VALIENTES: La pequeña tropa cubana en Andorra
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El avión despega. Nariz arriba. Retirada del tren de aterrizaje. El doctor Luis Enrique mira por la ventanilla del Airbus de Iberia en ascenso, y piensa en lo que deja atrás y en lo que tiene por delante. Abajo, las luces de La Habana en la noche del último sábado de marzo. Desde su asiento, la capital cubana se reduce a la pequeña circunsferencia por la que observa la ciudad.
Atrás, dos hijos, su esposa, dos hermanos, un puñado de amigos y hasta un perro pequinés. Delante, una nueva misión internacionalista. Está al frente de los 39 colaboradores cubanos que integran la brigada médica “Henry Reeve”, de la Isla, rumbo a Andorra. En tiempos de pandemia intentan salvar a los demás. Son especialistas en situaciones de desastres y graves epidemias. Cuentan también con la experticia de sentir el dolor del pecho ajeno como si fuera el suyo.
–Decía Martí que el que ha andado la vida y ha visto reyes sabe que no hay palacio como la casa de familia, pero también dijo que no hay mayor placer que servir de algo a los demás. Por una parte uno piensa en la lejanía de la familia y, por otra, en qué te vas a enfrentar cuando llegues. Es una mezcla de las dos cosas –dice desde Andorra la Vieja, la capital del pequeño país europeo al que fueron a enfrentar la COVID-19.
Hace dos semanas, cuando la aeronave que trasladó a los médicos cubanos hacia Europa aterrizó en Madrid, los pasajeros y taxistas en el aeropuerto de Barajas aplaudieron a la tropa de batas blancas de la Isla. El blanco es paz, y Cuba ha sido la misma cosa. En las afueras de la terminal aeroportuaria sonaron los cláxones de los autos, cual bienvenida a los galenos. Eran las seis de la tarde del domingo 29 de marzo; en Cuba, las 12 del día. Allí los esperaban dos ómnibus para trasladarlos hacia el Principado de Andorra, una nación de 76 mil habitantes, ubicada en la línea física que divide suelo español de territorio francés, por las lejanas montañas de los Pirineos.
“Cuando llegamos a Andorra en la madrugada del lunes 30 nos recibieron las autoridades sanitarias, el gobierno y los compañeros del hotel; posteriormente se nos entregó un pantalón, algunos zapatos, abrigos porque la temperatura estaba cerca de cero grados, hacía mucho frío. Inmediatamente nos alojaron en el hotel Panorama. Y sobre las 5:00 am fuimos a las habitaciones”, cuenta el doctor y jefe de la brigada, Luis Enrique Pérez Ulloa en una llamada por WhatsApp.
Se habían trasladado durante siete horas de la capital española a la andorrana. En un ómnibus, 19 colaboradores y 20 en el otro, acompañados por autoridades del Principado. Madrid fue la ciudad de tránsito. Tras una carretera de muchas curvas Andorra la Vieja era el destino, el hogar por un tiempo aún incierto, “hasta que se resuelva el problema”, dice el también hematólogo. Andorra suma un total de 638 casos confirmados con la enfermedad y 29 fallecidos.
Poco durmieron esa primera noche. A las 9:00 am del lunes 30 de marzo a toda la brigada se le hizo el PCR para coronavirus. El resultado no fue el esperado: un médico de la brigada había dado positivo.
–El colaborador estuvo todo el tiempo asintomático, incluso las pruebas en Cuba dieron negativas. Pero fue aislado en una institución de salud que se llama CEDRE. Eso hizo que el resto de la brigada se mantuviera en aislamiento hasta que se realizara la encuesta epidemiológica al médico enfermo, y después se nos repitió el test serológico donde todo fue negativo, así como la medición de los signos vitales dos veces al día (9:00 am y 6:30 pm). A las 48 horas se le realizó nuevamente el PCR y el test serológico al colaborador y dieron negativas, al igual que a la brigada. En todo ese tiempo que estuvimos en el hotel sin salir lo aprovechamos en realizar conferencias internas para recordar el tratamiento y la revisión de los protocolos, la actualización de temas que nos pudieran servir aquí en Andorra y no perdimos la comunicación con las autoridades –recuerda Pérez Ulloa.
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El doctor René Díaz Viltres –57 años, estatura media– es el único cardenense de la brigada médica cubana en Andorra. Es, también, el supuesto caso positivo a la COVID-19. Dice que “el problema de la pruebita esa” es que él siempre estuvo asintomático. “El jefe de la misión viene aquí y me plantea que me había dado positivo la PCR. Yo no sabía por qué. Es que no he tenido síntomas nunca. Ni cuando vine de Cuba, ni en el trayecto, ni estando aquí; ni una tocecita, ni fiebre, que es una de las cosas fundamentales”, asegura con la tranquilidad posterior de quien pasa un susto, pero no siente miedo. Tiene la experiencia del cólera en Haití y otra misión en Guatemala. Cuatro de sus colegas combatieron el ébola durante seis meses en África. Casi la mitad de la brigada ha estado en varios países donde se ha pedido la ayuda cubana.
–El médico siempre tiene riesgo. Cuando nos formamos lo sabemos –dice el especialista en Medicina Interna, quien espera abrazar a su hija de 29 años y a las dos nietas que despidieron al abuelo desde Cárdenas. Quizás el beso a su esposa, Norma Ríos García, demore más. Como mismo René ha montado su campaña contra el coronavirus en Andorra, Norma –máster en Medicina Natural y Tradicional– lo hace en Angola desde el jueves 9 de abril, cuando una brigada médica partió rumbo a Luanda.
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Son las 5:30 am de un día cualquiera desde que el doctor René fue descartado como caso positivo a la COVID-19 en Andorra. A esa hora comienza su jornada. Desayuna en el hotel Panorama y espera el transporte que lo lleva, diariamente, hacia el CEDRE, donde labora una parte de la brigada cubana de conjunto con los trabajadores de la salud andorranos.
–El CEDRE está a unos 15 minutos del hotel. Allí llegamos a las 8:00 am, nos reunimos con el colectivo médico, hacemos el recuento de lo que se ha hecho el día anterior con los pacientes y allí estamos hasta las seis de la tarde. En el CEDRE hay personas mayores que son COVID positivos –dice y agrega que el centro está prácticamente lleno, pese a que cuenta con 120 camas distribuidas en cinco plantas.
El doctor Luis Enrique Pérez Ulloa, jefe de la misión en Andorra y actual vicepresidente primero de Servicios Médicos Cubanos, asegura que antes de la llegada del personal de salud de la Isla no existía aseguramiento humano en el hospital “Nostra Señora de Meritxell”, que tiene 160 camas y 17 de terapia intensiva. Allí trabaja otro grupo de colaboradores cubanos.
A eso ha apoyado el doctor René Díaz Viltres, junto a los otros 38 profesionales médicos de la Isla en Andorra: “Tratamos de contribuir con nuestra solidaridad y detener un poco la pandemia junto con los andorranos, sin querer imponer protocolos, sino utilizando los de aquí”.
“Cuando uno elige una profesión como la Medicina, uno tiene que tratar de combinar en su mente y en el corazón la parte del amor a la familia y el amor a los demás. Y eso es lo que me ha tocado: prestar solidaridad, humanismo, cosas buenas…”, dice, por su parte, el jefe de la brigada médica y recuerda cuando a las 8:00 pm se escucha el Himno Nacional de Cuba desde los edificios cercanos al hotel.
–Dicen que uno siente más nostalgia por Cuba si hay algo que te identifica con la Isla…
–Imagínate. La mayoría de la gente lloraba. Escuchar el himno nacional fuera de Cuba es algo de orgullo y pasión. Andorra es un país pequeño, en la otra parte del mundo, y que pueda haber personas que entonen el himno nacional cubano… eso es algo que uno lo dice y no lo cree. Gritaban “médicos cubanos”, “médicos cubanos”, y eso para nosotros fue muy conmovedor. Uno profundiza la identidad cuando escucha esas cosas.