Cuba celebra hoy el Día del Educador, en el aniversario 61 de la culminación exitosa de la primera gran proeza educacional de la Revolución: la Campaña de alfabetización.
 
En los centros de enseñanza de todo el país, incluidos los de formación pedagógica, es reconocida la consagración de esos profesionales dedicados a la noble tarea de educar y enseñar; también a quienes en su temprana juventud contribuyeron con esa gesta.
 
La víspera, directivos del Ministerio de Educación Superior recibieron la Medalla José Tey por sus aportes a la formación de las nuevas generaciones de profesionales y una obra dedicada a esa disciplina.
 
Esa distinción reconoce la labor y méritos de educadores de cualquier nivel de enseñanza, con 25 años o más de desempeño en el sector, y premia también a trabajadores de instituciones y organizaciones políticas, sociales y de masas, cubanos o extranjeros, relevantes en la construcción del Socialismo.
 
El 22 de diciembre de 1961 el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, proclamó al país territorio libre de analfabetismo, tras la batalla por el conocimiento que involucró a unos 271 mil educadores voluntarios de todo el territorio cubano, y colocó al país entre las naciones de más bajo índice de iletrados en el mundo.
 
La Campaña permitió sacar de la ignorancia a más de 700 mil personas, y creó las bases para la conformación de un Sistema Educativo universal y gratuito en todos los niveles, el cual constituye una prioridad del Estado cubano.
 
Hemos ganado una gran batalla, afirmó Fidel Castro en aquella ocasión: “y hay que llamarlo así: batalla, porque la victoria contra el analfabetismo en nuestro país se ha logrado mediante una gran batalla, con todas las reglas de una gran batalla”.
 
En efecto, el temprano empeño cultural se realizó en un contexto caracterizado por la hostilidad creciente de Estados Unidos que, tras la promulgación de las primeras leyes revolucionarias, se empleó en hacer fracasar el proceso de transformaciones en la isla por todos los medios a su alcance.
 
Sin embargo, ni la ruptura de relaciones de esa potencia norteña con Cuba en enero de 1961, ni la invasión mercenaria por Playa Girón en abril de ese año, ni la lucha contra las bandas de alzados en varios puntos del país, detuvieron la Campaña.
 
La epopeya cambió la vida de los hasta entonces analfabetos, así como de sus maestros y del país, y permitió el desarrollo educacional experimentado por la nación en años posteriores con triunfos que son reconocidos internacionalmente.