Ningún canto de sirenas puede mancillar el camino de la libertad
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Es necesario conocer y profundizar en la historia para comprender por qué Cuba apuesta por su rebeldía, su soberanía, la defensa de las causas justas, y, a su vez, profesa un profundo sentido humanista y solidario.
-57 por ciento de la población era analfabeta
-Del campesinado, integrado en 1957 por dos millones quinientas mil personas, el 14% padecía o había padecido de tuberculosis; el 13% de fiebre tifoidea; el 36% padecía de parasitismo y el 31% de paludismo
-El 58% de las casas contaba con luz eléctrica hacia finales de los años 50, pero de ese porcentaje, el 87% correspondía al sector urbano y solo el 9% al rural.
¿A qué país ustedes creen que pertenezcan estos datos?, preguntó el profesor de Historia de Cuba a sus alumnos al iniciar la clase.
De manera general, todos apuntaron a mencionar un país de América o de África, pero ninguno supuso que esas abrumadoras estadísticas eran sinónimo de la miseria y precaria situación en la que se encontraba Cuba desde la imposición de la República en 1902, marcada por los desafueros de los gobiernos de turno al servicio de Estados Unidos.
Dicha situación se hizo más palpable durante la década del 50 con el mandato de Fulgencio Batista y la naturaleza brutal del régimen batistiano, su saña y alevosía se desataron tras el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, el 26 de julio de 1953. También aquí hubo asesinatos en masa, delaciones, torturas, persecuciones sistemáticas y vejámenes a la dignidad humana.
No fue hasta 1959, con el triunfo de la Revolución, cuando se empezó a vislumbrar un camino más cierto para el pueblo cubano. No obstante, quedaban graves secuelas en la sociedad, un país saqueado y arruinado, escasos recursos en oro y dólares que respaldaran al peso cubano, la desigualdad extrema, un país sin carreteras ni caminos, sin acueductos ni alcantarillados, sin hospitales ni policlínicos, así como un pueblo cansado de promesas sin cumplir.
Precisamente hacia ese pueblo fue la primera mirada de la Revolución. Así lo expresó Fidel Castro Ruz en su discurso de clausura del XXIV Consejo Nacional de la CTC, efectuado el 13 de septiembre de 1959.
“Recordando aquello de que los pueblos tienen el destino que se merecen, vamos a ver ahora si los cubanos merecemos el destino que estamos aspirando, y lograrlo como lo queremos lograr, no imponiéndolo, sino como obra de toda la nación; no como esfuerzo de un grupo, sino esfuerzo de todo el pueblo, porque entiendo que las revoluciones no se deben hacer, o intentar el esfuerzo de hacer, si no se conciben como esfuerzo del pueblo”.
Frente a estos problemas, Fidel Castro propuso cinco soluciones que fijarían el camino inicial de la Revolución Cubana: devolver al pueblo la soberanía con una nueva Constitución, conceder a los arrendatarios la propiedad de la tierra, ofrecer a los obreros la participación en el 30% de las utilidades de las grandes empresas, conceder a los colonos el 55% de los rendimientos provenientes de la caña de azúcar, así como confiscar los bienes de los gobernantes para las cajas de jubilación, hospitales y asilos.
La Revolución iba dejando atrás aquellos males, pero se enfrentaba a otros, ya no heredados. El gobierno estadounidense comenzó sus campañas de calumnias y con la firma de la Ley de Reforma Agraria, en mayo de 1959, se desató la furia imperialista contra el pueblo de Cuba, y al año siguiente ya habían desplegado y conjugado con toda claridad los elementos esenciales del bloqueo. Los ataques fueron dirigidos a todos los sectores el económico, militar, diplomático por mencionar algunos.
Las transformaciones no se frenaron ante la escalada norteamericana. La Ley de Reforma Agraria de 1959 benefició a más de 100,000 familias campesinas y asestó un duro golpe al latifundismo y al dominio imperialista sobre Cuba. Esta ley fue un punto de partida para los grandes cambios que se produjeron durante la década de 1960.
En el apartado de la educación, la Campaña de Alfabetización redujo el analfabetismo al 3.9 % en 1961 y logró un total de 4000 alfabetizados. Al momento de iniciarse la Campaña existían 844 centros con 2 832 maestros y 19 075 alumnos. De igual modo, además de erradicarse el analfabetismo, se elevaron los niveles de instrucción a un mínimo de nueve grados; en muchos casos llegaron a 12 grado.
El sistema de salud cubano, reconocido por la calidad de sus servicios médicos, también fue privilegiado. Entre 1980 y 1985, se fundaron instituciones como el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, el Centro Nacional de Investigaciones Científicas, el Cardiocentro de Cirugía Infantil William Soler (mayor del mundo), el Centro de Inmunoensayo y el Centro de Trasplantes y Regeneración del Sistema Nervioso.
Tal ha sido la preparación, humanismo y solidaridad de los galenos cubanos que es impensable no reconocer su presencia en áreas de cualquier parte del mundo con deficiencias de salud o enfrentando graves pandemias como el cólera, el ébola o la Covid-19.
Para los alumnos que ya habían nacido con la obra de la Revolución avanzada, con el respaldo de su Partido, los militantes y pueblo en general, estos ya eran derechos propios, pero la Revolución no ha llegado hasta aquí por un fácil camino, ha sido a golpe de desafíos, carencias, asfixia económica y de una fuerte resistencia del pueblo cubano y su Gobierno.
El profesor recalcó la necesidad de conocer y profundizar en la historia para poder comprender hoy por qué Cuba apuesta por su rebeldía, su soberanía, la defensa de las causas justas, y, a su vez, profesa un profundo sentido humanista y solidario, consciente de que ningún canto de sirenas puede mancillar el camino de la libertad.