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Fidel Castro: Lo último que quedará será el libro

Date: 

31/03/2023

Source: 

Centro Fidel Castro Ruz

Author: 

Los libros parecen ser una de sus mejores compañías Ya es connotada esa manía de leerlos incluso cuando se desplaza en carro de un sitio a otro. Y la lectura motiva muchas de sus conversaciones, intera venciones públicas, escritos... Fidel Castro en su dominio de la oralidad transparenta esa reposada sabiduría que le otorgan sus innumerables via vencias y el tiempo dedicado a desena trañar los misterios que atesora cada, nuevo título.

De sus dotes de conversador volvió a dar cuenta durante su visita a PABEXPO, en la pasada VII Feria Intemacional del Libro, al dialogad
con periodistas y escritores. Pero sobre todo mostró cómo una buena lectura, hecha a conciencia, puede revelamos las más insospechadas relaciones entre los sucesos del pasado y el futuro.

Dos libros, La reconcentración 1896-1897 y El último hombre y la última peseta, del coronel Raúl Izquierdo Canosa, referidos a los duros años de la reconcentración de los campesinos cubanos decretada por el Capitán General Valeriano Weyler, estimularon su análisis sobre la trascendencia de ese acontecimiento para el mundo de nuestros días.

“Este hecho estaba un poco así como olvidado en la historia”. En aquellos campos, según Fidel, se encontraba la génesis de los sitios de exterminio utilizados por los nazis y uno de los métodos practicados más tarde por los yanquis en la guerra de Vietnam. “En pleno siglo XX” -dijo-, con una conciencia universal, no se hubieran repetido las aldeas estratégicas:

“No hay derecho a olvidar, es el mérito que tiene este libro” -reconoció Fidel. Y sin proponérselo nos daba otra prueba de cuánto puede aportarnos una buena lectura al protegemos de la desmemoria: evitar los errores del pasado, porque”..es culpa nuestra cuando la gente ignora”.

Entonces llamó la atención sobre cuán sugerente puede ser un libro, cuánto nos obliga a profundizar en un suceso y cómo a él mismo diversas lecturas sobre las guerras de independencia incluso la visión española-, le sirvieron para elaborar una táctica eficaz en el enfrentamiento al ejército batistiano.

Desde su experiencia, como quien intenta trasmitir y estimular el afán de búsqueda del conocimiento, Fidel conversó casi dos horas con los presentes. Fue un diálogo intenso, donde el libro, a veces de manera evidente, a veces disimulada, era un excelente provocador. Como lo había sido por esos días para miles de cubanos: “porque no es un público analfabeto, es un público que quiere libros, es un público que tiene sed de libros y que en las condiciones actuales nos es difícil satisfacerlo plenamente”.

“Siento dolor de que no podamo imprimir más libros y siento la obligación, como la sienten todos los compañeros que tienen responsabildades en nuestro país, de hacer lo que puedan, aunque sea un poquito más de libros.

“Hay una cantidad impresionante de lectores en nuestro país. Se interesan por obras de calidad y de las más variadas: desde libros de ficción, pueden ser libros de historia, de economía de geografía, de ciencia...”

-¿Cuáles son los libros que a usted le apasionan, los que prefiere?

- Hay que acordarse de la dialéctica, las distintas edades. Los de historia siempre me gustaron mucho, desde que estaba en la escuela. La Guerra Civil española...cuando empieza yo tenía diez años y me leía todos los periódicos que llegaban. No sabía distinguir muy bien entre un periódico y otro, entre izquierda y derecha, de esas cosas no sabía nada.

“Pero había unos españoles que trabajaban con mi padre que no sabían leer ni escribir y cuando yo iba de vacaciones por ejemplo, me pedían que les leyera. Yo lo mismo les leía El Diario de la Marina, El País, cada uno tenía su línea (...) Todas las batallas principales de la guerra de España, esa edad ya yo las conocía, la de Teruel, la del Ebro, el sitio de Madrid, todo aquello lo seguí. Me interesaban los libros militares, me interesaban mucho”.

“Recuerdo que una vez conseguí un album de las guerras napoleónicas, muy bien hecho y con postalitas, eran postalitas pero como fotos, todo aquello del puente de Artola, y Austerlitz y todas las batallas. Pero muy tempranito, ya desde la primaria yo los conocía “Como encuentro algunos libros de historia de aquellas guerras de la humanidad, las de César, las de Aníbal, las de Alejandro... Creo que a capi todos los muchachos les interesaba de manera especial.

“Estaba pasando el tiempo. Después, esa pasión por los libros de historia de las guerras nuestras, la del 68 y el 95. De la Historia de Cuba, mucho Miró Argenter, como dos veces me lo leí y tiene como 900 páginas. Era una cosa apasionante cuando los libros aquellos caían en mis manos (...).

“Después uno tiene su época romántica en que lee a Werther, de Goethe; la María, de Jorge Isaac; la época de algunas novelitas de esas... Todo el mundo pasa por eso; ahora me gustaría releerlo a ver cómo reacciono.

-¿Ya no lee historias de amor?

-Sí, por ejemplo las de García Márquez que ha escrito novelas de amor. El amor enlos tiempos del cólera por ejemplo. Nosotros somos muy amigos, y él suele mandarle el original a unos cuantos amigos, cuando ya lo tiene casí listo para imprimir. Incluso, con una gran modestia pide si hay algún detallito que no coincida.

“Y siempre uno descubre un detallito como en el libro Del amor y otros demonios, en que había un caballito que le habían regalado al hombre, tenía 11 meses, no sé cuánto y a los pocos días andaba cabalgando. Le dije: oye pero el caballo tene que tener por lo menos dos años y medio (...) son detallitos y él es muy cuidadoso con los detalles.

“Me ha explicado que para que las cosas en las que él usa la fantasía tengan credibilidad es necesaria la precisión y la exactitud en todo lo demás «que se escribe. Si va a hablar de insctos busca asesores, gente que le explique sobre insectos o sobre la naturaleza. No recuerdo en qué otro libro tenía unos fusiles para cazar no sé qué cosa que no se ajustaban al tipo de fusil para la cacería que estaba haciendo. Son detallitos de esos y él me manda los libros. Son libros de amor ¿mo le parece a ustedes?

“Ahora, si escribe un libro como Noticia de un secuestro es una maravilla, mucho más de historia que de ficción”

-¿Y de las biografías de personalidades?

-Me leí casi todas las de Stefan Zweig.

-¿Qué ha pensado sobre la suya?

“Nunca me he puesto a pensar en eso. Me aterrorizo de pensarlo, cuando se me ocurre pensarlo. Cuando veo muchos testimonios, que es el punto de vista de cada uno, me horrorizo. Me gustaría realmente poder escribir alguna vez algunas cosas de las que viví; algunos pensamientos cómo se originaron, cuáles eran determinadas concepciones del Moncada, antes del Moncada y hasta incluso eríticas.”

-¿Ese es el libro que le gustaría escribir?

“Bueno, es el que mejor podría escribir porque de otros temas no sé tanto como de mí mismo. Aunque quizás nadie se conoce siquiera suficientomente bien a sí mismo.

-¿Usted ha soñado con escribir un libro?

-Un libro con las experiencias que he vivido, prerrevolucionarias y de la época revolucionaria: antes de la guerra, en la guerra... todas las ideas, cómo evolucionaron, todas las concepciones, y los años de Revolución.”

-¿El libro se va a morir ante tanta tecnología?

No, yo creo que lo último que quedará será el libro. Fijate si no se muere que todavía se leen La Hada y La Odisea.

-¿Y la Biblia?

-La Biblia es posterior, ése es un libro de los primeros que tuve que leer desde primer grado... aprendí algunas cosas...

-¿De los autores cubanos vivos cuáles prefiere?

-No me pongas en líos aquí, me vas a poner ahora a pelearme. Me gustan todos. Por aquí tenía uno cuyos libros me gusta mucho leerlos: Miguelito Barnet. Y Armando Hart me acaba de regalar un libro ahora (El Aldabonazo). Me lo mandó hace 24 horas y ya me preguntó si lo había leído y le respondí: ¿tú crees que yo no tengo ninguna otra cosa que hacer?

-¿Qué tiempo tiene el Comandante Fidel para leer?

-Ah, yo todo el tiempo...

-Sí, pero usted está tan ocupado...

-Yo no estoy ocupado nunca, están ocupados los demás”.

Pero a pesar de la broma quienes escuchábamos sus confesiones sabíamos el dolor que siente al no disponer de más tiempo para leer. Hace unos años le descubrió a Tomás Borge, en una larga entrevista, su sufrimiento al ver una buena biblicueca: “Sufro cuando reviso una lista de títulos de todas clases, y lamento no tener toda mi vida para leer y estudia”.