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Planes secretos del Imperialismo para impedir la victoria del Movimiento Revolucionario Cubano encabezado por Fidel Castro Ruz

Data: 

01/05/2009

Fonte: 

Revista “Cinco Palmas”

Autor: 

I.Antecedentes

I.1. La visión imperial de los nacientes Estados Unidos hacia Cuba y América Latina

Para Estados Unidos, Cuba siempre constituyó una posición clave en la formulación de la política hacia América Latina y el Caribe. Recién alcanzada su independencia de Gran Bretaña en 1783, evidenció su empeño por anexar la Isla a la Unión norteamericana.

José Martí vislumbró con talento impar su interés hegemónico hacia América Latina y el Caribe.  Apuntó: “Desde la cuna soñó en este dominio el pueblo del Norte, con el ‘nada sería más conveniente’, de Jefferson; con los ‘trece gobiernos destinados’, de Adams; con la visión profética de Clay...”.1

Al concluir la guerra de independencia, las Trece Colonias convertidas ahora en Estados Unidos de América, había duplicado su territorio. La independencia significó el inicio de un  proceso de expansión territorial permanente e ininterrumpido que coincidía con la decadencia del coloniaje  español.  Los resultados fueron económicos y políticos: las estructuras socio-económicas, surgidas a partir de la conquista y colonización en América latina y el Caribe, se reemplazaron por las formas más complejas de explotación capitalista de la política exterior norteamericana.

La génesis y desarrollo del imperialismo norteamericano determinaron en gran medida, la frustración parcial de los movimientos independentistas en América Latina. La penetración económica y la injerencia política, constituyeron los dos métodos esenciales empleados para hacer avanzar sus objetivos estratégicos en la región.

En una interesante apreciación en torno a la concepción política norteamericana respecto de sus relaciones con Cuba, el historiador Philip S. Foner señaló: “El planteamiento de la anexión de Cuba empezó con la ruidosa trompetería de la doctrina del ‘Águila Extendida’ y del ‘Destino Manifiesto’. Los anexionistas sostenían que a una nación joven y vigorosa como Estados Unidos no podían fijársele límites para su expansión.  ‘Hay vigor y energía en esta sanguínea raza angloamericana —clamaba el creole de Nueva Orleáns—.  Está destinada a extenderse por el mundo con la enorme fuerza de un huracán’.  La raza hispanomora se echará atrás y desaparecerá ante nuestra marcha victoriosa”.2

I.2. Las particularidades  de la Revolución Cubana y Estados Unidos

En un análisis de la Revolución no puede soslayarse una serie de factores que caracterizan elementos esenciales de la historia de la nación cubana. Resulta  conveniente apuntar los considerados como hitos esenciales:

•    Por múltiples razones de carácter económico, social y político Cuba fue la última colonia de España en América Latina en alcanzar la independencia.

•    Este hecho, sin embargo, no puede desconocer que las guerras de independencia de 1868 y 1895 sentaron los fundamentos filosóficos y culturales de la lucha de liberación nacional y el socialismo, rescatados por Fidel Castro Ruz al frente de la Generación del Centenario, cuyo primer combate fue el ataque al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953.

•    Los designios imperialistas de Estados Unidos en relación con Cuba están presentes en una concepción de seguridad nacional que se orienta a partir de consideraciones de carácter geoeconómico, geopolítico y geoestratégico, que explican sus acciones desde el siglo XVIII hasta el presente.

•    En todos trascendentales acontecimientos políticos de la historia cubana, la diplomacia norteamericana ha intervenido de manera pública, a través de ejercicios de mediación, o secreta, a través de operaciones encubiertas. Estas maniobras han sido de carácter activo y proactivo en función de impedir el desarrollo de procesos autóctonos, autónomos  y legítimos que entran en contradicción con la noción norteamericana de hegemonía.

•    La nación cubana, en épica hazaña, ha librado una ininterrumpida y permanente revolución por conquistar su derecho a la libertad, la justicia social y la creación de una sociedad humana, con todos y para el bien de todos.  El carácter y esencia de esta lucha se definió en su verdadera dimensión por Fidel Castro Ruz, en ocasión de la velada conmemorativa de los cien años de lucha, celebrada el 10 de octubre de 1968.

II.    El golpe militar  del 10 de marzo de 1952.  Causas y condiciones

A partir del 20 de mayo de 1902 al 1º de enero de 1959, Cuba fue un enclave neocolonial del imperialismo norteamericano y a partir de este status se deben interpretar los complejos procesos políticos que acontecieron en la Isla en elperíodo: frustración de la independencia nacional, reconformación del movimiento revolucionario en la década del 20, Revolución del 30 y la mediación norteamericana para impedir sus propósitos y la siempre existente amenaza, a veces convertida en realidad de la intervención militar  de las fuerzas armadas norteamericanas, la imposición de una base naval en Guantánamo, etcétera.

La asonada militar  del 10 de marzo de 1952 se inscribe en el contexto de los planes de la Administración del presidente Eisenhower de subvertir la democracia en América Latina y el Caribe y de instaurar regímenes dictatoriales afines a las direcciones principales y objetivo de la doctrina de seguridad nacional en la guerra fría.

Después de concluida la Segunda Guerra Mundial, el pensamiento estratégico de Estados Unidos se orienta la contención del comunismo, la prevención de revoluciones en el Tercer Mundo, el desarrollo de condiciones propicias para el incremento de la inversión de capital  y la expansión de sus mercados para acceder a las materias primas y recursos materiales en los países subdesarrollados. Las características esenciales de estos enfoques están recogidas en la Doctrina Truman de 1947.

En el caso cubano deben tenerse en cuenta, además, rasgos particulares que caracterizan el escenario político en Cuba en los años 50:

•    La necesidad de impedir el triunfo electoral del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxos) en las elecciones generales de 1952, que implicaría la presencia en el poder de fuerzas políticas, cuya plataforma programática no respondía íntegramente a los intereses de la política de Washington hacia Cuba.

•    La decisión de Estados Unidos de llevar adelante en la Isla el Plan Truslow, elaborado por la misión del Banco de Reconstrucción y Fomento que visitó Cuba en 1949, y que se proponía reforzar el control norteamericano en las principales ramas de la economía cubana.

•    La acción de la Administración Eisenhower de utilizar a oficiales de segundo orden en el ejército partidarios de Fulgencio Batista, para propiciar la conspiración putschista, aliados a los denominados “tanquistas”; grupo de políticos reaccionarios, surgidos a raíz del fracaso de la Revolución del 30, colaboradores de Batista procedentes de diferentes agrupaciones políticas que lo habían apoyado en la década del 30.

•    El golpe fue respaldado, además, por una buena parte de congresistas, gobernadores y alcaldes de todos los partidos.

•    No parece ser obra de la casualidad que dos días antes del golpe, el gobierno del presidente Carlos Prío Socarrás había firmado un pacto militar con el gobierno del presidente Ewight E. Eisenhower que contribuiría a fortalecer militarmente a la dictadura e incrementar la capacidad de respuesta de la tiranía ante eventuales expresiones de oposición armada.

III.    El surgimiento de una nueva vanguardia revolucionaria encabezada por Fidel Castro Ruz

Ante la inercia, complicidad e indiferencia de los partidos políticos tradicionales, en la sociedad cubana surge una fuerza revolucionaria que conducida por Fidel Castro, desde el primer día del golpe militar, plantea que la única vía para derrocar la tiranía es la lucha armada, representada por la Generación del Centenario.

Sin compromiso con ningún partido o fuerza política, el nuevo movimiento, integrado por numerosos jóvenes de clase media y obreros, gran parte de procedencia de la Juventud Ortodoxa, inspirado en las ricas tradiciones de las tres guerras de independencia, la obra política de José Martí y otros próceres de nuestras luchas, en el espíritu de combate y el antimperialismo de los principales actores de la Revolución del 30 (Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena, Antonio Guiteras Holmes), se  trazó como objetivos no solo luchar contra la tiranía, sino reorganizar políticamente la sociedad, desmontar el sistema de dominación neocolonial impuesto por el imperialismo norteamericano y alcanzar a sangre y fuego y hasta vencer o morir si fuera necesario, la segunda y definitiva independencia de Cuba.



IV. El Moncada: primer combate de Fidel Castro y la Generación del Centenario

El ataque al Moncada el 26 de julio de 1953 inició un nuevo capítulo en la historia de Cuba.  Fue la expresión de la continuidad de una lucha ininterrumpida y permanente de la nación cubana para conquistar su soberanía definitiva, independencia política y económica.  La Revolución pospuesta de 1898 se había reanudado.

En La historia me absolverá, Fidel Castro expone el programa inmediato del movimiento revolucionario cubano en su lucha contra la tiranía, el nexo indisoluble entre vanguardia y pueblo; anuncia las principales medidas que adoptaría la Revolución en el poder, para vencer los obstáculos del subdesarrollo que se expresan en el problema de la tierra, la educación, la salud, la industrialización, la vivienda, el desempleo asociado a la conquista de la democracia y la libertad.

Después del Moncada, el desembarco del Granma, la lucha en la Sierra Maestra, centro principal del movimiento guerrillero que se extendería a otras regiones montañosas en Oriente y otras provincias, la lucha clandestina en las ciudades, el movimiento de resistencia cívica de apoyo a la insurrección armada, las victorias del Ejército Rebelde en el verano de 1958 y la invasión de las Columnas 2 Antonio Maceo y 8 Ciro Redondo a Occidente, son acciones fundamentales de las fuerzas revolucionarias que exponen a la tiranía a una crisis agónica de la que no podría sobrevivir o recuperarse.

V.Maniobras del gobierno norteamericano para impedir  y boicotear el  acceso al poder del Ejército Rebelde

Desde su creación en julio de 1947, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) desplegó una fuerte actividad de inteligencia en Cuba desde la estación local radicada en la embajada  en La Habana y desde la oficina de la Agencia basificada en la ciudad de Miami, estado de la Florida, que posteriormente se convertiría en los años 60 en la base principal de las operaciones encubiertas contra la Revolución Cubana, uno de los objetivos estratégicos de la inteligencia norteamericana desde 1959 hasta el presente.

La información conocida, a partir de fuentes públicas, documentos desclasificados por el gobierno de Estados Unidos, literatura especializada de nuestro país y extranjera, permite deducir que las direcciones principales de la actividad de inteligencia norteamericana en Cuba en los años 50, estuvieron dirigidas a los propósitos siguientes:

•    Manipulación de los partidos políticos en función de los intereses del Departamento de Estado respecto de Cuba.

•    Asesoramiento de los cuerpos represivos de la tiranía, como el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), el Servicio de Inteligencia Naval, el Buró de Investigaciones y otros.

•    Crear un cuerpo encargado de desarrollar actividad de contrainteligencia en relación con el movimiento comunista, movimiento obrero, dirigentes de organizaciones políticas y estudiantiles, considerados hostiles o enemigos de Estados Unidos en Cuba.

•    En este sentido, por recomendación directa de Allen Dulles, director de la Inteligencia Central y de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, se creó el Buró de Represiones de Actividades Comunistas (BRAC).

•    Caracterización del movimiento revolucionario que combatía a la dictadura, con la intención de prevenir, penetrar y neutralizar sus acciones contra la tiranía.

•    Ejercer medidas de influencia y control sobre determinadas figuras políticas en función de su utilización en medidas de contención de las organizaciones  revolucionarias.

•    Apoyar la política definida de la Administración Eisenhower destinada a impedir el acceso al poder del Ejército Rebelde y el movimiento revolucionario que, encabezado por Fidel Castro, luchaba en las montañas de Oriente, contra el ejército de la tiranía.

•Investigaciones exploratorias llevadas a cabo por especialistas del Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado, indican que en la estación local de la CIA operaban 30 oficiales de caso y que en el territorio nacional radicaban más de siete oficiales de fachada profunda.

•    Desarrollar actividades de inteligencia sobre las filiales de las organizaciones revolucionarias en el territorio de Estados Unidos.

•    En colaboración con el Buró Federal de Inteligencia (FBI), la CIA tenía sometido a control y observación a los emigrados políticos cubanos en territorio de Estados Unidos y terceros países.

V. 1. La CIA y la insurrección armada en Cuba

Todo parece indicar  que los servicios especiales norteamericanos (CIA, FBI y otros) se esforzaron por investigar al grupo de jóvenes revolucionarios nucleados alrededor de Fidel Castro en el movimiento de la Generación del Centenario.

La literatura especializada sobre la CIA indica que desde sus orígenes tuvo entre sus objetivos de trabajo los movimientos estudiantiles y juveniles, lo que puede encontrarse en textos tales como: The CIA and the Cult of Intelligence, de Víctor Marchetti y John D. Marks; Inside the Company, CIA diary, de Philip Agee; The U. Intellingence Community, de Jeffrey T.
Richaldson.

Por eso no es de extrañar que a través de un caso de la Seguridad del Estado en el cual se investigó a un oficial ilegal de la CIA en Cuba en los años 60 se conoció, sin verificar, que la CIA tenía un mecanismo de inteligencia que operaba en Ciudad de México, encargado de vigilar y controlar a los militantes del MR-26-7 en esa ciudad y que se  preparaban para reanudar la lucha revolucionaria en su patria.

Según documentos oficiales desclasificados por el FBI, los clubes revolucionarios que Fidel Castro Ruz había fundado en su recorrido por varias ciudades norteamericanas en 1955 se sometieron a un chequeo operativo sostenido por esta Agencia.

V. 2. Después del Granma

Posterior al desembarco del yate Granma, el 2 de diciembre de 1956, el Departamento de Estado, a través de su Buró de Inteligencia, la CIA y otros servicios especiales norteamericanos, comenzó a calcular las vulnerabilidades de Batista y las fortalezas del movimiento revolucionario conducido por Fidel Castro, y valorar posible crisis política en Cuba.
En 1957, la represión llevada a cabo por la tiranía en Cuba llamó la atención en determinados sectores de la opinión pública en Estados Unidos.

Funcionarios diplomáticos en la embajada norteamericana de La Habana, en sus análisis para el Departamento de Estado, opinaron que si la dictadura no eliminaba al movimiento guerrillero, Batista demostraría serios signos de debilidad, lo que incrementaría la oposición al régimen.

El embajador de Estados Unidos en Cuba, Arthur Gardner, plenamente identificado con Batista, informó a su gobierno a mediados del año 1957 que el dictador atravesaba momentos difíciles, en tanto que Fidel Castro era el causante principal de los problemas políticos en Cuba. La actitud de Gardner con respecto a la Revolución Cubana obedecía a su condición de político de extrema derecha con características sui generis, surgidas al calor de la guerra fría. En 1949, había sido subsecretario del Tesoro y por su apoyo a Eisenhower se le había nombrado en 1953 embajador de Estados Unidos en Cuba.

Los estudios realizados por los diplomáticos norteamericanos en Cuba, no obstante alertar al Departamento de Estado sobre indicios de debilidad en el régimen batistiano, no ponderaban los problemas económicos o sociales ni los resultados de su nefasta política en la Isla.

A manera de ejemplo de esta superficialidad puede destacarse que en 1957 exaltaron el carácter de la visita del ministro de Gobernación de Batista, Santiago Rey Perna, cuyo recorrido por esa nación fue ampliamente divulgado por la prensa batistiana en Cuba. Santiago Rey, invitado de honor del Departamento de Estado, se reunió con altos funcionarios  de  esa  agencia  federal, y se comprometió a mejorar la coordinación entre el BRAC y las agencias  federales  norteamericanas en la cruzada contra el comunismo.

Una manifestación previa del apoyo a la dictadura tuvo lugar en el mes de diciembre de 1956, después del desembarco del Granma. Estados Unidos negoció con el dictador la venta de 16 bombardero B-26, el ejército norteamericano también entregó siete tanques M-4 al ejército cubano de acuerdo con el Programa de Ayuda Militar (MAP).

V. 3.  La Revolución continúa

El 24, 25 y 26 de febrero de 1957, el diario insignia de la prensa norteamericana, The New York Times, publicó la entrevista en plena Sierra Maestra de Fidel Castro con Herbert L. Matthews, de su consejo editorial, periodista de reconocido prestigio internacional, adquirido como corresponsal de guerra durante la Guerra Civil Española y en Italia durante la Segunda Guerra Mundial.

¿Qué refería Matthews en estos artículos?

En primer lugar, demostraba que Fidel estaba vivo, lo que contradecía la información de los medios de prensa de la tiranía; señalaba que el movimiento revolucionario en Cuba avanzaba y que Fidel Castro era el líder revolucionario más importante de quienes se enfrentaban a Batista y uno de los “mejores elementos de la sociedad cubana”.

Exponía las tres fuentes del sentimiento de los revolucionarios cubanos contra la posición adoptada por Estados Unidos en Cuba:

1)  Entrega de armas al dictador;
2) la admiración pública del embajador Gardner por Batista;
3) la protección del capital norteamericano al tirano, porque este aseguraba sus inversiones en la Isla.

V. 4. Defender al tirano a toda costa

En 1957, la embajada norteamericana hacía todo lo posible por apuntalar al dictador y evitar que se conociera en Estados Unidos la verdad de lo que acontecía en la Isla.

Después del asalto al Palacio Presidencial el 13 de marzo de 1957, por el Directorio Revolucionario, el embajador Gardner reiteró el apoyo de su gobierno a Batista; el jefe de Operaciones de la Marina de Estados Unidos, Arleigh Burke, visitó La Habana invitado por el jefe de la marina cubana.

En este contexto resulta conveniente apuntar que en abril de 1957, Gardner elaboró un informe especial al Departamento de Estado sobre la situación política en Cuba, en el cual hace énfasis de que solamente Batista era capaz de garantizar la estabilidad del país y reitera que Cuba constituye un aliado estratégico de Estados Unidos por su posición en el Caribe, la Base Naval de Guantánamo, el azúcar y los minerales estratégicos níquel y cromo.

Un enfoque diferente es una evaluación de la CIA de ese mismo mes de abril.  El estimado de inteligencia de la CIA concluye que no se consideraba factible, a partir del estudio de la situación operativa en Cuba, que el régimen de Fulgencio Batista estuviera en condiciones de asegurar el orden público o prevenir el desarrollo e intensificación de la oposición armada.
La realidad de lo que acontecía en Cuba era cada vez más un asunto de sumo interés para importantes cadenas de la radio y la televisión de Estados Unidos, no obstante los esfuerzos del Departamento de Estado por restarle importancia al fomento de la insurrección en la Isla. En la última semana de abril, el periodista de la CBS Robert Taber llegó a la Sierra Maestra con la intención de entrevistar a Fidel Castro.  En mayo, por la radio y la televisión de Estados Unidos se trasmitió el programa Los Rebeldes en la Sierra Maestra, que incluía además una entrevista al jefe de la Revolución en el Pico Turquino.

V. 5. El Departamento de Estado reflexiona cómo variar la situación  para impedir la victoria de las armas rebeldes

Al concluir el primer semestre de 1957, el Departamento de Estado promueve contactos con Rufo López Fresquet, un economista  que, opuesto a Batista, era dirigente de una organización denominada Acción Libertadora, integrada por elementos moderados de la clase media que apoyaban el derrocamiento de la dictadura; pero, simultáneamente, se proponía impedir que el MR 26-7 y el Ejército Rebelde, dirigidos por Fidel Castro, asumiera el poder.

El plan de Rufo López Fesquet consistía en lograr la libertad del coronel Ramón Barquín, preso en Isla de Pinos, acusado de conspirar contra Batista, con el fin de que con el apoyo de sus partidarios en el ejército, obligara a Fidel Castro a negociar una solución política favorable a grupos moderados que favorecían una relación de dependencia y subordinación a los intereses norteamericanos en Cuba.

En junio de 1957, el embajador Gardner presentó a instancias del Departamento de Estado su renuncia al cargo de embajador, lo que no significó un cambio en la política hacia Cuba. Nunca se explicó la razón de esta renuncia, aunque se hacía evidente que su apoyo abierto, ostentoso y excesivo a Batista, no contribuía para nada a crear una imagen diplomática favorable a Estados Unidos en la opinión pública cubana. Por otra parte, los análisis de los funcionarios de la embajada, más que informar, desinformaban a Washington. Eran informes carentes de objetividad y profesionalidad, que desconocían las causas y factores que intervenían en la promoción y creciente desarrollo de la oposición armada a Batista, a pesar de la violenta agresión con la cual el régimen pretendía perpetuarse en el poder.

V. 6. Nuevo embajador, pero la misma política

A partir del 3 de junio de 1957 inició sus funciones en Cuba como embajador Eral E. T. Smith. Su historia de vida no constituía ningún presagio positivo, en cuanto a aun nuevo curso de la política de Washington. Rico inversionista en la bolsa norteamericana de valores, miembros de la alta sociedad norteamericana, sin ninguna experiencia diplomática previa y vinculado con elementos de extrema derecha del Partido Republicano.

La revisión de la documentación del año 1957 indica que el Departamento de Estado evaluaba la posibilidad o no de que Batista pudiera mantenerse en el poder hasta 1959 y el clima de violencia imperante. Pero insistía en todo momento en la conveniencia de apoyar a Batista y exploraba para buscar una tercera fuerza, moderada y popular que sirviera de contención y barrera al MR-26-7 y el Ejército Rebelde; mas, esa fuerza no había surgido como una alternativa válida.

En conferencia de prensa del 24 de julio de 1957, Smith elogió al gobierno de Batista por haber creado el BRAC y estar junto a Estados Unidos en la lucha contra el comunismo. A manera de expresar su fehaciente apoyo al tirano manifestó que la ayuda militar a la dictadura era para garantizar la defensa hemisférica.

Al facilitar armas al ejército, utilizadas presuntamente para garantizar la seguridad interna, el gobierno norteamericano violaba el Artículo I, Sección II del Acuerdo de Defensa Mutua de 1952.

A finales de 1957, la Administración Eisenhower emitió señales de respaldo político a Batista. Al jefe de la fuerza aérea, coronel Carlos Tabernilla, se le confirió la Legión de Mérito de Estados Unidos. El mérito de Tabernilla, para Estados Unidos, fue haber ordenado el ametrallamiento y bombardeo de la ciudad de Cienfuegos, durante la rebelión del 5 de septiembre de 1957, llevado a cabo por militantes del MR-26-7 y oficiales de la marina opuestos al dictador.

Coincidiendo con estas expresiones de apoyo a Batista, en el segundo semestre de 1957, la estación CIA en La Habana evidenció su marcado interés en estudiar y caracterizar la lucha revolucionaria en Oriente. Aproximadamente en septiembre, la estación estableció un punto operativo en Santiago de Cuba a cargo del vicecónsul Robert D. Wiecha, oficial CIA de la estación local.
Entre otros oficiales de la estación CIA que participaron activamente en el estudio y caracterización del movimiento revolucionario cubano en este período se encuentran:

Oficiales de la inteligencia del ejército, la marina  y de la fuerza aérea de Estados Unidos, apoyaron de manera ofensiva las acciones de la diplomacia norteamericana en Cuba. El inspector general de la CIA, Lyman Kirkpatrick, uno de los hombres más influyentes en la comunidad de inteligencia de la CIA, realizó, en aquella etapa, algunas visitas de trabajo a La Habana.

En diciembre de 1957, el Departamento de Estado concluyó un estudio de escenarios en Cuba para fines de 1957 y el año 1958. El título del trabajo lo resumía todo “Posibles cursos de acción para restaurar la normalidad en Cuba”.  Sus autores fueron el director y el subdirector de la Oficina de Asuntos Centroamericanos William Wieland y Allen Sterwert, respectivamente. El estudio comprendía tres escenarios:

Escenario No. 1. Estados Unidos como “directo intermediario” entre la dictadura y la oposición con el  fin de llevar a cabo “elecciones libres” y eliminar la insurrección armada.  Como condición, Fidel Castro tendría que abandonar la Isla hasta después de las elecciones.

Escenario No. 2. Estados Unidos se distancia del problema.  Batista sería derrocado.  Las consecuencias obligarían a Estados Unidos a fomentar un golpe militar con oficiales opuestos al tirano.

Escenario No. 3. Si la oposición no acepta las elecciones libres, Estados Unidos asumiría el costo político de la crisis, lo que equivale, en nuestro criterio, a una posible intervención militar directa.

V. 7. 1958: Revolución-contrarrevolución

A principio de 1958, Estados Unidos continuó la entrega de las armas a la dictadura para combatir a las tropas rebeldes.  A cambio, Batista mantenía una “farsa electoral” para garantizar una solución pacífica a la crisis en correspondencia con los intereses norteamericanos en Cuba.

Sin embargo, en 1958, la mayoría del pueblo cubano rechazaba esta maniobra injerencista y consideraba que la dictadura requería ser derrocada por la violencia revolucionaria: se había originado una total polarización en la sociedad cubana: revolución-contrarrevolución.

A pesar de la creciente crítica en Estados Unidos a la política de Washington en Cuba, la Administración Eisenhower había decidido, a finales de 1957 y principios de 1958, enfrentar con todos los medios a su alcance al movimiento revolucionario liderado por Fidel Castro.

En mayo de 1958, la dictadura se preparó para desencadenar una ofensiva general contra el Ejército Rebelde en la provincia de Oriente.  La operación denominada FF (Fin de Fidel) debía significar la liquidación del ejército guerrillero en las montañas orientales y, por consiguiente, la derrota del movimiento revolucionario en todo el territorio nacional.

Desde el cuartel general de La Plata, Fidel Castro diseñó la estrategia para derrotar los destacamentos militares del enemigo que, con apoyo aéreo total y bombardeo a la población civil de las montañas, con armas y equipos entregados por Estados Unidos, asesorados por la misión militar norteamericana, no pudieron alcanzar sus objetivos de vencer al Ejército Rebelde.

Con la derrota sufrida por las tropas selectas del ejército en El Jigüe el 21 de julio de 1958, la Operación FF quedó condenada al fracaso, no obstante los esfuerzos de Estados Unidos para abastecer de armas a su aliado, reabastecer y reequipar sus aviones desde la Base Naval de Guantánamo.

En julio viajó a La Habana el subdirector de la Oficina de Asuntos Centroamericanos C. Allan Stewart para realizar un estudio en el terreno sobre la situación política en el país. Durante su estancia se entrevistó con el embajador Smith y los jefes de las misiones militares (ejército, marina y fuerza aérea). El diplomático, no obstante sus posiciones favorables al tirano, se percató del desarrollo vertiginoso del movimiento revolucionario en la Isla y de la mayoritaria resistencia del pueblo a la dictadura.

¿Por qué esta inercia por parte del Departamento de Estado y los asesores del presidente?

¿Por qué no informar al presidente del fracaso de la política norteamericana en Cuba?

Las valoraciones pueden ser diversas, pero todas representan una subestimación de lo que realmente tenía lugar en Cuba en 1958: una verdadera revolución, que después de la batalla del Jigüe estaba en pleno despliegue de su potencial político y militar.

Todavía en agosto de 1958, los especialistas del Departamento de Estado que atendían Cuba sostenían estos criterios erróneos:

•    El ejército  de Batista no tenía señales de colapso;
•    el Ejército Rebelde se encontraba  confinado principalmente en el oriente de la Isla;
•    las elecciones conveniadas con Batista podían ser la base de una transición política en Cuba;
•    existía la opinión de que líderes “moderados” ajenos a Batista y a Fidel Castro pudieran formar un gobierno estable en Cuba.

V. 8. El inicio del fin

A mediados de agosto de 1958, la ofensiva de las tropas de la dictadura colapsó de manera definitiva. Más de 10 000 soldados de la tiranía, armados y entrenados por el imperialismo norteamericano, habían sido derrotados por las fuerzas rebeldes. La operación FF había fracasado estrepitosamente, comenzaba el fin de Batista.  La columna vertebral de la tiranía había perdido la guerra, solo faltaba tiempo para su derrota definitiva.

A finales de agosto, Fidel Castro, en su condición de Comandante en Jefe del Ejército Rebelde y de Secretario General del MR-26-7, ordenó a los comandantes Ernesto Che Guevara, jefe de la Columna 8 Ciro Redondo, y Camilo Cienfuegos, jefe de la Columna 2 Antonio Maceo, que se trasladaran a Las Villas con el propósito de llevar la guerra de Oriente a Occidente y asestar golpes demoledores a la tiranía en esa provincia.  Las fuerzas enemigas no pudieron detener el avance rebelde.

En Oriente, las tropas al mando del Comandante en Jefe Fidel Castro, los comandantes Raúl Castro, jefe del II Frente Oriental Frank País, y Juan Almeida Bosque, jefe del III Frente Oriental Mario Muñoz, lanzaron una ofensiva para  ocupar la provincia y su capital.

La farsa electoral del 3 de noviembre preparada  por el Departamento de Estado de acuerdo con Batista, reforzó la percepción de la decadencia del régimen, evidenció la ausencia de una coherente y efectiva política norteamericana hacia Cuba; además, la ineptitud política del embajador Smith, su compromiso irracional y patológico con la dictadura y su desconocimiento pleno de los factores políticos, económicos, culturales e ideológicos representados por el MR-26-7, crearon las condiciones subjetivas para el fracaso de cualquier política que se trazara Estados Unidos hacia Cuba.

A finales de noviembre de 1958, el aparato de análisis e información de la CIA, elaboró un informe especial sobre los acontecimientos en Cuba, en el cual se exponen interpretaciones que no penetran en la esencia del desarrollo de la insurrección armada.

Así se manifiestan los enfoques siguientes:

•    Existía un amplio respaldo en la población a una transición pacífica.
•    El Ejército Rebelde no estaba en condiciones para derrocar a Batista en 1959.
•    Batista podía elaborar un plan de acción que contuviera la toma del poder revolucionario.

Sin embargo, reconocía la vulnerabilidad del ejército, al señalar que carecía de capacidad combativa, necesitaba más profesionalidad y entrenamiento en la lucha contra la guerrilla. En este mismo informe se evaluaban las perspectivas de una junta militar que tomara el poder, integrada por jóvenes militares no identificados con las posiciones del alto mando batistiano; no obstante se reconocía que en las fuerzas  armadas no había ningún liderazgo coherente capaz de derrocar al tirano.

En los meses de octubre y diciembre se estaba desplomando el ejército en las provincias de Oriente, Camagüey y Las Villas. Los rebeldes avanzaban a lo largo y ancho de Oriente. Santiago de Cuba fue cercada por las tropas rebeldes. El pueblo de Imías fue ocupado el 15 de noviembre; la Batalla de Guisa significó una rotunda victoria rebelde. Las columnas al mando de los comandantes Che Guevara y Camilo Cienfuegos habían atravesado la provincia de Camagüey y ocupaban pueblos en la provincia de Las Villas.

Dos posibles cursos de acción del imperialismo norteamericano se vislumbran en el escenario cubano para impedir el acceso al poder de las fuerzas revolucionarias:

1)    Golpe de Estado para imponer una fuerza militar asociada a los intereses políticos de Estados Unidos en la Isla.
2)    Una intervención militar directa de Estados Unidos para implantar un gobierno que se propondría contener la ola revolucionaria.

No resulta casual, sino reflejo de la posición de las empresas norteamericanas radicadas en Cuba, que un grupo de representantes de diferentes firmas comerciales con inversiones en la Isla sugirieron al embajador Smith que Estados Unidos promoviera la creación de un frente cívico-militar contrario a las fuerzas insurgentes.

V. 9. Maniobras del Departamento de Estado y la Misión Pawley

A fines de noviembre y principios de diciembre, el Departamento de Estado decidió hacer caso omiso a las recomendaciones de Smith de buscar una solución negociada con la participación de Batista.  El plan que se proyectaba comprendía no la participación del tirano, sino su cooperación para facilitar el acceso al poder de una “tercera fuerza” capaz de convertirse en una barrera al movimiento revolucionario.

En esta dirección se produce la visita privada a La Habana de William Pawley, un rico empresario norteamericano  con inversiones en Cuba, amigo personal del presidente Eisenhower, vinculado a los elementos de extrema  derecha del Partido Republicano y con excelentes relaciones en la dirección de la CIA.  En realidad era portador de un mensaje y una advertencia al tirano. El proyecto que presentó Pawley comprendía las acciones siguientes:


•    Oficiales del ejército serían la fuerza principal del gobierno de facto que se crearía.
•    Batista debería entregar el poder a una fuerza política hostil  a su régimen, pero favorable a Estados Unidos.
•    Estados Unidos prometía que no habría represalias contra los batistianos.
•    El gobierno norteamericano abastecería militarmente al nuevo gobierno.
•    En un plazo de 18 meses se celebrarían elecciones en Cuba supervisadas por Estados Unidos.

La propuesta de Pawley fue rechazada por Batista, quien todavía estimaba que podía derrotar al Ejército Rebelde.
La reacción de Washington no se hizo esperar. A los pocos días de la fallida gestión de Pawley, el 17 de diciembre, en una entrevista con el tirano, el embajador Smith lo conminó a renunciar, y le expresó  el interés de que abandonara el poder para facilitar que una “tercera fuerza” integrada por elementos pronorteamericanos asumiera las riendas del gobierno, para crear las condiciones políticas que impidieran la victoria revolucionaria.

Mientras tanto, en el centro del país, las tropas rebeldes al mando de los comandantes Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos, con el apoyo  de las fuerzas del Directorio Revolucionario 13 de Marzo, continuaban ocupando más territorios en Las Villas.

Las tropas conducidas por el Che avanzaron en dirección a Santa Clara el 14 de diciembre.  El tren blindado enviado por el tirano con el refuerzo de 600 hombres, armas y pertrechos fue atacado por las fuerzas rebeldes, que hicieron rendir a los soldados del dictador: comenzaba la batalla de Santa Clara, ocupada por las tropas rebeldes el 30 de diciembre: los objetivos de la estrategia de Fidel se cumplían con precisión matemática.

A fines de diciembre se hicieron evidentes los siguientes planes del gobierno norteamericano para frustrar la victoria revolucionaria:

1)    Utilización de altos mandos militares del ejército de la tiranía para sustituir a Batista por medio de una junta cívico-militar en la cual participaría el comandante militar del ejército de la dictadura en Santiago de Cuba, varios civiles y un militar preso en Isla de Pinos. La propuesta que aspiraba a recibir el respaldo del Comandante en Jefe del Ejército Rebelde, nunca sería aceptada.

2)    Instalar al coronel Ramón Barquín, preso en Isla de Pinos desde 1956 por conspirar contra Batista. Esta acción era promovida por la organización Montecristi, cuyo jefe era Justo Carrillo, asociado al Departamento de Estado en sus planes de mediación en Cuba.

3)    La Agencia Central de Inteligencia a través de varios agentes penetrados en la organización II Frente Nacional del Escambray se  propondría manipular a esta para que operara como una alternativa a las fuerzas del ejército y del movimiento revolucionario integrado por el MR-26-7, el Directorio Revolucionario 13 de Marzo y el Partido Socialista Popular.

4)    Utilización del agente de la CIA Antonio Varona, ex primer ministro en el gobierno de Carlos Prío, para que con el propósito de establecer una alianza con militares de la tiranía se rebelaran contra Batista y forzar así al Ejército Rebelde a establecer una alianza con los auténticos.

Mas, estos complots no arrojaron señales de alcanzar sus propósitos.  Ante la marea revolucionaria dirigida desde Oriente, los centros de decisión política en Washington eran atrapados por la incertidumbre, el desasosiego y la desesperación.  La Revolución Cubana estaba sólida e independiente, fuera del control del Departamento de Estado, la CIA, el Consejo de Seguridad Nacional y el propio D. D. Eisenhower.

En la reunión del Consejo de Seguridad Nacional del 18 de diciembre, el presidente Eisenhower reconoce que su gobierno había sido sorprendido por el auge del movimiento revolucionario en las últimas semanas y apuntó que Batista debería entregar el poder a su sucesor.

El 23 de diciembre, en una nueva reunión en el Consejo de Seguridad Nacional, Allen Dulles expresó que Batista estaba a punto de abandonar el país; señaló que Estados Unidos debía prevenir la victoria rebelde, en tanto el vicepresidente Nixon abogaba por una tercera fuerza.

Como resultado de esta reunión, el Departamento de Estado elaboró un informe de contingencia en forma de memorando sobre las acciones de la diplomacia norteamericana y la CIA para impedir la victoria rebelde.
Pero toda acción de la Administración Eisenhower resultó inútil. El 1º de enero en la madrugada, Batista y sus más fieles colaboradores huyeron.

La victoria fulminante del movimiento revolucionario y del Ejército Rebelde comandados por Fidel Castro era inevitable, inminente e indestructible. Todos los complots urdidos en el mundo tenebroso de Langley y la Casa Blanca, inspirados en la cosmovisión del expansionismo sin fronteras de la Doctrina Monroe, resultaron infructuosos. Los ejercicios de mediación, injerencia, manejo de crisis, prevención de conflictos, gobernabilidad fueron frustrados, oportunamente descubiertos y neutralizados.  Esta vez, los mambises del siglo XX entraron en Santiago de Cuba. Cuba con Fidel  Castro al frente de la Revolución había conquistado, para todos los tiempos, su segunda y definitiva independencia.         



FUENTES CONSULTADAS

Bibliografía
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Documento del 18 de enero de 1957 titulado: Tel., J. Edgar Hover, January 18, 1957, FBIR.
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Mencía, Mario: El grito del Moncada,  Editora Política, La Habana, 1986, vol. I.
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Documentos desclasificados en Estados Unidos
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•    Ha Emb to DS. “Political Aspects of Griefing Book on Cuba”, Apol 1, 1957. 737/00/4-/57, FRUS.
•    National Intelligence Estimate 80-57, April 1957, FRUS-1955- 1957.
•    CIA: “The situation in Cuba”, Special National,  Estimate 85-58, Nov. 24, 1954; CIA Files, FOIA.FRUS-1958-1960, VI -265- 166.
•    December 18, 1958, FRUS 1958, VI, 325.
•    December 23, 1958. FRUS, 1958 -1960, VI 304 - 7.

Notas
1 Perri Anderson: “Estado y hegemonía en Gramsci.  Paradigma y utopías”, en Revista Bimestral, no. 5, julio-agosto, 2002.
2 Caso Acéfalo,  Archivos del MININT,  La Habana, Cuba.