Discursos e Intervenções

Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el IV Aniversario de la fundación del Ministerio del Interior, celebrado en el teatro "Chaplin", el 16 de junio de 1965

Data: 

16/06/1965

Compañeras y compañeros:

Es muy justo y muy legítimo que los compañeros del Ministerio del Interior...

(DEL PUBLICO LE DICEN QUE NO SE OYE)

¿Se oye ya? (DEL PUBLICO LE DICEN QUE YA SE OYE)

Decía que era justo y legítimo que los compañeros del Ministerio del Interior celebren esta fiesta, puede decirse, del IV aniversario de su fundación.

Es la primera vez que se celebra ese aniversario. Y es a la vez una buena oportunidad para todos, para el pueblo y para todos los compañeros revolucionarios que participan en los distintos frentes de trabajo para apreciar las funciones, las tareas, el valor del trabajo que se realiza por este ministerio.

En la Revolución las tareas son muy diversas y todas tienen su importancia. Pero algunas son más visibles, tienen más relieve. En muchos frentes del trabajo revolucionario siempre hay su momento culminante. En la producción, por ejemplo, un momento culminante fue el cumplimiento de la meta de los 6 millones este año (APLAUSOS); la defensa del país ha tenido diversos momentos culminantes, y así a raíz de la invasión mercenaria, por ejemplo, tuvimos un momento culminante de la tarea de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias (APLAUSOS). En muchos frentes se ve el esfuerzo, se ve el resultado, se ven los frutos. Hay otros frentes de la Revolución que en cambio no resultan fáciles esos momentos culminantes y que, sin embargo, es un trabajo que se realiza día a día incesantemente, preñado de sacrificio, de heroísmo; del heroísmo ese callado de los hombres que, en el cumplimiento de su deber, bien sea un miembro de la Seguridad del Estado, bien sea un compañero que vigila el tránsito, bien sea un compañero que trabaje en el Departamento de Incendios (APLAUSOS), o compañeros que guardan el orden público (APLAUSOS), o compañeros que se infiltran en las filas de los enemigos (APLAUSOS) y que tienen por tanto la amarguísima tarea de pasar por contrarrevolucionarios para servir a la Revolución (APLAUSOS), bien aquellos compañeros que en la lucha contra las actividades de los enemigos...

(DEL PUBLICO LE VUELVEN A DECIR QUE NO SE OYE).

Pues lo mejor es, si no se oye, leerlo mañana en el periódico (RISAS Y APLAUSOS).

Al parecer una gran parte de los aquí presentes oyen bien. Los sordos espero que, por lo menos, lean bien (RISAS). Pero, de todas formas, no es mi culpa si alguien está sordo, o si un micrófono, o un altoparlante, o una de las bocinas está averiada. Yo no tengo la culpa, lo más que puede ocurrir es que, si alguien no oye, es que me angustie aquí tratando de inventar algo para que me oigan (RISAS). Pero no puedo hacer nada.

Así es que yo le pido paciencia al compañero que no pueda oír y, además, le doy las gracias por el interés que tiene en oírme (APLAUSOS); dado que, donde pueda parecer una descortesía, en realidad hay una gentileza y un interés en el fondo.

Pero bien, de esas contradicciones, pues una más (RISAS). Yo oí al compañero Ramiro hablar del desarrollo dialéctico e institucional y de una manera brillante iba resaltando todas esas cosas; pero a fin de cuentas es una contradicción, y es entre el que habla y el que no oye (RISAS). ¿Solución dialéctica?: ¡El periódico! (APLAUSOS.)

Creo que alguien quiere decir algo...

(UN COMPAÑERO DICE ALGO).

Dice el compañero que el que no oiga que se acerque más. Yo creo que es una solución también. Pero, bueno, tal vez es que yo estoy hablando un poco distante de los micrófonos.

Decía, señalaba, la naturaleza del trabajo de los compañeros del Ministerio del Interior y cómo muchas veces ese trabajo se desarrolla de una manera callada, abnegada, silenciosa. De ahí que a todos nos conmoviera el recuerdo a esos compañeros que, realizando tareas difíciles, duras, han ejercido ese heroísmo silencioso, que tiene todo el mérito que puede tener cualquier otro heroísmo, pero además ese mérito del heroísmo anónimo.

Y, desde luego que los revolucionarios luchan por una causa, no luchan los revolucionarios por un premio, ni en la vida ni un premio póstumo; ni siquiera luchan los revolucionarios por las glorias de este mundo. Martí decía que todas las glorias del mundo caben en un grano de maíz.

El hombre que cumple el deber, lo cumple así, por el alto concepto que tiene de sus obligaciones, por el gran amor que siente hacia su causa.

Contra los hombres que realizan esta tarea y que están en la primera línea de la lucha revolucionaria, se ensañan los enemigos. El enemigo más odia a quien más lo combate, más odia a quienes más temen, más odia a quienes ve como los representantes del espíritu siempre alerta y siempre combativo de la Revolución.

Es natural que la tarea de la defensa de la Revolución contra el enemigo solapado, que la tarea de la defensa de la Revolución contra todos los esfuerzos del imperialismo promoviendo todo tipo de actividades contrarrevolucionarias, desde el sabotaje, el espionaje, hasta la organización de bandas de criminales, en una escala grande de actividades, y habiéndose tenido que defender la Revolución de esas actividades del enemigo, la atención de la opinión respecto a las actividades del ministerio se ha centrado en ese esfuerzo.

Hay que decir que esta institución, como institución revolucionaria que es, lucha contra el enemigo a través de métodos realmente revolucionarios. Es deber de la Revolución no solo descubrir y desmantelar o aniquilar las organizaciones o los actos del enemigo; es deber también prevenirlos, es deber también incluso rehabilitar muchas veces a aquellos enemigos que son rehabilitables.

Y esta institución, que se enfrenta a esas actividades y se enfrenta de una manera enérgica, también realiza otras muchas actividades de extraordinario interés social. Sobre esa cuestión habló el compañero Ramiro, habló de la lucha no solo contra las actividades contrarrevolucionarias propiamente dichas, sino también contra las demás actividades antisociales: lucha contra la delincuencia común, aunque es cierto que la acción contrarrevolucionaria es un acto de delincuencia no tan común. Hay que decir que los delincuentes contrarrevolucionarios son peores que los otros delincuentes. Es posible que muchos de los que cayeron en la delincuencia común sean, en grado considerable, víctimas de la educación que recibieron, víctimas del medio social en que crecieron, víctimas de todas las lacras y los lastres de una sociedad de explotación; muchos de ellos no tuvieron la menor oportunidad de ir a una escuela o de adquirir alguna instrucción o algún grado de cultura, mientras los delincuentes contrarrevolucionarios surgen precisamente en esencia de las clases que sí tuvieron oportunidad de ir a la escuela, de adquirir instrucción, de adquirir cultura. Cultura e instrucción que muchas veces utilizan para arrastrar de una manera astuta y habilidosa a hombres que no pertenecen a esa clase, que tratan de ampliar su influencia por todos los medios, y son mucho más conscientes de las actividades que realizan.

Desde luego que si nos vamos un poco más lejos, el propio delito contrarrevolucionario está, en cierto sentido, para el individuo en un proceso revolucionario, predeterminado por la posición de clase que ocupaba. Con el desarrollo de la Revolución ambos delitos tendrán que ir disminuyendo; disminuirá, necesariamente, el delito común, porque disminuirán en grado considerable y desaparecerán muchas de las causas que engendran la delincuencia común; pero desaparecerá también el delito contrarrevolucionario, porque desaparecerá la causa que engendra la clase de donde surgen los delincuentes contrarrevolucionarios.

Nosotros no sentimos ninguna simpatía hacia los contrarrevolucionarios, por supuesto; pero en cierto sentido hay que decir que hay también un cierto fatalismo en su conducta.

Puede que haya delincuentes de cualquier tipo, de un tipo o de otro, pero dentro de 20 años será difícil que pueda haber delincuentes contrarrevolucionarios, porque no habrá explotadores, habrá desaparecido la clase de los explotadores y por lo tanto habrá desaparecido la cantera, la causa y la esencia del delito contrarrevolucionario.

Sentimos, naturalmente, la diferencia esa que hace a nuestro entender más grave, por ser más consciente, más grave por ser más antipatriótico, más innoble y más egoísta, el delito contrarrevolucionario; porque además va contra el instrumento que tiende a la desaparición de ese delito y de los demás delitos, es decir, va contra la Revolución. Pero lo esencial es que tenemos que luchar contra esas dos actividades: la actividad contrarrevolucionaria y la actividad, no vamos a llamarla antisocial porque la actividad de los contrarrevolucionarios es antisocial también, pero los delitos de carácter común.

Nosotros siempre llamamos a los delincuentes contrarrevolucionarios por ese nombre: delincuentes contrarrevolucionarios. Los contrarrevolucionarios pretenden llamarse delincuentes políticos. Y siempre recuerdo que esa definición de "delincuente político", una de las que más se tomaba como correcta —y siempre nos pareció la más correcta— fue la de un gran penalista español en la que consideraba que solo se podía hablar de delito político o de preso político de aquel ciudadano que actuara contra las leyes políticas en un determinado instante, luchando por establecer un sistema social mejor, un sistema social más justo, un sistema social más progresista, un sistema social revolucionario; pero que no merecían jamás ser conceptuados como presos políticos o delincuentes políticos —es decir, incluida la palabra política—, que jamás debían ser amparados por ese concepto aquellos que luchaban por un orden social conservador, por un orden social reaccionario, por un orden social retrógrado, por una marcha atrás en la vida de un pueblo.

El contrarrevolucionario se diferencia mucho del preso revolucionario: el preso contrarrevolucionario, en primer lugar, el contrarrevolucionario en sí mismo, es la negación de los intereses del pueblo, es alguien divorciado del pueblo. Eso explica los fracasos de la contrarrevolución en sus intentos de organizar bandas contrarrevolucionarias, en sus intentos de acudir a la lucha guerrillera; siendo así que la lucha guerrillera prospera dondequiera que existe un régimen oligárquico feudal explotador, donde quiera que existe un régimen de explotación imperialista o colonialista, mientras la guerrilla contrarrevolucionaria no prospera; sencillamente, porque unos van junto al pueblo y otros van contra el pueblo. Y los contrarrevolucionarios luchan por algo muy distinto de aquello por lo cual luchábamos los revolucionarios.

Hay que decir que en el preso común por lo general existe un cierto orgullo al decir: "soy preso común", entendiendo —y hay que decir que de una manera correcta— que es peor todavía lo otro; pero debemos decir que todas las formas de delincuencia son malas y contra todas hay que luchar. No se limita la Revolución a luchar contra ese delincuente, sino que siempre que sea posible trata de rehabilitarlo; y debe decirse con justicia que el esfuerzo que nuestra Revolución ha hecho en el campo de la rehabilitación es un esfuerzo brillante y extraordinario. Debemos decir que nuestra Revolución está acumulando en ese sentido una experiencia muy interesante. Y nosotros seremos tanto mas revolucionarios, no solo en cuanto sepamos combatir a ese enemigo, sino también en cuanto sepamos y seamos capaces de reeducarlos o rehabilitarlos, si ello es posible.

Y una de las tareas más humanas que la Revolución lleva adelante encomendada a este ministerio es la tarea de la reeducación y rehabilitación de los presos contrarrevolucionarios y comunes. Y hay muchos casos; y algún día tendrán que recogerse en algún libro esas experiencias, porque son experiencias útiles para nosotros y que también deben ser útiles a otros países cuando les toque su turno de hacer la revolución.

Hay que decir también que esa no es una tarea fácil, que es una tarea difícil. Y, por ejemplo, nosotros admiramos grandemente el esfuerzo que realizan los rehabilitadores o los instructores que conviven con los presos; el Ministerio del Interior solicitó del Partido la selección de un grupo de compañeros muy escogidos, a los que encomendó la dura tarea de convivir prácticamente con los presos contrarrevolucionarios, hacer los mismos trabajos que ellos hacen, recibir los mismos alimentos que ellos reciben y llevar prácticamente una vida de presos. Es incuestionable que ese ciudadano tiene que ejercer una influencia muy positiva sobre los demás, porque solamente un revolucionario es capaz de realizar una tarea semejante. Y es lógico que ese hombre con su ejemplo tiene que ejercer una impresión fuerte y poderosa en aquellos que lo miran como un enemigo, cuando se pregunten: "¿Qué clase de hombre es este, o qué clase de hombres son estos, capaces de soportar los mismos rigores que nosotros?"

Y sin duda que esos esfuerzos han ido rindiendo sus frutos. Naturalmente que muchas veces las circunstancias favorecen o dificultan un trabajo; los contrarrevolucionarios durante un cierto tiempo estuvieron esperanzados en que los imperialistas los sacarían de la cárcel; vivieron ilusionados y soñando con invasiones y cosas por el estilo, mas los años pasaban —"pasaba un día y otro día, un mes y otro mes pasaba...", como dice alguna poesía (RISAS)—, y no pasaba nada. Eso, naturalmente, iba quebrantando sus ilusiones —no vamos a criticar a nadie que se haga ilusiones; pero en definitiva eran ilusiones— y muchos empezaron a comprender que realmente solo la propia Revolución podría brindarles la salida, podría brindarles la solución. Y esa misma Revolución que denostaban y que odiaban con toda su alma, era la única que podría brindarle un rayo de luz a una vida inútil, a una acción, a una vida mancillada incluso por acciones en ningún sentido dignas ni edificantes.

Ese hecho iba contribuyendo a crear mejores condiciones. Posiblemente muchos de ustedes han tenido oportunidad de ver una obra que ha recorrido la isla, representada por los propios presos, hecha por los propios presos, relacionada con este problema de la rehabilitación y que es muy instructiva y muy interesante, y que consideramos una de las cosas más positivas que la Revolución pueda hacer, y también una de las cosas más humanas que la Revolución pueda hacer. Quizás algún día, pues sea bueno que esa obra la vea también el pueblo; no sé si ha llegado a representarse en algún teatro donde pueda ir bastante público; pero lo mismo que en esa obra teatral se podía palpar el trabajo que se realiza con la educación de los niños, de esos niños descarriados y abandonados, que ya es muy raro ver por nuestras calles, al igual que es muy raro ver a un anciano pidiendo limosnas, al igual que es muy difícil ver a alguien ya tirado en un portal como se velan antes por docenas, durmiendo allí, sobre el cemento, de la caridad pública. Ese tipo de cosas revelan, instruyen y brindan mucha información por ese trabajo, ese trabajo callado, pero trabajo útil, del que apenas se oye hablar nunca.

Pero antes de proseguir, que había entrado en este tema de los presos contrarrevolucionarios y de la salida... A cada rato —¡a cada rato!— sale un cablecito diciendo que se ha creado un comité, una organización para luchar porque estos presos contrarrevolucionarios sean puestos en libertad, y también hablan de indemnizaciones y de cosas.

En una ocasión, cuando la invasión de Playa Girón, con todo aquel enjambre de gusanos había que hacer algo. Indiscutiblemente que todos se merecían que los fusilaran, sin excepción; pero, en realidad, la Revolución no tenía por qué mancillar su victoria con una medida tan drástica, y además la Revolución no fusila por fusilar. Las leyes revolucionarias son un instrumento, el castigo es para la Revolución y para la sociedad no un fin, sino un medio, un instrumento; no concebimos el castigo filosóficamente como un fin, que el individuo haya que castigarlo enteramente porque es acreedor. Ese es un concepto demasiado viejo y demasiado anticuado, y realmente el castigo es simplemente un instrumento de defensa de la Revolución o de la sociedad.

Y a aquellos señores mercenarios, muy comilones por cierto (RISAS), íbamos a tenerlos en la cárcel no se sabe cuánto tiempo, y puesto que el propio Gobierno de Estados Unidos había reconocido de una manera oficial que habían estado a sus órdenes, pues entonces surgió aquella solución de decirle al Gobierno de Estados Unidos que pagara una indemnización, entre otras cosas creíamos que les resultaba difícil no pagar; era en cierto sentido algo así como un tributo de guerra que el imperialismo iba a pagarle a la Revolución. Y surgió aquella fórmula de la indemnización, en virtud de la cual —aunque robaron algunos millones de pesos— pagaron cerca de 50 millones de pesos. Creo que haciendo el cálculo es tal vez algo menos que el peso en oro, pero no muy lejos del precio en oro de todos aquellos señores.

Los pagaron a precio de oro, y allá regresaron aquellos "héroes" a crearles allí más problemas y más dolores de cabeza de los que tenían. Y pagaron la indemnización, aquello fue bien comprendido, bien interpretado por el pueblo, y fue, a nuestro juicio, una buena solución para una situación especial, pero parece que eso les ha despertado algunas ilusiones, y pensar que con indemnizaciones y cosas por el estilo pueden resolver los problemas.

Recordamos que en semanas recientes, a raíz de un proceso contra un grupo de señores que bajo la capa o bajo el disfraz de "pastores de almas" andaban realizando actividades de espionaje y de contrarrevolución, y por ese motivo fueron sancionados por los Tribunales Revolucionarios, entre ellos dos ciudadanos norteamericanos, entre otros delitos por añadidura tenían el delito de haber cambiado cerca de 300 000 dólares en "bolsa negra". Parece que es una acción muy "cristiana" en el concepto de esos señores el cambiar los dólares que les mandaban de Estados Unidos en la "bolsa negra" para poder disponer así de más dinero; es decir, comprar los pesos muy baratos, y con esos pesos poder hacer contrarrevolución más barata. Y, desde luego, eso lo confesaron ellos, ni siquiera intentaron negar las actividades relacionadas con el cambio en "bolsa negra" de moneda. Inmediatamente empezaron a hablar de que estaban en gestiones, y dar noticias por los cables de una gestión para una indemnización.

En días recientes también que si un comité para pagar una indemnización por los otros presos contrarrevolucionarios... Y realmente debemos definir esa política. Esto no quiere decir, desde luego, que el Estado revolucionario renuncie al derecho en determinadas circunstancias a hacer lo que más estime conveniente, pero consideramos que es conveniente que se quiten esas ilusiones los que crean que van a estar aquí tentando a la Revolución ofreciendo indemnizaciones, porque esa no es la política de la Revolución (APLAUSOS). Y que abandonen esas ilusiones porque la Revolución no contempla ninguna negociación de ese tipo.

Como fórmula para encontrar la libertad, la rehabilitación y el cese de la contrarrevolución. ¿Qué hacemos con poner en libertad a los contrarrevolucionarios si sigue en pie la contrarrevolución? Y, desde luego, que nadie piense que la contrarrevolución va a desaparecer en cuestión de días o de meses o de unos pocos años. La lucha de la Revolución contra su enemigo será una lucha larga, y por lo tanto el camino más seguro es el camino de la rehabilitación.

Hay ocasiones de casos individuales, como algún importante, muy importante espía, cuadro de la CIA, por los cuales a veces han estado dispuestos a pagar una fuerte indemnización. Hay casos de algunos hijos de algunos millonarios que se han puesto a estar jugando a la contrarrevolución y preparando atentados y cosas de esas, y realmente en esos casos —algunos de ellos emparentados con señores que se robaron millones de pesos— no les voy a negar que hemos sentido la tentación de decirles: "Bueno, pues paguen un millón de dólares por este pepillito irresponsable y devuélvale un poco del dinero a la república" (DEL PUBLICO LE DICEN: "No un poco, la mitad"). ¿La mitad? ¡Cómo que no! (DEL PUBLICO LE DICEN ALGO) No, si algún caso individual de esos por pura satisfacción de nuestro país de poder recobrar un poco del dinero que le han robado a la nación, pues pudiera algún caso... Es decir, la Revolución no renuncia a eso, pero eso solo como excepción; y van a ser muy pocas excepciones. Porque lo mejor es que sepan que trabajando pueden retribuirle al país parte de lo que le han quitado y del daño que le han hecho.

Si vamos a ser generosos, le hacemos más favor a un pepillito de esos trabajando que permitiendo que paguen una indemnización por sus actividades. Va ese individuo a saber lo que es el trabajo, y creo que no hay nada más edificante y más educador que el trabajo. Y desde luego, la rehabilitación es a través del trabajo, y desde luego, el trabajo es un deber elemental del delincuente de cualquier tipo.

Pero la política de la Revolución, para que se le quiten las ilusiones a los enemigos —y recientemente andaban haciendo gestiones a través de determinadas embajadas para que se autorizara a venir aquí a un grupo a discutir esas cosas—, vamos a decirles de una vez por todas que vuelvan a recoger sus maletas y que cancelen sus pasajes, puesto que no vamos a recibir (APLAUSOS), puesto que no vamos a recibir a ninguna delegación ni a nadie que venga a tratar problemas de ese tipo.

Nosotros sabemos dónde estamos parados, y no somos ilusos, y sabemos que tenemos todavía por delante un largo trecho de lucha, y, por tanto, no vamos a discutir ninguna solución de esa índole con nadie. Aprovecho esta ocasión para exponer esta manera de pensar del Gobierno Revolucionario.

Es un deber nuestro estar muy conscientes de eso, de que tenemos una lucha larga delante, y que para esa lucha larga tenemos que estar bien preparados. Esto, en lo que se refiere al campo de la lucha contra la delincuencia contrarrevolucionaria o la delincuencia común.

En el año anterior o hace dos años fue necesario adoptar medidas más drásticas contra la delincuencia común, porque un poco se volvió, se despertó cierta tendencia en elementos incapaces de ganarse la vida honradamente, en resolver sus problemas económicos mediante el robo, y fue necesario adoptar medidas drásticas, y fue necesario aplicar penas severas a los casos de delitos de robo de domicilios, de hogares, de asaltos; y hacer más drásticas esas sanciones a fin de salirle al paso a cierta olita de delincuencia común y que mantenía ciertas zozobras en las familias y cierta inseguridad. Y creemos, realmente, que cuando estas tendencias se manifiesten es necesario ser severos.

Es posible que en algunos otros tipos de sanciones haya que aumentar la severidad. No voy a hablar, por ejemplo, del caso del delito común; pero hay ciertas faltas aparentemente no graves y que, sin embargo, sí son graves. Por ejemplo, en el caso del tránsito, las faltas contra las leyes y reglamentos del tránsito, que tienen sanciones muy benignas, son en realidad faltas graves. Son faltas graves porque cuestan muchas vidas, son faltas graves porque son causa de mucha gente mutilada, mucha gente inválida. Aquellos que les gusta correr por las carreteras, sobrepasar las velocidades máximas, llevarse la luz roja y hacer lo que les da la real gana por la calle debieran de conocer la experiencia de lo que es un salón de un hospital de emergencias y el cuadro en cualquiera de esos hospitales, de cuando llega la gente destruida por un accidente: niños, mujeres, personas completamente inocentes, ajenas a toda culpa, que resultan víctimas de un irresponsable cualquiera.

Existen ciertas estadísticas, son muchas las medidas que se han tomado, pero, sin embargo, todavía subsisten. Y nosotros somos realmente partidarios de que las penalidades para este tipo de faltas se castiguen más severamente (APLAUSOS), puesto que nadie tiene derecho, nadie tiene derecho a andar por las calles amenazando la vida de los demás y destruyendo vidas ajenas.

Claro está que ese personaje no quiere matar a nadie, pero el resultado es el mismo: mata a alguien o a varios. Y a nosotros nos parece que la campaña contra los accidentes del tránsito debe ser apoyada en una legislación mucho más severa para ese tipo de faltas. No son, desde luego —pudiera llamarse— delitos; es decir, en cierto sentido son delitos, pero no de las características de los otros tipos de delitos de que hablamos anteriormente.

En ese sentido también el Ministerio del Interior presta una de las funciones sociales más útiles y más positivas.

En la lucha contra el vicio, en la lucha contra el juego, en el esfuerzo grande que se ha llevado adelante para ir liquidando la prostitución, en los éxitos alcanzados en, ese sentido, en la erradicación del juego en el grado más alto posible, en la erradicación de otra serie de lacras, tenemos tareas altamente positivas.

En la lucha por rehabilitar, por educar, por encaminar a esos niños como los que aquí estuvieron en la escena, habiendo salvado para la sociedad, para el trabajo, para la vida útil, a miles y miles de muchachos como esos, han desempeñado una tarea extraordinariamente positiva.

En el mejoramiento de los servicios contra incendio, dotando a ese organismo de personal competente, de equipos y de técnicos, han realizado también un gran servicio a nuestro país.

Es decir, que el campo de la actividad de los compañeros de este organismo, es un campo amplio y un campo variado, y los servicios que le ha prestado a la Revolución y al país son muy grandes.

Debe decirse que por el tipo de tareas que desempeñan los hombres y las mujeres que en este organismo de la Revolución trabajan, necesariamente deben ser hombres y mujeres de entre los mejores de nuestro pueblo; de entre los más revolucionarios y los más firmes. La firmeza, la convicción revolucionaria, es un requisito esencial en este caso. Y en realidad podemos decir que esas características abundan en un grado muy alto entre los compañeros que trabajan en este frente de la Revolución, y gracias a eso han sido muchas las victorias obtenidas contra el enemigo, han sido muchos los éxitos logrados.

Casi todas las actividades contrarrevolucionarias, prácticamente todas las organizaciones contrarrevolucionarias —y eran bastantes, porque cada tres contrarrevolucionarios se creían ya en las posibilidades de organizar una organización, cada una de las cientos de organizaciones que hay en el extranjero se creían con el derecho a tener una sucursal aquí—, en realidad prácticamente todas fueron desmanteladas.

Las organizaciones de espionaje de la Agencia Central de Inteligencia han recibido muchos y muy duros golpes.

Los planes de la contrarrevolución, los planes subversivos y de sabotaje, los planes de introducción de armamentos y explosivos por nuestras costas, han recibido muchos y muy duros golpes. Miles de armas y cantidades de artefactos terroristas de todo tipo han sido ocupados a lo largo de estos años. Armas que de nada les han servido, explosivos que de muy poco les han servido, como no sea para enriquecer los arsenales de la Revolución (APLAUSOS).

Debe tenerse presente que los imperialistas tienen industrias enteras dedicadas a preparar medios de sabotaje y de terrorismo, medios de comunicación muy especializados, medios para que faciliten el trabajo de los terroristas; cantidades de armas con silenciadores, cantidades de plantas de tiro rápido de largo alcance, cantidades de instrumentos, armas y equipos de todo tipo de esa industria muy especializada que tienen en Estados Unidos para estas actividades que ellos realizan en todo el mundo.

Muchas veces se publican y muchas veces las circunstancias aconsejan no publicarlas para seguir agarrándolas (RISAS). Es por eso. Incluso muchas veces, si hay un buen número de depósitos ocupados, preferible es que estén contando con esos depósitos, a que sepan que no los tienen, las posibilidades que tienen de "embarcarse" en ese caso son mucho mayores, y el desconcierto es también mucho mayor.

En otras oportunidades hemos señalado cómo todos esos planes del enemigo han sido contrarrestados y han fracasado de una manera rotunda.

Es posible que esos señores tan acostumbrados a hacer lo que les da la gana en todo el mundo y a llevar a cabo exitosamente muchos de esos crímenes, se admiren y les cueste mucho trabajo comprender cómo es posible que todas sus técnicas, todas sus técnicas de subversión, de contrarrevolución, de terrorismo, de espionaje, de sabotaje han fracasado a lo largo de todos estos años.

Sus intentos de organizar bandas de contrarrevolucionarios han fracasado de manera vergonzosa, los intentos persistentes que han realizado durante estos años, los esfuerzos que han hecho en casi todas las provincias y en algunas especialmente como la provincia de Las Villas; los esfuerzos que hicieron por organizar esas bandas en el Escambray y donde un trabajo muy coordinado del Ministerio del Interior con las fuerzas armadas dio lugar a la erradicación paulatina de esas bandas, de manera que prácticamente deben estar a estas horas convencidos de lo inútil de ese empeño.

Bandas que asesinaban lo mismo a un trabajador, que a un brigadista alfabetizador, que a un maestro; que cometían crímenes como aquellos que llenaron de indignación a la nación entera. Todos aquellos elementos criminales prácticamente no hubo uno, no hubo uno de los que cometiera ninguno de aquellos crímenes que escapara, no hubo uno solo que no pagara como debía pagar aquellos crímenes, ninguno escapó. Y algún día se podrá escribir ampliamente de la forma inteligente, tenaz, con que fueron puestos fuera de combate por los compañeros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y del Ministerio del Interior (APLAUSOS).

Cuando llegue la hora de escribir esas historias. Ahora es hora de hacer la historia, no de escribirla, después habrá que seguir haciendo historia en el futuro, y escribiendo las historias pasadas. Y estoy seguro de que habrá algunos capítulos en realidad muy interesantes de esa lucha callada, silenciosa, entre la Revolución y sus enemigos, y que el resultado es obvio.

Soñaban con que iban a poder quemar todas las cañas, a paralizar el transporte, a paralizar los centrales azucareros, a sabotear las refinerías, a sabotear las industrias principales. Y los resultados están ahí. Algunos de sus crímenes tuvieron éxito, algunos actos de sabotaje lograron realizar, pero posiblemente no llegaron a concretar ni el uno por mil, ¡ni el uno por mil! de lo que planeaban, a pesar de todo el dinero que tenían, de todos los recursos y de todos los medios que el imperialismo les facilitaba para ello. Han fracasado y ya se puede hacer el recuento, después de seis años y medio de Revolución, en qué forma han fracasado ellos y en qué forma hemos avanzado nosotros.

En el campo de la economía, a la que pretendían sabotear por todos los medios, la Revolución avanza exitosamente. En vez de campos convertidos en cenizas hemos visto campos, con el trabajo y el sudor del pueblo, convertidos en azúcar.

De tal manera a nuestros enemigos les preocupa eso, que en estos días nosotros hemos estado viendo algunos cables para ver qué comentaban acerca de los 6 millones de toneladas, que lógicamente aquello tenía que traumatizarlos. Y algunos voceros del Departamento de Estado Americano empezaron a hablar solos, empezaron a "galimatear" y a buscar explicaciones. Y hacen gracia algunos de esos cables que dicen: bueno, sí... Ellos, desde luego, trataban de preparar la cosa, ponerse el parche. En este año —decían con el estilo literario de ellos—: "Castro se ha acercado algo a la verdad cuando habló de 6 millones de toneladas. Los oficiales del Departamento de Estado calculan que se llegó a cinco millones y medio."

Cuando ellos tienen que hacer eso y tienen, incluso, que empezar a decir que fueron cinco y medio y no seis, se está demostrando lo mucho que les duele este éxito económico de nuestra Revolución. Está de más que nosotros seríamos incapaces de añadir ni media libra de azúcar, y yo estoy seguro de que ningún ciudadano en este país duda de la veracidad de esta cifra, porque para poner otra cifra había que engañar al pueblo, decirle una mentira al pueblo. Al pueblo no se le puede decir mentiras; preferible es no publicar una cifra, preferible es no dar una noticia a decir una mentira.

Ni siquiera en la guerra. Es muy difícil que en las guerras no haya cierta tendencia a la exageración de los éxitos. Todo el mundo sabe que fue una tradición de nuestro Ejército Rebelde que jamás pusimos ni una bala de más (APLAUSOS), jamás pusimos una bala de más, un prisionero de más, un muerto enemigo de más, un fusil de más. Tanto era esto un principio, que aunque muchas veces estábamos en distintos frentes nuestros compañeros, cuando oían por la radio una cifra, sabían que era una cifra rigurosamente cierta, que si se decían 20 fusiles eran 20 fusiles, y si se decían 100, eran 100 fusiles. Ese mismo criterio sigue la Revolución en el poder, ese mismo criterio sigue con las cifras.

No sé si ustedes recordarán, incluso, que en circunstancias tales como la cuestión de las armas estratégicas en nuestro país, en las Naciones Unidas y en todas partes Cuba nunca entró en la discusión de si eran armas ofensivas o defensivas. Y los pronunciamientos que hizo el compañero Dorticós en las Naciones Unidas y los pronunciamientos que hizo el Gobierno Revolucionario siempre, si ustedes revisan, verán que nosotros lo que decíamos es que teníamos el derecho a tener el tipo de armas que estimáramos conveniente, y que no teníamos que rendirle cuentas a nadie de qué armas eran (APLAUSOS). Esa fue la línea y la política que siguió el Gobierno Revolucionario, porque si teníamos un derecho, por qué íbamos a acudir a explicaciones o mentiras. Y fue esa siempre la posición del Gobierno Revolucionario. De ahí la fe y la confianza que las masas tienen en la palabra de la Revolución, porque saben que esa es la línea, esa es la tradición.

No siempre desde el gobierno todo puede explicarse, porque no todas las cuestiones y todas las tareas en las complejas actividades de un gobierno se pueden discutir públicamente. Hay cosas que por sus características y su naturaleza no es adecuado ese tratamiento. Hay, necesaria e inevitablemente, determinadas actividades que requieren una discreción. La mentira no paga dividendos, los dividendos que una mentira brinde a la larga los cobra a un precio mucho mayor.

La discreción sí, muchas veces es necesario ser discretos. Y en el azúcar nosotros la política que adoptamos no fue decir menos de lo que producíamos, porque hubo un tiempo en que decir menos de lo que producíamos podía convenirnos por los precios. Si nosotros hubiésemos dado cantidades inferiores, habríamos estado convertidos en unos vulgares especuladores, engañando, en detrimento incluso de los que comercian con nosotros. La política que seguimos fue de discreción.

Cuando esa política ya no tenía razón de ser y se empezó a dar progresivamente las cifras que se iban produciendo, esas cifras se ajustaban estrictamente a la verdad. ¿Decir más? ¿Qué sentido tendría engañar al pueblo, engañarnos a nosotros mismos, deprimir los precios? Si los precios se deprimen por el azúcar que producimos, que se depriman, pero es por el azúcar que producimos. Y como pensamos seguir produciendo, puede ocasionarnos ello hoy sacrificios, un año, dos años, tres años, pero a la larga seremos los que tendremos una posición más sólida y más firme en el mercado azucarero (APLAUSOS). Pero con la verdad. ¿Qué ganaríamos en dar cifras exageradas que deprimieran los precios, si después no teníamos ese azúcar? Sería una cosa absurda, una cosa ridícula y un elemental razonamiento demuestra que en ese error no puede incurrirse.

Y cuando damos la cifra de lo que producimos es, sencillamente, porque sabemos que esa producción continuará incrementándose de año en año, y que este país ha abandonado aquella política de avestruz con el azúcar, aquella política suicida con el azúcar, de acuerdos y transacciones para limitar la producción, en detrimento de los intereses futuros del país. Nosotros pensamos en el futuro y pensamos en tener en el mercado el puesto que nos corresponda por nuestra capacidad de producción de azúcar y nuestras condiciones naturales, y a eso vamos.

Y tendremos en el futuro, sin duda de ninguna clase, una posición sólida, a la vez que temible, en el mercado azucarero, porque para competir con Cuba allí donde no existan las condiciones naturales de Cuba, hay que afrontar la ruina segura, hay que afrontar la ruina.

La política que siguieron los latifundistas y los hacendados aquí fue una política torpe, y además una política obediente a los dictados del imperialismo y a esa política se ha renunciado aquí.

A los imperialistas les cuesta trabajo admitir que hayamos llegado a los 6 millones de toneladas, no pueden dar su brazo a torcer, les cuesta demasiado trabajo, saben el impacto que ha producido en todas partes este auge de nuestra economía. Y hemos producido no solo los 6 millones sino que dijimos que íbamos a alcanzar 6 040 000, y ya precisamente, mañana debemos estar en los 6 040 500 toneladas de azúcar (APLAUSOS). Todavía quedaban en Oriente varios centrales moliendo las últimas cañas, y todavía ayer tenían un poquito más de 3 000 toneladas diarias, con lo que se pasará un poquitico de los 6 040 000 toneladas. Así que, no solo no son 5 millones y medio, no solo han sido seis, sino que han sido seis y un poquito más de seis (APLAUSOS).

Tenemos derecho a proclamarlo. Y desde luego eso no es difícil probarlo porque están las ventas de azúcar, y el análisis de nuestras ventas es suficiente para que se pueda comprobar la cantidad de azúcar que hemos producido, porque lo que no se puede es vender un azúcar que no exista. Pero demuestra el desaliento en las filas de nuestros enemigos y lo mucho que les preocupan los éxitos que la Revolución ha alcanzado. Estos éxitos son la mejor prueba del fracaso de nuestros enemigos, la mejor prueba de la inutilidad de su esfuerzo.

Hoy, al cabo de seis años y medio de Revolución, tenemos un pueblo mucho más aguerrido, mucho más organizado, mucho más experimentado, mucho más consciente, y por tanto mucho más fuerte. No pudieron vencernos en los difíciles días de los primeros tiempos, ¿cómo podrán hacerlo ahora? Podemos decir con satisfacción que todos los inventos del imperialismo se han estrellado contra nuestro país, contra nuestro pequeño país, contra nuestra gran Revolución (APLAUSOS). Porque el caso de la Revolución Cubana, es el caso de una revolución grande en un país pequeño. ¿Qué ha hecho grande a la Revolución?, su contrario, entre otras cosas. El hecho de tener un enemigo poderoso frente a nosotros, que nos ha hostigado, nos ha hecho más fuertes. Y ha hecho más grande la repercusión y la trascendencia de nuestra Revolución.

Y el imperialismo, a la vez que en una posición cuya agresividad crece por días, enfrenta problemas cada vez mayores en todas partes del mundo. Su política es una política desesperada y está cosechando odio en todo el mundo, derrotas en todo el mundo, fracasos en todo el mundo. Su intervención criminal en Santo Domingo, intervención cuyos hechos son cada día más repugnantes, porque en las últimas 48 horas han ocasionado decenas de bajas de población civil, sobre todo, atacando a las fuerzas constitucionalistas (APLAUSOS). La firmeza de los constitucionalistas aparentemente los ha exasperado al extremo de haber perpetrado actos de barbarie en el día de ayer, rompiendo el cese al fuego, llevando a cabo un acto de provocación en gran escala, ampliando la zona de ocupación y llenando cada vez más al mundo de odio hacia ellos, de desprecio hacia ellos, despertando cada vez más la solidaridad hacia ese heroico pueblo y fortaleciendo a la vez el espíritu de los constitucionalistas, porque ellos también están demostrando un heroísmo extraordinario, un extraordinario espíritu patriótico, y se han crecido también en la misma medida que vieron al imperialismo desgarrar el suelo de su patria, y derramar la sangre de sus hermanos. Eso ha acrecentado el valor de los dominicanos, el heroísmo de los dominicanos, la grandeza de los dominicanos (APLAUSOS).

Lo mismo ocurre en Viet Nam, su intervención criminal ha acrecentado el heroísmo y la grandeza de aquel pueblo, su experiencia, su combatividad. Y los cables traen noticias de derrotas cada vez mayores y de una desesperación cada vez mayor por parte de los imperialistas. Nuevas amenazas, nuevos amagos de envío de divisiones enteras, del traslado de un ejército de ocupación, prácticamente, hacia aquel país. Porque los soldados títeres ya no le sirven de nada y se ven en la necesidad de movilizar sus fuerzas regulares. Cuál será su situación a medida que crezca el movimiento revolucionario en otras partes del mundo. Cuál será su situación en la medida que en vez de apagar un fuego, dos fuegos, tres fuegos, tengan que apagar diez fuegos o veinte fuegos. Es incuestionablemente una situación sin salida, pese a sus recursos militares y a sus recursos económicos que ya no son ilimitados, que ya se resienten de su política estúpida, que ya se resienten de sus despilfarros desmedidos en apoyo de una política guerrerista, en apoyo de ese papel de gendarme que se han arrogado. En esas ingloriosas actividades han gastado una gran parte de sus reservas en oro, ya su posición frente a distintos países de Europa no es tan fuerte, ya su posición frente a determinados países se ha hecho cada vez más débil.

Ahora están empeñados en la creación de esa Fuerza Interamericana de Paz, ¡qué sarcasmo! La paz que han llevado a la República Dominicana es la paz del crimen, a la sombra de su intervención, los gorilas en Santo Domingo asesinaron a cientos de ciudadanos y tan grande fue la ola de sangre que no han podido ocultarla, tan grande y tan escandalosa que no han podido evitar que se sepa en todo el mundo, que se sepa en las Naciones Unidas, e incluso no han podido evitar los efectos que las noticias de esos crímenes han causado en el ánimo de sus cómplices en la OEA.

Ha servido su intervención para provocar más muerte, más destrucción, más luto, más sangre. Los Estados Unidos después que promovieron el golpe reaccionario del Brasil, ahora pretenden llevar a ese país y convertirlo en "punta de lanza" de sus criminales actos de agresión. Pretenden utilizar carne de cañón latinoamericana, para asesinar latinoamericanos, para estrangular la independencia de los latinoamericanos, para destruir la soberanía de otros pueblos latinoamericanos.

Pero ese aliado imperialista —Brasil— es un régimen reaccionario asentado en el cráter de un volcán. Allí ese régimen, haciendo concesiones a los imperialistas, haciendo recaer sobre el pueblo el peso de la inflación, está sin dudas de ninguna clase sentado ese régimen en el cráter de un volcán. Hay que carecer del menor sentido de la realidad para creer que en esta época, cuando la conciencia independentista y libertadora de los pueblos se levanta, que en esta época se pretenda implantar una colonización por la fuerza de este continente. Es absurdo pretender crear ese organismo con el derecho a intervenir, porque lo que Johnson ha hecho es la declaración de no independencia de América Latina. La historia ha conocido muchas declaraciones de independencia. Johnson pasará a la historia por el papel inglorioso y ridículo de haber pretendido hacer la "Declaración de no independencia de América Latina". Valga decir en honor nuestro que estamos excluidos de esa declaración (APLAUSOS).

Porque somos independientes de hecho y de derecho; de derecho y de hecho, lo somos y lo seremos, pero para todos los demás países de América Latina ha formulado la declaración de no independencia: el derecho a intervenir. y pretenden crear esa máscara, pero veamos si pasa, porque es tan irreal y tan absurda esa pretensión, que no creemos que pueda fácilmente prosperar. Mucho tendrán que presionar, mucho tendrán que desmoralizar a todos los gobiernos de América Latina, muy alto el precio en honor y en prestigio el que tendrán que imponerle para que acepten —encima del crimen cometido en Santo Domingo, sobre la sangre derramada en Santo Domingo— la creación de un instrumento que les dé derecho a intervenir bajo la máscara de una fuerza interamericana.

¿Y quiénes componen esa fuerza, señores, esa fuerza de paz y de democracia? Los soldados de los gorilas peores de este continente: Los soldados de los gorilas brasileños, los soldados de Stroessner, de Paraguay, los soldados de los gorilas guatemaltecos, nicaragüenses, salvadoreños y esos países gobernados por las camarillas más reaccionarias, surgidas del "pusch" y del golpe de Estado, son las fuerzas que integran la llamada "Fuerza Interamericana de Paz" las que van a restablecer la democracia en Santo Domingo, allí con los "demócratas" yankis, con los soldados del imperialismo yanki, los gendarmes internacionales, los peores criminales de estos tiempos, los soldados del gobierno más reaccionario que hay actualmente en el mundo.

Y hay que estar dotado de un grado de ilusión muy grande, de torpeza, de falta de realismo, creer que eso pueda prosperar fácilmente. Y es incuestionable que es el miedo a la Revolución quien asocia a esas camarillas al imperialismo, el terror a las revoluciones es la asociación de los peores gangsters internacionales, de los más reaccionarios gobernantes de este continente para defenderse desesperadamente, contra la hora de la libertad, contra la hora de la revolución.

Es por eso que estamos viviendo instantes decisivos en la historia de este continente y nosotros estamos seguros de que esos intentos de someter al continente, esa declaración de no independencia, esa política estúpida lo que hará será acrecentar el espíritu revolucionario de los pueblos, lo que hará será despertar el espíritu de lucha de nuestros pueblos latinoamericanos. Esa política generará también su contrario, generará el espíritu revolucionario, el espíritu combativo de la América Latina, ampliar los horizontes revolucionarios, hacer más profundo ese sentimiento y más amplio. A eso conducirá inevitablemente esta política imperialista. Es decir que conducirá inevitablemente a la derrota del imperialismo, porque esos gorilas están todos sentados sobre un volcán y los volcanes están comenzando a hacer erupción.

Esa política de fuerza y de intervención refleja, mejor que ninguna otra cosa, el fracaso de su política, el fracaso de su famosa "Alianza para el Progreso", la crisis del dominio imperialista en este continente, parejamente con la crisis que padece ese dominio, en Asia, en Africa y en todas partes del mundo. Estamos viviendo esos años, no serán años exentos de riesgos, no serán años exentos de peligro, en su desesperación los imperialistas llevan a cabo actos de provocación, actos aventureros que entrañan riesgos para la paz, que entrañan peligros de distintos tipos, pero hay un hecho alentador, un hecho claro, un hecho evidente y es que crece el movimiento revolucionario en todo el mundo, crece, se hace más sólido, se hace más fuerte y esa es una de las grandes contradicciones de estos tiempos.

El poderío imperialista de Estados Unidos no puede apagar, no puede contener esa fuerza histórica, esa fuerza revolucionaria. Y el resultado tendrá que ser, inevitablemente, la derrota de los imperialistas. Ese papel los lleva al aislamiento —su papel de gendarme— al descrédito total, a la desconfianza total y a la ruina. Esa es la época que estamos viviendo.

Y nosotros, en medio de esa vorágine, naturalmente que estamos expuestos a diversos riesgos, estamos expuestos a diversos peligros, pero no creamos que somos los únicos, son los peligros que todo el resto del mundo está corriendo. Tendremos que seguir luchando duramente, tendremos que seguir combatiendo a esos enemigos, tenemos que seguir llevando adelante nuestra obra revolucionaria. De todas formas, es muy alentador y muy satisfactorio lo que se ha logrado: el ritmo de nuestra Revolución en estos momentos, la fortaleza de nuestra Revolución en todos los frentes, en todos los campos. ¡No nos dormimos sobre los laureles, no nos dormiremos sobre los laureles!

Debemos estar conscientes de esto: ¡Nos queda mucho por hacer, nos queda mucho por luchar! Pero sin duda que el panorama es cada vez más claro, los hechos cada vez son más elocuentes. Nuestra Revolución se fortalece, el movimiento revolucionario en general se fortalece; el imperialismo se debilita, su derrota es cada vez más cierta y más inevitable.

Y toda la fuerza de nuestra Revolución, todos los frentes de nuestra Revolución, deben hacer uso de la experiencia que han alcanzado, del grado de organización que han logrado en estos años. Y se puede decir que todos los frentes de la Revolución, ¡todos los frentes!, han alcanzado mucha más organización, mucha más eficacia, mucha más experiencia.

Nuestras instituciones revolucionarias se fortalecen, se fortalece nuestro Partido, se fortalecen nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias, se fortalece nuestro Ministerio del Interior, se fortalece todo el aparato administrativo, se fortalecen todas nuestras organizaciones de masas, y se fortalece el pueblo, se hace cada vez más capaz, mas consciente, más entusiasta, más trabajador.

Y así en todos los frentes esa sensación de avance, de progreso, se ve aquí y en todas partes. Ha sido el resultado del esfuerzo de estos años. ¡Cuánta diferencia! Cuando nosotros veíamos esa corpografía, donde estaban representadas las distintas actividades, pensábamos cuánto se ha hecho en realmente poco tiempo, cuánto se ha avanzado. Mirábamos con orgullo todos estos frutos, toda esta obra de la Revolución. Y al igual que en otros actos, al igual que en otros actos en que se reúnen —como hoy aquí los compañeros de un frente de trabajo— hemos podido ver los avances de este ministerio, no solo en lo que sabemos que han hecho, sino en lo que expresa, de una manera elocuente, lo que ha hecho, lo que ha logrado.

Nos sentíamos igualmente satisfechos de que al frente de este organismo y presidiendo estos hechos, se encuentre un compañero de los más destacados de nuestra Revolución (APLAUSOS). Un compañero que reúne en su haber el hecho de haber participado de una manera destacada en todos los actos más culminantes de este proceso revolucionario, que estuvo en el Moncada, que estuvo en la prisión, que estuvo en el exilio, que vino en el Granma (APLAUSOS), que participó en la campaña toda de la Sierra Maestra y que, además, es el único compañero que, reuniendo todos esos antecedentes, participó también en la columna invasora con el comandante Ernesto Guevara (APLAUSOS PROLONGADOS).

Y ahora que menciono al compañero comandante Ernesto Guevara (APLAUSOS) que tanto se merece esos aplausos, habrán oído ustedes los rumores de los imperialistas. Dicen que el compañero Ernesto Guevara no aparece en público, que no estuvo el 1ro de Mayo, que no estuvo en la semana en que se cortó caña. Y están realmente muy intrigados. Versiones de que si está aquí, que si está allá, que si hay pugnas, que si hay problemas. Y están realmente muy intrigados.

Pues, bien, nosotros les vamos a responder: ¿Qué les importa a ustedes? (APLAUSOS PROLONGADOS.) ¡No tenemos ninguna obligación de rendirles cuentas ni darles ninguna información! (APLAUSOS.) Si están intrigados, ¡que sigan intrigados! Si están preocupados, ¡que sigan preocupados! (APLAUSOS.) Si están nerviosos, ¡que tomen un calmante o un sedativo! (APLAUSOS.)

Nuestro pueblo, en cambio, no se preocupa. ¡Conoce a su Revolución y conoce a sus hombres! (APLAUSOS.) ¿Que el compañero Guevara no aparece en un acto público? Algunas razones tendrá el compañero Guevara para no aparecer en un acto público (APLAUSOS). ¿Que no se hace publicidad? Nunca ha sido un hombre que se haga publicidad: es alérgico el compañero Guevara siempre a la publicidad, ¡es alérgico! (RISAS.) Dicen que si está mal de salud. ¡Eso quisieran ellos, los imperialistas, que estuviera mal de salud!

Pero cuando se preocupan por el comandante Guevara es señal de que lo respetan (APLAUSOS), es señal de que lo valoran, y es señal de que les preocupa.

¿Cuándo sabrá el pueblo del comandante Guevara? Cuando el comandante Guevara quiera (APLAUSOS). ¿Sabrá? ¡Sí sabrá! ¿Qué sabemos nosotros? ¡Nada! (DEL PUBLICO LE DICEN: "¡Nada!") ¿Qué pensamos nosotros? (DEL PUBLICO LE DICEN: "¡Nada!") Sí, pensamos: que el comandante Guevara siempre ha hecho y siempre hará cosas revolucionarias (APLAUSOS).

Y no me explico esa ignorancia de los imperialistas. ¿Por qué no le sacan una fotografía con los U-2? ¡Que lo busquen y que lo retraten! Lo que ocurre es que es más difícil retratar a un hombre, por grande que sea, que a un cohete.

Así que: pongan a trabajar los cerebros electrónicos y resuelvan su problema. Mientras tanto, todos nosotros estamos tranquilos y estamos satisfechos; aquí nadie se intriga, nadie, y la gente ni pregunta. Se podrá preguntar, se dará su respuesta, y más nada (APLAUSOS).

Bien: ¿Oyeron? ¿El que no oía oyó? (RISAS.) Pues miren, que está oyendo, ¡no ha perdido nada!

Bien: hemos cumplido el cuarto aniversario. Ya camina esta criatura, y camina bien, y marcha vigorosamente, es fuerte, en su espíritu está el espíritu del pueblo, de los hombres y de las mujeres de nuestro pueblo.

Hay que decir que debe destacarse la incorporación de la mujer a estas actividades (APLAUSOS), la incorporación de la mujer a este importante frente de la Revolución, que sirve una vez más para demostrar su valor social. Ya veíamos entre los uniformes aquí, los uniformes de las compañeras de tránsito. Ahora las multas pues ya no las pondrá un policía; ahora tendrán que ser los multados todavía más caballerosos, y posiblemente se encuentren con gente más disciplinada todavía; van a ser más exigentes, porque cuando estén allí cumpliendo con su deber van a pensar en sus hijos y van a pensar que hay que ser inflexibles en el cumplimiento de sus deberes. Pero es un buen paso de avance ese paso de incorporar más y más la mujer a las distintas actividades sociales, con lo cual gana el país, gana la Revolución, se multiplican las inteligencias, las energías, las voluntades y las fuerzas.

Y eso era otra cosa que se notaba aquí hoy, y se nota aquí en este acto, y una razón más para sentirnos todos muy satisfechos del trabajo que se ha hecho y del desarrollo de esta institución de la Revolución.

Les deseamos a los compañeros muchos éxitos y que se mantenga ese ritmo de trabajo, ese impulso. Y que los más se esmeren por ostentar el honor de ser señalados como compañeros ejemplares, alcanzar el honor de ser militantes de nuestro Partido Unido de la Revolución (APLAUSOS).

Si los hombres y mujeres que trabajan en este frente han de ser los mejores, es lógico esperar que muchos aspiren a ese honor de pertenecer a nuestro Partido. Muchos han sido escogidos por el Partido para este trabajo. Espero que muchos, muchos, sean ejemplares, y que muchos —más bien diría que todos— aspiren al honor de militar en el Partido (APLAUSOS), porque en este frente, sin discusión, deben trabajar hombres y mujeres de gran calidad, hombres y mujeres de gran convicción revolucionaria, hombres y mujeres que merezcan la confianza plena del pueblo, hombres y mujeres que sepan comprender el honor del lugar que ocupan en la Revolución, de la función que desarrollan en la Revolución; hombres y mujeres que comprendan toda la importancia de su trabajo, el mérito de su trabajo y la dignidad de su trabajo.

Muchas felicidades a todos ustedes, compañeros y compañeras.

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(OVACION)

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