A su padre (1948)
Sr. Ángel Castro
Querido Papá:
Ya en Bogotá donde pienso permanecer algunos días, puedo sentarme tranquilamente a escribirles. En Caracas nos pasamos cuatro días. La ciudad está unos cuarenta kilómetros del aeropuerto, la carretera que conduce del aeropuerto a Caracas es verdaderamente fabulosa pues tiene que atravesar una cordillera de montañas de más de mil metros de altura. Venezuela es un país muy rico, gracias principalmente a su gran producción de petróleo.
Allí se hacen grandes negocios pero la vida es bastante cara. En cuanto a lo político actualmente el país marcha admirablemente bien. Rómulo Betancourt dejó la Presidencia con deudas personales y la administración Pública es muy honrada. El pueblo está muy satisfecho de su actual gobierno que está realizando una serie de medidas que tienden a beneficiar el país.
De Venezuela nos trasladamos a Panamá. El aeropuerto está en la zona del canal, el cual pudimos apreciar desde el avión a poca altura. La ciudad de Panamá está bastante cerca del canal y permiten visitarlo lo que no pude hacer debido a nuestra breve estancia en ese país, pues teníamos necesidad de estar en Bogotá el día 31 del pasado. Ese día temprano salimos de Panamá y volando sobre la costa del Pacífico nos dirigimos a Colombia.
Hicimos escala en la ciudad de Medellín que es una de las más ricas e industriales de Colombia que está en el Departamento de Antioquia (aquí en vez de Provincias hay Departamentos). Después continuamos el viaje hacia Colombia o mejor dicho hacia la Capital. Para llegar a Bogotá el clípper de cuatro motores en que viajamos se remonta a una enorme altura. Los ríos como el Magdalena y el Cauca, muy caudalosos, lucen como rayas blancas en la superficie de la tierra.
La ciudad de Bogotá está a 2 500 metros sobre la superficie del mar que a esa altura semeja un Valle rodeado de pequeñas colinas. El panorama de la naturaleza muy hermoso y la vegetación completamente distinta a la de Cuba. A pesar de estar tan cerca a la línea del Ecuador debido a su altura la temperatura es muy fría, apenas sube 15 grados y frecuentemente baja de 10, por lo que hay que estar constantemente abrigado.
La ciudad de Bogotá es muy moderna y casi tan grande como La Habana. Hay mucha actividad y constantemente hay un enjambre de personas en la calle como nunca he visto en ningún lado. Una ciudad muy culta y civilizada. Un gran porcentaje de los colombianos tiene sangre india y se caracterizan por la calma.
La riqueza principal de Colombia es el café, pero no sucede como en Cuba cuya única riqueza importante es el azúcar, haciendo depender el bienestar del país en un producto expuesto a desastrosas bajas en el mercado mundial, sino que también tienen una gran riqueza en las minas de plata y también oro.
Las esmeraldas se producen en grandes cantidades y son las mejores del mundo. También tienen mucho ganado y producen además, en cuanto a alimentos, todo lo que consumen. La vida es barata. El compañero mío y yo vivimos en el Hotel Claridge que es bastante bueno, cobran $9.50 diario por cada uno (pesos colombianos, en dólares, equivalentes a $4.00 aproximadamente) y la comida es magnífica.
Bueno papá, no te voy a seguir contando si no nada tendré que decirte en otras cartas. En Bogotá no sé seguro que tiempo habré de estar. En este viaje que realizo estoy organizando un Congreso Latinoamericano de Estudiantes que deberá celebrarse aquí en Bogotá, contamos con la adhesión de casi todos los estudiantes de América. Tuve éxito completo entre los estudiantes de Venezuela y Panamá, la prensa nos está respaldando y en Panamá hablé durante media hora en una de las estaciones más oídas del país. En Bogotá llevo ya casi tres días, pero apenas he desplegado actividad alguna pues me estoy orientando.
La ciudad está llena de banderas por la Conferencia. Cuando estemos reunidos los representantes de todas las Universidades pensamos tener entrevistas con los principales representantes de cada nación.
Yo llevaba cartas para varios altos funcionarios venezolanos, los que no pude ver porque era semana santa y para esa fecha hay una inactividad absoluta en estos países y estaban todos por el interior. A Rómulo Betancourt que también tenía yo una carta para él, de un buen amigo suyo, lo pienso ver acá en Bogotá. Estuvimos en la casa del Presidente actual de Venezuela y la familia nos trató muy amablemente.
La hermana del presidente se comunicó con él que estaba de veraneo en el interior para comunicarle nuestro interés en verlo y le contestó que el lunes estaría de regreso a Caracas y nos podría recibir, pero era viernes y nosotros teníamos que salir al día siguiente para Panamá. ¡Qué distinta democracia a la cubana, donde las puertas de las casas de los gobernantes están vedadas al ciudadano!
Desde luego que estas gestiones yo las hago como dirigente estudiantil cubano y al objeto de obtener respaldo y ayuda a nuestro movimiento. Los argentinos han dado el mayor aporte hasta ahora pero pienso que también el gobierno colombiano nos ayude. De Bogotá no sé qué marcha seguiré. Hoy llega a Bogotá procedente de la Habana, a reunirse con nosotros, uno de los argentinos que más está cooperando.
Puede ser que siga con él hasta la Argentina y me pase allá tres meses becado, por el Gobierno o regrese a Cuba. Si continúo para la Argentina realizaré en el mes de Septiembre mis exámenes en la Universidad de la Habana para entrar en cuarto año de Derecho, pues tengo mucho interés en terminar mi carrera. Estos viajes le aportan a uno un gran número de conocimientos y experiencias al mismo tiempo que le abren grandes horizontes y perspectivas.
Te envío con la carta una fotografía del compañero mío y yo aquí en Bogotá, al lado de la estatua del General Santander lo que no se distingue.
Por separado te envío unas vistas de la famosa Cartagena de Indias, hoy una de las principales ciudades de Colombia.
Mi dirección está arriba a la izquierda. Espero recibir noticias de ustedes pronto. A la carta deben ponerle sello aéreo.
Besos para todos y tú recibe un fuerte abrazo de tu hijo que te quiere, Fidel.