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Los nuevos mambises en Camagüey

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Verde Olivo

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Quedaban atrás las montañas orientales y ahora el Comandante en Jefe y sus barbudos, como si estuvieran escoltados por la caballería del mayor Ignacio Agramonte,reciben el júbilo popular en las llanuras del Camagüey. Así lo evoca el comandante Juan Almeida Bosque: «En los tramos largos y descampados, el viento besa a los que van en los camiones y en los autos descapotados. Por momento me asalta la impresión de que vamos a ser ametrallados y bombardeados por la aviación enemiga, pero me digo: “No hay que temer, los pilotos asesinos y criminales están presos y serán juzgados, como todos los que cometieron actos vandálicos”».1
 
Todavía permanecían en la sombra algunos masferreristas y otros esbirros por tener deudas con la justicia. Conocieron que en el hospital militar de la provincia agramontina, unos francotiradores se habían hecho fuertes formando una balacera por varias horas pero fueron desalojados.
 
Llegan a Guáimaro, cuna de la primera Constitución; la alegríase estremece al paso de los barbudos, sus libertadores. Fidel se baja del tanque donde se trasladaba y habla con la multitud. Después suceden poblados como Martí, Cascorro, Sibanicú…y por fin la ciudad conocida como de los tinajones. El Comandante «Indagó con los dirigentesdel Movimiento 26 de Julio en esa urbe: “¿Habrá comida suficiente para la tropa? Ocúpense de esto que toda esta gente tiene hambre”. Alguien se interesó: “¿Dónde va a dormir usted Comandante?”. Y respondió: “De mí no se preocupe, procure sitio para los muchachos”».2
 
El líder rebelde visitó el Regimiento No.2 Ignacio Agramante, donde intercambia con autoridades de la provincia y recibe invitaciones para visitar diferentes sitios. Antes del oscurecer, un mar de pueblo desfila hacia la Plaza de la Caridad porque sabían que iba a hablar Fidel: «Es que la presencia de tantas personas reunidas, en una ciudad donde todavía se escuchan de cuando en cuando los disparos de los enemigos agazapados, donde no existen medios de transporte, donde se ha escogido, incluso, un sitio apartado del centro de la ciudad; la presencia de tantos hombres y mujeres nos da una idea aproximada de la responsabilidad abrumadora que sobre nuestros hombros pesa».3Con esas frases comienza a hablarles a los camagüeyanos. Repasa el transcurso de los acontecimientos y orienta que ha llegado el momento de detener la huelga general que se había convocado para consolidar el triunfo, y habla de las tareas que enfrentará la naciente Revolución.
 
A media mañana del 5 de enero, se dirige hacia el aeropuerto de dicha ciudad y se encuentra con Ernesto Che Guevara que ha venido desde La Habanaa informarle de la situación en la capital y recibir orientaciones.
 
Una integrante del pelotón femenino Mariana Grajales, Angelina Antolín Escalona narra muy emocionada sobre el encuentro en Camagüey con su esposo Miguel Ángel Espinosa, a quien no veía desde que él partiera con las tropas de Juan Almeida para el Tercer Frente: «Se acercó un combatiente que me conocía y me dijo: “Tú aquí! Se lo voy a decir a Miky”. —Así le decían a mi esposo—. Le comenté: “Déjate de estar jugando, él se quedó en el Tercer Frente”, yo no le creía. Agregó que venían juntos y que estaba recorriendo la caravana, yo desconocía que Espinosa también se trasladabacon nosotros. De momento apareció¡Se produjo el esperado encuentro! Él con su barba y su melena de rebelde. Fue un abrazo por la alegría del triunfo y porque ambos, sanos y salvos, nos íbamos a encontrar por fin con nuestros tres hijos».4
 
Alberto Vázquez, Vazquecito, el chofer de Fidel en aquel emotivo recorrido, rememora: «Mientras avanzábamos por los pueblos y veía con el cariño que nos recibían y aclamaban iba ganando en conciencia de la responsabilidad que tenía de cuidar a Fidel. Estaba pendiente de cada detalle de la carretera, al más mínimo movimiento de la multitud. Iba con los ojos fijos al timón. Tenía su vida en mis manos y no podía fallarle al pueblo y mucho menos a Raúl, la persona que con mayor devoción y consagración se ha dedicado a proteger al líder de la Revolución».5
 
Continúa el avance de la Caravana y aparece el poblado de Florida agitando pañuelos y banderas entre vivas y aplausos como también dio su bienvenida Ciego de Ávila, donde descansan un rato y los combatientes son invitados a las casas; mientras, se acercaban a la siguiente provincia, Las Villas.
 
Referencias:
 
1 Juan Almeida Bosque: La Sierra Maestra y más allá, Ediciones Verde Olivo, La Habana. 2002, p.357.
2 Pedro Antonio García: La Revolución consolida su memoria, Bohemia, 19 de enero de 2018, p.11.
3 Fidel Castro Ruz: Discurso pronunciado en Camagüey el 4 de enero de 1959.
4Entrevista del autor a Angelina Antolín el 14 de octubre de 2014.
5 Luis Báez y Pedro de la Hoz: Caravana de la Libertad, Casa Editora Abril, La Habana 2009, p.85.