Fidel es inspiración y motivación
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Javier Sotomayor cuenta que un amigo lo llamó en la madrugada del pasado 26 de noviembre para decirle del fallecimiento del Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz. Fue un gancho directo al estómago, fue el peor despertar en muchos años, fue como tumbar la varilla en el último intento sobre la altura ganadora.
«Es un golpe muy duro por lo que representa Fidel para mí, y para todo el movimiento atlético cubano. Él nos dio las áreas deportivas, las escuelas especializadas, en las cuales crecí junto a otros miles de hombres y mujeres», confesó el recordista mundial de salto alto (2.45 metros) en exclusiva con nuestro diario.
«Fidel es inspiración y motivación, un ejemplo a seguir. Siempre estuvo con nosotros antes, durante y después de cada competencia, pendiente de todos los detalles. Por eso soy y seré un eterno fidelista», reconoció el Príncipe de las Alturas.
Múltiples son los instantes que guarda el excepcional saltador de encuentros con el Comandante, pero recuerda con particular énfasis las horas previas a la partida de la delegación cubana rumbo a los Juegos Olímpicos de Atlanta, Estados Unidos, en 1996.
Sotomayor había tenido una temporada muy inestable, fluctuando sus marcas entre 2.34 y 2.38 debido a molestias en la rodilla, que al final tuvo que infiltrarse. Tras perderse varias sesiones de entrenamiento y no completar los programas de fuerza y salto, su presencia en Atlanta estaba en duda.
«Horas antes de partir a Estados Unidos, Fidel me llamó porque sabía que tenía molestias. Trató de persuadirme para que no arriesgara mi condición física y no participara, pero le pedí un voto de confianza y él me respondió que, sin importar mi papel allá, siempre tendría su apoyo y el de todo el pueblo», precisa Javier.
Estas palabras en un momento adverso le demostraron a Sotomayor la grandeza del líder histórico de la Revolución, la cual volvió a sentir en los complejos compases de 1999, cuando fue acusado y suspendido por doping durante los Juegos Panamericanos de Winnipeg, Canadá.
Para el saltador cubano esa cita continental era especial, pues anhelaba alcanzar su cuarto título tras los logrados en Indianápolis 1987, La Habana 1991 y Mar del Plata 1995. Pero la acusación por doping, enfrascada en manchar su carrera y el prestigio del deporte cubano, impidieron que se quedara con la corona.
«A Fidel le debo todo lo que hizo en 1999. Creyó en mi más que nadie y siempre trató de probar las irregularidades con las pruebas de Canadá, luego las manipulaciones de los exámenes B y C. Su campaña de apoyo tuvo mucho que ver en el desenlace positivo de la historia, y en mi posterior participación en los Juegos Olímpicos de Sydney, donde no pude ganar el oro, pero logré regalarle a él y a todos los cubanos fieles una medalla de plata», destacó Sotomayor.
Ya ha pasado una semana desde la desaparición física del Comandante, y Javier recuerda a la segunda persona con la que habló la noche del fatal suceso. «Maradona me llamó como a las cuatro de la madrugada desde Croacia y fue bien triste.
«Era su segundo padre, como ha dicho en muchas entrevistas. Este jueves por la noche llegó a Cuba y lo recibí en el aeropuerto. Vino porque tiene un gran compromiso con Fidel y la Revolución, para darle el último adiós», relató Sotomayor.
Y concluyó: «Como tantas personas lo han manifestado en Cuba y el resto del mundo, yo también tengo presente a Fidel. Fue como un padre y seguiré fiel a su legado, a sus enseñanzas».