La generación de jóvenes cubanos que se entrelazó con la generación de los asaltantes a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes fue la primera que utilizó la pintura mural con la frase ¡Viva Fidel!
 
El hecho ocurrió en el poblado de Regla en el mes de abril de 1955 y su autor fue José Ferrer García (Cheo).
 
El creyón con el que Cheo pintó aquella frase se lo pidió al militante del Partido Socialista Popular Antonio Valdés Pe­reira.
 
Posteriormente al percatarse del impacto que su acción tuvo en el pueblo, Cheo pidió a Antonio la fórmula para hacer el creyón y así organizó a otros compañeros para ejecutar una acción similar en toda la localidad.
 
Meses después, ya constituido el Movimiento 26 de Julio, en un contacto con el compañero Antonio (Ñico) López en la casa de la calle Prado 109, Ñico le pidió la fórmula para confeccionar los creyones, los que se hicieron en grandes cantidades en la panadería del padre del compañero Segundo Pérez, en la calle Factoría No. 67 entre Corrales y Apodaca.
 
Estos creyones fueron distribuidos a lo largo del país y entregados a los integrantes de las incipientes Brigadas Juveniles del MR-26-7 por su jefe Ñico López.
 
Al final de su libro Los que luchan y los que lloran, recuerdo testimonial de su viaje a la Sierra Maestra, Jorge Ricardo Masetti escribió: “La Habana se fue quedando atrás… Regla con sus barcos viejos y las paredes que gritan ¡Fidel!”.
 
Durante la lucha clandestina en actos callejeros a los que se le denominaba mítines relámpagos, al lanzar octavillas o alzar banderas o gallardetes se unían estas acciones al grito de ¡Viva Fidel!
 
Generaciones que sucedieron a aquellas también gritaron en Girón, el Escambray, Angola, Etiopía y otras partes del mundo ¡Viva Fidel!
 
Muchos amamos más a la Revolución desde que escribimos por primera vez en una pared ¡Viva Fidel!, o al enfrentar situaciones difíciles o en momentos de alegría gritamos con todas nuestras fuerzas ¡Viva Fidel!