la vida de los hombres y mujeres que vivan en esta región del país? ¿Por qué no aspirar a convertir también esta región en la primera región comunista de Cuba? (APLAUSOS)
Propongámonos no solamente revolucionar la naturaleza, sino revolucionar aquí también las mentes, revolucionar la sociedad, puesto que aquí se presentan condiciones objetivas que hacen factible eso, por ser una región muy poco poblada, por ser una región que adquirirá un tremendo desarrollo técnico, por ser una región donde se reúne para trabajar y para crear un numeroso contingente de entre los más entusiastas de nuestros jóvenes. Propongámonos convertir también esta región —en un futuro, más adelante, pero desde ahora proponiéndonos ese objetivo— en un gran centro experimental social, y donde nos propongamos resolver en la medida de lo posible, como vanguardia de nuestro pueblo, los problemas que implica la idea de crear una sociedad comunista.
Y estos grandes objetivos históricos de revolucionar la naturaleza y revolucionar la sociedad, estoy seguro de que contarán con la atracción y despertarán más que nada el interés de nuestros jóvenes.
Y es por eso, compañeros y compañeras, que si todavía esta frase de “Isla de la Juventud” no tiene ese contenido, ¿por qué llamarla “Isla de la Juventud”? Llamémosla “Isla de la Juventud” cuando la juventud con su obra haya hecho algo grande, haya revolucionado aquí la naturaleza y pueda exhibir el fruto de su trabajo, haya revolucionado aquí la sociedad.
No solo se concentrarán muchos jóvenes, sino que, entre la antigua prisión —que se construyó en 1927 y que ya no existe como tal prisión en esta Isla (APLAUSOS)— y en los distintos campamentos que se están construyendo, estudiarán no menos de 20 000 jóvenes de los institutos tecnológicos (APLAUSOS), que realizarán estudios ya no solo sobre ganadería, sino también sobre conservación de suelos, sobre problemas de hidráulica, sobre problemas de maquinarias; es decir que aquí en esos institutos se especializarán esos jóvenes en distintas cuestiones de este tipo.
Se hablaba de un cierto número de estudiantes en los tecnológicos para cuestiones de regadío, y creemos que 1 000 son pocos. De la misma manera que es pequeño el Instituto de Cítricos —estamos trabajando para no menos de 100 000 hectáreas de cítricos—, es necesario que el número de estudiantes para especializarlos en las plantaciones de cítricos en esta región, naturalmente no solo para trabajar aquí sino para trabajar en todo el país, sea el de varios miles. Ya tenemos más de 20 000 estudiantes en cuestiones de ganadería.
Aquí se pudieran repartir las materias o las enseñanzas en una cuestión nueva que surge, en una técnica muy revolucionaria, que es el problema de la conservación y mejoramiento de los suelos, tipo de técnicos de los cuales nuestro país necesitará decenas de miles; porque no se trata solo de cómo aprovechar el agua de la irrigación, sino cómo conservar y aprovechar de manera óptima las tierras sin irrigación, cómo prepararlas, para que reciban y almacenen y puedan proveer a las plantas de las mayores cantidades de agua posible. Se necesitan técnicos hidráulicos, se necesitan técnicos en maquinarias.
Este plan de los institutos tecnológicos alcanzará la cifra de 100 000 estudiantes en el año 1970. Estos institutos tecnológicos se integrarán también al mismo plan que el de los institutos preuniversitarios del Ministerio de Educación; es decir que serán centros militares también de enseñanza tecnológica (APLAUSOS). De manera que ya se irán equiparando estudiantes que llegaron a la enseñanza tecnológica a través de la escuela primaria y de estudiantes que ya, muchos de ellos adultos o jóvenes, se han integrado en los institutos tecnológicos a través de los planes que comenzaron con la alfabetización y continuaron por los estudios ulteriores; es decir, planes que han creado las facilidades para que los obreros, los que no tenían dos años, tres años cuando triunfa la Revolución, puedan disponer también de la oportunidad tan necesaria para el país de adquirir los conocimientos técnicos.
Naturalmente que los estudiantes de procedencia obrera se especializarán fundamentalmente en las cuestiones relacionadas con la agricultura en todos los aspectos, desde la maquinaria, la irrigación y en todas las cuestiones que tienen que ver con el desarrollo agrícola.
Por eso debemos contemplar, aprovechando las facilidades de esta región, el elevar la escuela correspondiente a los estudios de cítricos y las escuelas correspondientes a los estudios de hidráulica, de manera que haya una proporción más o menos igual de estudiantes sobre cuestiones de ganadería, sobre cuestiones de cítricos, de mecanización de la agricultura y de conservación y mejoramiento de los suelos.
Aquí se dan posibilidades reales por todos los planes de crear magníficos institutos tecnológicos acerca de esas materias, de manera que se integre esto con todos los demás institutos tecnológicos de este tipo que existen en el país y que se crearán en los años venideros teniendo en cuenta las necesidades y los planes de la Revolución.
Entendemos que será un trabajo fundamentalmente de nuestra juventud. Y por eso nuestra juventud, más que una isla suya, tiene delante la posibilidad de hacer suya esta isla. Y si nuestros jóvenes están en esa actitud, podemos provisionalmente llamarla “Isla de la Juventud” (APLAUSOS); pero Isla de la Juventud con un gran contenido ideológico, con un gran contenido técnico, con un gran contenido social, y en prueba de la confianza que realmente tenemos de que nuestros jóvenes serán acreedores al derecho —ya no provisional sino definitivo— de llamar a esta región de nuestro país Isla de la Juventud (APLAUSOS).
Por último, compartimos plenamente las palabras internacionalistas del compañero Faustino, expresando las razones, y además de las razones la satisfacción y el orgullo, de que este embalse lleve el nombre de “Viet Nam Heroico” (APLAUSOS). Y, a la vez, la magnífica idea de que el embalse que ellos inaugurarán mañana lleve el nombre de ese joven valeroso y heroico que bien merece, por su actitud y su conducta, llevar el calificativo de héroe de la revolución latinoamericana: Antonio Briones (APLAUSOS).
Muchas gracias también a los artistas de la canción-protesta por su magnífica cooperación en este acto de hoy (APLAUSOS).
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)