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Un nombre como llave hacia otro mundo

Date: 

13/08/2024

Source: 

Granma

Author: 

Algunos nombres baten con el frescor de la brisa para ahuyentar el calor del verano, vibran con la magia de las canciones capaces de proyectarnos más allá del tiempo, nos aceleran los latidos como los cinco oros olímpicos de un gigante. En ocasiones, palabras pequeñas soportan los sueños y realizaciones más grandes.
 
Cuando mencionamos o escuchamos hablar de Fidel, asistimos a la revelación de un mundo de luchas, amor y principios. Pero nunca bastará con acudir al recuerdo y abrir los labios: solo vale invocarlo si nos jugamos la vida y la muerte para merecer el derecho de pronunciar esas cinco letras, si nos volvemos cómplices de su milagro.  
 
Durante nueve décadas peleó y triunfó miles de veces, pero todavía combate para conquistar la fortaleza más difícil: la conciencia y el corazón de la humanidad, en un enfrentamiento sin armas ni trincheras, solo con las virtudes y las ideas inmunes a las balas.
 
Estos días, renuentes a mostrarnos su sentido, parecieran estar siempre nublados, a pesar del calentamiento del planeta. Fidel es una guía firme para continuar la marcha hacia el sol del mundo moral, y él camina sin tregua al frente de la columna. Debemos calzarnos bien las botas, mirar más allá del horizonte y seguirlo.        
 
Ante seres así, poco vale el típico rezo funerario. Gritémosle: «¡Descanse en guerra, Comandante, padre, amigo!». Abonemos las semillas en su tierra, y la patria recogerá sus mejores retoños.
 
Muchos preguntarán: ¿Qué sostiene esta fe de revolucionarnos otra vez? Pero antes, interroguémonos cada uno para buscar la raíz del escepticismo. Él, como un imán para convocar a su gente, encaró las mayores adversidades en todos los campos, y convirtió muchos imposibles en motivos de orgullo y admiración.     
 
Contadas personas consiguieron fundir tantas cualidades en un cuerpo y las colocaron al servicio de la causa del hombre. Sin embargo, estaba convencido de que «lo perdurable es el pueblo».
 
Si entre todos asumimos la misión señalada por ese gran defensor de la vida, nuestras acciones individuales sonarán como acordes de aquella canción de Santiago Feliú: La isla de Fidel.