DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ EN LA CONMEMORACION DEL VII ANIVERSARIO DE LA FUNDACION DE LOS CDR. PLAZA DE LA REVOLUCION, 28 DE SEPTIEMBRE DE 1967
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Compañeros y compañeras de los Comités de Defensa de la Revolución:
Hay que decir que una vez más los Comités de Defensa de la Revolución se han superado a sí mismos, porque este acto de esta noche con relación a él solo se puede decir que es, sin duda, el más numeroso y el más organizado y, además, el más hermoso (APLAUSOS).
Las boinas rojas, con las que ustedes han querido expresar de una forma simbólica el profundo sentimiento combativo e internacionalista de nuestro pueblo, han contribuido sin duda a darle a la multitud esa impresionante uniformidad, esa apariencia de inmenso ejército en marcha que tienen los Comités de Defensa de la Revolución esta noche (APLAUSOS).
Pero no es que nuestros Comités han ganado solamente en organización, en marcialidad, en presencia, sino que han ganado también en entusiasmo. Y algo más: han ganado en eficiencia. Y algo más: han ganado en prestigio (APLAUSOS).
Pocas creaciones sociales en solo siete años de vida han llegado tan lejos como esta genuina institución de masas creada por nuestra Revolución. Y las tareas de los Comités de Defensa de la Revolución, que surgieron en lo más arduo de la lucha frente a la contrarrevolución, se han ido ampliando cada vez más, al extremo de que hoy abarca una gran cantidad de actividades de todo tipo. Y no solo tienen los Comités de Defensa sus tareas específicas, sino que también cuando hace falta realizar cualquier tarea nueva, cuando hace falta hacer cualquier esfuerzo en cualquier sentido y no hay quien de inmediato pueda encargarse de esa tarea, la solución inmediata es esta: llamar a los Comités de Defensa de la Revolución, en la seguridad de que sabrán cumplirla (APLAUSOS).
Nuestra Revolución y nuestro Partido tienen legítimo derecho a sentirse satisfechos, orgullosos, de esta institución. Y sabemos, porque nos lo ha enseñado la experiencia de estos años, que cada día se irá superando más y cada día el propio proceso revolucionario nos irá indicando cuán lejos se puede llegar con esta nueva forma de organización de masas.
Pero en días recientes hemos podido ver cómo los Comités de Defensa de la Revolución se han convertido en una magnífica forma de enlace entre las masas y las instituciones del poder revolucionario.
Saben ustedes que nuestra Revolución no se caracteriza por crear instituciones abstractas; saben ustedes que una de las características de esta Revolución es tratar de extraer las instituciones de la realidad y no de la imaginación. Ese ha sido un estilo de esta Revolución. La Revolución no empezó creando instituciones abstractas y, ciertamente, las pocas veces que la Revolución ha creado instituciones abstractas a la larga ha descubierto que ese es un método equivocado de crear instituciones sociales.
Muchas veces cuando la institución, el organismo administrativo —pongamos por caso— surgió de un organograma, el cual surgió a su vez de la imaginación tal vez un poco febril de algunos creadores de instituciones imaginarias —y ustedes saben lo que es un organograma—... ¿Alguno de ustedes ignora lo que es un organograma? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) Bueno: me imagino que a los que dicen que no les ocurre como a mí.
Si a mí me preguntan qué sé de organogramas, diría que no sé una palabra; si a mí me preguntan si ignoro qué es un organograma, diría que no, que un organograma es en mi concepto algo prácticamente imposible de comprender, que un organograma es la “camisa de fuerza” con que se intenta vestir con creaciones imaginarias la realidad de la vida social, que un organograma suele ser la creación cumbre de inteligencias estériles capaces de crear nada en la realidad; y que un organograma debiera ser —en última instancia— el esquema, si se quiere, o la simbolización abstracta de toda aquella organización que surja respondiendo a las necesidades reales de la sociedad.
Muchas veces se ha hablado del fenómeno del burocratismo. Afortunadamente el burocratismo es uno de esos fenómenos del cual se puede hablar hoy si no como un fenómeno derrotado —porque el burocratismo es como una hidra—, se puede hablar, sí, del burocratismo como un fenómeno que se bate en retirada. Y muchas veces burocratismo y organogramismo nacían estrechamente asociados. Surgía un funcionario, y funcionarios han sobrado en este proceso revolucionario... Y hay que decir, además, que ser funcionario es para muchos revolucionarios una desgracia, una tarea ingrata. Conozco a muy pocos verdaderos revolucionarios a quienes guste el cargo de funcionarios; pero indiscutiblemente que algunas tareas requieren a los hombres al frente de las tareas.
El organogramismo no era siempre producto de la falta de espíritu revolucionario; el organogramismo muchas veces era resultado de la ignorancia, un problema de concepción. Y entonces un funcionario seudorrevolucionario, o un revolucionario ignorante, se creían que la primera obligación era construir un organograma ideal y después empezar a llenar de nombres ese organograma imaginario.
La experiencia nos ha enseñado que cuando se ha hecho a la inversa, que cuando el esquema de la organización responde realmente a las necesidades reales, siempre el resultado ha sido muy distinto.
Pero, como les decía, organogramismo y burocratismo son dos fenómenos estrechamente asociados. Y el burocratismo se bate en retirada, aunque hay que estar siempre muy alerta.
Si nosotros dijéramos ahora que el burocratismo está derrotado, estaríamos incurriendo en una gran equivocación. El burocratismo todavía mantiene algunas poderosas trincheras en el seno de la administración revolucionaria; el burocratismo ha sido considerablemente erradicado en los más altos niveles de la administración, pero queda todavía mucho burocratismo en los organismos intermedios.
Es decir que el proceso de lucha contra el burocratismo hay que seguirlo tenazmente y, además, vigilantemente, si es que no queremos que dentro de algún tiempo nos ocurra que vemos de repente el fenómeno del burocratismo avanzando otra vez. Porque la Revolución es un proceso de lucha en muchos frentes, y cuando la Revolución se descuida en un solo frente se encontrará de que por ahí los vicios contrarrevolucionarios comienzan a ganar rápidamente terreno. Es decir que no es un mal erradicado, ni el problema del organogramismo. Pero, desde luego, a pesar de que en las cuestiones esenciales esta Revolución no se ha caracterizado por los esquemas, esta Revolución en las cuestiones esenciales no se ha caracterizado por las creaciones abstractas al margen de las realidades.
Algunos podrán preguntarse: ¿tienen ustedes una genuina constitución socialista? Y nosotros diríamos: no, no tenemos ninguna constitución socialista. ¿Cuál es, entonces, la Constitución del Estado? Es la vieja Constitución burguesa sobre cuyo esqueleto la Revolución ha establecido un sinnúmero de remiendos. Es decir que nosotros tenemos una legislación socialista sobre el esqueleto de una constitución burguesa.
Desde luego, históricamente muchos movimientos sociales se caracterizaron en primer término por crear una ley de leyes, una constitución. El resultado es que a lo largo del proceso esa constitución se convertía como una especie de tabú inviolable y a la larga resultaba una creación intelectual ineficaz e incapaz de responder a las realidades.
Nuestra Revolución no quiso, por ejemplo, comenzar haciendo una creación abstracta y mediante esa creación abstracta establecer una rimbombante llamada constitución socialista. ¡Y cuánto nos alegramos, cuánto nos alegramos!
A la luz de la actual experiencia, y mirando hacia atrás en la insondable oscuridad de nuestras pasadas ignorancias, comprendemos con absoluta claridad cuántos errores de concepción, cuántas cosas ininteligibles y cuántos disparates irreales, abstracciones a mil leguas de las realidades habría implicado semejante constitución.
Y cuando nuestro país al décimo año, o al onceavo o al doceavo año del proceso revolucionario, en 1969 ó en 1970, se decida a elaborar la constitución que rija las nuevas relaciones sociales a la vez que albergue las aspiraciones de este proceso revolucionario, no será sin duda alguna una creación perfecta; adolecerá todavía, como toda cosa humana, de muchas imperfecciones, pero será infinitamente superior a lo que habríamos podido hacer en los primeros meses de 1959.
Pero la historia de este proceso nos ha demostrado que la realidad precede a la elaboración o la explicación abstracta de las realidades. Este proceso nos ha enseñado a todos muchas cosas. Y esta propia institución de masas que constituyen los Comités de Defensa de la Revolución son una prueba viva.
¿Quién pensó nunca, en qué libro clásico de las teorías revolucionarias se habló jamás de una institución semejante? ¿En qué programa, en qué manifiesto, en qué pronunciamiento se habló nunca, jamás, de nada parecido a una institución semejante a esta? No estaba en los libros.
En una constitución en 1959 no se habría podido decir una sola palabra de lo que ha venido a ser ahora en la realidad una de las creaciones más fecundas de nuestra Revolución. Los Comités de Defensa no aparecerían.
Y yo me pregunto si en la constitución definitiva que nuestra Revolución elabore en años venideros se podrá prescindir de los Comités de Defensa de la Revolución (APLAUSOS y EXCLAMACIONES DE: ”¡No!”); si se podrá ignorar la existencia de esta realidad, de esta formidable institución de masas que la Revolución ha creado. Es indiscutible que no.
Si de repente no se contara con los Comités de Defensa de la Revolución, si de repente actuáramos como si no existieran, ¡cuántas tareas hoy fundamentales que esta institución realiza dejarían de realizarse en todos los órdenes, en todos los sentidos!
Se han mencionado muchas de las múltiples actividades en que han participado este año los Comités. Y esas actividades crecen, porque participan los Comités en el incremento extraordinario que ha habido en las donaciones voluntarias de sangre para nuestros hospitales (APLAUSOS), como participan en las tareas recientes del censo ganadero a fin de obtener una importante información y además exacta información necesaria para los planes económicos del país. Participan en el frente de la educación, participan en el frente de la salud pública, sobre todo en las tareas que tienen que ver con la medicina preventiva, y son cada vez más y más tareas en ese orden.
Porque si en un tiempo eran las vacunas... Y ya prácticamente hay enfermedades totalmente erradicadas en este país, hay enfermedades con relación a las cuales nuestro país ocupa ya una posición única en este continente de erradicación total. Desde hace ya varios años ese azote de la población infantil que era la poliomielitis no registra un solo caso en nuestro país (APLAUSOS). Las familias cada año vivían angustiadas por el azote de la poliomielitis, ¡cientos de casos! Y algo todavía más terrible: esa especie de espada sobre la cabeza de cada niño, porque no era un problema de estadística; era el problema de la inseguridad colectiva que semejante enfermedad creaba, erradicada de manera preventiva por una actividad del frente de la salud pública, llevada a cabo fundamentalmente con el apoyo de esta institución.
Pero ya se hace todavía más perfecta esa tarea, más profunda, puesto que ya participan también los Comités en la tarea de prevención de enfermedades que, previstas a tiempo, pueden impedirse o aminorarse en un grado altísimo sus terribles consecuencias. Y así año por año se hace más perfecta, se hace más efectiva, se hace más profunda la lucha por la salud del pueblo. Y en esas victorias el papel de esta institución ha sido decisivo. Es decisivo su papel en el frente de la educación, es cada vez más destacado su papel en el frente de la producción, y en fin es una actividad creciente.
Pero se destaca últimamente el papel de los Comités de Defensa de la Revolución como enlace entre las masas y las instituciones de poder revolucionario. Y así, hacia las formas nuevas de desarrollo social, hacia las formas nuevas de instituciones sociales, hacia mecanismos nuevos de enlace entre masa e instituciones de poder, hacia el desarrollo de formas genuinamente nuevas, eficientes, de democracia, marcha esta institución de masas por excelencia que son los Comités de Defensa de la Revolución. Y concluiremos a la larga perfeccionando esos mecanismos. Concluiremos a la larga, en primer lugar, encontrando esos mecanismos; porque nada más difícil que encontrar el mecanismo social idóneo para cada cosa. Pero si nosotros sabemos aprovechar las experiencias de la realidad, los iremos encontrando en todos los órdenes, en todos los frentes.
Nosotros no somos maestros de la historia, sino discípulos de la historia. Nosotros aprendemos del proceso revolucionario, y el propio proceso revolucionario tendrá que ser siempre, con su infinita variedad de cosas nuevas, con sus infinitas posibilidades, el gran maestro del pueblo, el gran maestro de todos los revolucionarios. El mejor libro, nuestro verdadero libro de texto en cuestiones de revolución, será el propio proceso revolucionario.
Y por eso, cuando elaboremos representaciones esquemáticas de lo que hayamos creado, esas representaciones no serán producto de la imaginación; serán producto de la realidad. Y nosotros sabemos, estamos seguros, de que en la institucionalización y en la esquematización de las, instituciones, los Comités de Defensa de la Revolución jugarán un importante rol.
Y esta institución la creó la lucha, esta institución surgió como una necesidad de la lucha, hace siete años, frente al enemigo que manifestaba descaradamente su actividad, alentado por el imperialismo al que creían omnipotente, al que creían invencible, al que creían superpoderoso. Pero esta institución de masas que se creó en un momento dado para una necesidad dada demostró su capacidad de responder en los años subsiguientes a muchas otras necesidades diferentes. Y así ha ido evolucionando la institución para ser lo que es hoy: no solo una institución con la guardia en alto —y siempre con la guardia en alto, porque la guardia por principio no se ha de bajar nunca, la guardia estará siempre levantada (APLAUSOS)—; con la guardia en alto por un lado y con múltiples otras actividades por otro.
Nuestra Revolución se encuentra en un período sumamente interesante. En conversaciones con algunos compañeros nosotros empleábamos las siguientes palabras para tratar de resumir las características de este proceso: los primeros años fueron los años de ignorancia, después de los años de ignorancia vienen los años de agonía, y después vendrán los años de triunfo.
Si a ustedes se les preguntara en qué etapa estamos, ¿qué responderían? ¿Estamos acaso en los años de ignorancia? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) No. ¿Podríamos decir que estamos acaso en los años de triunfo? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) No. Aunque ello dependería de qué se entiende por triunfo.
Claro que todos los años de la Revolución en cierto sentido han sido años de triunfo contra algo, años de victoria en algún frente, desde el primer día, desde el día en que conquistamos la oportunidad de empezar a hacer nuestra propia historia. El año de la alfabetización por ejemplo, los años en que levantábamos nuestra fuerza popular, los años en que derrotábamos los asaltos de las agresiones imperialistas, los años de la reforma agraria, los años de las nacionalizaciones; en todos los años, paso a paso, se fueron creando condiciones; en todos los años se lograron algunos grandes triunfos.
Pero cuando hablamos de triunfo nos referimos al instante en que nuestro país empiece a poder palpar, a recibir y a poder contar con los frutos abundantes de estos arduos esfuerzos en estos años.
Los años de ignorancia fueron los primeros años de la Revolución. Hoy decimos que estos son los años de agonía. ¿Por qué los años de agonía? Porque hoy sabemos muchas de las grandes posibilidades, hoy trabajamos en muchas direcciones con grandes posibilidades. Pero, sin embargo, muchas veces no tenemos lo que queremos para poder hacer lo que sabemos que podríamos hacer; muchas veces la naturaleza nos impone en estos esfuerzos un período indispensable de tiempo.
Nunca como en estos últimos tiempos el espíritu de trabajo, el espíritu creador de la Revolución, ha alcanzado niveles tan altos; nunca como en estos tiempos se trabaja tan seriamente en tantas direcciones. Hoy la proporción o el por ciento de las masas del país que se moviliza, que trabaja, es más alto que en ningún otro momento.
Así vemos, por ejemplo, lo que acaba de ocurrir en la provincia de Las Villas: más de 150 000 ciudadanos se movilizaron hacia las montañas del Escambray para sembrar en dos días 103 caballerías de tierra (APLAUSOS). La siembra en solo dos días de 103 caballerías de tierra, de 103 caballerías de café, es una cifra impresionante. Pero ello no era posible sin un trabajo previo, constante, de preparación de las posturas, de selección del terreno, y en fin toda una serie de tareas previas; habría sido imposible sin una movilización de pueblo semejante. Pero si impresionante es el resultado del esfuerzo, más impresionante todavía es la magnitud de la movilización; la cifra parece realmente increíble.
Y cuando los compañeros de la provincia hablaban de esa movilización, que inicialmente iba a ser de 100 000 personas, había compañeros escépticos, porque les parecía algo inalcanzable; sin embargo no solo se logró, sino que se logró con una magnífica organización. Y eso demuestra varias cosas: demuestra el nivel de la conciencia en las masas, demuestra el nivel de organización alcanzado en nuestro país y demuestra, en cierta medida, el nivel de los recursos con que el país cuenta ya. Es una medida del nivel de fuerza y de capacidad de nuestra Revolución.
Movilizaciones grandes se llevan a cabo también en otras provincias, esfuerzos singulares se están realizando prácticamente en todos los rincones del país.
Ese día se sembraron allí unos 6 millones de posturas de café. Pero si sumamos todas las que se están sembrando desde los últimos meses y las que en este período hasta la próxima primavera se habrán de sembrar, suman la respetable cifra de 350 millones de posturas (APLAUSOS). Es que prácticamente en estos meses se están sembrando aproximadamente 50 posturas per cápita. Y si 6 millones representaban el trabajo de 100 000 en dos días, o parte del trabajo, es decir, el momento en que se siembra la postura, si multiplicamos seis por cincuenta, seis por sesenta, y consideramos que una masa de 150 000 sembró 6 millones en dos días, sesenta veces esto equivale en parte al trabajo durante dos días de 90 millones de personas; no midiendo las cosas por número de árboles o por millones de árboles, sino midiéndolo por el número de personas que se necesitan para plantarlo y el tiempo necesario.
Esto da idea de la magnitud del trabajo, del esfuerzo de las masas en uno solo de los tantos frentes de trabajo de la Revolución.
Ustedes, los vecinos de la Ciudad de La Habana, se preguntarán cuándo les va a tocar sembrar también su matica de café o su matica de frutales (APLAUSOS). Y nosotros les decimos: paciencia, que las posturas de ustedes están ahora en los germinadores; paciencia, que las posturas están en los viveros, o paciencia, que todavía están en los árboles que están produciendo los granos de donde van a salir esas posturas. Pero a los vecinos de La Habana les corresponderá también su participación en este gran esfuerzo; los vecinos de La Habana están no obstante ya participando en un grado alto en una especie de revolución que se está produciendo también en nuestra capital.
Porque se venían haciendo grandes esfuerzos en todo el país: en Isla de Pinos, en Guane, en Maisí, en el Escambray, en todas partes. Pero, ¿qué ocurría a los alrededores de la capital? La agricultura más pobre, la agricultura más atrasada era la agricultura de los alrededores de la capital. Y esto por muchas razones: muchas eran fincas antiguas de recreo —porque aquí, donde hay una población más alta que alimentar, que abastecer, se daba el fenómeno de cientos, de miles de finquitas de recreo—, o por otra parte, una agricultura, sobre todo en las inmediaciones más próximas a la ciudad, atrasada, de campesinos que no tenían grandes conocimientos técnicos y de los cuales prácticamente nadie se ocupaba.
Hay que decir también que se ocupaban de esos campesinos algunos de los que gustan comprar las cosas a cualquier precio, de cualquier forma; y muchas veces llegaban, y si se pagaba por cualquier cosa un montón de pesos eso no estimulaba precisamente la tecnificación. Porque si un campesino produce un saco de cualquier cosa y por ese saco le pagan 20 pesos, entonces nunca se preocupará de producir 1 000 sacos de esos, se conforma con obtener los mismos ingresos produciendo 100 sacos. Y hay que decir que los mercaderes de la bolsa negra contribuían al retraso técnico en los alrededores de nuestra capital.
Muchas veces veíamos lo siguiente: viandas para la capital desde Oriente, desde Camagüey, desde Las Villas. ¿Cuánto cuesta trasladar un quintal de cualquier cosa desde Oriente hasta aquí? Unos 1 000 kilómetros de distancia. ¿Era lógico que estuvieran subutilizadas las tierras alrededor de la capital? ¿Era lógico que perdurara esa agricultura atrasada? ¿Muchas veces unas maticas de maíz secas y amarillas, que producían unos pocos de granos para el dueño de aquel pedazo de tierra o para los amigos que compraban la gallina y el puerco en bolsa negra? ¿Podíamos permitir ese índice de baja productividad, ese atraso en los alrededores de nuestra capital cuando en el resto del país la agricultura se tecnificaba y avanzaba a pasos agigantados? No.
Pero había otros problemas. Esta es una de las ciudades en el mundo más desprovista de árboles, montones de solares, de espacios de tierra sin un árbol; muchas antiguas barriadas que se quedaron parceladas, en ellas se introdujeron algunos precaristas a sembrar la manzana tal y la manzana más cual, para después venderlo de cualquier forma. ¡Avenidas sin una sola mata! ¡Kilómetros cuadrados completos sin un solo árbol!
Y entonces se concibió también poner a la provincia de La Habana y a la agricultura de la capital a tono con el esfuerzo que se está haciendo en el resto del país. Y gracias al extraordinario esfuerzo de nuestro Partido en esta provincia, ayudado por las organizaciones de masas, y muy especialmente por los Comités de Defensa de la Revolución, la faz de nuestra capital está cambiando. Y a la vuelta de unos 12 meses los alrededores de esta ciudad no los conocerá nadie, ¡nadie!
Se estaba desarrollando también un considerable número de caminos en las provincias, sobre todo en las zonas montañosas de Oriente, en Las Villas, en Pinar del Río. De repente se descubrió que había también grandes zonas en esta provincia sin caminos, porque todo dependía de quiénes tenían latifundios, qué políticos eran ricos latifundistas en qué regiones; y entonces existían o no existían caminos.
Hemos descubierto infinidad de pequeñas regiones en la provincia que estaban absolutamente incomunicadas. Se decidió también llevar a cabo un programa de construcción de caminos en los campos de la provincia de La Habana.
Y el plan está igual que en el resto del país a toda marcha. Aquí hay millones de posturas de árboles frutales en los viveros, de posturas de café, de posturas de árboles maderables u ornamentales, que van creciendo. Un considerable número de equipos se ha destinado también a la agricultura en esta provincia.
Dentro de unos meses, digamos para esta misma fecha el año que viene, se le podrá dar un premio, un premio —óiganlo bien— como ese que ustedes daban, según escuché en un anuncio por radio, creo que al número 28 —¿no era al número 28?—, al que tenía el número 28 le daban una boina roja no sé en que calle... (LE DICEN: “En Galiano”) ¡Ah, era en Galiano! ¿Encontraron por fin al hombre?... ¿Sí?... Bien, se le podrán dar unos cuantos premios a quien en los alrededores de esta capital encuentre el año que viene para esta fecha una matica de marabú, una matica de aroma, una sola manigua (APLAUSOS).
Vamos a ver si entre todos buscamos y encontramos para esta fecha, el año que viene, una sola de estas leguminosas. Porque hay que decir que el marabú es una leguminosa; es decir, produce su propio nitrógeno, pero es una leguminosa que excepto una tarea de protección del suelo, cierto enriquecimiento de materia orgánica, no produce nada útil. Lo vamos a sustituir por otras leguminosas que producen granos muy útiles tanto para el alimento humano como para la producción de carne de ave, de res, de leche, todo eso.
Hay una leguminosa maravillosa que va creciendo espléndidamente bien por ahí, que no se ha sembrado todavía en cantidades muy grandes porque no había semillas, pero que se ha sembrado en número suficiente para disponer de toda la semilla necesaria.
Y esta política similar contra las tierras baldías, contra las tierras improductivas, contra las tierras cubiertas de aromas, maniguas y marabuzales, se está siguiendo en todo el país.
Pero decíamos, y ustedes se preguntaban cuándo. Bien, para la próxima primavera les tocará a ustedes la siembra de las posturitas de café y de otros frutales y de otras cosas. Porque ahora viene —como ustedes saben— el período de sequía que más o menos comienza, en noviembre hasta el mes de abril o mayo, depende del año. Hay años en que las lluvias se adelantan, y años como este en que desgraciadamente las lluvias se retrasan.
En esta provincia suele llover bien, pero en los años secos lo que ocurre es que se tardan estas lluvias; siempre en el verano llueve, porque parece ser que tenemos en el Golfo de Batabanó una caldera de vapor que con el calor crea una región de lluvias microlocalizadas en esta provincia. Es decir, se calienta el agua dada la baja profundidad de las aguas que están entre La Habana e Isla de Pinos, aumenta el nivel de vapor de agua, y después esa agua cae en nuestra provincia.
Es decir que esta provincia tiene un buen régimen de lluvias aun en los años secos. Lo único que suele ocurrir es que años de ambiente general seco, en la zona esta donde está ubicado nuestro país, en La Habana simplemente se retrasan las lluvias. Pero siempre en el verano, como consecuencia de esta caldera que tenemos al sur de la provincia, siempre en el verano llueve. Y ahí están los datos históricos mediante los cuales podemos saber más o menos sobre qué fecha, aun en los años secos llueve.
Así que en el mes de abril o mayo ya estarán todas las posturas de frutales, todas las posturas de café, todas las tierras preparadas, todos los hoyos abiertos con su materia orgánica en el hueco, y en unas cuantas semanas sembraremos 100 millones de matas de café (APLAUSOS).
Pero ese café va intercalado, ese café será una plantación —y el café será como un subproducto— de 2 000 caballerías de árboles frutales.
Nosotros hemos estado haciendo un esfuerzo por racionalizar la agricultura en esta provincia. En las zonas más inmediatas a la ciudad, por condiciones de suelo, condiciones de clima, por condiciones de salud, preferimos sembrar las áreas de árboles frutales. En las regiones inmediatamente detrás vendrán las áreas de pastos para la producción de leche; y en las tierras óptimas con riego subterráneo, procedente de fuentes subterráneas, en las grandes áreas llanas de magníficas tierras con regadío las áreas de producción de viandas y de vegetales; y ya próximo al mar, en los terrenos más bajos, las áreas de producción de arroz.
Cuando sembramos café en las inmediaciones de la capital, lo hacemos como un subproducto para emplear el espacio entre árbol y árbol de aguacate o de mamey, o de mango o de zapote, o de cítrico, y, en fin, cualquiera de las plantas, de los árboles frutales que allí se siembran. Sin embargo, esa área tendrá también regadío casi toda. Ustedes habrán podido observar ya algunas microrrepresitas que se están haciendo; en todas estas tierras onduladas de alrededor de la capital se construirán cuantas microrrepresas sean físicamente posibles, y tendremos esas 2 000 caballerías de frutales con regadío; e intercalado en los frutales, el café.
Pero escuchen algo interesante: La Habana llegará, la provincia, a abastecerse de todas las viandas que necesite, de toda la leche que necesite; es decir, en cuanto a la leche tardará más, por cuanto está relacionado también con la multiplicación del número de vacas. Pero La Habana se autoabastecerá de café, y no solo se autoabastecerá de café, sino que dispondrá de un excedente exportable de café. Cosa increíble, ¿verdad? Todo el mundo pensaba que el café allá en las montañas; hemos aprendido, sin embargo, que determinadas variedades se pueden cultivar en los llanos también, y con buena calidad y con buena productividad. ¡Son las cosas propias de los años de agonía, no de los años de ignorancia!
Aunque al hablarles de los períodos se me olvidaba una de las etapas, porque eran los años de ignorancia, los años de agonía, los años de trabajo intenso y los años de triunfo. Decíamos que ya el año que viene marcaba la etapa de transición entre los años de agonía y los años de trabajo intenso, con recursos para esos trabajos.
Indiscutiblemente que estamos en una fase de transición.
Así, sabemos que esta solución es posible, y entonces esta provincia prácticamente se autoabastecerá de todos los productos que necesita para su consumo. Y nosotros titulamos este esfuerzo como una especie de movimiento de liberación nacional. ¿Por qué llamamos un movimiento de liberación nacional a este plan agrícola de la provincia de La Habana? ¿Saben por qué? ¿Lo saben? ¿Se lo imaginan? Es bien sencillo: porque la capital en cierto sentido coloniza y explota al resto del país; entonces tienen que estar mandando alimentos desde Oriente, desde Camagüey, desde Las Villas, desde Matanzas, desde Pinar del Río. Y en la medida en que esta provincia en su área agrícola produzca los alimentos de la capital, liberará de la explotación y de la colonización al resto de la agricultura nacional (APLAUSOS).
Y entonces los villareños producirán viandas para ellos, los matanceros producirán viandas para ellos, y los camagüeyanos y los pinareños... Siempre algunas cosas tendrán que mandar, y algunas cosas habrá que mandarles, porque esta provincia produce —por ejemplo— una de las mejores capas de tabaco torcido y, desde luego, cuando un villareño esté fumándose un buen tabaco con capa de La Habana, recordará que siempre algo recibe también de esta provincia, no obstante la magnífica tripa que ellos producen allá, pero todavía no producen buena capa de tabaco.
Es decir que esta provincia producirá en los territorios agrícolas lo que necesita para su consumo, ahorrándole a la economía nacional millones y millones de kilómetros de transporte; es decir, el transporte de millones de quintales, por cientos de kilómetros. Esto redundará en un ahorro neto en transporte, en trabajo, porque hay suficientes tierras si llevamos a cabo consecuentemente esta lucha contra la tierra improductiva.
Y los campesinos de la provincia están prestando la mayor cooperación a este esfuerzo. Es cierto que se les está ayudando.
Ustedes podían apreciar otra cosa, un contraste hiriente: salían por los alrededores de esta capital, y apenas se alejaban unos cuantos centenares de metros de las espléndidas avenidas que hay en la capital, de los edificios de apartamentos de 15 y 20 pisos, se encontraban un bohío miserable, semiderruido. ¡Así vivían muchos obreros agrícolas y muchos campesinos en los alrededores de la capital! Junto con este plan de desarrollo agrícola de la capital se está llevando a cabo el desarrollo social y se está llevando a cabo la construcción de todas las viviendas para todas las familias que en los alrededores de la capital vivían en precario estado. Los campesinos, los obreros agrícolas están recibiendo la ayuda para resolver el problema de la vivienda. Y además —es un método enteramente nuevo— se les está ayudando a hacer las plantaciones de cítricos, de café, de todo; se les está resolviendo el problema de la vivienda y no se les está cobrando absolutamente nada, ni se les cobrará nada por eso.
Algunos preguntarán: ¿eso no será un mal negocio? Y nosotros decimos: ¡No! Mal negocio es una caballería de tierra sin producir nada, ¡ese sí es mal negocio! Pero cuando cada una de esas caballerías, mediante estos planes, que incluyen la aplicación intensiva de la técnica, esté produciendo diez veces más, quince veces más, veinte veces más, ¡eso sí es un gran negocio para toda la sociedad, eso vale muchas veces más que todo el esfuerzo que hagamos ahora construyendo viviendas y haciendo las plantaciones! El mal negocio es —recuérdenlo siempre— el estado improductivo de muchas de esas tierras.
Y, claro está, los campesinos se dejan orientar, tienen confianza; se les indica qué se va a plantar allí. Claro, como ustedes saben, una parte de las tierras pertenece a campesinos privados en nuestro país y otra parte de las tierras pertenece al Estado. En algunos lugares que estaban despoblados, como Isla de Pinos, más del 90% de las tierras son de propiedad nacional; pero en la provincia de La Habana más de la mitad son de propiedad privada, porque en la provincia de La Habana la tierra estaba más parcelada. Y como ustedes saben que la Revolución se basa en la alianza de los obreros y los campesinos, a los pequeños agricultores se les liberó de la renta y se les dio un tratamiento distinto que a los grandes propietarios latifundistas de la tierra.
¿Acaso responden siempre los campesinos con lealtad a ese espíritu de alianza? No, no siempre responden con lealtad. Hay muchas veces casos de campesinos que tratan de lucrar exclusivamente ellos, se olvidan del resto del país y especulan con los productos. Así, a veces nosotros nos hemos encontrado por las montañas —digamos que es donde menos existen estos casos— algunos campesinos que dicen: miren, quisiéramos que mandaran más de tal producto, de tal otro. Entonces nosotros les decimos: miren, claro que ustedes saben que esos productos tienen que producirlos otros trabajadores que no tienen tierra, que no tienen café y, sin embargo, muchas veces ustedes cuando vienen a recoger el café guardan para tomar café veinte ó veinticinco veces al día, y en cambio los obreros que producen esos zapatos que ustedes quieren a veces no toman café en todo el día (APLAUSOS).
Claro, es peor cuando un campesino vende a un especulador, y no todos los campesinos responden al espíritu de la alianza obrero-campesina; algunos se portan como muy malos aliados. Pero ese no es el espíritu de la inmensa mayoría de los campesinos; la inmensa mayoría de los campesinos responde lealmente al espíritu de esa alianza obrero-campesina. Lo que muchas veces necesita es dirección, dirección técnica; lo que muchas veces necesita es orientación. Y nosotros lo estamos viendo con todos estos planes que incluyen no solo las tierras estatales sino también las tierras de los pequeños agricultores: cómo cuando hay una orientación correcta en su inmensa mayoría responden con entusiasmo y responden con lealtad a aquello que no solo los beneficia a ellos, sino que beneficia también a toda la colectividad.
Por eso les advertimos que le tocará también a la ciudad de La Habana, a los vecinos de La Habana, tener su oportunidad. Pero, claro, La Habana tiene una inmensa fuerza de brazos. Si Las Villas pudo movilizar dos días 150 000, ¿cuántos podría movilizar esta capital durante dos días? Posiblemente medio millón de personas. Pero no hay que movilizar medio millón de personas, porque lógicamente no vamos a hacer las siembras solo en dos días, habrá que espaciarlas. Pero la capital participará también en la siembra de sus frutales, de su café entre los frutales y de la leguminosa entre las posturas de café.
No voy a entrar ahora en una explicación pormenorizada acerca de en qué consisten los planes, pero nosotros tenemos interés en que la población, que participa de todo eso, comprenda, y que el Partido y los Comités enseñen, divulguen, en qué consiste la tarea que se está haciendo.
Pero resumiendo: diremos que no quedará en los alrededores de la capital una sola mata de marabú, de aroma, que en un período de 12 meses todo eso estará sembrado; que en un período de 12 meses, además, no solo los alrededores de la capital, sino que la agricultura en el interior de la provincia cambiará también considerablemente, puesto que se van a sembrar unas 5 000 caballerías de vianda el próximo año. Y ya desde ahora están trabajando las máquinas, es decir, en la provincia de La Habana, solo en la provincia de La Habana. Y en estos momentos hay en las provincias cerca de 500 nuevas máquinas trabajando en preparación de tierra, rotura de tierra, en tierras estatales y tierras privadas.
Nosotros decíamos que la capital no necesitará de que le manden los alimentos del interior; ahora bien, solo una excepción: que es en los casos de ciclones. A veces viene un ciclón y lo tumba todo; entonces nosotros nos vemos obligados como política a tener una superficie del 25% mayor, por lo menos, de las necesidades. ¿Para qué? Para prever los ciclones. De manera que si pasa un ciclón por Oriente las demás provincias puedan mandar a Oriente vianda. Con la vianda no ocurre como con el arroz y con los granos, que se guardan en un almacén; las viandas se sacan y se distribuyen frescas. Si por un platanal pasa un ciclón, entonces los plátanos van abajo, el malangal va abajo, la yuca va abajo, el maíz va abajo; desgraciadamente casi todo va abajo cuando pasa un ciclón. Y ustedes recordarán el ciclón del año pasado.
De manera que como política el país tendrá una superficie mayor de la que realmente necesita para prever casos de calamidades por ciclones. Todavía no se ha inventado la manera de impedir los ciclones, todavía no se ha inventado un remedio contra los ciclones. Pero una de las medidas es tener los cultivos distribuidos por todo el país, como vamos a hacer con los cítricos, con los frutales, con todo; es decir, la dispersión estratégica de los cultivos frente a los ciclones, una superficie mayor de la necesaria. Y, además, tenemos un medio de defensa que vamos a desarrollar al máximo, que son las cortinas rompevientos; claro, las cortinas rompevientos protegen del daño mecánico que hacen los aires fuertes, de la sequía que producen los aires secos.
Y ustedes se preguntarán: ¿hay acaso cortinas rompeciclones? Y estamos buscando de entre las numerosas variedades de árboles que la naturaleza nos ofrece qué árboles pudieran resistir con éxito los vientos de los ciclones para proteger los frutales, para proteger los platanales. Y creemos que vamos encontrando algunas variedades, algunas especies de árboles capaces de resistir el embate de los vientos ciclónicos.
Nosotros les decimos a los compañeros que tenemos que hacer unas cortinas rompevientos tales que en el medio de un ciclón cualquiera se pueda sentar detrás de una cortina a leer el periódico. Tal vez seamos un poco optimistas, pero hay algunas especies de árboles que creemos que van a llenar esos requisitos. Oigan bien: digo inmediatamente detrás de la cortina; siempre sopla un poco más. Las cortinas se deberán situar a no más de 150 metros de distancia, de manera que las cortinas protejan del aire a una distancia proporcional a su altura, varios metros. Si nosotros hacemos buenas barreras rompevientos contra ciclones, podremos proteger en un grado alto nuestras plantaciones de frutales y nuestros platanales.
En general nuestra agricultura deberá incrementar mucho el uso de las cortinas rompevientos contra cualquier tipo de viento. La caña muchas veces produce algo menos como consecuencia de que cualquier ventolera la derriba, sobre todo la caña de alto rendimiento. Y nosotros nos proponemos, en la medida en que tecnificamos nuestra agricultura, ir aplicando todas esas técnicas verdaderamente indispensables para una agricultura moderna y de alta productividad. Pero de los ciclones nos protegeremos con todas esas medidas y también con los rompevientos.
Hay algunos ciclones muy caprichosos; los ciclones tienen sus leyes, incluso su trayectoria suele ser diferente. En el mes de agosto suele ser bastante recta, en el mes de septiembre un poco curvilínea ya, en el mes de octubre curva más, y en el mes de noviembre hace una curva tan pronunciada que casi vira hacia atrás.
Y en la historia de los ciclones —que por ahí se ha publicado— hay dos ciclones tremendos, dos o tres ciclones. El ciclón de Santa Cruz, como ustedes saben, fue famoso; bajó la presión atmosférica a 686 milímetros, cuando la normal es de 760. Se calcula que soplaron vientos de 300 a 350 kilómetros. Son vientos fuertes, vientos de 300 a 350 kilómetros. No sé cómo se portarán frente a vientos semejantes nuestras potentes cortinas rompevientos. Pero, desde luego, ciclones de ese tipo no pasan a cada rato.
Hay ciclones temibles como el Flora, porque empiezan a juguetear encima de una provincia y ocasionan tremendos daños, no por los vientos sino por las inundaciones. Hay ciclones caprichosos. Por ejemplo, un ciclón temible de esos, según aparece en la historia de los ciclones, en agosto de 1831 un ciclón entró por Guantánamo y salió por Mariel, después de pasearse por toda la isla. Y 20 años después otro ciclón caprichoso en el mismo mes de agosto entró por Oriente y salió por Pinar del Río. Es decir que en un período de 20 años dos ciclones atravesaron la isla de un extremo a otro. ¡Se imaginan un ciclón de esos ahora que se le ocurra atravesar la isla de un extremo a otro!
Claro que esos fenómenos no ocurren con frecuencia, pero debemos estar preparados cada vez más y cada año más contra esos fenómenos naturales: sequías, ciclones, inundaciones.
Claro que cada uno de estos fenómenos deja una lección. El Flora dejó como saldo la conciencia hidráulica para hacer represas, para hacer drenajes. Y naturalmente el Flora marcó el inicio de un gran plan de desarrollo hidráulico que en los meses futuros va a crecer considerablemente.
Hay dos fenómenos: los excesos de lluvia forman conciencia de drenaje; la sequía forma conciencia de embalse. Algunos como el Flora forman las dos conciencias en una: los embalses para controlar las grandes crecidas, los drenajes para asegurar los desagües de esas grandes crecidas.
Pero, en fin, nuestro país deberá armarse de todos esos recursos contra los fenómenos naturales. Y cada provincia debe tener un exceso de lo que necesite para ayudar a otras provincias, que es el único caso en que realmente se necesita una legítima ayuda.
Les decía que el poder de crear, el poder de hacer cosas, el poder de hacer grandes planes en estos tiempos ha crecido extraordinariamente. La fuerza de la Revolución es enorme. Y ponía como ejemplo la inmensa movilización de la provincia de Las Villas.
Nuestro país cuenta ya con una cantidad de equipos muy superior a ningún año anterior, y prácticamente no entra un barco en ese puerto de La Habana donde no vengan decenas de buldóceres, decenas de motoniveladoras, decenas de cilindros, cargadores, camiones de volteo. Cualquier aficionado a pasear por el puerto de La Habana podría ser testigo de los cientos, de los miles de máquinas de todo tipo que han estado entrando en estos meses.
Ya en la provincia de Oriente se está organizando la brigada gigante de buldoceo. Ya deben tener allí unos 70 buldóceres. El primero de noviembre tendrán 150 grandes máquinas, cuando a raíz de la seca inicien el buldoceo; y a principios de enero tendrán 200 grandes máquinas organizadas en brigadas, en una brigada gigante, organizada por oficiales del Ejército, mandada por oficiales del Ejército, muchos de ellos operadores de tanques y de maquinarias militares que han estado varios años en nuestro Ejército.
Esas máquinas van a trabajar incesantemente día y noche. Comienzan el primero de noviembre y no se detendrán más un solo día hasta lograr en el país, lo que les decía que íbamos a lograr en 12 meses en La Habana: ni una manigua, ni una mata de marabú, ni una mata de aroma, excepto en los jardines botánicos. Quienquiera ver en el futuro una mata de marabú, tendrá que ir a los jardines botánicos.
La brigada comienza a desbrozar tierra para un incremento el próximo año de 8 000 nuevas caballerías de arroz. Es decir, garantizado ya el cumplimiento del plan agrícola-cañero, garantizado el cumplimiento de las siembras de pasto para el desarrollo ganadero, garantizado el cumplimiento de la ampliación de todos los cultivos necesarios, ampliaremos ya el año que viene en un grado alto el cultivo de arroz.
¿Dónde vamos a sembrar el arroz? ¿Acaso en tierras cañeras? No. ¿En tierras de frutales? No. ¿En tierras de frijoles, en tierras de algodón, en tierras de vianda, en tierras de tabaco? No. Se ampliarán esas siembras en lugares bajos que suelen inundarse, donde no competirá con ningún otro de los cultivos necesarios a nuestra economía. Esto no lo podíamos hacer hace tres años, no lo podíamos hacer hace dos años. No había suficientes recursos, no había suficientes máquinas. Pero hoy hay esos recursos, hoy hay esas máquinas.
No diremos que el cultivo del arroz sea un cultivo económicamente mejor que el de la caña u otros muchos cultivos. Pero puesto que podemos ya realizarlo en tierras que no tienen otro uso, y cuyo mejor uso es en ese caso el de una planta resistente a las inundaciones, el de una planta resistente a las condiciones de humedad, sembraremos en esas tierras el arroz necesario para incrementar nuestro consumo.
Pero también en el próximo año, intercalado en los frutales, en las tierras de pasto para recogerle una cosecha, se sembrarán no menos de 20 000 caballerías de leguminosa, de esa leguminosa de que les hablaba, para consumo humano y para la producción de pienso para aves. De manera que el próximo año, mas o menos para fines de año, el incremento de algunos renglones será notable.
Como ustedes saben, en la avicultura, por ejemplo, se hizo el esfuerzo principal en la producción de huevos. No había suficiente pienso para producir huevos y pollo. Decidimos producir uno de los dos: aquel donde el alimento invertido en los animales se recobraba en un porcentaje mayor, que podría ser mejor distribuido. Como ustedes saben, se hizo un plan de 60 millones de huevos mensuales. ¿Qué ocurrió? Según todos los cálculos, según todas las estadísticas, con 60 millones sobrarían los huevos. Pues 60 millones no alcanzaron, 70 millones no alcanzaron. Y aquel plan de cuatro millones de gallinas ponedoras se elevó a más de 5 millones. Y aun así, habiéndose alcanzado cifras superiores a los 90 millones por mes, no es todavía suficiente para llevar el huevo a todas partes. Pero en lo fundamental ya el abastecimiento de huevos está resuelto.
Sin embargo, los pollos no se veían, porque, lógicamente, todo el pienso se dedicó a la producción de huevos. Sin embargo, ya, para fines del año que viene y utilizando precisamente los granos de esa leguminosa que ya en cantidad considerable vamos a sembrar el próximo año, para fines de año —puesto que la cosecha se hará a fines de año—, se empezará a incrementar considerablemente también la producción de la carne de pollo.
De manera que dos planes —el de arroz, el de la producción de pollos— que creíamos que deberíamos esperar por lo menos hasta 1970 para resolverlos, los resolveremos ya a fines de 1968, a principios de 1969. ¿Por qué? Por todo esto: por el enorme impulso que lleva el trabajo revolucionario en estos momentos.
Todavía también, y por algún tiempo más, nos veremos privados de consumir todo el café que queramos. Pero con las plantaciones que se están haciendo... Y esas maticas que se están sembrando en el Escambray, algunos de ustedes se preguntarán: ¿Y cuándo van a producir café? Esas maticas van a producir sus primeros granos de café en 1969. Esas matas son muy precoces. Incluso, algunas de las que sembremos el año que viene, de las que ya están en viveros, también van a tener alrededor de La Habana sus primeros granos en 1969.
De algunos de estos esfuerzos sus resultados se van a ver muy rápidamente, como la siembra de arroz, como la siembra de leguminosa; un poco más tarde, pero también con bastante rapidez, la siembra de café; y un poco mas tarde, la siembra de frutales. En general, todos los cultivos se están ampliando.
Ya el cultivo de algodón se ha ampliado este año considerablemente, mucho más se ampliará el próximo año.
Hoy día nuestra Revolución tiene la fuerza de hacer en un mes lo que antes hacía en seis meses, la fuerza de hacer en un año lo que antes necesitaba seis. Y ya el próximo año nuestra Revolución todavía tendrá mucha mas capacidad de ampliación, de trabajo, que este año.
Ya por fin el próximo año las dos primeras fábricas de cemento se terminan. Ya por fin el próximo año, en el segundo semestre, dispondremos de cantidades de cemento mucho mayores que estos años. Y la agonía del cemento, la agonía del saquito de cemento para reparar una pared, para reparar un techo, desaparecerá; esa agonía del cemento, la agonía de los materiales de construcción. Porque el cemento que este país tiene apenas alcanza para construir albergues, escuelas, hospitales, almacenes, obras hidráulicas, caminos, fábricas. Y por otro lado, las necesidades acumuladas de viviendas de todos tipos. Sin embargo, ya el año que viene, no serán argumentos, no serán palabras, porque por lo menos se dispondrá ya de varios cientos de miles de toneladas más de cemento para este año.
Así que poco a poco saldremos de esas escaseces, de esas miserias que limitan nuestro desarrollo, que limitan la más pronta satisfacción de necesidades acumuladas durante decenas de años, durante prácticamente cientos de años. Porque, lógicamente, si en cientos de años no se construyeron obras de regadío, tenemos nosotros que construirlas en unos años; si en cientos de años no se construyeron caminos ni carreteras, tenemos nosotros que construirlos en algunos años; si en cientos de años no se construyeron canales ni obras de drenaje, tenemos que hacerlos en unos años; si no se construyeron acueductos, si no se construyeron alcantarillados, nos vemos ante todas esas necesidades acumuladas; si no se construyeron suficientes viviendas, si no se construyeron suficientes fábricas de cemento, nos vemos enfrentados a esas necesidades acumuladas.
Y con la Revolución adquirimos conciencia primero de nuestras necesidades, mucho antes de adquirir la conciencia de nuestra pobreza. El pueblo primero comprende todo lo que le hace falta antes de llegar a una comprensión cabal de lo pobre que era este país para poder resolver todas aquellas cosas que necesitaba, todas aquellas cosas que necesitaba, incluso, con urgencia.
Pero esos años apremiantes, duros, no tardaremos mucho en irlos dejando atrás. Y dispondremos de los medios para ir resolviendo esas necesidades apremiantes que se han acumulado durante siglos.
Por eso es justificado el optimismo, es justificado el entusiasmo de nuestro pueblo. Muy lejos debemos de estar de la satisfacción, lejos de sentirnos conformes, porque eso no podrá ser jamás; lejos de imaginarnos que lo que queda por hacer es fácil, porque eso no será así jamás; lejos de imaginarnos que lo que debemos aun luchar es poco, porque eso no será jamás. Muchos problemas, muchas deformaciones, muchas desviaciones, muchos vicios todavía tendremos que enfrentar.
Me referí al principio a uno de los males surgidos en la Revolución, contra el cual hubo que luchar tensamente. Y fue el mal del burocratismo. ¿Por qué el burocratismo constituye un mal, un vicio? Eso lo comprende cualquier ciudadano: inteligencias que se esterilizan; brazos que se inutilizan; esfuerzo que se resta a la creación de bienes que el hombre necesita; tendencia en la mente, tendencia en la conciencia al acomodamiento; tendencia a la creación de una capa diferente del resto del pueblo. Nuestra Revolución se enfrentó valientemente y se enfrenta al problema, y vencerá al problema.
Pero ¿es acaso el único vicio? ¿Es acaso el único de los males que surge como tendencia en el seno de la Revolución? No. Nosotros el 26 de Julio hablábamos de un problema que nos debe preocupar, hablábamos de una tendencia tan nociva o más que el burocratismo que se desarrollaba también en el seno del proceso revolucionario, que es la tendencia al incremento de las actividades comerciales, la tendencia al incremento de las actividades industriales nuevas; señalábamos qué circunstancias y qué condiciones favorecían el desarrollo de esas actividades. Pero paralelamente se desarrollaba también una tendencia de numerosas personas a buscar dentro de la sociedad actividades al margen de las tareas productivas para obtener con un mínimo esfuerzo un ingreso privilegiado.
Y así tenemos que surgieron multitudes de nuevos comerciantes, muchos de ellos, la inmensa mayoría sin autorización, algunos de ellos por autorización de algún cretino funcionario municipal de los primeros tiempos; gente sin una vigilante conciencia revolucionaria que autorizaban y legalizaban actividades que tendían hacia el parasitismo. Y así también de un estudio resulta que muchos, miles, decenas de miles de nuevos comerciantes surgieron después del triunfo de la Revolución. ¿Qué sentido tiene esto? Pues ese es un fenómeno similar a lo del burocratismo.
Realmente es necesario que el pueblo comprenda estas cosas, es necesario que el pueblo comprenda estos problemas.
Nosotros no consideramos al pequeño comerciante alguien a quien había que reprimir. Es decir, los pequeños propietarios en general, igual que el pequeño agricultor, igual que el pequeño comerciante, tuvieron por parte de la Revolución un tratamiento diferente. Eso es lógico, eso es justo. Muchos pequeños agricultores eran explotados por los grandes, pequeños comerciantes explotados por los grandes comerciantes; y la Revolución es un proceso de los campesinos explotados, los obreros explotados, los pequeños productores explotados, contra los grandes explotadores.
La Revolución no intervino los timbiriches, sí intervino las grandes cadenas de tiendas, los Ten-Cent, El Encanto, Fin de Siglo, todas las grandes tiendas; intervino los grandes establecimientos comerciales, intervino los grandes latifundios. Sin embargo política muy diferente siguió con el pequeño agricultor, política diferente siguió con el pequeño comerciante, con el pequeño industrial. ¿Esto significa que queremos que el número de pequeños agricultores aumente? No. Hay una ley que establece que cuando un pequeño agricultor quiera vender, la nación tiene derecho de prioridad para comprarle ese pedazo de tierra que quiere vender, porque nosotros pensamos que algún día, 20, 30, 40 años, la tierra, como el aire, no será propiedad privada de nadie, sino que será de todo el pueblo, de toda la nación (APLAUSOS).
Eso se lo hemos explicado a los pequeños agricultores a raíz de su congreso. Nosotros respetamos al pequeño agricultor, lo ayudamos, le tecnificamos la producción, le damos todo lo que quiera para incrementar; pero no fomentamos la compra de nuevas fincas, porque finca que se venda la comprará el pueblo. Ese es el principio.
No intervenimos los pequeños comerciantes, pero ¿eso significaba acaso que la Revolución aspirara a proliferar el pequeño comercio? No. El respetar a los pequeños comerciantes no significaba el derecho de todo el que quisiera que montara un nuevo timbiriche. Eso no. Una cosa es respetar una situación que existía y otra es fomentar y desarrollar esa situación. Y ¿por qué? Porque bien puede el pueblo hacer un gran esfuerzo, bien puede la provincia de Las Villas movilizar 150 000 personas, hombres, mujeres, jóvenes, ancianos, bien puede la Revolución mandar cientos de miles de estudiantes a la escuela al campo, bien puede la Revolución movilizar las columnas juveniles agrícolas, bien puede la Revolución movilizar las masas, elevar el producto bruto nacional, producir mucho más grano, mucho más leche, mucho más café, mucho más algodón, mucho más alimento, mucho más zapatos, mucho más de todo. Y sin embargo que con el esfuerzo que sale de las masas, y con el producto que salga de ese esfuerzo, se multiplique y surjan decenas de miles de timbiricheros que no participan en ese esfuerzo, y que van a utilizar el producto bruto creado por las masas para obtener ingresos mayores que un hombre o mujer del pueblo, mayores que un obrero que trabaja en una fábrica, un obrero que trabaja en una granja. Entonces, en vez de una minoría de explotadores tendremos decenas de miles de pequeños succionadores, de pequeños explotadores e iremos creando una capa social gruesa, numerosa, que va a desarrollarse y a crecer al margen del esfuerzo creador, dedicado en la sombra a comercializar, es decir, a trapichear los productos del sudor del pueblo.
Y por eso en el futuro también, la distribución de los bienes que el pueblo crea no será actividad privada de nadie; en el futuro los bienes que el pueblo crea se distribuirán en redes de distribución propiedad de todo el pueblo, para que nadie tenga derecho a ganarse 800, 1 000, 2 000 pesos en un mes con el producto del sudor del pueblo (APLAUSOS).
Esto significa, esto significa que nosotros no hemos seguido una política de intervención de timbiriches, de pequeño comerciante, es decir, nosotros no hemos seguido esa política, pero no implica que vayamos a aceptar con los brazos cruzados la multiplicación del pequeño comercio, sino que a la larga, progresivamente, teniendo en cuenta todos los casos, es aspiración de la sociedad que dentro de un período, no voy a decir de 30 años ni de 20, sino que mucho antes, desaparezca como actividad social el timbiricheo, el trapicheo con los bienes que se producen con el sudor del pueblo.
No estamos trabajando, no estamos apelando a las masas a hacer un esfuerzo mayor para que al margen del esfuerzo de las masas surja una capa social que se convierta en parasitaria y en explotadora del pueblo; no quiere esto decir que los ciudadanos que se hayan dedicado a estas actividades sean unos delincuentes. No. Nosotros conocemos incluso mucha gente que hizo eso de buena fe, como algo normal, como algo natural, y sabemos incluso de gente que participa en las milicias, participa en todas las actividades, sin embargo cree que lo más natural y lo más lícito del mundo es eso.
Nosotros no queremos crear conmociones; nosotros sabemos cómo se ha prestado el comercio privado a la bolsa negra, cómo se ha prestado a burlar los derechos de las masas; nosotros sabemos de muchos comerciantes que guardan la mercancía para sus amigotes, sabemos de muchos comerciantes que burlan al pueblo (APLAUSOS).
Y naturalmente que hemos tenido paciencia, pero esa no es una ilimitada paciencia. No se debe abusar de ese espíritu sereno de la Revolución; no se debe abusar de este estilo de la Revolución de darle a cada cosa un tratamiento adecuado, de darle un tratamiento diferente a los grandes propietarios que a los pequeños propietarios, a los grandes comerciantes que a los pequeños comerciantes; no se debe abusar de eso.
De todas maneras es preciso recalcar que nos vamos a ocupar de este problema, que la Revolución va a seguir profundizando los estudios sobre este problema, que la Revolución tomará medidas para que ningún nuevo timbiriche surja en el país, y que la Revolución tomará medidas para que progresivamente, poco a poco, vaya pasando toda la red de distribución a redes nacionales propiedades de toda la nación.
La única pequeña propiedad que perdurará más tiempo será la pequeña propiedad privada de la tierra porque este tipo de propiedad de nuestros aliados, los campesinos, necesitará un largo proceso evolutivo. Y se cumplirá la promesa de la Revolución de que el pequeño agricultor siempre será respetado en su voluntad de permanecer todo el tiempo que quiera, incluso hasta el resto de la vida, como pequeño agricultor. Si alguno vende, se le compra.
Y así es necesario que el pueblo entienda que la Revolución es un proceso, y que esos problemas, esos males sociales surgen. Preferimos tener que luchar contra cien grandes propietarios comerciales, luchar contra los Ten-Cents, la ClA, o los pocos grandes propietarios.
La lucha del proletariado con los grandes propietarios es una tarea relativamente fácil, pero sería un grave error de la Revolución bajar la guardia, descuidarse, y dar lugar a que surja dentro de la sociedad, innecesariamente, una multitud de decenas de miles de pequeños comerciantes; es decir, integrar una masa más numerosa contra los cuales la lucha habría de ser más dolorosa todavía. Porque la lucha a nadie le quede duda que siempre que se le presente al pueblo la Revolución tendrá que afrontarla. Y tendrá que llevarla a cabo con inteligencia sí, pero sin vacilación de ninguna clase.
La Revolución de los trabajadores tiene que llegar hasta el final, la Revolución de los trabajadores ha de estar vigilante para que no se desarrollen problemas, no se desarrollen vicios, no se desarrollen males, que den lugar en el futuro a dolorosas nuevas batallas en el seno de la sociedad. Que preferible es adoptar medidas preventivas, y a tiempo, para impedir que surjan nuevas clases, a tener después que reprimir esas nuevas clases utilizando el poder abrumador y la fuerza del pueblo revolucionario que integra la inmensa mayoría.
Hacemos un llamado, precisamente a la conciencia, al espíritu de análisis del pueblo, a su espíritu de vigilancia, a la necesidad de formar conciencia. Porque muchas veces el ciudadano del pueblo comprende un mal, o dos, o tres, o cuatro, o diez, pero pasa por el lado de dos, de cuatro, de diez, de otros males sin tener una conciencia clara de que eso constituye un mal.
Es necesario pues que las masas participen, que las masas comprendan la necesidad que tiene el proceso revolucionario de llevar adelante una lucha consecuente, siempre alerta, siempre vigilante, siempre previsora. ¿Que el mal del burocratismo surge? Salirle al paso y combatirlo, siempre alerta, siempre vigilantes, siempre previsores. ¿Que surge el mal de otro tipo como es la proliferación del pequeño comercio? Salirle al paso, siempre alerta, siempre vigilantes, siempre previsores.
Y con eso nos evitaremos medidas traumáticas, con eso nos evitaremos en el futuro medidas dolorosas. El mal que se puede prevenir a tiempo impide a tiempo remedios drásticos, impide a tiempo terapéuticas radicales, es decir, remedios quirúrgicos. Y no debe ser, en los años futuros, que la Revolución tenga que hacer leyes como las que hizo en los primeros tiempos.
Creemos que los problemas de hoy, si los analizamos, si los meditamos, si discutimos, se pueden todos ir resolviendo poco a poco sin crear ninguna situación dolorosa, sin crear ninguna situación traumática, sin que nadie se quede en la calle.
La Revolución tiene derecho a aspirar a desarrollar en el pueblo las actividades productivas, la Revolución tiene el derecho y la obligación a pensar en un futuro, o en una futura sociedad, donde todos los que puedan trabajar trabajen, donde todos los que tengan juventud, salud y edad suficiente para trabajar trabajen.
Nuestra sociedad futura debe ser una sociedad de trabajadores todos, que no quede ni un uno por ciento, que no quede ni un uno por 1 000, que no quede ni un uno por millón de parásitos en esta sociedad futura. Porque si tenemos uno por un millón de parásitos en esta sociedad del futuro, la obra de la Revolución no se podrá considerar cumplida.
Y nosotros debemos luchar consecuentemente por crear esa futura sociedad. Es cierto que hay que ser pacientes, hay que ser tenaces, hay que ser constantes, para lograr a largo plazo estos grandes objetivos históricos, pero estoy seguro que si nos lo proponemos, como todo lo que se ha propuesto hasta hoy nuestro pueblo, lo lograremos. Creemos que en oportunidades como estas siempre hay que dar un alerta sobre algo.
Y les decía que la Revolución tiene derecho a aspirar a eso, la Revolución tiene derecho a proclamar que hará todos los esfuerzos e impedirá a toda costa la proliferación de esas actividades, porque aquí mismo, un 28 de septiembre, se proclamó que era derecho de todo ciudadano de este país recibir la ayuda de la sociedad, de que era derecho de todo ciudadano de este país a no estar desamparado. Nuestra Revolución proclamó el deber del Estado revolucionario de impedir que hubiera un solo ciudadano desamparado.
Y la Revolución ha seguido consecuentemente esa política, la Revolución no declara el derecho de un ciudadano a la ayuda de la sociedad como un acto de caridad. La Revolución no hace caridad, el Estado revolucionario no hace caridad. Cuando el Estado revolucionario encuentra una familia desamparada y le da becas a los hijos y le da ayuda a esa mujer, cuando la Revolución ayuda a un enfermo, cuando el Estado revolucionario le brinda protección, no cumple un acto de caridad, ¡cumple un deber, satisface un derecho de cada uno de los hombres y mujeres de este país (APLAUSOS).
Antes existían instituciones caritativas; antes existía una especie de caridad pública, organismos que se dedicaban a hacer la caridad pública, a propagar esa caridad, a pregonarla. Eso pertenece a un pasado odioso. Se ayudaba a un ciudadano a la vez que se le humillaba; la ayuda era una especie de ofensa.
Bajo una concepción socialista, bajo una concepción comunista, donde los bienes, los medios de producción pertenecen a toda la sociedad, a toda la nación, donde las riquezas no pasan a ser propiedad privada de nadie sino que pertenecen al patrimonio de toda la colectividad, cada ser humano es un miembro con iguales derechos en el seno de esa gran familia que es la sociedad humana. Y por eso ha seguido esa política consecuente la Revolución. Nadie hay a quien se le haya negado ese derecho, nadie hay que pueda continuar desamparado en este país si se dirige al Gobierno revolucionario y explica sus problemas. El Gobierno revolucionario no hace campañas con eso, no publica listas de problemas resueltos a miles, a decenas de miles, a cientos de miles de personas, porque simplemente cumple con su deber.
No tenemos mucho todavía, pero de lo poco que tenemos hay suficiente para que nadie aquí se vea desamparado, para que nadie aquí pase hambre, para que nadie aquí pase miseria (APLAUSOS). Es difícil encontrar desempleados en este país, porque tareas se sobran... (LE DICEN: “¡Aquí hay uno!”)
Si hay un desempleado en esa multitud, que me espere allí, que le doy trabajo a la salida de esta concentración, esta misma noche (APLAUSOS). Porque, señores, sé de muy pocas personas que me hayan dicho: “No tengo trabajo”, y sé de miles, de decenas de miles de tareas y de posibilidades que están esperando por los brazos que puedan realizarlas.
Nadie me pida un puesto en una oficina, porque puestos en una oficina no le daré a nadie en toda mi vida (APLAUSOS). Pídanos alguien pescar en los mares glaciares, y lo montaremos en un arrastrero-bacaladero para que pesque cientos de toneladas de pescado; pídanos transportar nuestro producto a los confines del mundo, y lo montaremos en uno de los nuevos barcos mercantes a transportar nuestro producto en los confines del mundo (APLAUSOS); pídanos enseñar, y lo mandaremos a cualquier rincón del país a dar clases; pídanos convertirse en técnico, y lo enviaremos a un tecnológico, como hemos hecho con decenas de miles de obreros jóvenes (APLAUSOS), y sostendremos a su mujer y a sus hijos 5 años, 7 años, 10 años si es necesario, ¡y sin cobrarles cuenta, sin cobrarles interés por ello! (APLAUSOS); pídasenos trabajar en cualquier tarea productiva, ¡cualquiera!, y le buscaremos una tarea productiva; dígasenos que no se está capacitado para algo y que quiere estudiar, y le enviaremos a estudiar prácticamente sin importarnos el nivel de cultura o la edad (APLAUSOS).
Nadie que quiera hacer algo útil, nadie que quiera estudiar algo útil, se encontrará en el seno de nuestra sociedad sin respuesta positiva. ¡Y si todo el mundo quiere estudiar, y que todo el mundo estudie, todo el mundo tendrá que trabajar! (APLAUSOS). También nuestros estudiantes, que en número de cientos de miles estudian, en número de cientos de miles participan cada vez más en las actividades productivas.
Y respecto a esto del estudio es necesario admitir que aun no hemos alcanzado los niveles que nos proponemos. ¿Qué se escuchaba antes en el pueblo? “No hay aquí una miserable escuela”. “No viene aquí un maestro”. “No hay la menor oportunidad de estudiar”. “Hay un millón de analfabetos”. Esas expresiones han desaparecido de nuestro lenguaje: ya no hay rincón sin escuela, no hay niño sin maestro, no hay analfabeto en el país como no sea porque se empeñe tenazmente en ser un analfabeto, no hay aquella falta de oportunidades para el estudio. ¡Oportunidades se sobran! Ha llegado nuestra Revolución a brindar a todo joven y a todo adulto la oportunidad de estudiar. Bien: ¿acaso hemos logrado con eso todo? ¡No! Ahora hay que hacerse otro planteamiento: todas las oportunidades de estudiar no se aprovechan, no todos los jóvenes y adolescentes van a la escuela, no todos los niños van a la escuela.
Si doloroso era en el pasado el pueblo sin escuela, el niño sin maestro, muy doloroso y de muy malas consecuencias tiene que ser también el que haya maestros sin alumnos, escuelas sin alumnos, posibilidad sin que todos absolutamente aprovechen la posibilidad.
Por ejemplo, se organizan ahora los movimientos juveniles, se organizan las columnas juveniles; van muchos jóvenes que no están trabajando ni están estudiando. Pero uno se dice: si hay en cualquier lugar del país un joven de 14 años que ni estudia ni trabaja, es porque anda algo todavía mal, ¡es porque anda algo todavía mal! (APLAUSOS) ¿Qué es eso de muchachos que ni estudian ni trabajan? ¿Cómo puede ser posible eso en el seno de nuestra sociedad? ¿Es que acaso tiene alguien derecho a aspirar a ser un ignorante? ¿Es que tiene alguien derecho a aspirar a ser un vago? ¿Tiene derecho nadie a permitir que su hijo sea un holgazán, sea un vago, sea un futuro delincuente? Porque, señores, joven que no estudie y que no trabaje en el seno de una sociedad de trabajadores, ¿cuál será su futuro? Ser parásito o ser delincuente; y en todo caso, siempre indefectiblemente ser desgraciado.
Si se quiere medir el grado de insensibilidad de una familia, pregúntesele si le importa o no que su hijo estudie. Porque familia en el seno de nuestro pueblo indiferente a que su hijo sea un torpe, un incapaz, un inculto, un analfabeto, es una familia insensible al bienestar, al futuro, a la felicidad de ese ser humano.
Debe ser objetivo de nuestra educación revolucionaria que no se pueda encontrar en ningún rincón del país un solo muchacho que no esté en la escuela primaria, un solo joven que no esté en la escuela secundaria. La obligatoriedad de la enseñanza debe establecerse de manera real, de la primaria y de la secundaria. Y cuando existan las condiciones, en un período no lejano, la obligatoriedad incluso de la enseñanza preuniversitaria.
Será necesario que se hagan leyes que sancionen realmente a los padres que no cumplen con el elemental deber de mandar sus hijos a la escuela (APLAUSOS). Debe considerarse un delito social, un delito contra los intereses de la sociedad, la irresponsabilidad de cualquier padre con respecto a la preparación de sus hijos.
Podía no ser delito esto en el capitalismo, que necesitaba precisamente de analfabetos, que necesitaba precisamente de esclavos asalariados, que necesitaba de muchos analfabetos para realizar los peores trabajos. Pero una sociedad que aspire a desarrollar, una sociedad que aspire a la justicia, una sociedad que aspire, mediante el trabajo y la técnica, a la satisfacción de las necesidades humanas, no puede contemplar en su seno con indiferencia a un ignorante, a un analfabeto. La producción moderna requiere cada vez más conocimientos, la producción moderna requiere cada vez más técnica. No era lo mismo tripular la carabela de Cristóbal Colón que tripular un transporte hoy día de 10 000 toneladas; no era lo mismo tripular un barquichuelo de vela que un arrastrero; no era lo mismo manejar una yunta de buey que una máquina moderna; no era lo mismo producir para unos pocos cientos de miles de ciudadanos en todo el país que producir en abundancia para millones y millones de seres humanos en cualquier país. No. Por eso, si vicio es el burocratismo, si vicio es la tendencia al desarrollo de actividades parasitarias al margen de la producción, vicio es —algo más que vicio, crimen— que en el seno de nuestra sociedad se pueda encontrar a un solo niño que no esté yendo a la escuela, o un solo joven que no esté yendo a una escuela secundaria (APLAUSOS).
La Revolución aspira en el futuro a que incluso el Servicio Militar Obligatorio se haga innecesario, en la medida en que el estudio se hace realmente obligatorio. Porque si todos los jóvenes de edad escolar están estudiando en la secundaria, si todos los de una edad mayor están en los tecnológicos y en los preuniversitarios, será bien sencillo enseñar la preparación combativa en esas instituciones, enseñar como parte de su educación las técnicas militares, y no será necesario llamar a nadie en el futuro a estar tres años simplemente cumpliendo el Servicio Militar. Y la preparación militar se convertirá en una asignatura más, en una forma más de capacitación de todo joven.
¿Por qué ha de haber decenas y decenas de miles de jóvenes sustraídos del estudio? Y es que algunos de estos vicios vienen asociados. Muchas veces los burócratas y los 'organogramócratas' reclutaban a un muchacho de 15 años para trabajar en una oficina. Si ese joven tenía necesidad de trabajo por una necesidad de la familia, ¿cuánto mejor no habría sido darle una ayuda a esa familia y que él se convirtiera en un técnico?
Pero también hay muchos intereses privados que le pagan cualquier cosa a un joven para que esté allí en el 'timbiriche', para que esté allí en el 'trapicheo' de mercancía, ¡y le pagan cualquier cosa y corrompen a un joven! Porque esos intereses privados al margen de la producción muchas veces conspiran contra la formación de los jóvenes. Y por eso nuestro Ministerio del Trabajo debe tomar medidas muy estrictas en todo lo que se refiera a la contratación de jóvenes. Y debiera llegarse a las medidas que impidan de manera absoluta toda contratación del trabajo de jóvenes, tanto en actividades privadas como en actividades estatales.
Nos parece una magnífica solución transitoria lo que ha hecho nuestro movimiento juvenil, que son las aulas escolares juveniles organizando en brigadas para el trabajo en la agricultura a muchos jóvenes que ni estudiaban ni trabajaban, y que trabajan ahora una parte del tiempo y estudian otra parte del tiempo. Será necesario que nuestra Revolución medite este problema y adopte todas las medidas para que la educación alcance el nivel que se requiere y para que la educación sea realmente obligatoria; y para que no quede, repito, un solo joven, un solo niño, sin estar yendo a su correspondiente escuela.
En la medida en que vayamos logrando todos estos objetivos, nuestra Revolución se hará más sólida, se hará más fuerte, se hará más capaz, se hará más vigorosa, se hará más creadora.
Tienen hoy o cumplen hoy los Comités siete años y cumplirá pronto nuestra Revolución nueve años (APLAUSOS). Si sabemos aprovechar bien las pasadas experiencias, si podemos aprovechar bien el aprendizaje de estos años, la experiencia de estos años, los recursos nuevos que hemos creado, ¡qué años tan fecundos y tan prometedores nos esperan por delante!
En los primeros tiempos algunos vieron la Revolución como un fenómeno transitorio. Algunos pensaron en la quimera de que la Revolución vendría abajo. ¿Revolución aquí, revolución en Cuba a 90 millas de Estados Unidos, los poderosos, los prepotentes, los amos? ¡lmposible! Así pensaron muchos. Agarraron el barquito, agarraron el avioncito, se mudaron para Miami a esperar el derrumbe de la Revolución.
Los grandes repartos de los ricos burgueses y oligarcas se fueron llenando de becados, se fueron llenando de jóvenes estudiantes. Muchos de esos jóvenes están ya en la Universidad, muchos están ya prestando servicio en la producción. Es interesante saber que en los próximos años se graduarán más ingenieros en Cuba que todos los que se graduaron en 50 años atrás (APLAUSOS). Es interesante observar que pese a la emigración de los técnicos que escucharon los cantos de sirenas imperialistas, el número de técnicos aumenta, el número de médicos aumenta.
Ya la Universidad de Oriente ha logrado graduar sus primeros estudiantes de Medicina. Hay que decir a fuer de sinceros que cuando los compañeros del Ministerio de Salud Pública establecieron una escuela de medicina en Santiago, cuando no había casi ni edificio ni profesores, a nosotros nos parecía aquello erróneo, nos parecía casi imposible en esas condiciones poder organizar la escuela de medicina en Santiago de Cuba. Sin embargo, con la ayuda de las escuelas de la Universidad de La Habana, con la ayuda de los profesores, con la ayuda del personal competente que trabaja en Salud Pública, con grandes esfuerzos por parte de muchos de ellos que se pasaban un mes en Santiago dando clases y después iban otros, en días recientes ya la Universidad de Oriente graduó los primeros médicos y creo que también los primeros estomatólogos.
Y esto es alentador. De la misma manera nuestras tres universidades en años venideros irán graduando a los jóvenes técnicos que con mentalidad revolucionaria irán a llenar los vacíos y las necesidades en nuestras fábricas, en nuestras industrias, en nuestros campos, en todos los frentes de trabajo.
Creyeron que nos arruinarían. Los imperialistas saben el valor de un técnico; los revolucionarios no lo ignoraban. Pero hay algo que los imperialistas ignoran y que los revolucionarios saben, y es cuál es el valor de un revolucionario (APLAUSOS). Y a nosotros nos interesaban los revolucionarios.
La lucha del imperialismo por dejarnos sin técnicos agigantó la voluntad de la Revolución de formar técnicos. Y tal magnitud y tal volumen alcanzó ese esfuerzo que en el curso de unos pocos años venideros no será posible ni remotamente establecer una comparación entre ningún otro país de este continente y Cuba, aun en el campo de la agricultura. Estaremos en condiciones de desarrollar una agricultura tan moderna como los países de la agricultura más avanzada.
Y en los próximos siete años, es decir, en lo que va de ahora al año 1975 —digamos siete años y medio— se graduarán en este país, entre técnicos de nivel medio y aun de niveles superiores para la agricultura, 100 000 técnicos, ¡cien mil! (APLAUSOS) Quedará en la historia de la educación posiblemente como el más grande logro que se haya obtenido jamás en tiempo más breve.
Siempre la acción del enemigo engendra la acción de la Revolución, y de los ataques y de las maniobras y de las agresiones del enemigo la Revolución sale siempre más y más y más fortalecida; de la acción de los contrarrevolucionarios, de aquellas bombitas que estallaron hace siete años, un día como hoy 28 de septiembre, surgió esta potente y arrolladora organización de masas revolucionaria (APLAUSOS); de las amenazas imperialistas surgieron nuestras Milicias Revolucionarias (APLAUSOS); de las amenazas de agresión de los imperialistas se fue desarrollando la capacidad combativa de nuestro pueblo al extremo de contar hoy sin discusión de ninguna clase con la más sólida y mejor equipadas Fuerzas Armadas de que puede disponer ningún país de América Latina (APLAUSOS); del drenaje de personal calificado y técnico que se propuso el imperialismo con nosotros ha salido el más gigantesco movimiento de formación de técnicos de ningún país en los tiempos contemporáneos; de los bloqueos salieron las soluciones, de los planes enemigos para matarnos de hambre surgieron las ideas, surgió la voluntad y el propósito de desarrollar una agricultura que en años no lejanos podremos exhibir ante el mundo entero como uno de los más extraordinarios logros de esta Revolución (APLAUSOS).
Y en la misma medida en que el enemigo nos ha amenazado y nos ha agredido, hemos ido engendrando más y más fuerza revolucionaria, hemos ido impulsando más y más logros revolucionarios, y la situación ya hoy no es la misma que hace algunos años.
Ya no somos tan débiles como hace apenas cinco o seis años en que los imperialistas se tomaban el lujo de organizar una expedición de mercenarios para intentar aplastar esta Revolución. Desde luego, estaban equivocados: ni 1 000 mercenarios, ni 2 000, ni 10 000, ni 100 000, ni un millón, habrían podido apoderarse de este país. Habrían podido empezar una guerra contra este pueblo, indefinida, pero inútil.
De todas formas, los imperialistas en aquella época contaban los aviones que teníamos, los pilotos que teníamos, si eran viejos o si eran nuevos. Contaban los cañones, los tanques, los rifles que teníamos. Sacaron su cuenta los del Pentágono, los de la CIA. Se iban allá, a Guatemala; veían un latifundista, organizaban inmediatamente un campo de entrenamiento, se ponían de acuerdo con los títeres, organizaban las bases, lo organizaban todo. Se reunían los generales del Pentágono a hacer planes con los coroneles de la CIA. Y según las matemáticas y el computador electrónico y los mapas y los cálculos, y todos los demás factores que cuentan en los cerebros de estos señores, menos el factor moral, un grupo de mercenarios podría echar abajo la Revolución.
Ya hoy, por lo menos, no están tan equivocados.
En estos días la “famosísima” OEA se reunía una vez más (ABUCHEOS). Dicen que para juzgar, que para tomar medidas contra Cuba. En otros tiempos habríamos tenido que dar algo así como un semi estado de alarma de combate, pero esta vez no hacía ni falta. Y precisamente, mientras en la OEA el día 24 ó 25 —no sabemos bien cuándo— se reunían para juzgar a Cuba, 150 000 hombres y mujeres de Las Villas iban al Escambray a sembrar café (APLAUSOS). ¿Alarma de combate para qué? Ya no somos tan débiles, y ya frente a cualquier agresión a este país podemos enfrentar una masa de fuerza realmente considerable, una masa de hombres y de equipos de considerables dimensiones, y rápidamente. Es decir, que mientras nuestros enemigos se reunían en tono amenazante, nuestro pueblo continuaba imperturbable su camino y sus tareas.
Es que ya no se las tienen que ver con la Revolución de los primeros tiempos, se las tienen que ver con un pueblo mucho más organizado, un pueblo mucho más desarrollado culturalmente, políticamente y revolucionariamente, un pueblo mucho mejor preparado para enfrentar cualquier contingencia, y un pueblo que trabaja con ahínco a fin de ser cada vez más y más invulnerable a sus enemigos.
¿Para qué hablar del fondo moral que entraaa esta farsa, esta nueva y ridícula reunión de los lacayos y los títeres del imperialismo? Estados Unidos reunido en la OEA para juzgar a Cuba por subversión, ¡nada menos que Estados Unidos, el rey de la subversión, el padre de la subversión, el Estado interventor en todas partes y en todos los rincones del mundo, el Estado bárbaro y sanguinario que utiliza las armas más crueles y más inconcebibles contra el pueblo de Viet Nam (APLAUSOS), el Estado bárbaro y salvaje que ha constituido el azote de este continente durante un siglo, el Estado que arrebató a la nación mexicana una inmensa parte de su territorio, el Estado cuyos marines insolentes han desembarcado tantas veces y hollado con sus botas indecentes el suelo sagrado de los pueblos de la América Latina. Un día llevando sus tropas mercenarias a México para quitarle una parte de su territorio, otro día para ocupar Veracruz, otro día para tratar de influir en sus destinos; otro día desembarcando en Nicaragua para ocuparlo durante años, asesinar a los mejores hijos de aquel país y asesinar al más ilustre de los combatientes revolucionarios de ese país hermano, al inmortal Sandino (APLAUSOS). O apoderándose de una parte del territorio de Panamá, o enviando expediciones de bucaneros a los países de Centroamérica, o desembarcando en Santo Domingo varias veces, o desembarcando en Haití, o perpetrando masacres como la de Panamá, o enviando 40 000 soldados con el más moderno equipo —en años mucho más recientes— a intervenir descaradamente en la República Dominicana, o... Ya no hablemos con relación a Cuba: los actos de fechoría, piratería, bandolerismo y crimen, desde la explosión de “La Coubre” hasta hoy, hasta días recientes, cuando ahí, delante de los periodistas de todo el mundo, interrogamos a los agentes de la CIA que venían aquí con mapas, con todas las técnicas, ¡ncluso con sus pistolas y silenciadores y balas de cianuro para cometer atentados. Todas las fechorías, con la complicidad de los gobiernos gángsters que lo secundan.
El Estado yanki, el gobierno yanki, reunido con el de Guatemala —de donde salió la expedición de Girón—, o con el de Costa Rica —de donde salieron tantas veces las expediciones piratas de los Comandos L organizados por la CIA—, o con el de Nicaragua —cuyo Puerto Cabezas fue el trampolín de la invasión con barcos de banderas de distintos países escoltados por la flota yanki. Y esos bandidos... Porque los señores que allí secundaron los planes del imperialismo no se pueden llamar sino bandidos, y así hay que llamarlos aquí, y así hay que llamarlos en las Naciones Unidas, y así hay que llamarlos en cualquier parte (APLAUSOS), porque no son sino bandidos. El bandido mayor, el imperialismo yanki. En las escuelas de ese bandido estudian los oficiales de la represión y el crimen, de las oligarquías de América Latina; en las escuelas donde enseñan a la gente a matar por mil formas diferentes, a torturar de cien formas diferentes, por esas escuelas de los imperialistas en Panamá y en Estados Unidos pasan los oficiales de la represión para perpetuar el crimen y la represión contra un movimiento revolucionario en América Latina.
Las “boinas verdes” mercenarias de los yankis están presentes, según confiesan abiertamente, en numerosos países de América Latina. ¡Y esos bandidos se reúnen para juzgar a Cuba! ¿Con qué moral? ¿En nombre de qué ley? ¿En nombre de qué principio pueden esos señores intentar juzgar y sancionar a Cuba por su política de solidaridad con el movimiento revolucionario? (APLAUSOS)
Pues una vez más se reunieron, una vez más escenificaron la repugnante farsa. ¡Y cuanto más lacayos, cuanto más vendidos al imperialismo, más agresivos se mostraban con nosotros los lacayos! Allí el representante de “Tachito” Somoza... Pero este “Tachito” Somoza es el hijo de aquel gran esbirro, asesino, que mató a Sandino a las órdenes de los imperialistas, que durante 30 años ha gobernado ese país como una colonia y de donde salió la expedición mercenaria de Girón. Y como ahí se heredan de padres a hijos, como si fueran monarcas feudales, allí hay un “Tachito”, delincuente, bandido, y se reúne allí en plan de juez.
Allí el trujillista Balaguer, impuesto al pueblo dominicano por las bayonetas yankis, se reunía su representante de juez.
El verdugo carnicero Duvalier, que ha convertido aquel país en un “piso del infierno”, con sus famosísimos “tontón-macutes” y sus asesinatos a todas horas del día y de la noche, se reunió allí, dicen que a juzgar y a sancionar a Cuba.
Allí estaba el ilustrísimo demócrata, el más insigne de los demócratas representativos de este continente representado ante los jueces: Alfredo Stroessner.
Allí presentes los representantes de las oligarquías, los representantes de los “gorilas”, los oligarcas que han vendido el alma al diablo imperialista, que han entregado todas sus riquezas, todas sus minas, la piel y los huesos al imperialismo yanki.
Y allí, entre los más agresivos “gorilas”, los representantes del “gorila” argentino. No sabemos qué le pasa a este señor, pero estaba archibelicoso. No sé si será que habrá oído rumores, voces, que mencionan al compañero Ernesto Guevara (APLAUSOS) participando en carne y hueso en el movimiento guerrillero liberador y se habrá puesto nervioso este señor de Onganía. Pero es el hecho que dijo allí que estaba listo su ejército argentino, su armada argentina, si era preciso solo, para venir e invadir a Cuba (ABUCHEOS y EXCLAMACIONES).
Es indiscutible que la respuesta del compañero Alarcón fue formidable (APLAUSOS), porque le recordó a ese “tonitronante gorilita” que los generales argentinos no han ganado nunca ninguna batalla, que los generales argentinos no han participado nunca en ninguna guerra, y que ya nuestro pueblo tenía en este campo algunas experiencias contra mercenarios. Y realmente le recordaba esa gran verdad, porque allí esos “gorilotas” argentinos, que tienen kilogramos de antorchas sobre los hombros, kilogramos de medallas sobre los pechos, son los “ilustrísimos”, “insignes”, “gloriosos”, “heroicos generales” de la toma de la Casa Rosada (RISAS). ¿En qué guerras han participado? ¡Ah, en la “muy gloriosa”, “inolvidable” e “inmortal” guerra de la Casa Rosada! Unos cuantos tanques salen, se paran frente al Palacio, allí sale un infeliz cualquiera de esos que están allí, y ponen un “gorila”. Inmediatamente: ¡25 grados de mariscal, 2 kilogramos más de antorchas, 3 kilogramos más de medallas (RISAS), tantos miles más de dólares de sueldo!
¡Y esos fantoches ridículos, esos “generales archigloriosos” de batallas de este tipo, son los que amenazan “tonitronantemente” invadir a Cuba! Muchos de esos “generales” prácticamente en toda su vida no han sentido nunca un tiro (RISAS), ¡nunca un tiro! y los únicos tiros que han tirado toda su vida son los tiros contra el pueblo indefenso y desarmado. Pues bien, esos son los más agresivos, más papistas que el Papa (RISAS).
Y no solo eso. Hay otra de las ridiculeces de esos eventos internacionales: es que hasta el representante de una colonia inglesa que lo único que hizo fue pasar de manos inglesas a manos yankis, el representante, dicen que de una república llamada Trinidad-Tobago, colonia inglesa hasta hace unos días, colonia yanki ahora, pues también se reunió en la OEA de juez para juzgar y para sancionar a Cuba. ¡Cosas ridículas hay en este mundo! Cosas de verdad bochornosas.
Pero algo que se traslucía en la OEA era la desmoralización, porque es incuestionable que esta gente son víctimas de todas estas contradicciones, son víctimas de su propio descaro, son víctimas de sus propias estupideces, son víctimas de su propio cretinismo. Y lógicamente no se les escapa un poco de vergüenza, un poco de pudor, un poco de lógica.
Tienen que decirles a muchos gobiernos allí presentes que están haciendo un papel muy ridículo, ¡reunidos nada menos que con Estados Unidos a los pocos meses de la ocupación militar de Santo Domingo. Y cuando los generales del Pentágono hablan de su derecho a intervenir en cualquier país de América Latina que les dé la gana, ir a reunirse allí con el bandido principal a sancionar y adoptar medidas contra Cuba. Y lógicamente esa desmoralización se trasluce, ese caos se hace patente.
No todos los representantes de todos los gobiernos —hay que decirlo en justicia— tuvieron la misma actitud cínica. Hay que decir que algunos, incluso, adoptaron posiciones en que se dejaba ver la vergüenza que sentían al tener que participar en aquella farsa ridícula y estéril.
Y por cierto que hubo, como en los últimos tiempos, una sola honrosa excepción, un solo gobierno, ¡una vez más, el gobierno de México! (APLAUSOS) Unico Estado de América Latina cuyos gobernantes han mantenido una actitud digna, una actitud decorosa, una actitud independiente; único Estado cuyo gobierno sistemáticamente ha hecho resistencia a toda esta ingloriosa, indecorosa, y bochornosa política imperialista, contra nuestro país.
Es por eso que el Estado mexicano y los gobernantes de ese Estado se han ganado realmente el respeto de nuestro país. Es el único gobierno, el único Estado de América Latina, por el cual nuestro gobierno siente sincero y profundo respeto (APLAUSOS).
Entre las peores características de la política y de los acuerdos de ese organismo inmoral, está la política declarada de intentar matar de hambre a nuestro pueblo. Son tan descarados, y son tan ridículos, y son tan irreales, que creen —acostumbrados como están a esa moral de bandido— que pueda haber nadie en el mundo que pueda estar de acuerdo con esa política de bloqueo económico que el imperialismo ha estado llevando a cabo contra nuestro país con la complicidad de estos gobiernos latinoamericanos.
Una de las cosas más criminales, una de las cosas que más puede herir la conciencia universal, es una política semejante. Cuando todos los hombres que tienen un poco de cultura en este mundo adquieren conciencia del tremendo problema de los países subdesarrollados, de las enormes distancias que separan los países industrializados de los países subdesarrollados; cuando todos los economistas del mundo, cuando todos los hombres que tienen algunas preocupaciones universales, se reúnen para analizar, para ver cómo pueden encontrarle solución al dificilísimo problema de los países subdesarrollados, el imperialismo, con una banda de lacayos muertos de hambre, tratados a puntapié, subdesarrollados, se presenta en el mundo proclamando una política declarada de bloqueo económico contra un país cuyo delito es tratar de liberarse de las tutelas imperialistas, tratar de liberarse del subdesarrollo, tratar de liberarse de la explotación, tratar de liberarse del hambre (APLAUSOS); a proclamar eso, incluso en el seno de las Naciones Unidas.
Y aunque las Naciones Unidas están muy lejos de ser un organismo digno de confianza, aunque las Naciones Unidas de verdad ha sido en cierta medida un instrumento del imperialismo, y que allí mayorías mecánicas han apoyado muchas de las fechorías de los imperialistas, por lo menos, allí en las Naciones Unidas hay un número considerable de voces y de opiniones que están muy lejos de coincidir con estas y aprobar semejante política.
Si los imperialistas y sus lacayos muertos de hambre intentan proclamar a la faz del mundo su política criminal de bloqueo económico, discutan sus lacayos si es bueno o no, y, claro, quien tiene el tejado de vidrio no puede lanzar piedras sobre sus vecinos. Y todos estos señores con tanto tejado de vidrio, y de vidrios rotos, tienen sus vacilaciones, y tienen sus dudas, acerca de si llevar o no a las Naciones Unidas el caso de Cuba.
Nosotros no sabemos si lo llevan o no, y nos importa un bledo. Pero nosotros sí lo vamos a llevar. Nosotros sí (APLAUSOS). Nosotros en las Naciones Unidas vamos a denunciar la política del imperialismo, la criminal política imperialista contra un pueblo (APLAUSOS), y la asquerosa, repugnante, y criminal política de bloqueo económico contra Cuba.
¿Y qué podrá decir el representante yanki si nunca ha tenido cara ni valor de pararse allí, delante del representante de Cuba? Si siempre escapa, cuando llega el representante de Cuba el representante yanki escapa de la Asamblea. Porque es que son tantos los crímenes del imperialismo, ¡son tantas sus contradicciones!
Y entre otras cosas, creo que nuestro representante allí puede llevar algunos libros, como son, por ejemplo, los libros publicados por los colaboradores de Kennedy: Schelsinger, Sorensen y otros muchos que se han dedicado a escribir allí; autores americanos, periodistas serios como los que hicieron la historia de la CIA en la Bahía de Cochinos. Creemos que deben llevar todo el expediente de los crímenes, los actos de bandolerismo cometidos contra Cuba.
¡Y allí van a tener que oírnos en las Naciones Unidas, aunque no quieran! (APLAUSOS) ¿Por qué? Porque ese expediente demostrará la complicidad en cada uno de los actos de bandolerismo y fechoría contra Cuba, contra los países de América Latina, y los textos, y los libros, a ver qué dice el representante del bandido principal, que es el representante del gobierno de Estados Unidos.
Y vamos allí a discutir. Ya la cosa no es tan fácil. Y los imperialistas van aprendiendo poco a poco que ese sentido de prepotencia, que esa invencibilidad se ha ido perdiendo; no es solo lo de Girón, donde sufrieron un tropiezo serio, no es solo la Revolución Cubana, a la que inútilmente durante nueve años han tratado de disminuir sin haber logrado otra cosa que verla crecer con más fortaleza. Han aprendido, sobre todo, no solo de las derrotas que otros pueblos en otras partes del mundo les han inferido, como la derrota que les infirió el heroico pueblo de Corea (APLAUSOS), han aprendido esencialmente de sus grandes maestros, el gran maestro contemporáneo del imperialismo yanki, que es el heroico, mil veces heroico pueblo de Viet Nam (APLAUSOS).
El heroico pueblo de Viet Nam le ha dado a los imperialistas yankis una imperecedera lección, porque contra la entereza de ese pueblo, su infinito valor, su infinita capacidad de resistencia y de sufrimiento se ha estrellado toda la técnica modernísima del imperialismo yanki. No alcanzaron 100 000 soldados y mandaron 200 000, no alcanzaron 200 000 Y mandaron 300 000, ¡así hasta tener medio millón de soldados regulares yankis, sin contar otro medio millón de títeres de distintas nacionalidades!
Y hay que decir que los imperialistas están siendo derrotados en Viet Nam, hay que decir que los imperialistas —que hace un año estaban allí a la ofensiva— están hoy prácticamente a la defensiva (APLAUSOS). Y esa lección no la podrán olvidar fácilmente los yankis.
Habían librado otro tipo de guerras, guerras coloniales, guerras imperialistas, pero nunca habían tenido que enfrentarse a un pueblo revolucionario en una guerra. Y esta vez se están llevando una lección imperecedera.
Y lo que les ha ocurrido a los imperialistas en Viet Nam les está enseñando que no es tan fácil, les está enseñando que estos son otros tiempos distintos, les está enseñando que la técnica se estrella contra la voluntad y la moral de combate de un pueblo revolucionario (APLAUSOS).
Y los imperialistas saben que no es tan fácil, ni mucho menos, cualquier aventura belicosa contra nuestro país. Claro está que cuando los “gorilas” hablan de invasiones a Cuba y de sus armadas preparadas, eso es un cuento; ellos están pensando en los marines yankis, en la aviación yanki, en la escuadra yanki. Claro, piensan que ellos pueden venir como cocineros con la infantería de marina. En buena lid, lo que los “gorilas” le ofrecen al imperialismo para invadir a Cuba son cocineros, friega-platos y criados de mano. Porque un general de esos, argentino, por ejemplo, tal vez se sentiría muy honrado en ser asistente de un sargento de la infantería de marina de Estados Unidos, para cocinarle y lavarle la ropa. En el fondo hay eso; no hay que tomar en serio esos alardes ni esos alborotos. Cualquier general de esos aterriza o desembarca equivocado aquí, ¡y no tiene tiempo ni de enterarse qué fue lo que pasó! (RISAS)
Todos los ejércitos juntos de todos los “gorilas” esos pueden venir juntos aquí a Cuba, a cualquier lugar, y no duran 24 horas; eso ellos lo saben. Ellos alardean a costa de la escuadra yanki, el ejército yanki, la técnica yanki, los recursos militares de los yankis. Pero los yankis tampoco, ni mucho menos, podrían venir a dar aquí un paseo militar en este país. Y los yankis deben saber —porque no se puede ser cretino toda la vida, todo el tiempo— que tienen que tener un poco de cuidado y no cometer cualquier equivocación de esta índole contra nuestro país, y que la cosa no es tan fácil. Por eso están ahí chapoteando en sus contradicciones, sus desvergüenzas, sus inmoralidades.
Dicen que intentan presionar a Europa. ¡Cosas “veredes”: los muertos de hambre reunidos para amenazar a Europa de un bloqueo prácticamente!, que van a boicotear, que van a bloquear las empresas, los países, los gobiernos que comercian con nosotros. ¡Los muertos de hambre! La situación es verdaderamente trágica, porque los problemas que tienen que enfrentar los pueblos de América Latina en los años venideros son muy difíciles, pero muy difíciles. ¿Por qué? Por la situación que se ha ido desarrollando en el comercio del mundo.
Estados Unidos tiene poderosas barreras arancelarias para proteger sus productos, para proteger sus negocios, para proteger su algodón, para proteger todos los cultivos incluso semitropicales, para proteger sus granos. Y no solo eso: subsidia su agricultura para realizar “dumping” con algunos de esos productos, muchos de los cuales son productos del comercio de América Latina. Incluso en días recientes, en la Conferencia Internacional sobre el Café, surge una disputa entre Estados Unidos y Brasil. ¿Por qué? El café constituye para Brasil pues renglón decisivo de su economía, y los brasileños desarrollaron alguna industria de café soluble para aumentar las exportaciones. Pero en Estados Unidos algunas empresas monopolistas establecieron sus industrias también de café soluble, que adquieren café en Africa, lo mezclan con algún café arábico y hacen grandes negocios. Entonces el representante de Estados Unidos planteaba que Brasil tenía que ponerle un impuesto a las exportaciones de su café soluble o ellos establecerían una protección arancelaria para proteger a los productores norteamericanos de café soluble. Es decir que el Estado imperialista de Estados Unidos, con tal de proteger los intereses de unas cuantas compañías que tienen un negocio de café soluble, adoptan cualquier medida, aunque ello implique la ruina de un país de 80 millones de habitantes. Esos son los principios que practica el imperialismo en su política internacional.
Entonces: Estados Unidos forma una comunidad económica por sí mismo protegida de la red aduanal; Europa Occidental forma otra comunidad económica por sí misma protegida por barreras aduaneras; dentro de esas barreras están algunas de las antiguas colonias que todavía siguen produciendo mercancías tropicales para Europa. Inglaterra tiene, junto con algunos otros países, sus propias barreras. Por otro lado está la comunidad de países socialistas. De manera que los países de América Latina constituyen la región del mundo subdesarrollada, pobre, llena de deudas, por cuyos productos reciben cada vez menos, que se enfrenta a todas esas barreras de los países desarrollados y que no está protegida por ningún sistema de comunidad económica.
Esa es la situación de los países de América Latina. Y siendo esa situación la peor, que constituye la peor situación... Porque incluso antiguas colonias de países de Europa reciben los beneficios de las barreras arancelarias de la comunidad europea. Y a medida que esa comunidad aumenta, a medida que nuevos países ingresan en esa comunidad, ingresarán países que producen carne, ingresarán países que producen trigo, ingresarán países que producen café, que producen azúcar, y nuevas barreras interferirán las posibilidades comerciales de los países de América Latina. Tal situación solo puede ofrecer un panorama tétrico al porvenir de los pueblos de América Latina.
Sin embargo, los representantes de esos gobiernos se reúnen con el imperialismo, cuyos intereses son absolutamente antagónicos con los de esos pueblos, para bloquear a Cuba; incluso para amenazar de bloqueo a Europa.
Mas no solo existen los problemas derivados de las barreras arancelarias. Hay una realidad: Estados Unidos trata de apoderarse de los mercados del mundo para sus productos industriales; Estados Unidos con sus productos industriales trata de crear en América Latina y en otros lugares del mundo condiciones privilegiadas para su competencia con la industria de Europa.
¿Y qué es lo que saben los países de Europa? Que Estados Unidos utiliza todas las armas lícitas e ilícitas para monopolizar los mercados; los monopolios norteamericanos compiten con las industrias europeas. Es ridículo, es ilusorio, es propio de cretinos, creer que Europa se va a plegar a ninguno de sus caprichos, a ninguna de estas maniobras, a ninguna de estas estúpidas medidas del imperialismo y sus lacayos de América Latina.
Pero la osadía del imperialismo y sus lacayos llega todavía más lejos, ¡todavía más lejos!: pretenden incluso chantajear a la comunidad socialista, pretenden incluso amenazar a la comunidad socialista, pretenden exigir a la comunidad socialista que cese también prácticamente el comercio con Cuba. ¡¿A qué grado de cretinismo, a qué grado de imbecilidad, a qué grado de ilusionismo han llegado?!
Por ese camino seguido por el imperialismo y sus lacayos irán al peor de los fracasos. Es que iniciaron el camino de las agresiones contra Cuba, el camino de las violaciones de los derechos de Cuba, el camino de la violación de las leyes internacionales, el largo camino de todas las fechorías habidas y por haber contra nuestra patria, y han llegado al final al callejón sin salida, al ridículo, al fracaso, en que les cuesta trabajo hacer cualquier cosa en un sentido o en otro, tomar una medida en un sentido o en otro, porque la alternativa de sus bribonadas, la bribonada de atacar militarmente nuestro país, es una aventura que a estas horas tienen que pensarla tres veces. Y esa es la situación real.
Por eso nuestro país ha permanecido sereno, imperturbable, frente a las nuevas maniobras imperialistas, y allí en el seno de las Naciones Unidas nuestro representante se encargará de decirles las verdades que merecen el imperialismo y sus lacayos (APLAUSOS).
Nuestro país debe proseguir adelante trabajando tesoneramente en todos los órdenes, fortaleciendo su economía, fortaleciendo sus defensas, de manera que cada día que pase, cada mes que pase, estemos más preparados tanto militarmente como económicamente para resistir cualquier agresión, cualquier bloqueo armado, cualquier aventura imperialista.
Nosotros debemos saber que los años venideros siempre serán años preñado s de peligro, pero eso no nos desanima, ¡eso no nos desanima! Trabajamos con entusiasmo hacia el porvenir, nos preparamos para enfrentar cualquier eventualidad en cualquier orden, en cualquier frente, sabiendo que somos cada vez más un pueblo más preparado, un pueblo cada vez más consciente, un pueblo cada vez más sólido y que podemos resuelta y serenamente enfrentar cualquier dificultad, cualquier agresión.
Trabajamos para el porvenir con todas nuestras energías, con todo nuestro aliento, y defenderemos ese porvenir y defenderemos ese derecho a nuestro porvenir hasta con nuestra última gota de sangre, hasta con nuestro último aliento (APLAUSOS).
¡Somos mucho más fuertes y nuestro camino es aún mucho más claro que hace nueve años! ¡Somos mucho más fuertes y nuestro camino está mucho más claro que hace siete años! ¡Somos mucho más fuertes y tenemos un pueblo mucho más consciente, un pueblo mucho más organizado, un pueblo mucho más revolucionario, un pueblo mucho más armado!
Por tanto: confiemos en el porvenir, entreguémonos de lleno a seguir adelante en nuestra tarea, y que cada año, cada mes y cada día sea un incremento más de nuestra disciplina, de nuestra conciencia, de nuestro entusiasmo, de nuestra solidez y de nuestra fuerza, de lo cual en el día de hoy nuestros Comités de Defensa han dado aleccionadora y ejemplar prueba.
¡Vivan los Comités de Defensa de la Revolución!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)